¡Miren cómo nos hablan de libertad,
cuando de ella nos privan en realidad!
¡Miren cómo pregonan tranquilidad,
cuando nos atormenta la autoridad!
¿Qué dirá el Santo Padre,
que vive en Roma,
que le están degollando
a sus palomas?
¡Miren cómo nos hablan del Paraíso,
cuando nos llueven penas como granizo!
¡Miren el entusiasmo con la sentencia,
sabiendo que mataban a la inocencia!
El que oficia la muerte como un verdugo
tranquilo está tomando su desayuno.
Con esto se pusieron la soga al cuello;
el quinto mandamiento no tiene sello.
Entre más injusticia, señor Fiscal,
¡más fuerzas tiene mi alma para cantar!
¡Lindo se dará el trigo en el sembrado,
regado con tu sangre, Julián Grimau!