Soledad


(Gardel/Le Pera)

Tango, de la película El Tango en Broadway


Yo no quiero que nadie a mí me diga
que de tu dulce vida vos ya me has arrancado;
mi corazón una mentira pide
para esperar tu imposible llamado.
Yo no quiero que nadie se imagine
cómo es de amarga y honda mi eterna soledad;
pasan las noches, y el minutero muele
la pesadilla de su lento tic-tac.

En la doliente sombra de mi cuarto al esperar
sus pasos que quizás no volverán,
a veces me parece que ellos detienen su andar
sin atreverse luego a entrar.
Pero no hay nadie, y ella no viene;
es un fantasma que crea mi ilusión,
y que al desvanecerse va dejando su visión,
cenizas en mi corazón.

En la plateada esfera del reloj,
las horas que agonizan se niegan a pasar;
hay un desfile de extrañas figuras
que me contemplan con burlón mirar.
Es una caravana interminable
que se hunde en el olvido con su mueca espectral;
se va con ella tu boca que era mía,
sólo me queda la angustia de mi mal.


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