VIVIENDO EN

PAREJA

 


 

El Enamoramiento...

"De la vista nace el amor", reza el dicho popular, y en el caso de las parejas de varones gays esta frase parece ser un axioma incuestionable; casi generalmente, cuando dos hombres homosexuales se relacionan, primero surge la atracción física y el sexo, y después -si acaso- viene la relación afectiva que siempre es deseable surja entre dos individuos. Así, una vez superado el requisito obligado para establecer una relación de pareja, es decir, cuando descubrimos que en la cama todo marcha de acuerdo a lo esperado y que efectivamente cuenta con las dimensiones ideales, entonces se nos presentan otros retos que, quizás, resulten ser los más difíciles de superar y que, hay que decirlo, no son privativos de las parejas homosexuales o las héterosexuales. Todas las relaciones humanas implican retos. Desafortunadamente, pocos en el ambiente gay son quienes afrontan los retos para consolidar una relación amorosa y, casi en su totalidad, nunca prueban la fórmula contraria a la del sexo casual, es decir: que la relación afectiva llegue primero y el sexo después.

Y habría que preguntarse, ¿cuando conocemos a un chico nuevo nos enamoramos de él o simplemente nos apasionamos?   El enamoramiento se distingue del apasionamiento porque aquél sólo es posible entre dos personas que se asemejan en el plano moral, cultural e incluso económico; el apasionamiento, en cambio, sólo entiende de carne, caricias y de la exquisita sexualidad. El enamoramiento contiene al apasionamiento, pero va más allá: implica la realización de los ideales compartidos, de los sueños que contruyen un proyecto de vida en común. El enamoramiento pone al ser amado, al objeto del deseo, como condición primordial para la relización de metas forjadas biunívocamente. La presencia del otro es esencial y nada se entiende sin él, porque tu energía sólo puede dirigirse al hecho de brindarle felicidad y gozo. En cambio, el apasionamiento es consumado con la suma de los orgasmos, de las caricias, pero nada más. En el apasionamiento lo único que está a la vista de la pareja es la flama del deseo, la desnudez de la piel y la vulnerabilidad ante el cuerpo del otro que te domina. El enamoramiento abre todas sus cartas frente al otro y se las brinda, y sólo esconde lo que le lastima para no causar dolor a quien es su vida, su compañero.

Así pues, y sólo hablando en términos ideales, una relación de pareja debería cumplir con la condición del enamoramiento recíproco y trascender el mero apasionamiento; de otra forma, quizás el amor pasional tiene el destino que Shakespeare describió magistralmente en las novelas donde trató este tipo de relaciones humanas: el amor pasión sólo se realiza cuando uno de los dos invlucrados muere y, generalmente, es el amante y no el amado el protagonista de la tragedia. Por otra parte, el apasionamiento es el componente principal de las relaciones prostituidas que muchas veces vemos repetidas en nuestro ambiente, es razgo distintivo de la típica pareja formada por el abusivo chichifo y el espléndido sugar dady .

Y no con ello quiero decir que sean reprobables las conductas o motivaciones de quienes entablan este tipo de uniones (por mutua conveniencia), pero quizás no me equivoque al afirmar que todos quisiéramos ser amados con franqueza y vivir el enamoramiento con plenitud, en lugar de ponderar nuestra capacidad de amar con la capacidad adquisitiva.

En síntesis, en este artículo reflexionamos, ustedes y yo, básicamente respecto a las relaciones de pareja basadas en el enamoramiento y no en el apasionamiento, a las parejas que son tales porque existen emociones recíprocas que les ponen a ambos individuos en un mismo plano moral y siempre en situaciones de equidad.

 

Las Individualidades...

Conservar la individualidad y no alienar la personalidad propia a la del ser amado, es una condición fundamental para que la relación de pareja permanezca fortalecida; el que seas sinceramente admirado por tu pareja y tú admirarle a él por sus cualidades personales, es el combustible que mantiene viva la flama del amor.  Sorprenderse de lo que es capaz de lograr y de ser al ser que amas, es algo que mantiene vivo y refrezca al amor. Siempre es excitante saber que el otro es indescifrable, enigmático y motivo de nuestra sorpresa; como bien lo dice Rolad Barthes en su famoso y exquisito libro Fragmentos de un Discurso Amoroso:

