Amanda me ha enviado el relato con las cosas que sucedieron en su encuentro con Debora, ya verás al leerlo que las dos tienen una vocación de viciosas que comparten conmigo, después seguimos charlando:
"Cuando le envié a Debora
por primer vez un mail, intuía que nos íbamos a llevar excelentemente
bien (intuición femenina que le dicen!). Por esas casualidades que
tiene la vida, caminamos las mismas calles de Belgrano; tal vez hasta nos
hayamos cruzado sin saber quién era la otra, será tal vez
que visto de hombre para ocultar las apariencias ?.
Nos inspirábamos mutuamente, ella
con su fantasía de ser hipnotizada y convertida sin saberlo en toda
una señorita, hizo que de mi cabeza naciera el cuento de La psiquiatra.
Más adelante, por algunas costumbres de Debora, me surgieron extrañas
alucinaciones que aún hoy continúan y que, en un acto de
desesperación, motivaron que escribiera, justamente, mi "Carta
desesperada", pidiéndoles a todas mis amigas ayuda para salir
de este remolino de locura que me tiene atrapada.
Debora dibuja como las Diosas y ya saben
que ha ilustrado más de un relato mío. Para Navidad me envió
una escultural Mamá Noel que dejaba en mi arbolito un hermoso regalo
(aquellas que tuvieron la dicha de verla coincidirán conmigo que
es realmente bonita).
Resultamos ser, como dirían las
antiguas maestras de grado, "tal para cual". Una escribe la otra
dibuja; una dibuja la otra escribe; como dos piezas de un rompecabezas
que encaja perfectamente una en otra. Por eso decidimos averiguar si todas
nuestras piezas encajaban una en la otra.
Nos citamos para un martes, en un café
de una esquina, aún recuerdo lo que le había escrito para
reconocer el lugar: "debajo de las medialunas gigantes". Ya se
imaginarán que hay dos cafés, uno al lado del otro: uno con
una foto de unas medialunas de confitería (esas que son para comer)
y otro con un dibujo de una media luna de esa que brilla en el cielo. Las
dos taradas sentadas casi una al lado de la otra, se desencontraron ! Para
las dos fue una desazón extraordinaria; la que consideraban una
buena amiga, les había fallado !. Pero por suerte, este maravilloso
mundo del mail, nos permitió conocer nuestro error y citarnos para
el día siguiente.
Como siempre las mutuas miradas de susto
se intercambiaron entre las dos personas que se sentaron a tomar un café.
Los mismos rodeos y atajos de siempre, los comentarios sobre el tiempo
y el calor (alguna vez les dije que sufro del calor una enormidad ?), ese
maldito calor de Buenos Aires.
Debora me confesaría luego que
debajo de los pantalones de jean, llevaba unas pantymedias color miel,
de esas micro perfumadas. Que envidia!
Por suerte hubo buen "feeling",
a tal punto que decidieron allí nomás encontrarse ese mismo
viernes en el departamento.
Pero las que me conocen o leyeron alguno
de mis relatos, saben que me gusta tener alguna sorpresita (si es un poquito
sádica mejor!), pero por ahora no les contaré lo que pensé
en ese momento para Debora.
Así el viernes nos encontramos
en el departamento. Cómo la fantasía de Debora era la de
ser convertida de varón a femme fatale por una psiquiatra media
loca (papel que me viene de maravillas, ya saben, por lo de media loca),
coincidimos en llevar adelante su fantasía.
Aún vestida de hombre dejé
a Debora en el living tomando un café y me fui corriendo al baño
a cambiarme. No las aburriré contándoles como disfruté
vistiéndome y maquillándome frente al espejo. De vez en cuando,
y para calmar la ansiedad de Debora, me asomaba para decirle que se tomara
otro café, ya que me estaba demorando un poquito.
Cuando salí finalmente del baño,
Debora me miraba sin poder creer lo que veía, una Amanda bien vestida
y mucho más resuelta (a veces el hábito hace al monje). Si
bien el café no contenía nada raro, le hice creer que había
tomado una droga que le inhibía su voluntad y que a partir de ese
momento yo la convertiría en la mujercita de mis sueños.
Así comencé a desabrocharle
la camisa y, para calmar mi libido le acariciaba, disimuladamente, sus
pechos. No le pude desanudar los cordones de las zapatillas, ya que cada
vez que me agachaba, se me bajaba el cierre del vestido y hops! tenía
que volver a erguirme para subirlo. Así que le pedí que lo
hiciera por mi. Las medias se las iba estirando y cayeron una a una en
el suelo.
Cinturón de seguridad desabrochado
y pantalones abajo. Que era eso feo que tenía puesto debajo ? un
suspensor de hombre horrible, rápidamente voló de su lugar
y con eso logramos tener a la pequeña Debora totalmente desnudita.
Mi lujuria no tenía límites y tímidamente le acaricié
el clítoris, que inmediatamente respondió: afirmativo!.
Lo primero que le enseñé,
ya que era un varoncito que estaba siendo feminizado, era cómo debían
higienizarse las nenas. La llevé al bidé y con mucho jabón
le lavé todas sus partes pudendas y luego la sequé.
