OFICIANTES DE DISCRIMINACIÓN

 

por Gabriela De Cicco
(publicada en la contratapa de Rosario/12,
5 de marzo de 1999, Rosario, Argentina)

 

Todas las personas tenemos el derecho de expresar nuestras opiniones libremente, pero ¿qué pasa cuando esas opiniones son discriminatorias, ofensivas, aunque a veces se disfracen de chiste? De vez en cuando, esa libertad abre puertas hacia la impunidad, como por ejemplo las últimas expresiones del Ministro de Economía acerca de los desaparecidos.

Pero el 10 de Febrero, por la noche, me tocó oir como el Sr. Jorge Ferrari, presunto periodista, dijo en su programa radial "Al caer la noche" , que "Los homosexuales son enfermos. Para mí la homosexualidad es una enfermedad". Todo esto lo dijo a raíz de una pregunta que le realizaron acerca del próximo casamiento de Elton John. Al instante salté y llamé a la radio, pero así como fue rápido para dar libremente su opinión, así, el Sr. Ferrari ya se había marchado de la emisora.

El Sr. Ferrari parece desconocer que hasta la Organización Mundial de la Salud ha dicho muy claramente que la homosexualidad no es una enfermedad.

Y sí, me digo, no es la primera vez que se dice ésto (hasta el Papa lo ha dicho), pero no hay razón para aceptarlo. No hay razones válidas que apoyen la impunidad con que se dicen ciertas cosas en este país, por parte de funcionarios o bien por parte de ciertos "periodistas". Obviamente su mensaje discriminatorio no le llegará al cantante inglés, pero sí le debe haber llegado a algún/a oyente de esa noche.

Y éste, aunque lo parezca, no es un hecho mínimo. Es más leve comparado con lo que está pasando con los/as extranjeros/as indocumentados/as. Es más leve que las criminales políticas que se están implementando en nuestro país. Pero no por éso se debe dejar pasar por alto lo que digan los/as oficiantes de la discriminación. Como así tampoco dejar que se lleven a la gente por su "cara" o por su color.

Si nos ponemos a pensar, son casi las mismas políticas que se pusieron en marcha a finales del otro siglo cuando la peste, primeramente, provenía de los mataderos y aledaños. Y después la "peste" fueron los/as inmigrantes a los que se les abrió la puerta desde la mismísima Constitución Nacional. Y luego la persecuta fue a los homosexuales, prostitutas, pero no necesariamente a los cafishos. Un libro muy ilustrativo sobre esa época y muy bien documentado, es el del autor argentino, Jorge Salessi, Médicos, maleantes y maricas. Y allí podremos ver cómo se a repitiendo la historia casi paso a paso.

La cuestión de fondo sigue siendo, (y lo que más me molestó), la Impunidad. La Impunidad que tienen algunos para matar y nunca ir a prisión; la Impunidad de los violadores que si te resistís te pegan un tiro en la cabeza y que de cualquier manera te cagan la vida, y más aún las leyes que no terminan de ampararte.

Impunidad para matar de hambre al pueblo y dar de comer a unos/as pocos/as. Impunidad para discriminar, ofender y seguir en los cargos (si hubiese un Presidente inteligente al mando, el Sr. Roque Fernández ya no debería estar en su puesto, por ésas declaraciones y por otras cosas...). Pensemos que unas consideraciones semejantes a las dichas por Ferrari ( y hasta peores) en boca del ex jefe de Policía, De Matía, (por suerte) le valieron ser removido de su puesto hace unos meses atrás.

Aquí, en escala, claro, qué le hace que un tipo diga lo que diga en una radio, en un diario, en un panfleto. Pero el pensamiento que aniquila parece florecer y multiplicarse en nuestra sociedad. Y no sólo el pensamiento sino también el accionar. Parecen tener blancos más que claros: todo lo diferente molesta. O lo ignoramos o le damos de palos. A veces con la palabra, otras con la acción. Y entonces sucede que ya estamos cansados/as para reaccionar, para contestar. Éso es lo que quieren: desgastarnos, dejarnos paralizados/as, hambrientos/as, desalojados/as de nuestra propia vida.

"Fue una broma" me dijo el operador de la radio que me atendió. No, flaco, no fue una broma, no sonó como broma, y si lo fue, entonces, tengo derecho a emitir mi opinión, libremente, sin ofender al Sr. Ferrari, pero diciéndole, como ha sabido decir la cantante Melissa Etheridge: "Vos podrías haber sido yo; yo podría haber sido vos". Sospecho, que en esta circunstancia, ni él ni yo quisiéramos estar en el lugar del otro o de la otra.

 

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