Dorlachu se apresuraba en esta tarde hacia el gimnasio donde había sido anunciado su combate. Es su primera vez. Le preocupa si encontrará un maillot que ponerse, pues todavía no ha podido conseguir uno propio. Debe darse un poco de prisa para poder relajarse y realizar estiramientos para evitar lesiones. En los vestuarios se empieza a desnudar pausadamente. Ya ha visto a su contrincante. Es un hombre poco más joven que él. Pesa 68’400 kg. y es de pelo castaño. Los rasgos de su cara son equilibrados, nada destaca como demasiado grande o demasiado pequeño. Su nariz es recta y aunque apuradamente afeitado se le nota débilmente el vello. Oye a alguien dirigirse a los vestuarios. Es un luchador que acaba de terminar un combate. Se trata de un hombre de unos 28 años. No puede verle bien la cara porque se va secando la cabeza con una toalla. El sudor empapa todo su cuerpo. A poca distancia observa cómo se quita las botas y a continuación se dirige a las duchas, desde dentro lanza el bañador azul marino hacia una canasta en la que no entra y cae al suelo. Dorlachu coge el slip y, una vez desnudo, se lo ajusta. Siente en sus glúteos y en su escroto la humedad un poco fría ya del sudor que empapa la prenda. Sus dedos atan con un nudo seguro el lazo que queda colgando desde un poco más abajo de su ombligo hasta su paquete. Luego coge una toalla y se dirige a la lona donde le han adjudicado su combate. En los pasillos se cruza con otros atletas. Sus pasos son casi silenciosos sobre el parqué. Al llegar a la lona no encuentra a nadie. Se trata prácticamente de una habitación cerrada muy amplia, bien iluminada. Casi todo el suelo está cubierto por una colchoneta fina de color parduzco, que en el centro tiene un círculo. Dorlachu pisa la lona para realizar sobre ella sus ejercicios de calentamiento y estiramiento. Aunque aparentemente fina, sus pies se hunden en la lona. Abre sus piernas bastante y dobla su cintura hasta apoyarse con la parte anterior de sus pies y sus manos. Se estira intentando llegar lo más cerca al suelo; su pelo lacio un poco largo sí llega a tocar la lona, dejando ver un cogote con débil vello que gradualmente se convierte en pelo. También, desde la misma posición, dobla una rodilla hasta colocar el muslo paralelo al suelo y luego repite con la otra pierna; gira el cuello en varias direcciones, y realiza algunos ejercicios más. Su contrincante no ha llegado aún. Pero el tiempo no es importante para esta lucha. Cuando su adversario entre, lo primero que harán es acercar los labios al pecho izquierdo de cada uno. Con este gesto aceptarán tácitamente el código que regirá su encuentro. No hará falta relojes, árbitros ni animadores, su simple aceptación de las reglas bastará para que el combate se desarrolle con deportividad. El otro luchador entra en la lona. Su nombre es Irceo. También viste un bañador de nadador. La lycra de color negro ciñe su paquete y glúteos, formando zonas de distinto brillo. Por sus caderas corren dos tiras de color beig. Sus botas son un poco más altas de las de jugador de baloncesto y cubren ampliamente sus tobillos, pero no sus pantorrillas. Ambos luchadores se acercan y se dan la mano, tras lo cual hacen el gesto ritual y se separan cada uno a una esquina. Ambos saben que sólo uno saldrá vencedor y el perdedor reconocerá este hecho tras rendirse por agotamiento. Sin que ninguno de los dos cometan animaladas. Puro ejercicio atlético, un hombre intentando dominar a otro y no dejarse dominar por él, lucha cuerpo a cuerpo, sin más ayuda que el propio cuerpo, su fuerza, agilidad, equilibrio y resistencia.
