LA LUCHA CONTRA LA ECONOMIA NATURAL
 

"Un importante capítulo final de la lucha contra la economía natural es el de separar la industria de la agricultura", afirma Rosa Luxemburgo ("La acumulación de capital"; Grijalbo, México 1967; pág.305).

 En efecto, la separación de la industria de la agricultura o, si se prefiere, la separación de una serie de actividades artesanales de la economía campesina es un importante capítulo final en la lucha contra la economía natural. Pero al mismo tiempo puede decirse que la separación de actividades artesanales desarrolladas por los campesinos es un hecho continuo en la historia del capitalismo; es un hecho que se vincula a su propio nacimiento. Aunque es preciso notar que la separación de actividades artesanales y su transformación progresiva en actividades industriales no significó su liquidación automática en tanto que actividades secundarias de la economía campesina. Mas la profundización del desarrollo capitalista exige la eliminación efectiva de las actividades artesanales que continúan realizándose al interior de la economía campesina, siendo por ello un importante capítulo final de la lucha contra la economía natural.
 
 

Los Estados Unidos de América en el siglo XIX

 Rosa Luxemburgo, al escribir "La Acumulación del Capital" en 1912, considera que en ningún país se ha ido tan lejos como en los Estados Unidos en la eliminación de la producción artesanal de la economía campesina. En particular después de la guerra de Secesión, que marcó un viraje profundo en la historia de los Estados Unidos, un viraje que podemos apreciar cabalmente cuando observamos el incremento de la producción industrial.

 "De acuerdo al Senador Peffer, directivo de la Farmer Alliance, antes de la guerra de Secesión los granjeros se ocupaban en considerable escala de trabajos industriales, es decir, fabricaban por sí solos una parte considerable de lo que les hacia falta para su propio consumo. Todo granjero tenía una colección de herramientas, con cuya ayuda hacia utensilios de madera, tales como horquillas para el heno y rastrillos, mangos para las palas y arados, lanzas para el carro y otra serie de aperos de madera. Además, el granjero producía lino y cáñamo, lana de ovejas y algodón. Estas materias textiles se trabajaban en la granja, eran hiladas y tejidas en casa; igualmente se confeccionaban en casa vestidos, ropa interior y, en general, cuanto necesitaba el granjero para su consumo personal. En cada granja había un pequeño taller para trabajos de carpintería y cerrajería, y en la casa un cardador de lana y un telar; se tejían alfombras, mantas y otra ropa de cama; en cada granja se criaban gansos con cuyo plumaje se llenaban almohadas y colchones; el sobrante se vendía en la ciudad próxima. Todo se guardaba y consumía" (Rosa Luxemburgo. Op. Cit. Pág. 306-307).

 Más adelante Peffer dice "Si consideramos ahora el presente (1890) hallamos que casi todo se ha modificado. En todo el Oeste los granjeros trillan y venden su trigo al mismo tiempo; el granjero vende su ganado y compra carne fresca o tocino, vende sus cerdos y compra jamón y carne de cerdo, vende sus legumbres y su fruta y vuelve a comprarlas en forma de conservas" (Ibidem. pág. 309).

En apenas algunos decenios había tenido lugar una gigantesca transformación de la economía campesina. La producción para el autoconsumo había cedido el paso a la producción para el cambio. Nuevas y dinámicas actividades se desarrollaron sobre las cenizas del artesanado rural. Una modificación profunda de la división del trabajo y la asignación de los recursos había tenido lugar.

Y no fue el sistema de precios el que estimuló el desarrollo de las actividades industriales y precipitó la declinación de la producción artesanal. El proceso de separación de la industria de la agricultura, en particular el proceso que tuvo lugar en los Estados Unidos en los últimos decenios del siglo XIX, no tenía nada que ver con la estructura de precios. En realidad, la ruptura de la economía campesina, de la misma manera que en otros países y circunstancias, se hizo recurriendo al método privilegiado del capitalismo: la violencia.

La guerra de Secesión misma fue una manifestación extrema de violencia y el punto de partida del reordenamiento completo de la economía norteamericana. La deuda pública que generó la guerra fue, por otro lado, un instrumento privilegiado de centralización de capitales y acumulación; y, todos contribuyen a este proceso a través del pago de crecientes impuestos.

Naturalmente, la centralización de capitales a través del Estado permitió al extraordinario desarrollo de la red ferrocarrilera y la consiguiente ocupación del territorio. Además, cabe mencionar la elevación de los aranceles como otro factor que contribuyó a la centralización de capitales en tanto y en cuanto aumentó las utilidades de los industriales. Estos últimos disponían, por lo demás, de un mercado ampliado y una frontera móvil que fue uno de los principales logros de la guerra para el capitalismo industrial de la Unión.

La separación de las actividades artesanales de la economía campesina significó la transformación profunda de la misma. Los impuestos y las hipotecas fueron los principales instrumentos utilizados para expulsar a los granjeros. Estos que no tenían motivo alguno para convertirse en compradores de productos industriales, fueron obligados a emigrar al Oeste. Las deudas acumuladas y los remates de las granjas los obligaron a dejar sus tierras. Y los que vinieron atrás organizaron la producción de una manera radicalmente diferente. Las máquinas a vapor, por ejemplo, se introdujeron donde antes habían trabajado los esclavos. En general, la mecanización de la agricultura trajo consigo un aumento de la productividad y amplio las posibilidades de exportación.
 
