Ya se va para los cielos
ese querido angelito,
a rogar por sus abuelos,
por sus padres y hermanitos.
Cuando se muere la carne,
el alma busca su sitio
adentro de una amapola
o dentro de un pajarito.
La tierra lo está esperando
con su corazón abierto;
por eso es que el angelito
parece que está despierto.
Cuando se muere la carne
el alma busca su centro
en el brillo de una rosa
o de un pececito nuevo.
En su cunita de tierra
lo arrullará una campana,
mientras la lluvia le limpia
su carita en la mañana.
Cuando se muere la carne
el alma busca su diana
en los misterios del mundo
que le ha abierto una ventana.
Las mariposas alegres
de ver al bello angelito
alrededor de su cuna
le caminan despacito.
Cuando se muere la carne
el alma va derechito
a saludar a la luna,
y de paso al lucerito.
¿Adónde se fue su gracia,
dónde se fue su dulzura?
¿Por qué se cae su cuerpo
como la fruta madura?
Cuando se muere la carne
el alma busca en la altura
la explicación de su vida
cortada con tan premura;
la explicación de su muerte,
prisionera en una tumba.
Cuando se muere la carne
el alma se queda oscura.