Capitalismo, sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados. Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del capitalismo es un fenómeno europeo; fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse establecido en la segunda mitad del siglo XIX. Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la I Guerra Mundial, tras la cual se estableció un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió en el opuesto al capitalista.

El término kapitalism fue acuñado a mediados del siglo XIX por el economista alemán Karl Marx. Otras expresiones sinónimas de capitalismo son sistema de libre empresa y economía de mercado, que se utilizan para referirse a aquellos sistemas socioeconómicos no comunistas. Algunas veces se utiliza el término economía mixta para describir el sistema capitalista con intervención del sector público que predomina en casi todas las economías de los países industrializados.

Se puede decir que, de existir un fundador del sistema capitalista, éste es el filósofo escocés Adam Smith, que fue el primero en describir los principios económicos básicos que definen al capitalismo. En su obra clásica Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Smith intentó demostrar que era posible buscar la ganancia personal de forma que no sólo se pudiera alcanzar el objetivo individual sino también la mejora de la sociedad. Los intereses sociales radican en lograr el máximo nivel de producción de los bienes que la gente desea poseer. Con una frase que se ha hecho famosa, Smith decía que la combinación del interés personal, la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los productores, "gracias a una mano invisible", a alcanzar un objetivo que no habían buscado de manera consciente: el bienestar de la sociedad.

Características del capitalismo

A lo largo de su historia, pero sobre todo durante su auge en la segunda mitad del siglo XIX, el capitalismo tuvo una serie de características básicas. En primer lugar, los medios de producción —tierra y capital— son de propiedad privada. En este contexto el capital se refiere a los edificios, la maquinaria y otras herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo. En segundo lugar, la actividad económica aparece organizada y coordinada por la interacción entre compradores y vendedores (o productores) que se produce en los mercados. En tercer lugar, tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores, son libres y buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir; los consumidores pueden gastar como y cuando quieran sus ingresos para obtener la mayor satisfacción posible. Este principio, que se denomina soberanía del consumidor, refleja que, en un sistema capitalista, los productores se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda de los consumidores; el interés personal y la búsqueda de beneficios les lleva a seguir esta estrategia. En cuarto lugar, bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, la actividad económica se controlará a sí misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos. Esta visión decimonónica del papel del Estado en el sistema capitalista ha cambiado mucho durante el siglo XX.

Orígenes

Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el capitalismo como sistema económico no apareció hasta el siglo XIII en Europa sustituyendo al feudalismo. Según Adam Smith, los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a "realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras". Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y fomentado por las Cruzadas que se organizaron en Europa occidental desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras. El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial que tuvo lugar en el siglo XIX.

Sin embargo, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido una de las figuras más características del capitalismo, el empresario, que es, según Schumpeter, el individuo que asume riesgos económicos. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas.

El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento.

Mercantilismo

Desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, cuando aparecieron los modernos Estados nacionales, el capitalismo no sólo tenía una faceta comercial, sino que también dio lugar a una nueva forma de comerciar, denominada mercantilismo. Esta línea de pensamiento económico, este nuevo capitalismo, alcanzó su máximo desarrollo en Inglaterra y Francia.

El sistema mercantilista se basaba en la propiedad privada y en la utilización de los mercados como forma de organizar la actividad económica. A diferencia del capitalismo de Adam Smith, el objetivo fundamental del mercantilismo consistía en maximizar el interés del Estado soberano, y no el de los propietarios de los recursos económicos fortaleciendo así la estructura del naciente Estado nacional. Con este fin, el gobierno ejercía un control de la producción, del comercio y del consumo.

La principal característica del mercantilismo era la preocupación por acumular riqueza nacional, materializándose ésta en las reservas de oro y plata que tuviera un Estado. Dado que los países no tenían grandes reservas naturales de estos metales preciosos, la única forma de acumularlos era a través del comercio. Esto suponía favorecer una balanza comercial positiva o, lo que es lo mismo, que las exportaciones superaran en volumen y valor a las importaciones, ya que los pagos internacionales se realizaban con oro y plata. Los Estados mercantilistas intentaban mantener salarios bajos para desincentivar las importaciones, fomentar las exportaciones y aumentar la entrada de oro.

Más tarde, algunos teóricos de la economía como David Hume comprendieron que la riqueza de una nación no se asentaba en la cantidad de metales preciosos que tuviese almacenada, sino en su capacidad productiva. Se dieron cuenta que la entrada de oro y plata elevaría el nivel de actividad económica, lo que permitiría a los Estados aumentar su recaudación impositiva, pero también supondría un aumento del dinero en circulación, y por tanto mayor inflación, lo que reduciría su capacidad exportadora y haría más baratas las importaciones por lo que, al final del proceso, saldrían metales preciosos del país. Sin embargo, pocos gobiernos mercantilistas comprendieron la importancia de este mecanismo.

Inicios del capitalismo moderno

Dos acontecimientos propiciaron la aparición del capitalismo moderno; los dos se produjeron durante la segunda mitad del siglo XVIII. El primero fue la aparición en Francia de los fisiócratas desde mediados de este siglo; el segundo fue la publicación de las ideas de Adam Smith sobre la teoría y práctica del mercantilismo.

Los fisiócratas

El término fisiocracia se aplica a una escuela de pensamiento económico que sugería que en economía existía un orden natural que no requiere la intervención del Estado para mejorar las condiciones de vida de las personas. La figura más destacada de la fisiocracia fue el economista francés François Quesnay, que definió los principios básicos de esta escuela de pensamiento en Le Tableau économique (1758), un diagrama en el que explicaba los flujos de dinero y de bienes que constituyen el núcleo básico de una economía. Simplificando, los fisiócratas pensaban que estos flujos eran circulares y se retroalimentaban. Sin embargo la idea más importante de los fisiócratas era su división de la sociedad en tres clases: una clase productiva formada por los agricultores, los pescadores y los mineros, que constituían el 50% de la población; la clase propietaria, o clase estéril, formada por los terratenientes, que representaban la cuarta parte, y los artesanos, que constituían el resto.

La importancia del Tableau de Quesnay radicaba en su idea de que sólo la clase agrícola era capaz de producir un excedente económico, o producto neto. El Estado podía utilizar este excedente para aumentar el flujo de bienes y de dinero o podía cobrar impuestos para financiar sus gastos. El resto de las actividades, como las manufacturas, eran consideradas estériles porque no creaban riqueza sino que sólo transformaban los productos de la clase productiva. (El confucionismo ortodoxo chino tenía principios parecidos a estas ideas). Este principio fisiocrático era contrario a las ideas mercantilistas. Si la industria no crea riqueza, es inútil que el Estado intente aumentar la riqueza de la sociedad dirigiendo y regulando la actividad económica.

La doctrina de Adam Smith

Las ideas de Adam Smith no sólo fueron un tratado sistemático de economía; fueron un ataque frontal a la doctrina mercantilista. Al igual que los fisiócratas, Smith intentaba demostrar la existencia de un orden económico natural, que funcionaría con más eficacia cuanto menos interviniese el Estado. Sin embargo, a diferencia de aquéllos, Smith no pensaba que la industria no fuera productiva, o que el sector agrícola era el único capaz de crear un excedente económico; por el contrario, consideraba que la división del trabajo y la ampliación de los mercados abrían posibilidades ilimitadas para que la sociedad aumentara su riqueza y su bienestar mediante la producción especializada y el comercio entre las naciones.

Así pues, tanto los fisiócratas como Smith ayudaron a extender las ideas de que los poderes económicos de los Estados debían ser reducidos y de que existía un orden natural aplicable a la economía. Sin embargo fue Smith más que los fisiócratas, quien abrió el camino de la industrialización y de la aparición del capitalismo moderno en el siglo XIX.

