La Esmeralda entrando al puerto,
igual que una inmensa gaviota blanca;
el velamen desplegado en el viento
sobre el mar, camino de espuma y plata.
Florecen en los muelles
blancos pañuelos
saludando a la novia
del mar y el viento;
del mar y el viento, sí,
goleta blanca,
vas llevando de Chile
su mano franca.
¡Pónganle una guirnalda
a la Esmeralda!