Los luchadores intercambian una mirada y el luchador de negro hace un gesto juntando sus puños. Dorlachu comprende que desea iniciar el combate con un pulso. Los dos hombres se acercan y juntan sus cuerpos sólo a la altura del pecho y con fuerza cada uno intenta entrar en el terreno del otro. Este ataque de fuerza sirve como preparación en varios aspectos. El luchador que consigue avanzar más demuestra de entrada que es más fuerte, y ambos empiezan a conocer a su adversario. Además se trata de un ejercicio muy intenso que cansa a los hombres y acorta la duración del combate en su totalidad. Dorlachu percibe el tibio contacto del pecho de Irceo contra el suyo, su vello no escaso y al tiempo el olor peculiar de su persona. Siente cómo le queman los músculos de sus piernas, sus glúteos y su baja espalda, pues en este ejercicio son estos músculos los que más trabajan, siendo el pecho el punto donde los dos hombres se tocan. Pero el esfuerzo afecta a todo el cuerpo y Dorlachu contrae también los pectorales y aun intenta utilizar los brazos, que le cuelgan a los lados de su cuerpo, abriendo sus manos en un deseo de que entren en la refriega. Irceo ha optado por juntar las manos detrás de su cintura. Dorlachu resiste bien la embestida y a veces retrocede un paso, que segundos más tarde recupera y así prosigue el forcejeo. Sobre el hombro de Irceo ve que la espalda le empieza a brillar con sudor. Sus propias sienes empiezan a humedecerse. Irceo avanza dos pasos y ya no están en el centro de la lona sobre el círculo ancho. La ventaja hace que el adversario adopte una posición más eficaz: coloca un pie más atrás, con lo que gana resistencia. Esto descontrola a Dorlachu. Sus pechos pierden el contacto adecuado por el sudor durante unos instantes. Los luchadores respiran fuertemente. Dorlachu se encuentra incapaz de hacer frente al impulso que le empuja hacia atrás, aunque no pierde el equilibrio cede su terreno a su contrincante y prefiere reservar fuerzas para más tarde. Los cuerpos de los hombres se separan. Irceo respira hondo haciendo un círculo con sus brazos extendidos para llenar sus pulmones de aire que siente necesitar. Su pecho cambia de forma con el movimiento de sus brazos pero terminan por adoptar el dibujo en ángulos de noventa grados con las glándulas mamarias en las líneas horizontales. Se inclina y se da unas palmadas en los muslos como preparándose para el inminente encuentro. Posiblemente no esté totalmente seguro de su victoria y piense que Dorlachu simplemente se ha dejado vencer.
Beben agua y el atleta vacía un poco de agua sobre su cabeza. Algunos hilos de agua bajan por su pecho y espalda hasta llegar al bañador negro que muestra una raya mojada entre los glúteos. Los dedos le sirven de cepillo y se peina a contrapelo, quedándole el pelo corto erizado. Después de un par de minutos la lucha da comienzo. Esta vez no existen límites salvo las de la barbarie. Los hombres saldrán de la lona agotados pero no heridos. La lucha libre es lenta. Los hombres no tienen prisa ni aburren a unos espectadores ansiosos de acción trepidante. Los luchadores se enzarzan en una pelea sin relámpagos, pero sí tensa y dinámica. El luchador libre intenta escapar de presas difíciles, pero a veces prefiere echar un pulso e intentar soportar una llave hasta poder contrarrestar y vencer la fuerza que su adversario aplica. Así, el que ejecuta una llave fuerza sus brazos, sus piernas, su cuello, etc. o varios grupos de músculos de su cuerpo a la vez. Y la víctima de su juego se ve forzado a tensar los músculos de una zona