La industrialización

Las ideas de Smith y de los fisiócratas crearon la base ideológica e intelectual que favoreció el inicio de la Revolución industrial, término que sintetiza las transformaciones económicas y sociales que se produjeron durante el siglo XIX. Se considera que el origen de estos cambios se produjo a finales del siglo XVIII en Gran Bretaña.

La característica fundamental del proceso de industrialización fue la introducción de la mecánica y de las máquinas de vapor para reemplazar la tracción animal y humana en la producción de bienes y servicios; esta mecanización del proceso productivo supuso una serie de cambios fundamentales: el proceso de producción se fue especializando y concentrando en grandes centros denominados fábricas; los artesanos y las pequeñas tiendas del siglo XVIII no desaparecieron pero fueron relegados como actividades marginales; surgió una nueva clase trabajadora que no era propietaria de los medios de producción por lo que ofrecían trabajo a cambio de un salario monetario; la aplicación de máquinas de vapor al proceso productivo provocó un espectacular aumento de la producción con menos costes. La consecuencia última fue el aumento del nivel de vida en todos los países en los que se produjo este proceso a lo largo del siglo XIX.

El desarrollo del capitalismo industrial tuvo importantes costes sociales. Al principio, la industrialización se caracterizó por las inhumanas condiciones de trabajo de la clase trabajadora. La explotación infantil, las jornadas laborales de 16 y 18 horas, y la insalubridad y peligrosidad de las fábricas eran circunstancias comunes. Estas condiciones llevaron a que surgieran numerosos críticos del sistema que defendían distintos sistemas de propiedad comunitaria o socializado; son los llamados socialistas utópicos. Sin embargo, el primero en desarrollar una teoría coherente fue Karl Marx, que pasó la mayor parte de su vida en Inglaterra, país precursor del proceso de industrialización, y autor de Das Kapital (El capital, 3 volúmenes, 1867-1894). La obra de Marx, base intelectual de los sistemas comunistas que predominaron en la antigua Unión Soviética, atacaba el principio fundamental del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción. Marx pensaba que la tierra y el capital debían pertenecer a la comunidad y que los productos del sistema debían distribuirse en función de las distintas necesidades.

Con el capitalismo aparecieron los ciclos económicos: periodos de expansión y prosperidad seguidos de recesiones y depresiones económicas que se caracterizan por la discriminación de la actividad productiva y el aumento del desempleo. Los economistas clásicos que siguieron las ideas de Adam Smith no podían explicar estos altibajos de la actividad económica y consideraban que era el precio inevitable que había que pagar por el progreso que permitía el desarrollo capitalista. Las críticas marxistas y las frecuentes depresiones económicas que se sucedían en los principales países capitalistas ayudaron a la creación de movimientos sindicales que luchaban para lograr aumentos salariales, disminución de la jornada laboral y mejores condiciones laborales.

A finales del siglo XIX, sobre todo en Estados Unidos, empezaron a aparecer grandes corporaciones de responsabilidad limitada que tenían un enorme poder financiero. La tendencia hacia el control corporativo del proceso productivo llevó a la creación de acuerdos entre empresas, monopolios o trusts que permitían el control de toda una industria. Las restricciones al comercio que suponían estas asociaciones entre grandes corporaciones provocó la aparición, por primera vez en Estados Unidos, y más tarde en todos los demás países capitalistas, de una legislación antitrusts, que intentaba impedir la formación de trusts que formalizaran monopolios e impidieran la competencia en las industrias y en el comercio. Las leyes antitrusts no consiguieron restablecer la competencia perfecta caracterizada por muchos pequeños productores con la que soñaba Adam Smith, pero impidió la creación de grandes monopolios que limitaran el libre comercio.

A pesar de estas dificultades iniciales, el capitalismo siguió creciendo y prosperando casi sin restricciones a lo largo del siglo XIX. Logró hacerlo así porque demostró una enorme capacidad para crear riqueza y para mejorar el nivel de vida de casi toda la población. A finales del siglo XIX, el capitalismo era el principal sistema socioeconómico mundial.

El capitalismo en el siglo XX

Durante casi todo el siglo XX, el capitalismo ha tenido que hacer frente a numerosas guerras, revoluciones y depresiones económicas. La I Guerra Mundial provocó el estallido de la revolución en Rusia. La guerra también fomentó el nacionalsocialismo en Alemania, una perversa combinación de capitalismo y socialismo de Estado, reunidos en un régimen cuya violencia y ansias de expansión provocaron un segundo conflicto bélico a escala mundial. A finales de la II Guerra Mundial, los sistemas económicos comunistas se extendieron por China y por toda Europa oriental. Sin embargo, al finalizar la Guerra fría, a finales de la década de 1980, los países del bloque soviético empezaron a adoptar sistemas de libre mercado, aunque con resultados ambiguos. China es el único gran país que sigue teniendo un régimen marxista, aunque se empezaron a desarrollar medidas de liberalización y a abrir algunos mercados a la competencia exterior. Muchos países en vías de desarrollo, con tendencias marxistas cuando lograron su independencia, se tornan ahora hacia sistemas económicos más o menos capitalistas, en búsqueda de soluciones para sus problemas económicos.

En las democracias industrializadas de Europa y Estados Unidos, la mayor prueba que tuvo que superar el capitalismo se produjo a partir de la década de 1930. La Gran Depresión fue, sin duda, la más dura crisis a la que se enfrentó el capitalismo desde sus inicios en el siglo XVIII. Sin embargo, y a pesar de las predicciones de Marx, los países capitalistas no se vieron envueltos en grandes revoluciones. Por el contrario, al superar el desafío que representó esta crisis, el sistema capitalista mostró una enorme capacidad de adaptación y de supervivencia. No obstante, a partir de ella, los gobiernos democráticos empezaron a intervenir en sus economías para mitigar los inconvenientes y las injusticias que crea el capitalismo.

Así, en Estados Unidos el New Deal de Franklin D. Roosevelt reestructuró el sistema financiero para evitar que se repitiesen los movimientos especulativos que provocaron el crack de Wall Street en 1929. Se emprendieron acciones para fomentar la negociación colectiva y crear movimientos sociales de trabajadores que dificultaran la concentración del poder económico en unas pocas grandes corporaciones industriales. El desarrollo del Estado del bienestar se consiguió gracias al sistema de la Seguridad Social y a la creación del seguro de desempleo, que pretendían proteger a las personas de las ineficiencias económicas inherentes al sistema capitalista.

El acontecimiento más importante de la historia reciente del capitalismo fue la publicación de la obra de John Maynard Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936). Al igual que las ideas de Adam Smith en el siglo XVIII, el pensamiento de Keynes modificó en lo más profundo las ideas capitalistas, creándose una nueva escuela de pensamiento económico denominada keynesianismo.

Keynes demostró que un gobierno puede utilizar su poder económico, su capacidad de gasto, sus impuestos y el control de la oferta monetaria para paliar, e incluso en ocasiones eliminar, el mayor inconveniente del capitalismo: los ciclos de expansión y depresión. Según Keynes, durante una depresión económica el gobierno debe aumentar el gasto público, aun a costa de incurrir en déficits presupuestarios, para compensar la caída del gasto privado. En una etapa de expansión económica, la reacción debe ser la contraria si la expansión está provocando movimientos especulativos e inflacionistas.