 

Sin lugar a dudas, estos cambios fueron positivos para la economía norteamericana. La profundización de la división del trabajo aceleró el proceso de desarrollo; y la violencia fue, sino partera de la historia, por lo menos, instrumento de progreso. De cualquier modo, la peculiaridad del caso norteamericano fue que destruyó para construir; mientras que los procesos de colonización destruyeron pero no construyeron, lo que equivale a decir que no reorganizaron la producción. Esto es obviamente una diferencia capital: la destrucción de las formas de conomía natural en las colonias y la destrucción que tuvo lugar en los Estados Unidos tuvieron efectos radicalmente distintos.
 
 

El Caso de Sudáfrica

Para Rosa Luxemburgo, la lucha del capitalismo contra el pequeño productor de mercancias asume contornos notables en el caso de Africa del Sur.

"Hasta el sexto decenio del siglo pasado, en la Colonia de El Cabo y en la repúblicas Boers reinaba una vida totalmente campesina. Los boers (esto es, los descendientes de los primeros colonizadores holandeses) llevaron durante largo tiempo la vida de ganadores n{omadas, quitándoles los mejores pastos a los hotentotes y cafres a los que exterminaban o expulsaban" (Ibidem. pág.318).

La lucha contra los pobladores nativos fue particularmente violenta. El puritanismo de los boers no se hizo presente en sus relaciones con los lugareños. Y no sólo por la utilización de la fuerza; sobre todo por el empleo de métodos reñidos con su moral y costumbres. A no ser que los negros no fueran considerados sus semejantes sino una suerte de criatura intermedia entre el hombre y el animal, como fue efectivamente el caso.

"En el siglo XVIII - recuerda Rosa Luxemburgo - la peste, transportada por los barcos de la Compañía de las Indias Orientales, les prestó excelentes servicios extinguiendo tribus enteras de hostentotes y dejando libre el suelo para los inmigrantes holandeses. En su avance hacia el Este tropezaron con las tribus bantús e inauguraron el largo período de las terribles guerras de cafres. Los devotos holandeses, lectores de la Biblia, tan orgullosos de su severidad puritana de costumbres y su conocimiento del Antiguo Testamento, que se consideraban como "pueblo elegido", no se conformaban con robar las tierras de los indígenas, sino que se establecieron para vivir como parásitos a costa de los negros, a quienes obligaron a prestarles trabajos de esclavos, corrompiéndoles y enervándoles sistemáticamente. El aguardiente desempeñó en esta misión un papel tan esencial, que su prohibición por el gobierno inglés en la Colonia de El Cabo fracasó por la oposición de los puritanos. En general la economía de los boers siguió siendo de preferencia patriarcal y de economía natural durante el sexto decenio. Téngase en cuenta que hasta 1859 no se construyó en Sudáfrica ningún ferrocarril" (Ibidem., pág.318).

Dado que la esclavización de los negros estaba en contradicción con los intereses de los capitales ingleses (en otros lugares seguían fomentando la esclavitud), estos la suprimieron en la Colonia de El Cabo. De tal suerte que para mantener la esclavitud, los boers tuvieron que emigrar hacia el norte, empujando a las tribus que encontraban a su paso. Las "repúblicas libres" que fundaron los boers entre el Orange y el Limpopo se trabaron luego en una guerra prolongada con los ingleses. Estos últimos, que en la China estaban comprometidos en las guerras del opio, eran supuestamente los abanderados de la libertad. Y, en efecto, les interesaba la fuerza de trabajo de los nativos, así como también el territorio que ocupaban.

"El capital inglés sólo dio a conocer sus verdaderas intenciones - afirma Rosa Luxemburgo - con ocasión de dos acontecimientos importantes; el descubrimiento de los campos de diamantes de Kimberley, en 1867-70, y de las minas de oro del Transval, en 1882-85. Estos acontecimientos inauguraron una nueva época en la historia del Africa del Sur" (Ibidem. pág.320).

La guerra prolongada con los boers, que fue expresión de las tendencias expansivas y agresivas del capitalismo inglés, se transformó después de los descubrimientos de oro y diamante en una guerra abierta. Las "repúblicas libres" habian sido cercadas por la economía minera que se fue organizando en el territorio Sudafricano y estaban a punto de colapsar. La famosa guerra anglo-boer no fue sino el capítulo final de este largo proceso que concluyó con la formación de un solo estado y una nueva economía.

La economía natural fue reemplazada por la economía capitalista. Los blancos (ingleses y holandeses) pasaron a constituir un solo bloque. Los negros se convirtieron, en calidad de asalariados, en base a la nueva pirámide racial.
 
 

Conclusión

"El resultado general de la lucha entre el capitalismo y la economía simple de mercancias es éste: el capital sustituye a la economía simple de mercancias después que ésta había sustituido a la economía natural. Por consiguiente, cuando se dice que el capital vive de formaciones no capitalistas, para hablar más exactamente, hay que decir que vive de la ruina de estas formaciones, y si necesita el ambiente no capitalista para la acumulación, lo necesita como base para realizar la acumulación absorbiéndolo. Considerado históricamente, la acumulación del capital es un proceso de cambio de materias que se verifica entre la forma de producción capitalista y los precapitalistas. Si ello no puede verificarse, la acumulación se efectúa destrozándoles y aislándoles. Así pues, ni la acumulación de capital puede realizarse sin las formaciones no capitalistas, ni aquellas pueden siquiera mantenerse. La acumulación sólo puede darse merced a una constante destrucción preventiva de aquellos. (Idem. Pág 322).
 
 

Revista Proceso Económico.
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