Después de los 50 años, casi todas las emociones son segundas partes, continuación de viejos asombros; lo que no quiere decir que no podamos volver a asombrarnos.

 

Desesperado ante un infortunio, el hombre enfrenta todo y apela hasta lo imposible, cometiendo, comúnmente, errores de gravísimas consecuencias.

 

Las sombras de la depresión y del pesimismo impiden el brillo de la esperanza.

 

La verdad es una luz que disipa todas las nubes de la duda.

 

Si no somos felices, la culpa es nuestra, pero generalmente culpamos a otros.

 

La verdad aparece ante nosotros para pedirnos un compromiso con ella.

 

Es en el presente donde se construye el futuro; encontraremos mañana el mundo que construimos hoy.

 

La precipitación es siempre fruto de la imprudencia y de la inmadurez.

 

 

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LAS EMOCIONES ENCUBRIDORAS

 

Todos tenemos puntos vulnerables donde se despiertan ciertas emociones que pueden resultarnos demasiado "peligrosas" para expresarlas en público, y hasta para sentirlas.

Cuando una situación nos remueve esta emoción "prohibida", tendemos a esconderla rápidamente y tratamos de taparla con otra emoción falsa. Cada vez que escondemos un sentimiento, aparece la pseudo emoción encubridora y en nuestro interior nos culpamos por el fraude que nos hemos hecho a nosotros mismos.

El mecanismo es tan rápido que no podemos utilizar la inteligencia y la experiencia para solucionar el problema en el acto. Pero para mejorar nuestras situación bastaría con permitirnos experimentar la emoción prohibida, para con ello cambiar nuestra visión.

Si el conflicto emocional es grave, es posible que necesitemos la ayuda de otra persona, experimentada o no, un psicoterapeuta o un amigo comprensivo y sincero.

Si nos atreviéramos a sentir nuestras reacciones espontáneamente, las sombras del pasado dejarían de interponerse y sería más fácil vivir el momento antes de distorsionarlo. Y tras experimentar las emociones prohibidas, podríamos utilizarlas convenientemente en lugar de que ellas nos utilizaran a nosotros. Este es un procedimiento de "autoterapia" que podemos efectuar fácilmente, sin ayudas externas.

Es bueno saber reconocer una reacción inapropiada; cuando lo hagamos, podemos preguntarnos: "¿Por qué me ha dolido esto?". Y tratar de respondernos, porque a menudo nos cuesta reconocer un dolor, y tratamos de esconderlo rápidamente. La agresión, la ansiedad y las obsesiones son reacciones inapropiadas, porque no son emociones genuinas sino corazas que nos impiden sentir plenamente y que encubren nuestros miedos. La tensión emocional, los dolores de cabeza y los síntomas psíquicos de ansiedad, como la dificultad respiratoria y las palpitaciones, pueden ser indicadores de que nos estamos ocultando algo a nosotros mismos. En ocasiones tratamos de evitar sentir incluso esta emoción; pero es importante sentirla, por muy irracional que nos parezca, porque no podemos llegar a conocer la verdadera emoción si no empezamos por sentir la falsa que la encubre. A veces una emoción aparente puede parecer peligrosa: "Estoy tan furioso que podría golpearlo", pero el solo hecho de sentirla no puede hacer daño; podemos escribirla, gritarla o llorarla, todo es preferible a tragarla.

Si tratamos de explorar una falsa emoción que hayamos tenido hace poco, podemos revivirla contándosela a un amigo que sepa escuchar.

Supongamos que estamos escondiendo un sentimiento tras un dolor de cabeza. Busquemos pistas: Cuando comenzó el dolor, ¿qué nos había sucedido? ¿Cómo nos sentíamos? ¿Qué otros sentimientos surgen justo antes de aparecer la falsa emoción? ¿miedo? ¿furia? ¿tristeza? ¿Qué recuerdos me trae? ¿Reaccioné así antes otras veces? Es preferible no perder tiempo buscando razones, sólo sacar a la luz ambas emociones: la falsa y la verdadera. Puede que entonces podamos predecir cuál será nuestro mecanismo de reacción en situaciones posteriores. A partir de este descubrimiento nos será más fácil vivir la verdadera emoción sin que se ponga en marcha el mecanismo automático y culpabilizante. O, por lo menos, pasaremos menos tiempo perdidos entre falsedades...

 

 

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