Previsiones de futuro

Durante los 25 años posteriores a la II Guerra Mundial, la combinación de las ideas keynesianas con el capitalismo generaron una enorme expansión económica. Todos los países capitalistas, también aquéllos que perdieron la guerra, lograron un crecimiento constante, con bajas tasas de inflación y crecientes niveles de vida. Sin embargo a principios de la década de 1960 la inflación y el desempleo empezaron a crecer en todas las economías capitalistas, en las que las fórmulas keynesianas habían dejado de funcionar. La menor oferta de energía y los crecientes costos de la misma (en especial del petróleo) fueron las principales causas de este cambio. Aparecieron nuevas demandas, como por ejemplo la exigencia de limitar la contaminación medioambiental, fomentar la igualdad de oportunidades y salarial para las mujeres y las minorías, y la exigencia de indemnizaciones por daños causados por productos en mal estado o por accidentes laborales. Al mismo tiempo el gasto en materia social de los gobiernos seguía creciendo, así como la mayor intervención de éstos en la economía.

Es necesario enmarcar esta situación en la perspectiva histórica del capitalismo, destacando su enorme versatilidad y flexibilidad. Los acontecimientos ocurridos en este siglo, sobre todo desde la Gran Depresión, muestran que el capitalismo de economía mixta o del Estado del bienestar ha logrado afianzarse en la economía, consiguiendo evitar que las grandes recesiones económicas puedan prolongarse y crear una crisis tan grave como la de la década de 1930. Esto ya es un gran logro y se ha podido alcanzar sin limitar las libertades personales ni las libertades políticas que caracterizan a una democracia.

La inflación de la década de 1970 se redujo a principios de la década de 1980, gracias a dos hechos importantes. En primer lugar, las políticas monetarias y fiscales restrictivas de 1981-1982 provocaron una fuerte recesión en Estados Unidos, Europa Occidental y el Sureste Asiático. El desempleo aumentó, pero la inflación se redujo. En segundo lugar, los precios de la energía cayeron al reducirse el consumo mundial de petróleo. Mediada la década, casi todos las economías occidentales se habían recuperado de la recesión. La reacción ante el keynesianismo se tradujo en un giro hacia políticas monetaristas con privatizaciones y otras medidas tendentes a reducir el tamaño del sector público. Las crisis bursátiles de 1987 marcaron el principio de un periodo de inestabilidad financiera. El crecimiento económico se ralentizó y muchos países en los que la deuda pública, la de las empresas y la de los individuos habían alcanzado niveles sin precedente, entraron en una profunda crisis con grandes tasas de desempleo a principios de la década de 1990. La recuperación empezó a mitad de esta década, aunque los niveles de desempleo siguen siendo elevados, pero se mantiene una política de cautela a la vista de los excesos de la década anterior.

El principal objetivo de los países capitalistas consiste en garantizar un alto nivel de empleo al tiempo que se pretende mantener la estabilidad de los precios. Es, sin duda, un objetivo muy ambicioso pero, a la vista de la flexibilidad del sistema capitalista, no sólo resulta razonable sino, también, asequible.

Negocio, operación compleja relativa a todas las funciones relacionadas con la producción, distribución y venta de bienes y servicios para satisfacer las necesidades del comprador y dar beneficios al vendedor. En el mundo moderno el control de la producción está en manos de empresarios y propietarios individuales, que organizan y dirigen las industrias, hacia la obtención de beneficios económicos. Desde el inicio de la extraordinaria era de progreso económico originada por la Revolución Industrial, se han modificado las antiguas costumbres de hacer negocios, y se han creado nuevas formas de organizaciones empresariales. Esto ha permitido que varias ramas industriales se adaptaran a los distintos contextos y pudieran funcionar más fácil y eficientemente. A continuación se describen los distintos tipos de empresas.

Producción, en Economía, producción y procesamiento de bienes y mercancías, incluyéndose su concepción, procesamiento en las diversas etapas y financiación ofrecida por los bancos. Se considera uno de los principales procesos económicos, medio por el cual el trabajo humano crea riqueza. Respecto a los problemas que entraña la producción, tanto los productores privados como el sector público deben tener en cuenta diversas leyes económicas, datos sobre los precios y recursos disponibles. Los materiales o recursos utilizados en el proceso de producción se denominan factores de producción.

Precios, en Economía, valor de mercado de los bienes, medido en términos de lo que un comprador está dispuesto a dar para obtener dichos bienes. Normalmente, los precios se expresan en función de una cantidad de dinero —de hecho, la principal razón por la que se utiliza el dinero reside en su utilidad para reflejar los precios— pero en los sistemas de trueque los precios vienen dados por el valor de un bien en relación con otros bienes que, a su vez, tienen un determinado valor, por lo que todos los precios de todos los bienes se determinan mutuamente sin que intervenga el dinero. Los precios son el principal mecanismo de ajuste de la oferta y la demanda, ya que el precio de cualquier bien, en una economía de mercado libre, tiene que alcanzar el punto donde se equilibre la producción y el consumo: este precio de equilibrio refleja el punto donde concuerda lo que los productores pueden costear y lo que los consumidores están dispuestos a pagar. Por lo tanto, los precios determinarán qué y cuánto se produce, cómo se produce y quién puede comprarlo. Por ello, son un tema crucial en economía, en especial en la rama denominada microeconomía.

Mercado, cualquier conjunto de transacciones o acuerdos de negocios entre compradores y vendedores. En contraposición con una simple venta, el mercado implica el comercio regular y regulado, donde existe cierta competencia entre los participantes. El mercado surge desde el momento en que se unen grupos de vendedores y compradores, y permite que se articule el mecanismo de la oferta y demanda. Los primeros mercados de la historia funcionaban mediante el trueque. Tras la aparición del dinero, se empezaron a desarrollar códigos de comercio que, en última instancia, dieron lugar a las modernas empresas nacionales e internacionales. A medida que la producción aumentaba, las comunicaciones y los intermediarios empezaron a desempeñar un papel más importante en los mercados. Entre las distintas clases de mercados podemos distinguir los mercados al por menor o minoristas, los mercados al por mayor o distribuidores, los mercados de productos intermedios, de materias primas y los mercados de acciones.

El término mercado también designa el lugar donde se compran y venden bienes, y para referirse a la demanda de consumo potencial o estimada.

 

Marx, Karl (1818-1883), filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes de la historia contemporánea.

Marx nació en Tréveris el 5 de mayo de 1818 y estudió en las universidades de Bonn, Berlín y Jena. Publicó un artículo en la Rheinische Zeitung (Gaceta Renana) de Colonia en 1842 y poco después pasó a ser su jefe de redacción. Aunque su pensamiento político era radical, todavía no podía calificarse de comunista. Las críticas de las condiciones sociales y políticas vertidas en sus artículos periodísticos le indispusieron con las autoridades, que le obligaron a abandonar su puesto en el rotativo en 1843; poco después, el periódico dejó de editarse y Marx se trasladó a París. Los estudios de filosofía, historia y ciencia política que realizó en esa época le llevaron a adoptar el pensamiento de Friedrich Hegel. Cuando Engels se reunió con él en la capital francesa en 1844, ambos descubrieron que habían llegado independientemente a las mismas conclusiones sobre la naturaleza de los problemas revolucionarios. Comenzaron a trabajar juntos en el análisis de los principios teóricos del comunismo y en la organización de un movimiento internacional de trabajadores dedicado a la difusión de aquéllos. Esta colaboración con Engels continuó durante toda su vida.

