Cazadores del desierto,
voz de los caballos negros,
ellos fueron los primeros
que el pecho a la guerra dieron;
patrullando los salares,
la pampa inflamó su aliento,
y en las cargas de Dolores,
de Germania y de Negreiros,
la muerte montaba al anca
de sus caballos tan negros.
"¡A la carga, cazadores!",
grita el toque del clarín;
"¡Mis jinetes sableadores
por la Patria hasta morir!"
"Oiga, mi Mayor Rodríguez,
¿dónde están los compañeros?"
"Galopa, ordenanza Acosta.
¡No hagas caso de los muertos!"
Cazadores del desierto,
se acabó ya el escuadrón:
en sus caballos tan negros
un soldado y su Mayor;
redoblando en las arenas
corren los caballos negros.
Las lanzas van sin banderas,
los sables hieren el cielo:
¡no hay esperanza ni pena
para esa carga de espectros!