de su cuerpo que le ayuda a escapar o contrarrestar la fuerza de su amigo luchador. Dorlachu e Irceo han comenzado a combatir oponiendo sus hombros y entrelazando sus brazos. Dorlachu, en un momento en el que se ha separado se agacha y avanza hacia las piernas de su adversario. Éste reacciona y salta hacia atrás, a la vez que se apoya con su pecho en la parte trasera de la cabeza de Dorlachu, su cuello y hombros. Se encuentra débilmente rodeado a la altura de las caderas por los brazos de Dorlachu, quien avanza por debajo del torso de Irceo y asegura su presa, aunque las piernas de éste se encuentran muy separadas y suponen un apoyo seguro a su cuerpo. Pero Irceo no espera que el otro le suelte las caderas y se ve atacado un poco por encima de su rodilla derecha. El luchador atacado cae hacia atrás. Dorlachu atrapa el muslo derecho y cae encima de Irceo dando una vuelta de campana sobre su torso. En un instante, mientras Dorlachu recompone su posición para no continuar boca arriba, el luchador de negro se da la vuelta para no apoyar su espalda sobre la lona. Caer con los hombros en la lona es la posición menos deseada, es casi como perder el combate, pues salir de ella es muy difícil y el luchador ‘pisado’ gasta mucha más energía que el atleta sentado sobre él. Ahora los dos hombres están boca abajo sobre la lona y Dorlachu intenta, apoyándose con los pies en la lona y con su cabeza en la espalda baja de Irceo, levantarle el muslo y forzarle a girar las caderas para ponerle de espaldas. Es inútil. Lo intenta de nuevo trabajando todavía las piernas de su adversario, soltando la presa y agarrando con su mano derecha el pie; su mano agarra la bota a la altura del empeine cubierto de cordones que se entrecruzan. Fuerza el talón contra la parte anterior del muslo y consigue levantar la cadera de su adversario, pero éste con ayuda de sus manos y de su pierna izquierda se recompone y no abandona su contacto con la lona. Dorlachu prefiere cambiar su estrategia: salta y se coloca encima en paralelo: su pecho presiona las paletillas del otro hombre, su paquete choca con el culo duro y las piernas de ambos se entrelazan. Irceo intenta escapar, pero sus piernas apresadas no se lo permiten. Dorlachu puede trabajar sus brazos extendidos. Pasa su antebrazo por la axila y su mano termina en el cogote de Irceo, cuyo brazo derecho queda libre. Dorlachu sabe que necesita las piernas para apoyarse y hacer fuerza sobre su pecho y hombros para hincar la cabeza de su contrincante y así éste se verá forzado a girar. Su sincronía le permite lo explicado. Desde el lado izquierdo de Irceo, su amigo le hace girar hacia la derecha. Aterriza con sus pies y sus hombros, pero aunque su cabeza está debajo del esternón de Dorlachu, consigue apoyar su cuerpo, haciendo un puente con su cabeza y sus pies. Dorlachu, desde esta posición perpendicular a Irceo, inmoviliza sus brazos a la altura de los codos contra su cuerpo. Apoya su cabeza y pecho contra el estómago y el pecho de Irceo. Y ahora, tras girarse un poco Dorlachu, se encuentran uno cabeza abajo con respecto del otro, Irceo formando un puente con su cuerpo. Sufre intensamente el servir de apoyo a su cuerpo y soportar el peso del otro con sólo su cuello. Pero no está muy cansado, pues la lucha sólo ha hecho comenzar, y prefiere utilizar su fuerza para girarse, lo cual lo consigue. La escapada merece un comienzo de la lucha de igual a igual. Dorlachu pasa su mano izquierda desde su paquete a su pecho y termina mojada de sudor. La intenta secar en su culo. Su bañador está empapado.