El Manifiesto Comunista

Marx se vio obligado a abandonar París en 1845 debido a su implicación en actividades revolucionarias. Se instaló en Bruselas y comenzó a organizar y dirigir una red de grupos llamados Comités de Correspondencia Comunista, establecidos en varias ciudades europeas. En 1847, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (más tarde llamada Liga Comunista). El programa que desarrollaron —conocido en todo el mundo como el Manifiesto Comunista— fue redactado por Marx basándose parcialmente en el trabajo preparado por Engels y representaba la primera sistematización de la doctrina del socialismo moderno. Las proposisicones centrales del Manifesto, aportadas por Marx, constituyen la concepción del materialismo histórico, concepción formulada más adelante en la Crítica de la economía política (1859). Según se explica en estas tesis, el sistema económico dominante en cada época histórica, por el cual se satisfacen las necesidades vitales de los individuos, determina la estructura social y la superestructura política e intelectual de cada periodo. De este modo, la historia de la sociedad es la historia de las luchas entre los explotadores y los explotados, es decir, entre la clase social gobernante y las clases sociales oprimidas. Partiendo de estas premisas, Marx concluyó en el Manifiesto que la clase capitalista sería derrocada y suprimida por una revolución mundial de la clase obrera que culminaría con el establecimiento de una sociedad sin clases. Esta obra ejerció una gran influencia en la literatura comunista posterior y en el pensamiento revolucionario en general; ha sido traducida a multitud de lenguas y de ella se han editado cientos de miles de ejemplares.

El exilio político

Poco después de la aparición del Manifesto, estallaron rebeliones en Francia, Alemania y el Imperio Austriaco, por lo que el gobierno belga expulsó a Marx temeroso de que la corriente revolucionaria se extendiera también por el país. El pensador alemán se trasladó a París y después a Renania. Fundó y editó en Colonia una publicación comunista, la Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana), y colaboró en actividades organizativas de agrupaciones obreras. En 1849 fue arrestado y juzgado bajo la acusación de incitar a la rebelión armada. Aunque fue absuelto, se le expulsó de Alemania y se cerró la revista. Pocos meses después las autoridades francesas le obligaron a abandonar el país y se trasladó a Londres, donde permaneció el resto de sus días.

Una vez instalado en Inglaterra, se dedicó a profundizar en sus ideas, publicando nuevos escritos, y a alentar la creación de un movimiento comunista internacional. Durante ese periodo, elaboró varias obras que fueron constituyendo la base doctrinal de la teoría comunista. Entre ellas se encuentra su ensayo más importante, El capital (volumen 1, 1867; volúmenes 2 y 3, editados por Engels y publicados a título póstumo en 1885 y 1894, respectivamente), un análisis histórico y detallado de la economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase trabajadora es explotada por la clase capitalista al apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía) producido por aquélla. Véase Capital.

La siguiente obra de Marx, La guerra civil en Francia (1871), analizaba la experiencia del efímero gobierno revolucionario francés conocido como la Comuna de París, establecida en esta ciudad durante la Guerra Franco-prusiana. Marx interpretó su creación y existencia como una confirmación histórica de la necesidad de que los trabajadores tomen el poder mediante una insurrección armada y destruyan al Estado capitalista. Aclamó a la Comuna como "la forma política, finalmente hallada, en la que podía producirse la emancipación del trabajador". Esta teoría fue desarrollada en Crítica del programa de Gotha (1875) en los siguientes términos: "Entre los sistemas capitalista y comunista se encuentra el periodo de transformación revolucionaria de uno en otro. Esta fase corresponde a un periodo de transición, cuyo estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado". Durante su estancia en Inglaterra, Marx también escribió crónicas sobre acontecimientos sociales y políticos para periódicos de Europa y Estados Unidos entre ellos varios artículos sobre las 'revoluciones liberales' en España y en la América hispana. Fue corresponsal del New York Tribune desde 1852 hasta 1861 y escribió varios artículos para la New American Cyclopedia.

Los últimos años

Después de la disolución de la Liga Comunista en 1852, Marx se mantuvo en contacto con cientos de revolucionarios a fin de crear otra organización de la misma ideología. Sus esfuerzos y los de sus colaboradores culminaron en 1864 con la fundación en Londres de la Primera Internacional. Pronunció el discurso inaugural, escribió sus estatutos y posteriormente dirigió la labor de su consejo general u órgano directivo, superando las críticas del grupo seguidor de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Tras la eliminación y represión de la Comuna, en la que habían participado miembros de la Primera Internacional, la influencia de esta organización disminuyó y Marx recomendó trasladar su sede a Estados Unidos. Los últimos ocho años de la vida del filósofo estuvieron marcados por una incesante lucha contra las dolencias físicas que le impedían trabajar en sus obras políticas y literarias. Los manuscritos y notas encontrados en Londres después de su muerte, ocurrida el 14 de marzo de 1883, revelan que estaba preparando un cuarto volumen de El capital que recogería la historia de las doctrinas económicas; estos fragmentos fueron revisados por el socialista alemán Karl Johann Kautsky y publicados bajo el título de Teorías de la plusvalía (4 volúmenes, 1905-1910). Asimismo, Marx planeaba realizar distintos trabajos que comprendían investigaciones matemáticas, aplicaciones de éstas a problemas económicos y estudios sobre aspectos históricos de varios desarrollos tecnológicos.

Su influencia

Marx no ejerció una gran influencia en vida: fue después de su muerte cuando comenzó a prosperar dentro del movimiento obrero. Su concepción pasó a denominarse marxismo o socialismo científico, una de las principales corrientes de la teoría política contemporánea. Su análisis del sistema capitalista y su teoría del materialismo histórico, la lucha de clases y la plusvalía son la fuentes de la ideología socialista moderna. Su tesis sobre la naturaleza del Estado capitalista, el camino hacia el poder y la dictadura del proletariado tienen una importancia decisiva en la acción revolucionaria. Estas doctrinas, comentadas por la mayoría de los socialistas después de su muerte, fueron retomadas por Lenin en el siglo XX, y el desarrollo y aplicación que el político ruso hizo de ellas fue el núcleo de la teoría y la praxis del bolchevismo y de la Tercera Internacional.

Economía de libre mercado, modelo económico según el cual, con la excepción de determinadas actividades que se consideran propias del Estado (como la defensa nacional, la promulgación de leyes y el mantenimiento del orden público), todas las actividades y transacciones económicas dependen de un modo exclusivo de la libre iniciativa de los individuos. Una economía de libre mercado es aquélla que genera un entorno en el que los individuos son libres de intentar alcanzar sus objetivos económicos de la forma que consideren más adecuada, sin la intervención del gobierno. En este contexto económico, los individuos toman con libertad decisiones sobre su empleo, la utilización de su capital y el destino de sus recursos; por ejemplo, cómo distribuyen sus ingresos entre ahorro y consumo, y cómo distribuyen su consumo entre los distintos bienes disponibles. Pero existen ciertos aspectos relativos al funcionamiento de la economía de mercado que siguen siendo polémicos.

 

Economía mixta, sistema económico de mercado en el que participan tanto el sector privado como el sector público. Desde la caída de los regímenes comunistas en Europa del Este y en la antigua Unión Soviética, y el apoyo a la empresa privada en países comunistas como China y Vietnam, puede decirse que no existe ningún país que no participe de un régimen de economía mixta. Pero puede afirmarse también que incluso cuando el comunismo estaba en pleno apogeo había cierta actividad privada en estos países.

