Alfa. Revista de la AAF.


La asociación de todos.

La aparición del primer número de la Revista de la Asociación Andaluza de Filosofía (AAF) constituye un motivo de legítima satisfacción para cuantos dedicados a la filosofía, vocacional y profesionalmente, echábamos en falta un órgano regular de expresión y de comunicación. Es, por lo demás, un testimonio inequívoco de la voluntad de configurarnos como comunidad intelectual, superando viejas inercias y recelos, y, puesto que los problemas son graves, afrontarlos con ánimo y resolución. Contrasta paradójicamente que al crecimiento institucional de la enseñanza de la filosofía en la Comunidad autónoma andaluza no haya correspondido en la misma medida un fortalecimiento de los vínculos profesionales y un incremento de las relaciones e intercambios. En los últimos veinte años han surgido en Andalucía tres Secciones universitarias de Filosofía y Departamentos especializados en las ocho Universidades de nuestra región, se han multiplicado los Institutos de Enseñanza Media y Centros profesionales, se han incrementado y cualificado tanto el potencial humano como los medios técnicos disponibles, todo lo que supone, sin hipérbole, un patrimonio cultural de primera magnitud, y, sin embargo, no se han producido en términos proporcionales una recuperación de iniciativas y una presencia significativa de nuestra comunidad en la vida cultural y social. Es cierto que mientras tanto han abundado igualmente los problemas, desde un creciente deterioro del prestigio social de nuestra profesión hasta la falta de estímulos y de perspectivas, en una coyuntura de grave amenaza de los estudios humanísticos. Pero esta situación crítica ha debido actuar más bien como un reto a un colectivo, que no puede resignarse a una función devaluada y marginal. Nos va en ello no sólo la supervivencia de la profesión sino algo mucho más digno y valioso, que sobrepuja a los legítimos intereses profesionales: el prestigio y hasta el futuro de la formación humanística.

Para afrontar tan graves retos ha surgido la Asociación Andaluza de Filosofía, con un espíritu democrático en su inspiracion y funcionamiento, pero, a la vez, con una exigencia de selección, que es inexcusable en cuantos nos dedicamos a la función educativa. Queremos hacer nuestro el lema machadiano de "extender por el mundo la conciencia vigilante". Ni más ni menos ésto es la cultura. Las humanidades no serían nada por sí mismas si no contribuyesen eficazmente a hacer más digna y bella la vida del hombre; en este caso, el hombre de nuestra tierra, con el que nos une un doble compromiso, civil e intelectual. La defensa de las Humanidades, la extensión social de la cultura y la promoción de la actividad filosófica, ya sea investigadora o docente, constituyen el oriente de nuestra actuación. Y al servicio de estos objetivos pondremos todas las energías y recursos con que pudiéramos contar.

De ahí que el nacimiento de esta Revista signifique también un grave compromiso. Una vez que nos hemos resuelto a salir a la vida pública con una Asociación se trata de mantener la palabra y el empeño. Peor que las cosas no nazcan es dejarlas morir. Y si el nombre hace la cosa o marca, al menos, su destino, el nombre de esta Revista ALFA nos compromete a todos en el noble esfuerzo por darle continuidad a esta tarea. Se necesita del ánimo, el apoyo y el arrimo y colaboración de todos para sacarla adelante.

P.C.G.


Qué quiere ser Alfa.

Como reza el clásico lema ilustrado sapere aude que, con inexcusable responsabilidad intelectual, queremos actualizar en nuestra circunstancia y que por eso asumimos emblemáticamente en el logotipo de nuestra Asociación, nuestra revista quiere ser expresión y pábulo de una noble osadía: la de ejercitar la reflexión y la crítica sobre nuestros intereses comunes y universales, los esenciales de nuestra existencia humana, en un uso público, colectivo y dialógico de la razón tan legítimo como necesario. Creemos que el objetivo que nos proponemos nace de una genuina inquietud latente y latiente, de una auténtica necesidad y urgencia de vitalidad intelectual en el colectivo que formamos. Por eso queremos que estas páginas no se limiten, como mero boletín, a transmitir noticia de actividades. Queremos que, como auténtica revista, más bien animen, recogiendo y sembrando, los pensamientos que nos apremian, nuestros ensayos de reflexión. Esta es la razón de que en este primer número no sólo acojamos ya tres Artículos de investigación sino, sobre todo, de que abramos una sección tan medular -así lo esperamos- como la de Reflexión, aunque no lo sean menos, pese a su exigüidad inicial, las de Didáctica y Crítica de libros.

