Cura de mi pueblo,
que en tus oraciones
a Dios siempre ruegas
por todos nosotros;
cura de mi pueblo,
cuando yo era un niño
me dabas santitos,
me hacías cariño.
Cura de mi aldea,
de mi pueblecito,
donde ahora descansan
mis seres queridos;
cura de mi pueblo,
amable y sencillo,
siempre te recuerdo
como un buen amigo.
Hoy que ya soy hombre,
y te veo viejito,
yo venero en ti
todo el tiempo ido;
dime, mi buen cura,
mi buen padrecito,
tú que sabes tanto
y tanto has oído,
¡dime si es pecado,
si amar es delito!