En los últimos años muchos gobiernos están intentando reequilibrar la actividad de ambos sectores reduciendo el tamaño del sector público mediante la privatización de empresas controladas por el Estado (o al menos una parte de la misma). De los diversos temas relacionados con las privatizaciones el más importante es el relativo al tamaño que debe tener el sector público en la actividad económica. En general, es más fácil convencer a la opinión pública de que una empresa química o unas líneas aéreas se gestionan de forma más eficiente en el sector privado que convencer a la población de que es mejor privatizar el transporte ferroviario, los servicios de correos o las empresas suministradoras de agua o electricidad. Por supuesto, se puede recurrir a una gestión o administración conjunta estableciendo controles sobre las empresas privatizadas o concediendo subvenciones o subsidios estatales para asegurar que se garantizan los servicios de interés público (por ejemplo, el mantenimiento de servicios de correos en zonas rurales remotas). Pero esta gestión mixta no es sencilla. Por ejemplo, puede ser incompatible proteger los intereses de los consumidores y conseguir dinero para invertir en la empresa. Además, si se conceden subvenciones es posible que muchas se sientan atraídas a ejercer presión sobre el Gobierno para que declare su empresa como de interés público y les sean concedidas más ayudas. A veces los subsidios reducen los incentivos para mejorar la eficiencia, por lo tanto algunos gestores de empresas privatizadas deciden presionar para que les sean concedidas cada vez más subvenciones.

Otro de los factores importantes relacionados con las privatizaciones es conocer a quién se debe vender la empresa y cuál debe ser su precio.

Comunismo, concepto o sistema de sociedad en el que los principales recursos y medios de producción pertenecen a la comunidad y no a los individuos. En teoría, estas sociedades permiten el reparto equitativo de todo el trabajo en función de la habilidad, y de todos los beneficios en función de las necesidades. Algunos de los conceptos de la sociedad comunista suponen que, en último término, no se necesita que haya un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad comunista no tendría por qué tener legisladores. Sin embargo, hasta alcanzar este último estadio, el comunismo implica la abolición, por parte de un movimiento revolucionario, de la propiedad privada; la responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas recae, pues, en el Estado.

 

 

Smith, Adam (1723-1790), filósofo y economista escocés, cuyo famoso tratado Una investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, constituye el primer intento de analizar los determinantes del capital y el desarrollo histórico de la industria y el comercio entre los países europeos, lo que permitió crear la base de la moderna ciencia económica o economía.

Smith nación en Kirkcaldy, Escocia, y estudió en las universidades de Glasgow y Oxford. De 1748 a 1751 fue profesor ayudante de Retórica y Literatura en Edimburgo. Durante este periodo estableció una estrecha amistad con el filósofo escocés David Hume que perduró hasta la muerte de este último el año 1776, amistad que influyó mucho sobre las teorías económicas y éticas de Smith.

Smith fue nombrado catedrático de Lógica en 1751 y de Filosofía Moral en 1752 en la Universidad de Glasgow. Más tarde sintetizó sus enseñanzas en una de sus obras más conocidas, La teoría de los sentimientos morales (1759). En 1763 renunció a la universidad para convertirse en tutor de Henry Scott, tercer Duque de Buccleuch, a quién acompañó durante un viaje de 18 meses por Francia y Suiza. Durante este viaje conoció a los principales fisiócratas que defendían una doctrina económica y política basada en la primacía de la ley natural, la riqueza y el orden. Los fisiócratas, según el concepto original acuñado en el siglo XVIII, veían en la actividad agrícola el origen de la riqueza. Smith se inspiró en esencia en las ideas de François Quesnay y Anne Robert Jacques Tourgot para establecer su propia teoría. De 1766 a 1776 vivió en Kirkcaldy donde escribió La riqueza de las naciones, publicado el año 1776, que marcó la aparición de la historia de la economía como ciencia independiente de la política. Smith fue nombrado director de aduanas en Edimburgo en 1778, puesto que desempeñó hasta su muerte. En 1787 fue nombrado rector honorífico de la Universidad de Glasgow.

La riqueza de las naciones de Smith representa el primer intento en la historia del pensamiento económico de diferenciar el estudio de la economía política del de la ciencia política, la ética y la jurisprudencia. En este libro Smith hace un análisis de los procesos de creación y distribución de la riqueza y demuestra que la fuente fundamental de todos los ingresos, y la forma en que se distribuye la riqueza, estriba en la diferenciación entre la renta, los salarios y los beneficios o ganancias.

La tesis central de La riqueza de las naciones es que la mejor forma de emplear el capital en la producción y distribución de la riqueza es aquella en la que no interviene el Gobierno, es decir, en condiciones de laissez-faire y de librecambio. Según Smith, la producción y el intercambio de bienes aumenta, y por lo tanto también se eleva el nivel de vida de la población, si el empresario privado, tanto industrial como comercial, puede actuar en libertad mediante una regulación y un control gubernamental mínimos. Para defender este concepto de un Gobierno no intervencionista Smith estableció el principio de la "mano invisible": todos los individuos, al buscar satisfacer sus propios intereses son conducidos por una "mano invisible" para alcanzar el mejor objetivo social posible. Por ello, cualquier interferencia en la competencia entre los individuos por parte del Gobierno será perjudicial.

Aunque este planteamiento ha sido revisado por los economistas a lo largo de la historia, gran parte del libro La riqueza de las naciones, de un modo particular en lo que se refiere a la fuente de la riqueza y los determinantes del capital, sigue siendo la base del estudio teórico en el campo de la economía política. La riqueza de las naciones también constituye una guía para el diseño de la política económica de un Gobierno.

Propiedad (economía), cualquier objeto o derecho que pueda poseerse. La propiedad implica, ante todo, la posesión; en las sociedades más sencillas, el poseer algo ya otorga la propiedad. Más allá de la mera posesión, en las sociedades modernas la propiedad implica el derecho a utilizar el bien, impedir que otros lo utilicen y otorga el derecho a que el gobierno proteja al propietario para que pueda ejercer sus derechos de propiedad.

La propiedad de un bien se consigue mediante la compra, herencia o donación. La propiedad puede ser pública o privada. La propiedad pública pertenece al Estado. La propiedad privada pertenece a un individuo, a un grupo de individuos, a una corporación, o a cualquier otro tipo de organización.

Competencia (economía), en Economía, condiciones de los mercados en los que los compradores y los vendedores establecen los precios e intercambian bienes y servicios. La competencia económica es el medio que utilizan los compradores y vendedores para satisfacer las necesidades de la comunidad y de los individuos. La sociedad estará satisfecha cuando se produzca el máximo número de bienes a los menores precios posibles.

Ingresos, dinero, o cualquier otra ganancia o rendimiento de naturaleza económica, obtenido durante cierto periodo de tiempo. El ingreso puede referirse a un individuo, a una entidad, a una corporación o un gobierno.

Feudalismo, sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos, casi siempre en forma de tierras y trabajo, a cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio.

Empresario, aquella persona que asume la responsabilidad y el riesgo implícito de un negocio con la intención de obtener beneficios. Normalmente, el empresario decide qué se produce, adquiere las instalaciones necesarias para realizarlo, y reúne la fueza de trabajo, el capital, y los materiales necesarios para dicha producción. Si el negocio tiene éxito, el empresario obtiene beneficios; si fracasa, el empresario asume las pérdidas.

Renacimiento, periodo de la historia europea caracterizado por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. El renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante los siglos XV y XVI. En este periodo la fragmentaria sociedad feudal de la edad media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música.

Reforma, gran revolución religiosa del siglo XVI en la Iglesia cristiana, que terminó con la supremacía eclesiástica del Papa en el mundo católico y propició la instauración de las iglesias protestantes. La Reforma, precedida por la cultura renacentista y de alguna forma, seguida por la Revolución francesa, alteró por completo el modo de vida de la Europa occidental e inició la historia moderna. Aunque el movimiento data de principios del siglo XVI, cuando Martín Lutero desafió la autoridad papal, las circunstancias que llevaron a esa situación se remontan muy atrás y conjugan complejos elementos doctrinales, políticos, económicos y culturales.