Ya hay muchas revistas de filosofía. Pero pretendemos que la nuestra no sea una más de tantas constituidas a menudo en vehículo de meras averiguaciones historiográficas que cumplen el expediente requerido para la promoción profesional. No es para eso para lo que hace falta. Sí hace falta, en cambio, estamos convencidos, una revista en la que el rictus, más que el rigor, de las formalidades que rinden tributo a la Academia no agrave las dificultades intrínsecas a la gravedad misma del pensar. Un pensar que sin adecuado cauce expresivo encuentra cercenada su propia realización. Por eso, si la Asociación Andaluza de Filosofía es una invitación a la osadía de pensar en común, esta su revista, ALFA, quiere ser el medio en el que atreverse a la expresión pública del pensamiento, zafándose de nuevas tutelas, autoridades y tradiciones como pudieran ser las academicistas. En modo alguno se trata de escamotear el imperativo ilustrado de rigor ni de renunciar a la crítica exigencia de una filosofía "académica", y no sólo "mundana", como es la que podemos y debemos ofrecer en tanto que profesionales que somos, mayoritariamente, de la filosofía. Sólo que confiamos en nosotros mismos. Confiamos en que cada uno de nosotros, de manera autónoma, que no individualista, sabrá y querrá aplicarse aquel ineludible imperativo, bien que no otros más reconociblemente espurios. No nos interesa ni queremos promover ninguna suerte de pensamiento débil. Pero sí lo queremos ligero, aligerado de contraproducentes gravámenes y encostramientos formalistas que lo abortan, alegre y existencialmente significativo.

En un tiempo ayuno de palabras esenciales y ahíto de sobreabundancia informativa, hace falta repristinar la justa jerarquía de valor entre el fondo y la forma o, si es cierto que ambos factores se codeterminan, darle prioridad o realidad a un fondo auténtico: la falta de sofisticación académica -tantas veces sofistería, formalidad abstracta, desfondada, inane- puede quedar compensada con creces por el interés objetivo de una reflexión de motivación auténticamente filosófica. Seamos activamente coherentes con la sospecha de que el rigor académico, aunque no la descarte, no siempre implica profundidad de pensamiento, si entendemos por "pensamiento" no cualquier resultado o precipitado histórico de la reflexión sino, en el sentido verbal y activo de la palabra, como reflexión misma o proceso que tiene lugar por el uso personal de razón o la práctica de la pregunta. Quizá, en efecto, más que atreverse a decir o enseñar, se requiera atreverse a iniciar o explorar la senda abierta por una pregunta, tras el valiente y humilde reconocimiento de nuestra penuria de sentido: por muchas sombras o dudas que resten en cualquier trecho, el solo preguntarse y sólo el preguntarse nos harán avanzar en el camino. Se hace camino al andar.

Para eso hace falta librarse de muchos complejos, de injustificables prejuicios, muchas veces sospechosos de un enervante temor a afrontar las cosas mismas; muchas veces cómplices de la tentación de diferir la agonía o la polémica (la lucha) con la acuciante circunstancia que desafía el poder de nuestra comprensión. No debemos consentir que el pensamiento de los clásicos o las autoridades se convierta en una muleta para no pensar por nosotros mismos sobre lo que a nosotros mismos nos importa; una muleta para "imbéciles" (los que no pueden andar sin báculo) por pereza o cobardía (¿hace falta recordar una vez más a Kant? En todo caso nunca está de más, para desperezarnos y alentar la autonomía). A veces el rictus del formalismo no es sino un medio de acallar la voz del pensamiento, nuestras propias voces, que nos interesan más que tantos ecos que lo ensordecen, aunque suenen en un prestigioso idioma extranjero. Hay que tomar conciencia de que el verdadero lenguaje de la filosofía rigurosa y grave no es ni el latín, ni el alemán ni ninguna otra lengua o norma particular, sino el lenguaje universal del pensamiento, esa fuente latente de orientación vital que todos compartimos y de la que todos hemos de ser responsables por lo que en ello nos va; la fuente común de todos los pensadores y filosofías. O, como nos recordara Kant al comienzo del libro segundo de su Analítica trascendental, esa capacidad de Juicio que, a diferencia del mero entendimiento, no puede enseñarse sino sólo ejercitarse y cuyo defecto se trasluce tantas veces en obras y profesionales que, por lo demás, pueden muy bien llegar "a base de estudio, hasta la misma erudición".

Atreverse a saber, sapere aude, nos enseñó Kant, es atreverse a usar el propio juicio. Pero no menos provechosa y liberadora es la advertencia de Hegel, que nos mostró como condición de posibilidad del pensar la osadía de equivocarse, porque quizá "el temor a errar sea ya el error mismo". Así, pues, aquí tenemos nuestra revista, una revista que nos invita y nos compromete a no desertar de la arena intelectual de la reflexión y la polémica recreadoras. Sus secciones todas, y aquellas que entre todos pongamos en marcha, quieren recibir contribuciones en el espíritu que acabamos de invocar y expresar: diálogos críticos con los pensadores -sin olvidar la tradición hispánica, a la que se dará especial acogida-, más bien que meramente sobre ellos, en la sección de Artículos de investigación, como también en la de Crítica de libros, que no tiene que referirse a las últimas novedades, sino a la novedad personal del libro últimamente leído o releído; Reflexión, comentario u opinión fundamentadas sobre cuestiones de permanente o perentoria actualidad; reflexiones o, también e incluso mejor, propuestas sobre bloques o unidades temáticas concretas, fruto de nuestra personal elaboración docente, en la sección Didáctica. Confiamos en vosotros. Confiemos en nosotros.

J.R.S.


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