Era mi pebeta una flor maleva,
más linda que un día dorado de sol;
trenzas renegridas, mirada que ruega,
boca palpitante de fuego y amor.
Para conquistarla yo me jugué entero;
no valía la pena sin ella vivir.
Peleando con taitas en un entrevero
pensé que era lindo por ella morir.
Tiempo viejo, caravana fugitiva,
¿dónde estás?
¡Florido tiempo que añoro,
por tus caminos de olvido
viajan visiones que lloro,
sueño querido que te alejás!
Tiempo viejo, caravana fugitiva,
¿dónde estás?
Cinco años pasaron de la primer cita,
burlón el destino me obligó a volver;
que viejos los ojos de la muchachita
en un día riendo me enseñó a querer.
Fuimos sin pensarlo como dos extraños,
su boca marchita y mi suspirar;
habiendo cenizas de los desengaños,
el recuerdo, amigo, es mejor borrar.