Fuimos al dormitorio y le comencé
a revisar el bolsito marrón que había llevado; Dios Santo!
la cantidad de pantys que traía era impresionante ! Comenzamos con
unas color miel oscuro, mis manos se deslizaban sobre sus muslos subiendo
las medias, y oh! sorpresa para mi, las pantys tenían un pequeño
agujerito por el que calzaba perfectamente el clítoris de Debora
con toda su compañía (ya saben a que me refiero o debo ser
más específica ?).
Qué hermoso conjunto de brasier
y bombacha le coloqué luego, era negro de encaje. Le recriminé
que el corpiño era muy ajustado y que sus tetitas estarían
muy apretadas y mis manos no se podrían deslizar con comodidad sobre
sus pezones.
Mini negra y una blusa de bambula (también
de color negro seductor) completaron la ropa. Y finalmente los zapatitos
de taco haciendo juego (negros "of course").
La llevé al living para maquillarla
un poco. Sentadita cerraba los ojos y ... , bueno, les tengo que confesar
que soy un desastre como maquilladora ! hice lo que mejor me salió:
sombra, un poco de rubor y labios con rush rojo, de ese que deja las tazas
de café (y cualquier cosa que toca) marcadas (me enloquece!).
Llevé una peluca rubia con muchos
rulos que compré a la disparada en un lugar que ahora no me puedo
acordar, y al que tampoco quiero volver, ya que fue un desastre !, los
rulos se iban para un lado o para el otro, traté de acomodarlos
pero era imposible. (Debora perdoname por favor por el mal momento !) Decidimos,
no usar con ella la peluca !.
Seguimos con la lección de taconeo.
Le mostré cómo caminaban las modelos en las pasarelas, siguiendo
una recta, un pie delante del otro. Después de algún desbarranque
logró hacerlo bastante bien. Pero faltaba algo más, quería
convertirla en una lesbianita para mis juegos.
Así que primero le mostré
mi acto de magia: un vibrador por aquí, la manito que corre la bombachita,
un poco de cremita, un dulce empujoncito y, magia el vibrador desapareció
en mi trasero !.
Sentía como Debora se excitaba
a cada momento más y más, y luego del acto de magia nos fuimos
de nuevo al dormitorio. Se puso en cuatro sobre la cama, con un cuchillo
le corté las pantys para dejarle el ano al aire, dulcemente le metí
un dedito, sentí como se estremecía de placer.
Ya no soporté más las ganas
de tener su clítoris en mi boca y le pedí que se diera vuelta.
Y allí le hice mi malvada jugarreta: como siempre me cuido, le dije
a Debora que usaríamos preservativos (cosa que estamos todas de
acuerdo), pero lo que no le dije era que le pondría a ella el más
pequeño que hay y no se lo extendí del todo. Así le
quedó su miembro "acogotado" y por más que quisiera
nunca podría llegar al orgasmo y yo tendría horas de placer
con su clítoris hinchado en mi boca (no soy una verdadera bruja
?).
Ya a esa altura la bombacha de Debora
había volado por algún rincón y yo arrodillada entre
sus piernas estaba en la gloria. Subía y bajaba por su largo miembro,
lamía hasta enloquecerla sus bolsitas, le levantaba las piernas
y lamía el borde de su ano con mi lengua. Pero gracias a mi maldad,
ella no podía llegar al clímax.
No recuerdo bien cuando voló mi
vestido, pero en determinado momento saqué mi clítoris sobre
mi bombachita y Debora sentadita me lo tomaba entre sus fogosos labios.
Ahora era yo la que estaba al rojo vivo (y no solamente por el color de
mi ropa interior).
Era hora de enseñarle a la alumna
prodigio el famoso 69 (una simple excusa ya que Debora conoce muchos más
números que todas nosotras).
Debora abajo, yo arriba. Mientras succionaba
su aprisionado clítoris lentamente le introducía mi dedito
por el ano. Oh sorpresa!, la alumna hacía lo mismo. Mis uñas
(siempre me las dejo largas cuando tengo algún encuentro) se clavaron
en sus nalgas, estaba que explotaba y, como se imaginarán, llegué
a mi orgasmo divinamente !. Mientras, la pobre Debora no podía,
tenía el condón clavado a la mitad de su clítoris
y no le dejaba paso a nada.
Me apiadé de ella y juntas sacamos
el molesto aparato. Luego seguí con mi operativo bolsitas y beso
negro, Debora se excitaba y con una mano se masturbaba y con la otra me
acariciaba dulcemente mi cabeza. Sus piernitas se cerraban y abrían
hasta que su mano se llenó de placer.
Nos volvimos a cambiar como damitas de
salón, con sus faldas bien puestas y nos acomodamos relajadas en
el living a charlar un rato. Debora me mostró sus dibujos, y me
pregunté a mi misma, porqué será que la gente con
talento no triunfa en este país ?. Luego nos mostramos nuestros
ajuares, y les debo decir que Debora elige su ropa interior igual que como
dibuja: divinamente.
Realmente fue hermoso estar una tarde
con ella, se lo recomiendo a todas, es mucho mejor que estar con una psiquiatra
... "
Amanda Wells.
Y como no podía ser de otra forma, Debora me envió
un dibujo de Amanda jugando con sus chiches, dime, no te dan ganas de ayudarla?
Has visto, estas dos chicas son sensacionales, lo único
que puedo decirte es que estoy muerta de ganas por reunirme con ellas y
disfrutar de una nueva experiencia que seguramente compartiremos con vos.