Mejorando siempre 

Porque "...oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno...". Pablo (II Corintios, 1.3:7).

Todo pensamiento negativo retarda la transformación personal. La tendencia a juzgar a los demás también retarda su transformación personal. Cuando usted juzga a una persona, no la está definiendo a ella sino a usted mismo. Lo que más nos molesta de los demás, es algo que con frecuencia nos negamos a admitir en nosotros mismos.

Procura poner más interés en saber qué es lo que está provocando tu negatividad, en vez de descubrir qué tiene de "malo" otra persona.

Cuando la negatividad y la crítica desaparezcan, los malos hábitos relacionados con el abuso, y dirigidos a la forma corporal, también lo harán.

Ser hombre, ser humano, es serlo de modo de realizar en mí el mayor bien posible para todos, no el que mejor proteja mi bolsillo, mi cuerpo o mis parientes de sangre contra los bienes naturales y los otros cuerpos.

Cada individuo, a medida que crece en su evolución espiritual, avanza en conocimientos, en comprensión, y si sabe aplicar estos conocimientos y esta comprensión en su diario vivir, es así como alcanza el estado de Gracia.

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Evidentemente, ninguno de nosotros puede garantizar la felicidad del mundo, que se encuentra, de un modo constante, bajo e1 impacto de las luchas de la evolución que orientan su marcha, pero cualquiera de nosotros puede cultivar el pedazo de tierra en que vive, protegiendo un árbol, cuidando de los pájaros, las mariposas, las flores.

Ciertamente no podemos curar las llamadas llagas sociales, indeseables aunque comprensibles en una colectividad de seres humanos imperfectos como somos todos nosotros, en un régimen de corrección y perfeccionamiento, pero todos podemos proceder honestamente y apoyar a nuestros semejantes con la fuerza moral del buen ejemplo.

Sin duda alguna, no podemos socorrer a todos los enfermos que lloran sobre la Tierra, pero podemos atenuar las pruebas de un amigo o de un vecino, demostrándole que el amor aún no ha desaparecido de los caminos del hombre.

Indiscutiblemente, no podemos resolver todas las dificultades de la familia. en que hemos nacido, sin embargo podemos ayudar a un pariente menos afortunado o cooperar con la tranquilidad que debe mantenerse en cada hogar.

Seguramente no podremos evitar el daño que los adultos hacen a los niños, en todos los niveles sociales, pero si podemos reflexionar antes de dirigirnos a los niños que tenemos cerca, para intentar no hacerles daño nosotros.

Tampoco podemos evitar el mal trato de tantas personas hacia los animales, pero si podemos tratar con amor a todos los perros, gatos, caballos y aves que se crucen en nuestro camino.

No dejemos de cultivar el bien, bajo el pretexto de que nada podemos hacer contra las tribulaciones que se abaten sobre el planeta. El Señor nunca nos pidió lo imposible, ni exigió a1 ser falible que dé obligatorias muestras de grandeza. Y si bien existen numerosos desiertos, la pequeña fuente corre, confiada, y fecunda la tierra del surco que transita.

No tenemos, por cierto, la capacidad de corregir todos los errores y hacer desaparecer todas las aflicciones de la existencia, pero todos, sin excepción, podemos recorrer las pequeñas cosas del día a día mejorando la vida y dignificándola, tanto en nosotros como en nuestro entorno. Y cada uno de nosotros puede crear una pequeña porción de paz en donde se encuentre. La paz comienza con la paz consigo mismo; luego la paz con el grupo más próximo, la paz con todos los grupos, con todos los pueblos. Y llegaremos entonces a la paz con todos los reinos: animal, vegetal, mineral, y la paz se irá agrandando hasta abarcar todo el Planeta...

 

 

 

 

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