Toda historia tiene un comienzo, cuando esta comienza hay otra que termina, así ocurrió un día cuando lo vi por primera ves, sus cabellos, su  cara, su sonrisa,  me encantaban con un movimiento de galanteo, es hermoso.

Ambos  con una historia ya iniciada, con pirámides  sociales ya construida y con la seguridad de que nada nos podía  hacer titubear ante el mundo.  

Seguimos un juego de querer suponernos vivos, ante un juego seductor nos tomábamos de las manos acompañando de sonrisa picaras, hasta ahí iba todo bien, pues, conseguíamos el objetivo de sentirnos vivos. 

Fue así que nos encontramos arrinconados en al penumbra pegando nuestro labios en un beso que siempre quiso ser robado, pero que, la  historia que traía cada uno hacia frenar este gesto de pasión.  

 Yo me casaría en unos meses con el hombre con el cual había vividos durante muchos años; él un hombre con un matrimonio que cumplía el tiempo que el mío.  

No importó mucho, sólo yo pensaba en ese beso que me había hecho estremecer por la pasión, entrega y delicadeza con que me fue robado.

Pasaron semanas que cada oportunidad que se me acercaba lo hacia de nuevo y me encontraba con mis labios apegados a los de él, no había reproche alguno yo lo quería así, además, bastaba que se acercase mi cuerpo se estremecía. 

Nuestra condición de fugados no permitía que pudiésemos vernos en publico, es ahí cuando me encuentro en un cuarto temblorosa, quizás no tanto por la situación, sino por las ganas que tenia de estar con él 

Cada semana fue así, hasta que nos enamoramos, nos amamos con tal locura. 

A pesar de esto  estoy frente al altar  con un nudo en mi garganta, escuchando resonancias, de la persona que esta al frente, me embarga la locura. Me estoy mintiendo estando aquí, me digo, debo hacer algo que me salve de esta situación, por un lado mi padre, mi madre por otro  mis hermanas, los invitados.

 

Doy la vuelta, cuando veo, esta aquí es él, si es el ………………….

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