Mercantilismo, doctrina de pensamiento económico que prevaleció en Europa durante los siglos XVI, XVII y XVIII y que promulgaba que el Gobierno debe ejercer un férreo control sobre la industria y el comercio para aumentar el poder de la nación al lograr que las exportaciones superen en valor a las importaciones. El mercantilismo no era en realidad una doctrina formal y consistente, sino un conjunto de firmes creencias, entre las que cabe destacar la idea de que era preferible exportar a terceros que importar bienes o comerciar dentro del propio país; la convicción de que la riqueza de una nación depende sobre todo de la acumulación de oro y plata; y el supuesto de que la intervención pública de la economía es justificada si está dirigida a lograr los objetivos anteriores. Los planteamientos mercantilistas sobre política económica se fueron desarrollando con la aparición de los modernos Estados-nación; se había intentado suprimir las barreras internas al comercio establecidas en la edad media, que permitían cobrar tributo a los bienes con la imposición de aranceles o tarifas en cada ciudad o cada río que atravesaban. Se fomentó el crecimiento de las industrias porque permitían a los gobiernos obtener ingresos mediante el cobro de impuestos que a su vez les permitían costear los gastos militares. Así mismo la explotación de las colonias era un método considerado legítimo para obtener metales preciosos y materias primas para sus industrias.

Consumo, en economía, el uso de los bienes creados mediante la producción. Los economistas suelen considerar que el consumo es el final del proceso productivo, el objetivo por el que se lleva a cabo toda producción. En sentido amplio, el término incluye tanto el consumo de bienes de capital —o el uso de bienes como máquinas y herramientas para las fábricas que producen otros bienes— y el consumo no productivo —o utilización de bienes con propósitos no productivos—. Los economistas prefieren, en general, restringir el término a su acepción de consumo no productivo.

Salarios, en economía, precio pagado por el trabajo. Los salarios son todos aquellos pagos que compensan a los individuos por el tiempo y el esfuerzo dedicado a la producción de bienes y servicios. Estos pagos incluyen no sólo los ingresos por hora, día o semana trabajada de los trabajadores manuales, sino también los ingresos, semanales, mensuales o anuales de los profesionales y los gestores de las empresas. A estos ingresos regulares hay que sumarles las primas y las pagas extraordinarias, las primas por riesgo, trabajo nocturno, índice de peligrosidad u horas extraordinarias, así como los honorarios de los profesionales liberales y la parte de los ingresos percibidos por los propietarios de negocios como compensación por el tiempo dedicado a su negocio.

Fisiócratas, escuela de pensamiento económico surgida en Francia en el siglo XVIII y que fue la primera que aplicó el método científico a la economía. El principal exponente de la fisiocracia fue François Quesnay, cuyo Tableau économique (Cuadro económico, 1758) era el punto de partida de esta doctrina económica; otros fisiócratas destacados fueron Pierre Samuel du Pont de Nemours y Victor Riqueti, Marqués de Mirabeau. Los fisiócratas se oponían a la doctrina económica anterior, conocida como mercantilismo, que postulaba que la riqueza y poder de un país dependían de la cantidad de metales preciosos que hubiera acumulado, por lo que establecieron la regulación del comercio internacional para evitar la salida del país de las reservas de oro y plata. Los fisiócratas, que creían en la existencia de una ley natural, defendían una política económica de laissez-faire (o de no intervención pública en la economía) que según ellos produciría de forma natural una sociedad próspera y virtuosa, y que por tanto se debía fomentar el libre comercio. También defendían que la agricultura era el único sector productivo capaz de crear riqueza, mientras que el comercio y la industria tan sólo permitían la distribución de esta riqueza; los fisiócratas estaban en contra de las políticas de comercio internacional mercantilistas, favorecedoras del proteccionismo.

Los fisiócratas tuvieron una importante influencia durante la década de 1760; sus ideas sobre la economía de mercado influyeron en Adam Smith. Sin embargo, éste y su discípulo David Ricardo estaban en contra de sus postulados sobre la agricultura, por lo que definieron la teoría del valor trabajo. También creían que existía un precio natural justo, que sería el que establecería el mercado, y que los terratenientes, y no los agricultores, eran los que tenían que recibir los beneficios de la explotación de la tierra. Por ello, son considerados como los sintetizadores de las ideas económicas moralistas medievales, y no como los creadores de la moderna ciencia económica.

Los fisiócratas alcanzaron su mayor influencia política cuando Anne Robert Jacques Tourgot, un simpatizante, fue nombrado Ministro de Economía en Francia en 1774. Su interés por la teoría económica fue objetivo de las críticas de sus enemigos políticos; cuando fue destituido en 1776 los fisiócratas tuvieron que exiliarse. Sin embargo, algunas políticas diseñadas a partir de la Revolución Francesa, como la liberalización del mercado de granos (1789) y el impuesto sobre la tierra (1790) estaban inspiradas en las ideas fisiocráticas.

Quesnay, François (1694-1774), economista francés, figura principal de la escuela fisiocrática.

Quesnay, hijo de terrateniente, nació el 4 de junio de 1694, cerca de París. Estudió cirugía en la capital francesa y se licenció en Medicina en 1744; fue médico de cabecera de Luis XV. Profundamente interesado por la Economía, escribió (1756-1757) varios artículos sobre la materia para la famosa Encyclopédie de Denis Diderot. En su Tableau Économique (Cuadro económico, 1758), Quesnay describía lo que él consideraba que era la ley natural de la Economía. Quesnay y sus discípulos, los fisiócratas, entre los que destacaban Pierre Samuel du Pont de Nemours y Victor Riqueti, marqués de Mirabeau, sostenían que el comercio y la industria no eran productivos, y que tan sólo la agricultura podía generar riqueza. Defendían que había que dejar actuar la ley económica natural sin ningún tipo de intervención, siendo los precursores de la doctrina del laissez-faire (dejar hacer).

Revolución Industrial, transición desde una economía agrícola tradicional hacia una economía caracterizada por procesos de producción mecanizados para fabricar bienes a gran escala. Este proceso se produce en distintas épocas dependiendo de cada país. Para los historiadores, el término Revolución industrial es utilizado exclusivamente para comentar los cambios producidos en Inglaterra desde finales del siglo XVIII; para referirse a su expansión hacia otros países se refieren a la industrialización o desarrollo industrial de los mismos.

Algunos autores para referirse al desarrollo capitalista en el último tercio del siglo XX, con nuevas organizaciones empresariales (trusts, holdings, cartels), nuevas fuentes energéticas (electricidad, petróleo) y nuevos sistemas de financiación hablan de Segunda Revolución industrial.

Ciclos económicos, término utilizado para referirse a los cambios que se producen en la economía. A partir de la Revolución Industrial, el nivel de la actividad financiera de los países capitalistas industrializados ha fluctuado desde niveles altos a niveles bajos, arrastrando tras sí al resto de la economía.

Fases del ciclo económico

 

Aunque no es predecible la duración de un ciclo, al parecer sus fases sí lo son. Muchos economistas citan cuatro fases: auge, recesión, depresión y recuperación por utilizar los términos creados por el economista americano Wesley Mitchell, que dedicó su carrera al estudio de los ciclos económicos.

Durante el periodo de auge se hace patente el aumento de la producción. El nivel de empleo, los salarios y los beneficios crecen a su vez. Los directivos de las empresas muestran su optimismo mediante la inversión para aumentar la producción. Sin embargo, a medida que continúa el auge empiezan a surgir obstáculos que impiden que éste se prolongue. Por ejemplo, crecen los costes de producción y la falta de materias primas puede también limitar la producción; se elevan los tipos de interés, así como los precios y los consumidores reaccionan al alza comprando menos. A medida que el consumo se queda por debajo del nivel de producción, aumenta el número de productos almacenados, lo que provoca una caída de los precios. Las empresas productoras empiezan a ahorrar y despiden a los trabajadores. Estos factores conducen a un periodo de recesión. Los empresarios se vuelven pesimistas según van cayendo los precios y los beneficios y deciden ahorrar el dinero en vez de invertirlo, con lo que se suceden los cortes de producción y el cierre de fábricas, hasta que el desempleo se generaliza. Estamos en una fase de depresión.

