Hermana Marginal: Alfonsina Storni

 

por Gabriela De Cicco


(publicado en la revista "Los lanzallamas",
1999, Rosario, Argentina.)

 

"¿Qué diría la gente, recortada y vacía,/ Si en un día fortuito, por ultra fantasía,/ Me tiñera el cabello de plateado y violeta...", al leer estos versos podríamos creer que se trata de una joven poeta sopesando la idea de convertirse en punk por un rato. Pero no, estos versos fueron publicados en 1918 en el libro El Dulce Daño y la autora es Alfonsina Storni (Suiza, 1892- Argentina, 1938).

Más allá del fatídico estereotipo de "poetisa" que, sobre todo en las escuelas, le han calzado a la poeta, y que ha ayudado a alejar a muchas personas de su lectura, siempre existió un Alfonsina que fue más allá de las "vulgares mordazas"; una poeta que, a veces, logró quebrar las tradiciones modernista y romántica (léase ésta en Amado Nervo, por ejemplo) que la conformaban y que a su vez parecen expulsarla hacia otros ámbitos.

Obviamente no llegó a ponerse en las diversas filas de la vanguardia poética argentina de los años veinte, y casi todos los muchachos que participaban de ella se cuidaron muy bien de mantenerla al margen, y hasta a veces la atacaron. Recordemos estas palabras de Borges sobre su escritura, disparada desde la revista Proa: "chillonería de comadrita".(1)

Pero Alfonsina pudo más con su lucidez, con su pasión por el trabajo, con su iracundia, con su ironía; con esta conciencia: "...Ya me fatiga esta misión de rosa" ("Frente al mar", 1919).

Su tarea fue la de una mujer que empieza a tomar posición desde el lugar de nuevo sujeto social que iba tomando forma en la Argentina a comienzos de siglo, y que iba teniendo a algunas representantes, como fueron la sindicalista Carolina Muzzili (a la que le dedica un largo poema elegíaco) y la Dra. Alicia Moreau de Justo. Si bien no estaba en la vanguardia poética, sí estuvo en la del movimiento de mujeres.

Y es justamente en sus trabajos periodísticos donde Alfonsina muestra su fatiga ante la misión de ser rosa. Efímera presencia ornativa. Su presencia, sus escritos, crean más bien una molestia.

El 27 de Junio de 1919, en un artículo publicado en la revista La Nota escribe: "(La mujer) Podrá no desear participar en la lucha política, pero desde el momento que piensa y discute en voz alta las ventajas o errores del feminismo, es ya feminista, pues feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer, en cualquier campo de la actividad."

Elaborados estos textos desde un registro a veces irónico, y otros humorísticos, la poeta fue construyendo, lo que podríamos llamar, una pequeña base ideológica, que se sumaría a aquellos poemas en donde confluyen posturas combativas, de denuncia, de provocación.

Muestra de ellas podrían ser los versos del poema "La Loba" (La inquietud del rosal, 1916): "Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,/ Que yo no pude ser como otras, casta de buey/ Con yugo al cuello; libre se eleve mi cabeza!"; o bien de "Hombre pequeñito" (Irremediablemente, 1919): "Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,/ Hombre pequeñito que jaula me das./ Digo pequeñito porque no me entiendes,/ Ni me entenderás"; o estos versos del clásico "Tú me quieres blanca" (El dulce daño, 1918): "Tú que hubiste todas/ Las copas a mano,/ De frutos y mieles/ Los labios morados. (...) Tú que el esqueleto/ Conservas intacto/ No sé todavía/ Por cuáles milagros,/ Me pretendes blanca/ (Dios te lo perdone)/ Me pretendes casta/ (Dios te lo perdone)/ ¡Me pretendes alba!".

Con este pensamiento, con este decir poético, Alfonsina Storni supo darle cuerpo a temas "tabúes" para el poetizar (y para la vida) de las mujeres. La poeta adelantó lo que lo que sería, más tarde, el lema de la segunda ola feminista de los años 60 y 70: " lo personal es político". La representación de las mujeres encuentra en los poemas de Storni una expresión compleja, vertiginosa. Inocente, a veces, en lo formal, o más bien obediente. Pero siempre adelantándose, temáticamente, un paso respecto a sus contemporáneas.

Indudablemente, el dúo compuesto por ella y Delmira Agustini supo resquebrajar los moldes pacatos de una época rioplatense. A ellas habría que sumarles los nombres de Gabriela Mistral y Juana de Ibarburú.

Todas ellas, junto a la Alfonsina feminista, maestra, periodista, poeta, colocaron las piedras fundacionales de una genealogía que, sobre todo las mujeres poetas, deberíamos proponernos (re)descubrir, (re)crear, sostener, difundir y extender.

 

Nota:

1- "Mientras los escritores suelen alabar la sencillez de la paloma, castigan de forma invariable la astucia de la serpiente, al menos cuando esta astucia se ejercita en su propio beneficio. De modo similar, la resolución, la agresividad -características todas de una vida masculina de &laqno;acción significativa»- son &laqno;monstruosas» en las mujeres precisamente por ser &laqno;afemeninas» y, por lo tanto, inapropiadas para una vida suave de &laqno;pureza contemplativa». Gilbert, Sandra y Gubar, Susan, La loca del desván, pág. 43.

 

© 1999-2002 Gabriela De Cicco.

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