En una aldea costera
de plomizadas arenas
vive un viejo marino
que canta pasadas penas.
Fue pescador y lobero
en aquellos años mozos
ese chilote marino,
que como él no hay otro,
ni habrá nunca más.
Hoy, recordando el pasado
siente ansias de llorar;
piensa en su bote marino
cuando salía a navegar.
Con las jarcias tiritando,
viene un fuerte ventarrón;
confía él en su gente
desde la proa al timón.
Suelta esa vela, muchacho;
es la orden del capitán,
que un temporal ya se asoma
por las alturas del mar.
Vuelve a su casa tranquilo,
de su pesca está gozoso
ese chilote marino,
que como él no hay otro,
ni habrá nunca más.