Después de unos segundos de forcejeo, Irceo se coloca detrás de su amigo, le agarra fuertemente por la cintura formando con sus brazos un cinturón cuya hebilla la forman los dedos de una mano agarrando la muñeca de su opuesta. Dorlachu intenta deshacer la presa introduciendo su brazo en el aro formado, pero su puño choca con el biceps y el antebrazo de Irceo. También intenta escapar doblando su cintura hacia adelante y subiendo en su espalda al otro, pero este rápidamente se ha arqueado hacia atrás y se gira al mismo tiempo que los dos luchadores caen fulminados a la lona con un sonido seco. El impacto imposibilita a Dorlachu a formar un puente y enseguida, Irceo se encuentra sentado sobre su pecho. Dada la total desventaja del luchador tumbado, el luchador con ventaja no debe utilizar sus brazos para rendir al otro. Irceo coloca su paquete cerca de la barbilla de Dorlachu y con sus piernas abiertas casi salta para estrellar el culo sobre su pecho y así abortar el intento de su amigo de hacer un puente y girar su cuerpo sobre la cabeza. Dorlachu, jadeante, estampa con un golpe sus palmas sobre la lona para ayudarle mediante un impulso, en un nuevo intento, que no prospera. Irceo sabe que puede poner difícil el respirar a su amigo y para ello, presiona el culo sobre su clavícula, el paquete contra la pronunciada nuez de Dorlachu. Este desliza los brazos por encima de la cabeza y agarra los muslos de Irceo, que se acercan por los lados a su cabeza. Al instante, levanta los pies y agarra entre sus tobillos la cabeza de Irceo, quien no se ha percatado y no lo ha esquivado, terminando siendo doblado hacia la izquierda, tras lo cual, Dorlachu se ve liberado pero pierde el control de su adversario. Este sabe que Dorlachu está muy cansado y pide de nuevo un ataque pecho contra pecho. Ambos hombres tienen pocas fuerzas. Sus pechos chocan y sus cuellos se tocan también. Dorlachu roza el pelo mojado de Irceo y de nuevo ve su espalda, esta vez brillante de sudor. Tampoco esta vez resiste el ataque y tras perder terreno se separa de su amigo.
Los luchadores reconocen que el final del combate está cerca. Ambos se quitan el bañador y saben que el próximo luchador pisado perderá. Los luchadores se acercan al centro de la lona y se ungen el uno al otro con un líquido aceitoso: muslos, glúteos, brazos, pecho, espalda y cuello. Después se enzarzan de nuevo en la lucha. Dorlachu intenta atacar las piernas de Irceo, pero sus los brazos se resbalan y tiene que ponerse de rodillas y soportar sobre sus hombros el cuerpo del luchador, quien, cabeza abajo, intenta agarrar los pies de su amigo y apretarle la cabeza que se encuentra entre sus muslos. El roce de la cara entre los muslos la impregna de aceite y por unos momentos ve un poco borroso. Dorlachu enlaza las piernas por las pantorrillas con los brazos e intenta levantarse, con lo cual Irceo cae a la lona de espaldas, primero su cabeza, por último sus pies. Dorlachu aprieta su culo sobre el estómago y luego lo roza contra el pecho, resbalándose, hasta que su polla toca el cuello de Irceo, que se arquea un poco para intentar hacer un puente. Dorlachu aprieta con sus muslos la cabeza de Irceo y sus brazos (que en este último ‘tocado’ puede utilizar) luchan con los de Irceo que intentan agarrar los muslos. También levanta las caderas tras dar un golpe con las plantas de sus pies en la lona, pero Dorlachu se desliza hacia atrás, aprieta con sus muslos hacia abajo, y el culo de Irceo choca con la lona. Entonces Dorlachu coge la mano izquierda de Irceo por la muñeca y la coloca con la palma hacia abajo, forzándole a colocarse boca abajo. Primero gira la cabeza, luego los hombros, el torso y finalmente resbala sus ungidas caderas y piernas bajo sus muslos. Se acerca las caderas de su luchador amigo levantándolas y lentamente introduce su polla en el cuerpo del otro. De nuevo los dos luchadores caen a la lona. Dorlachu roza su puño por la columna de Irceo hacia arriba hasta acariciar con sus nudillos su cogote y su cabeza. En la frente mojada de Irceo aparecen unas líneas por fruncir el ceño en un gesto de tibio dolor o placer. Dorlachu, tras unos minutos arquea su cuerpo. En su cuello pueden verse venas y su rostro se muestra un poco enrojecido. Tras unos jadeos que terminan en casi gritos se desploma sobre la ungida espalda del otro luchador. Su nariz toca el pelo erizado y su mejilla termina descansando sobre una oreja de Irceo.  

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