'Tá muy malo el corralero,
y allá en el potrero como viejo está;
hay que ayudarlo a que muera
para que no sufra más.
Siempre fuiste el más certero,
y por eso debes su mal aliviar.
¿Cómo pretende que yo,
que lo crié de potrillo,
clave en su pecho un cuchillo
porque el patrón lo ordenó?
¡Déjelo no más pastar!
No rechace mi consejo,
que yo lo voy a enterrar
cuando se muera de viejo.
Junto al estero del bajo
lo encontré tendido, casi al expirar;
me acerqué muy lentamente,
y se lo quise explicar.
Pero al verlo resignado,
me tembló la mano y me puse a llorar.