Comprendemos que todo lo que sea fomentar la idea social de la "transexualidad" o de "los transexuales", supone un detrimento del desarrollo personal y social de quienes han completado su transición. Mientras la sociedad siga pensando en nosotras en términos de "transexuales", no nos pensará ni percibirá como mujeres por más absurdo que sea concebir como incompatibles condición y circunstancia. En cualquier caso, nosotras mismas somos las primeras en rechazar una terminología (transexual) inventada para negar el origen congénito de nuestra identidad sexual.
En efecto, afirmamos que la transexualidad no existe y que jamás existirá. En la naturaleza humana sólo existe la intersexualidad en diferentes grados tal como nos enseñó el insigne doctor D. Gregorio Marañón los cuales se manifiestan en la tensión entre los polos masculino y femenino. Se es varón o mujer en función de la polaridad predominante, sencillamente, experimentada dentro de un conjunto de caracteres sexuales (constitución sexual) que abarcan innatamente lo psíquico, lo fisiológico, lo anatómico y lo funcional, y que continúan evolucionando en la vida del niño, joven y adulto, a veces fluidamente (cuando la asignación de sexo coincide con el sentir íntimo) y a veces contracorriente (cuando el sexo psíquico, o identidad de género, es privado de expresión y de plena realización por el entorno social).
Además, una mujer, una vez realizada como tal en lo físico, mental, emocional, social y espiritual, ya no puede ser llamada "transexual". Por tanto, consideramos que la lucha que nos corresponde ahora es la de todas las mujeres, la de reinstaurar los valores femeninos en el estrato que les corresponde por derecho propio y en todo el orbe mundial.
Por otro lado, estamos cada vez más cerca de conseguir por la vía estrictamente política (legislativa), el fin de la conculcación de nuestros derechos civiles y constitucionales que se perpetra en todos los ámbitos institucionales y estatales. Esto significa que nuestro sexo registral no va a poder ser privado de sus efectos en modo alguno. Podremos (ya podemos, de hecho) casarnos con un varón y formar una familia (adoptar), como cualquier otra ciudadana y contribuyente.
Todo lo que sea exposición mediática perjudica la acción política y nuestra imagen social (los dos puntos arriba mencionados) tanto personal como colectivamente. La mujer que ha completado su integración legal (por lo tanto: física y social) no debe prestarse al juego de "la opinión pública". Nuestro trayecto y condición sexual no es opinable. Nosotras sabemos de primera mano que responde a la naturaleza. Y sabemos que nuestra felicidad y equilibrio personal tan sólo parten de la restitución completa del sexo al que siempre supimos y sentimos pertenecer.
Entendemos que la hondura y complejidad de nuestra problemática requeriría un completo reconocimiento por parte de los poderes públicos, poniéndonos los medios sanitarios adecuados para su resolución. Para ello hará falta que la comunidad médica termine comprendiendo nuestra constitución sexual y se vuelva nuestra garante ante el establecimiento estatal. En este sentido, siempre habrá voluntarias entre nosotras que nos ofreceremos a la investigación científica, y otras que aportaremos nosotras mismas elementos muy valiosos de reflexión psicológica, cultural y espiritual, en relación a la identidad sexual. En todo caso, nuestra postura nos indica que los foros donde expresemos esas contribuciones individuales siempre deberán ser selectos y especializados, atendidos por quienes en verdad deseen saber, comprender y ayudar. Nunca volveremos a exponernos, indiscriminadamente, frente a cualquier público.
Todo lo anterior no significa que nos desentendamos de las mujeres que se hallen en cualquier etapa de este tránsito y que precisen asesoramiento experimentado, en los aspectos humano, técnico o profesional. Sabemos que en todo momento de la historia la mujer ha mantenido una cadena iniciática, de abuelas a madres y a hijas, así como por medio de sus propias hermandades o sus informales reuniones de sociedad, donde transmitirse sus valores y habilidades; en ese contexto, nosotras somos mujeres con una especial sabiduría del alma femenina y con un extraordinario bagaje personal curtido en la batalla de la vida por ser nosotras mismas, excepcional tesoro que podemos entregar a las que vienen tras nuestras huellas, facilitándoles mucho su camino. Toda mujer que haya pasado por este tránsito y que viva enteramente emplazada en la esfera femenina de la sociedad, es bienvenida a comunicar con nosotras y a prestar algo de su tiempo como voluntaria.