La recuperación de la depresión puede estar provocada por varios factores, incluyendo la reaparición de la demanda de consumo, la liquidación de los inventarios o una acción gubernamental para estimular la actividad económica. A pesar de que la recuperación suele ser lenta y desigual al principio, inmediatamente gana fuerza. Los precios suben más rápido que los costes. El nivel de empleo crece, proporcionando un mayor poder adquisitivo. La inversión en las industrias de bienes de consumo aumenta. El optimismo invade la economía, el deseo de aventurarse en nuevos negocios reaparece. Se ha iniciado un nuevo ciclo.

De hecho, el ciclo económico no siempre se produce de una forma tan clara como en el modelo que acabamos de exponer, y no hay dos ciclos iguales, sino que varían considerablemente de uno a otro, tanto en lo que respecta a la dureza como a su duración. Se pueden producir ciclos mayores y menores, con duraciones variables.

La depresión económica más dura y generalizada se produjo en la década de 1930. La Gran Depresión afectó primero a Estados Unidos, pero se difundió rápidamente por Europa occidental. De 1933 a 1937 los Estados Unidos empezaron a recuperarse de la depresión, pero la economía volvió a caer de 1937 a 1938, antes de alcanzar de nuevo sus niveles normales. Esta recaída se denominó recesión, término que actualmente se prefiere al de liquidación. La verdadera recuperación económica no se hizo patente hasta principios de 1941.

Ciclos especiales

Además del ciclo económico tradicional, a veces se producen ciclos especiales en algunas industrias. Por ejemplo, se considera que el sector de la construcción tiene un ciclo que dura entre 16 y 20 años. La prolongada construcción de barrios marginales agravó dos de las peores depresiones económicas en Estados Unidos. Por otro lado, el aumento de la actividad constructora muchas veces ha ayudado a estimular la recuperación de una depresión.

Algunos economistas creen que existe un ciclo a largo plazo, que dura aproximadamente cincuenta años. Los estudios sobre las tendencias económicas durante el siglo XIX y el principio del siglo XX fueron realizados por el economista ruso Nikolai Kondratief, quien analizó el comportamiento de los salarios, las materias primas, la producción, el consumo, las exportaciones e importaciones y otras variables económicas en Francia e Inglaterra. Los datos que recogió y analizó parecen establecer la existencia de ciclos a largo plazo. Estas "olas" de expansión y contracción se produjeron durante tres periodos de una media de cincuenta años cada uno: 1792-1850, 1850-1896 y 1896-1940. Sin embargo, estos estudios no son definitivos.

Causas de los ciclos

Los economistas no intentaron determinar las causas de los ciclos económicos hasta que la creciente dureza de las depresiones económicas se convirtió en una de las principales inquietudes de finales del siglo XIX y principios del XX. Se sugirió que había dos factores externos que podían ser los causantes de los ciclos: las manchas solares y las inclinaciones psicológicas. La teoría de manchas solares del economista británico William Jevons llegó a ser aceptada por casi todo el mundo. Según Jevons, las manchas solares influyen sobre las condiciones meteorológicas, pues tras periodos de manchas solares las condiciones climatológicas suelen ser más duras. Jevons pensaba que las manchas solares determinaban la cantidad y calidad de las cosechas, y de esta manera influían sobre la economía.

Una teoría psicológica de los ciclos económicos formulada por el economista británico Arthur Pigou, establecía que el optimismo o pesimismo de los dirigentes económicos podía influir en las tendencias de la economía, y algunos políticos han aceptado decididamente esta teoría. Por ejemplo, durante los primeros años de la Gran Depresión, el presidente Herbert Hoover intentó mostrarse optimista públicamente respecto a la fuerza inherente a la economía norteamericana, con la esperanza de estimular la recuperación.

Se han desarrollado diversas teorías económicas sobre las causas de los ciclos económicos. Según la teoría del subconsumo, que se relaciona claramente con el economista británico John Hobson, la desigualdad en los ingresos provoca el declive económico. Los mercados se ven inundados con bienes que los pobres no pueden comprar, al tiempo que los ricos no pueden consumir todo lo que está a su alcance. Por lo tanto, los ricos acumulan sus ahorros sin reinvertirlos en la producción, puesto que existe una demanda insuficiente de bienes. Esta acumulación del ahorro rompe el equilibrio económico y provoca un ciclo de cortes en la producción.

El economista austriaco-americano Joseph Schumpeter, un propulsor de la teoría de la innovación, relacionaba el auge de los ciclos económicos con la aparición de nuevos inventos que estimulaban la inversión en las industrias productoras de bienes de consumo. Puesto que estos nuevos inventos se desarrollan de manera desigual, las condiciones de la economía tienen que ser alternativamente expansivas y recesivas.

Los economistas Friedrich von Hayek y Ludwig von Mises, nacidos en Austria, se adscriben a la teoría de la sobreinversión, al sugerir que la inestabilidad es la consecuencia lógica del aumento de la producción hasta el punto en el que se utilizan recursos ineficientes. Entonces los costes aumentan y, si no pueden trasladarse a los consumidores, los empresarios reducen la producción y despiden trabajadores.

Una teoría monetaria de los ciclos económicos realza la importancia de la oferta de dinero dentro del sistema económico. Puesto que muchos negocios tienen que pedir dinero prestado para funcionar o para aumentar la producción, la disponibilidad y el coste del dinero influye en sus decisiones. Sir Ralph George Hawtrey sugería que los cambios de los tipos de interés determinaban que los empresarios incrementaran o redujeran sus inversiones de capital y de esta manera afectaban a los ciclos económicos.

Efectos aceleradores y multiplicadores

Una relación fundamental en todas las teorías de las fluctuaciones cíclicas económicas es la que se da entre la inversión y el consumo. Las nuevas inversiones tienen lo que se denomina un efecto multiplicador es decir, el dinero invertido en pagar a los proveedores y a los asalariados se convierte en el ingreso de éstos, que a su vez se convierte en el ingreso de terceros a medida que los asalariados y los proveedores gastan la mayor parte de sus ingresos. De esta forma se pone en marcha una onda expansiva.

Análogamente, el creciente nivel de ingresos gastado por los consumidores tiene un efecto acelerador sobre la inversión. Una mayor demanda crea mayores incentivos para aumentar la inversión en la producción, con el fin de responder a esta demanda. Estos dos factores también pueden operar negativamente, cuando una menor inversión disminuye aún más el ingreso total y la menor demanda de consumo reduce la cantidad de gasto en inversión.

Regulación de los ciclos

En casi todos los países desde la Gran Depresión se han puesto en práctica medidas que ayudan a evitar las duras recesiones económicas. Por ejemplo, el seguro de desempleo proporciona a la mayoría de los trabajadores algunos ingresos cuando se quedan sin trabajo. La seguridad social y las pensiones pagadas por muchas organizaciones proporcionan algunos ingresos a una serie de trabajadores jubilados. Aunque no son tan poderosos como lo fueran antaño, los sindicatos siguen siendo un obstáculo contra la caída acumulada de los salarios que agravó las anteriores depresiones económicas. Existen mecanismos para garantizar los precios de las cosechas (como la política agrícola común de la Unión Europea) que protegen a los agricultores de las desastrosas caídas de sus ingresos.

