CUANDO AMAR SE TORNA PELIGROSO

 

por Gabriela De Cicco
(publicada en la contratapa de Rosario/12,
22 de enero de 1999, Rosario, Argentina)

 

"Nada tienen de especial/ dos mujeres que se dan la mano" dice una canción, pero en este mundo loco, y en particular en esta América Latina de poca escuela democrática, como existe aún la caza de brujas, parece que dos mujeres o dos hombres que se aman sí tienen algo de especial, y para algunos sectores conservadores, algo de molesto.

Y es así sobre todo cuando se cruza el umbral de lo privado para ocupar en el espacio público un rol militante; cuando mujeres y hombres deciden salir a luchar por sus derechos. Cuando lo único que quieren es poder amarse en libertad y con leyes que no las/os repriman y sí que contemplen y resguarden su realidad, sus necesidades, su existencia.

El caso de las compañeras chilenas, Claudia Leyton y Andrea Santander, viene a poner en escena nuevamente la homofobia, ese odio hacia lesbianas, gays, travestis y transexuales enraizado en las más fértiles tierras fascistas del Cono Sur.

Claudia y Andrea, desde un programa que dirigían en Radio Tierra comenzaron una campaña para pedir la derogación de dos artículos del Código penal chileno que condenan la homosexualidad en nombre de las "buenas costumbres", y si bien consiguieron miles de firmas a favor empezaron a sufrir en carne propia amenazas, persecutas, intentos de secuestro.

En estos momentos y siguiendo consejos de Amnistía Internacional se encuentran en nuestro país intentando conseguir una visa que les abra las puertas en Canadá, donde podrán encontrarse a salvo del Comando Ibañez que durantes meses las acosó violentamente provocándoles serios daños emocionales.

Sabemos que lamentablemente no es la primera vez, y tampoco será la última que suceda esto. Pero es increíble que el amor sea, justamente, lo que provoca estas actitudes; el amor entre aquellas personas que se han corrido de lo establecido por el heteropatriarcado occidental y cristiano.

Recuerdo que hace más de una década Celeste Carballo y Sandra Mihanovich dieron un recital en nuestra ciudad que terminó junto con los proyectiles (tomates y rollos de papel higiénico) que les arrojaron ciertos sectores del público.

Ya en democracia, también, muchas parejas en nuestra provincia y ciudad han sido y son llevadas a comisarias por solamente besarse en una plaza, o por ir juntas/os de la mano. Ni que decir de la violencia que se ha ejercido sobre las travestis. ¿Cuántas son las víctimas? A esta pregunta habría que responderla diciendo que ya no interesan las estadísticas; la homofobia existe, y por lo tanto hay que combatirla, y lo más terrible es que existe porque hay sectores que no soportan las diferencias; no soportan que dos personas se amen, dos personas del mismo sexo.

Y sobre todo las personas que se exponen peleando por conseguir lo mejor para una gran cantidad de personas, ya que según algunos datos, en la Argentina, la comunidad homosexual llega al 30 o 40 por ciento de la población total.

La idea que la homosexualidad se acepta mientras sea invisible debería ya caer. Son las personas las que deberían poder elegir entre decirlo o no, entre mostrarse o no; y no que las leyes o cierta pacatería de la sociedad dictamine de antemano qué se debe hacer.

Parece que ya es tiempo de aunar fuerzas, de tender redes de trabajo y contención; de reforzar y apoyar a aquellos grupos que ya hace años vienen desarrollando una actividad al respecto; pienso en el Colectivo Arco Iris de nuestra ciudad, por dar sólo un ejemplo.

Parece que ya es tiempo de entender finalmente que lesbianas, gays, travestis y transexuales no son comodines que se pueden utilizar para levantar el rating de algún podrido talk-show; sino que, por más obvio que sea, todos y todas son personas como cualquier otra, a las que se les debe reconocer y respetar sus derechos.

 

Pedir autorización a la autora para reproducirlo escribiendo a:

rima@citynet.net.ar

 

Ir a índice de artículos

Volver a libros de poemas

Volver a página principal
1