"No cierres nunca la mano; no hay mejor modo de gozar de los bienes que dándolos".

"Las buenas acciones no necesitan razonamientos que las justifiquen".

"Nada más dulce que dar, ni más delicioso que perdonar".

"Es de alma grande responder a las injurias con beneficios" . . . Confucio

"La conciencia del hombre es el oráculo de Dios". . . Lord Byron

"En la caridad el pobre es rico; sin caridad, todo rico es pobre". . . San Agustín

"El amor es fuente de felicidad; en cambio el desamor conduce siempre al dolor y la destrucción."

"El amor que ama de corazón es riquísimo, se da; el que habla de sacrificio, no es ya verdadero amor" . . . Geibel

"A veces en la vida tenemos esos momentos de satisfacción inexpresable, que no puede ser explicada con esos símbolos llamados "palabras". Sus significados sólo pueden ser articulados por el lenguaje inaudible del corazón" . . . Martin Luther King

 

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Quien hace el bien y no espera recompensa alguna, demuestra estar a la altura de Dios, porque Él premia siempre con largueza al que da sin esperar ni siquiera una sonrisa de agradecimiento. Toda buena obra produce su fruto, lo espere o no quien la realiza, porque es ley inexorable que lo que uno siembra, cosecha luego.

Nuestra aflicción, al juzgar a quien actuó bien y no recibe su debida recompensa, se debe habitualmente a que formamos juicios previos respecto a lo que debe ser el premio que corresponde a cada acción. Creemos que el generoso tiene que recibir riquezas; que el pacífico tiene que verse libre de pruebas y altibajos en esta existencia terrena. Y si no sucede así, nos sentimos desilusionados y renegamos de la bondad de Dios. Este es un gran error, porque los bienes terrenales, son alcanzados por los ambiciosos, muchas veces para su desgracia, mientras que sólo los abúlicos no se enfrentan con los avatares de la vida, que constituyen el camino del perfeccionamiento y de la superación espiritual del ser humano.

Obremos entonces desinteresadamente; que la buena obra no sea estropeada por el interés egoísta de esperar la recompensa, por muy merecida que nos parezca desde nuestro pequeño punto de vista humano. Imitemos a Dios, que da a buenos y malos, con una amplitud sin límites, y veremos que entonces nos acercamos a Él y a su paz...

Porque toda acción recta conduce al conocimiento de la Divinidad, que es precisamente eso: acción recta y amoroso reparto en abundancia.

El recto pensamiento, el actuar rectamente, son una manifestación visible de Dios. Quien da generosamente, quien actúa positivamente, está manifestando la chispa Divina que lleva en su propio ser. Dios se hace visible a través de nosotros, cuando derramamos a nuestro alrededor: amor, comprensión, armonía y paz. El ser humano es el vehículo mediante el cual Dios se expresa; en unos se manifiesta en mayor grado, en otros en menos, pero llegará el día en que cada hombre expresará en todo su esplendor al Dios que lleva dentro, y entonces desaparecerá todo lo negativo, toda carencia, toda inquietud y toda amargura...

MAYO de 1999

 

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