El gobierno también puede intentar intervenir directamente para contrarrestar las recesiones. Existen principalmente tres técnicas disponibles: la política monetaria, la política fiscal y la política de rentas. Los economistas discrepan profundamente respecto a la elección de la técnica adecuada.

Algunos economistas como el americano Milton Friedman y otros defensores del monetarismo prefieren la política monetaria, y ésta es adoptada por los gobiernos conservadores. La política monetaria consiste en controlar a través del banco central la oferta de dinero y los tipos de interés, y éstos determinan la disponibilidad y el coste de los préstamos para las empresas. En teoría, la restricción de la oferta monetaria ayuda a reducir la inflación y el aumento de la oferta ayuda a recuperarse de una recesión. Cuando la inflación y la recesión se producen simultáneamente, —un fenómeno denominado estanflación— es difícil saber qué política monetaria aplicar.

El economista americano John Kenneth Galbraith considera que las medidas más efectivas son las fiscales, como una mayor imposición a los ricos, y una política de rentas que busque mantener a bajos niveles tanto los precios como los salarios, en función del crecimiento de la productividad. Esta política no ha tenido mucho éxito en el periodo posterior a la II Guerra Mundial.

Sindicato, asociación de trabajadores cuyo fin es mejorar las condiciones económicas y sociales de éstos. El sindicato representa los intereses de sus afiliados, negociando con el empresario los incrementos salariales y las condiciones laborales durante la negociación colectiva. Si no es posible llegar a un acuerdo, el sindicato podrá convocar una huelga o llevar a cabo cualquier otro tipo de acción para presionar al empresario. En algunos países un sindicato es el brazo económico de un movimiento social más amplio, que puede incluir un partido político y una cooperativa (Suecia, por ejemplo, a lo largo de muchos años). En aquellos países donde no existen estos vínculos formales, los sindicatos participan en la vida política, ejerciendo presión para que se promulguen determinadas leyes, o apoyando a algún candidato que defienda los intereses de los trabajadores. Muchos sindicatos también ofrecen servicios de asesoría jurídica para resolver problemas de empleo, seguros y otro tipo de atenciones para los miembros del sindicato y sus familias.

Trusts, monopolios corporativos organizados mediante la unión de monopolios bajo el derecho consuetudinario con el fin de eliminar la competencia en una área de negocios y de controlar el mercado de un producto. Más concretamente, un trust era una técnica particular desarrollada en Estados Unidos a finales del siglo XIX para consolidar empresas y lograr el control de varias industrias, y el uso y abuso generalizado de los trusts durante este periodo dio lugar a que se promovieran una serie de leyes contra éstos que aún están en vigor.

Un trust es un acuerdo legal en el que los accionistas con derecho a voto de distintas empresas se asocian bajo la dirección de una misma junta directiva que, a continuación, firma certificados de unión a cambio de todas las participaciones o de un número suficiente de participaciones que permiten controlar a las empresas individuales. Este acuerdo permite a los asociados gestionar y dirigir un grupo de empresas de forma unificada, creando, de hecho, un único cártel formado a partir de empresas que antes competían entre sí.

Monopolio (económico), situación económica en la que un único vendedor o productor oferta un bien o servicio. Para que un monopolio sea eficaz no tiene que existir ningún tipo de sustituto para el bien o servicio que oferta el monopolista, y no debe existir la más mínima amenaza de entrada de otro competidor en ese mercado. Esto permite al monopolista el control de los precios.

Para ejercer un poder monopolista se tienen que dar una serie de condiciones: (1) control de un recurso indispensable para obtener el producto; (2) disponer de una tecnología específica que permita a la empresa o compañía producir, a precios razonables, toda la cantidad necesaria para abastecer el mercado; esta situación a veces se denomina monopolio 'natural'; (3) disponer del derecho a desarrollar una patente sobre un producto o un proceso productivo; (4) disfrutar de una franquicia gubernativa que otorga a la empresa el derecho en exclusiva para producir un bien o servicio en determinada área.

Nacionalsocialismo, movimiento político alemán que se creó en 1920 con la organización del Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (Nationalsozialistiche Deutsche Arbeiter-Partei, o NSDAP), también denominado partido nazi. Su apogeo culminó con la proclamación del Tercer Reich, el régimen totalitario alemán presidido entre 1933 y 1945 por Adolf Hitler.

 

Keynes, John Maynard (1883-1946), economista británico.

Keynes nació en Cambridge y asistió al Eton College, licenciándose en la Universidad de Cambridge. Empezó a trabajar en la Oficina de la India del gobierno británico y escribió un libro muy reconocido, La moneda y las finanzas de la India (1913). Durante la I Guerra Mundial trabajó para el Tesoro británico y fue representante de su país en la Conferencia de Paz de París (1919). Se opuso a los términos económicos del Tratado de Versalles y dimitió como representante para después escribir Las consecuencias económicas de la paz (1919), en el que predijo con acierto que las enormes indemnizaciones de guerra impuestas a Alemania la empujarían hacia un nacionalismo económico y a una reaparición del militarismo. Durante la década siguiente acumuló una fortuna especulando con distintas unidades monetarias, impartió clases en Cambridge y escribió el Tratado de probabilidades (1921), un libro sobre matemáticas, y Tratado sobre el dinero (1930). En éste último intentó explicar por qué la economía funciona de forma irregular, soportando con frecuencia alteraciones en los ciclos económicos con expansiones y depresiones sucesivas. Al igual que en otras interpretaciones sobre temas económicos, no logró explicar la problemática de las depresiones prolongadas, un fenómeno que no se ajustaba a la noción clásica de que las recesiones se corrigen de forma automática. Se pensaba que durante las recesiones aumentaba el ahorro, lo que reducía los tipos de interés, por lo que se fomentaría la inversión empresarial y la economía volvería a crecer. Keynes analizó en profundidad los problemas relativos a las largas recesiones en su obra más famosa, La teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero (1936). En esta obra argumenta la defensa de programas económicos que ya se estaban ensayando en el Reino Unido y en Estados Unidos por el presidente Franklin D. Roosevelt. Keynes propone la inexistencia de mecanismos de ajuste automático que permitan a la economía recuperarse de las recesiones. Afirmaba que el ahorro no invertido prolonga el estancamiento económico y que la inversión de las empresas de negocios depende de la creación de nuevos mercados, nuevos adelantos técnicos y otras variables independientes del tipo de interés o del ahorro. Puesto que la inversión empresarial fluctúa, no se puede esperar que ésta pueda preservar un alto nivel de empleo y unos ingresos estables. Keynes propone que el gasto público debe compensar la insuficiente inversión privada durante una recesión.

Poco después de que Inglaterra entrara en la II Guerra Mundial, Keynes publicó Cómo pagar la guerra (1940), en el que propone que una parte de todos los salarios fuera invertida en bonos del Gobierno. En 1942 recibió el título de barón, y dos años más tarde dirigió la delegación británica para la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, la Conferencia de Bretton Woods, en la que promocionó la creación del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional.

Las ideas de Keynes han influido de forma determinante en el diseño de la política económica de muchos países desde la II Guerra Mundial, sustrato de una nueva escuela de pensamiento económico denominada keynesianismo; muchos economistas consideran que su Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero es una de las obras teóricas más importantes del siglo XX.

Oferta (monetaria), cantidad de dinero puesto en libre circulación en una economía. La oferta monetaria incluye los billetes, las monedas y los depósitos bancarios. Se clasifica en función de su liquidez: cuanto menos líquido o disponible es el dinero más difícil es calcular y controlar la oferta monetaria.

 

 

1