Leonora Latorre, tu nombre
quedó envuelto en el misterio;
ni un retrato, ni una carta,
conservaron tu recuerdo.
Tus ojos, dos verdes lagos
llenos de melancolía;
tus labios, suaves y sabios
fueron tus armas de espía.
¿Dónde quedaste, Leonora?
¿Qué hizo el destino al final?
Quizá fuiste una quimera,
o del guerrero un ideal.
Peligros y amor se enlazaron
ante tu sombra furtiva;
los que fueron tus amores
se perdieron con tu vida.
Llegó la paz aquel día,
se silenció la metralla;
tu rostro quedó perdido
tras los campos de batalla.