"Estoy aprisionado en esta contradicción: por una parte, creo conocer al otro mejor que cualquiera y se lo afirmo triunfalmente (´Yo te conozco. ¡Nadie más que yo te conoce bien´); y por otra parte a menudo me embriaga una evidencia: el otro es impenetrable, inhallable, irreductible; no puedo abrirlo, remontarme a su origen, descifrar el enigma. ¿De dónde viene?, ¿quién es? Me agoto; no lo sabré jamás"

Por ello, es imprescindible que, en la relación de pareja, ambos partícipes vayan a la par en los esfuerzos por superarse como individuos en el plano moral, en lo profesional, en lo cultural, desde luego en lo emocional e incluso en el mejoramiento físico y el progreso económico. No hace falta detenerse a explicar que las relaciones de pareja homosexuales son radicalmente distintas a las relaciones heterosexuales, pues la diferencia de roles establecidos socialmente se diluye ante la igualdad de género en los miembros de la pareja, pero a veces sucede que se trata de equiparar una relación homosexual con aquellos roles propios de una héteroseual y le confunden con una grosera equivalencia que agudiza la competencia entre los semejantes. Tal vez esa sea la causa de que muchas relaciones homosexuales caigan en la trampa de adquirir roles pasivos y activos, el dominante y el receptor ("mi marido", dicen algunos al referirse a su pareja); y si bien muchos son felices representando estos papeles, por lo general este tipo de asociaciones no tienen resultados tan duraderos o constructivos como cuando ambos miembros de la pareja asumen una condición de igualdad y equidad emocional. Una relación entre dos hombres nunca será semejante, ni aspira a serlo, a una relación entre un varón y una mujer (lo que también se aplica a las relaciones lésbicas).

Y no se confunda individualidad con egoísmo. Una persona segura de sí misma, de su riqueza individual, y que además tenga la capacidad de amar, siempre estará abierta y dispuesta a compartir lo mejor de sí con total franqueza. Una individualidad fortalecida, bien construida, necesariamente resultará en una persona segura de sí misma y -sobre todo- poseedora de la certeza de aquello que busca en una relación afectiva, en una pareja. Cuando ambas partes de la pareja cuentan con esta característica, desde luego nada fácil de alcanzar en el plano individual, la relación tiene ganada ya gran parte del camino. 

 

Construir juntos...

Vivir en pareja y hacerlo consistentemente y durante mucho tiempo, ¿es esto posible?  Cuando existen condiciones de equidad en las parejas, cuando ambos actores de la relación amorosa tiene claridad y cierta certidumbre respecto a lo que es su proyecto de vida individual, entonces están dadas las premisas para lograr construir una circunstancia común, fundada en el amor y en la reciprocidad.

Las relaciones amorosas homosexuales, a diferencia de las heterosexuales, no pueden fortalecer sus vínculos a través de los lazos familiares tradicionales; es decir, ante la ausencia de productos tangibles de la unión en pareja (como lo son los hijos) se impone la necesidad de generar otro tipo de vínculos que arraiguen la unión. Así, quienes aspiran a la conservación de una relación monogámica homosexual a través de los años -en mi opinión- deberán procurarse compromisos que trasciendan la mera atracción sexual o "carnal". La superación intelectual, profesional e incluso material de las parejas, puede imprimir en las relaciones compromisos y metas que les fortalezcan y les lleven a superar los obstáculos que, desafortunadamente, suelen acabar prematuramente con ellas. Ampliar la complicidad de la pareja a motivos más diversos que la sola afinidad física, es la mejor manera de redescubrir y conservar viva la atracción mutua, no tengo dudas al respecto. Por ello, la relación de pareja debe ser una empresa (en el sentido estricto del concepto, no el comercial) en la que ambos inviertan sus conocimientos, su pasión, sus energías y mucho de su tiempo; cuando ambos creen en que la unión que sostienen es capaz de construir valederamente, será entonces más probable que se cuente ya con un compañero con quien se llegará a la edad madura.

Así pues, si bien estas notas (derivadas de mi experiencia personal) no son una fórmula infalible o axioma para alcanzar una vida de pareja "perfecta", creo que sí son elementos que debemos tener muy claros cuando nos involucremos en una relación amorosa; sobre todo, si lo que buscamos es permanecer y crecer a lado del ser amado (algo a lo que se aspira siempre que uno se enamora). De lo contrario, podríamos nunca superar las relaciones breves e inequitativas (con sus nefastas consecuencias), los fracasos amorosos y la repetida infelicidad de una búsqueda interminable.

 

 

Paco Calderón, enero del 2001

 

 

DANCERS´ GALLERY


1