Carta desesperada.


Amanda sigue enviándome relatos, y espero que estés de acuerdo conmigo que se supera a si misma, esta vez con la colaboración de Debora, que no solo ha realizado los dibujos que ilustran esta fantasía, sino que también ha participado activamente en su redacción, pero, mejor te dejo leer la carta que me ha llegado y después charlamos:


"Queridas lectoras:


Mil cosas he vivido durante mi larga existencia, pero creo que esta vez he llegado al borde de mi propia locura. Se positivamente que la edad viene acompañada por muchos achaques, la memoria se pierde y la noción entre realidad y ficción cada vez es más tenue; por eso creo que pronto enloqueceré a menos que alguna de Ustedes me devuelva la razón.


Tan solo quiero que me cuenten si a alguna de Ustedes le ha sucedido lo mismo que a mi o tienen alguna noticia sobre el tema, en ese caso sabré que no estoy loca, de otro modo recalaré pronto en el neurosiquiátrico más cercano.


Toda esta historia que me tiene a mal traer comenzó hace algunas semanas atrás cuando revisaba los emails que normalmente me envían algunas de Ustedes. Uno en particular me llamó la atención, era de una chica llamaba Waldtraut. Hasta donde yo conocía, ese nombre era un antiguo nombre germánico emparentado con las Walkirias, y en la realidad nunca conocí a nadie que detentara tal nombre.


Con gran curiosidad lo leí, realmente era un bello mensaje, tal vez escrito con modismos que me parecían antiguos pero parecía conocer y comprender hasta los más íntimos de mis pensamientos. Con una dulzura exquisita me escribía sobre mis cuentos y cuánto le agradaban, recordaba a cada uno de mis personajes con sus mejores galas, comprendía a la perfección sus miedos y felicidades.


Seguimos "emailiándonos" durante varias semanas, cada vez sus mensajes me llegaban más a lo profundo de mi corazón. Una sola cosa me llamaba la atención, ella se conectaba únicamente a altas horas de la noche, casi a la madrugada.


La semana pasada mi actual pareja se tomó quince días de vacaciones y se fue Brasil con una de sus amigas. Me dije a mi misma "Amanda, llegó el momento de disfrutar a lo grande", al fin podría pasearme por toda la casa vestida como a mi me place.


El primer día que pasé sola hacía un calor detestable (las que me conocen saben cómo sufro con las elevadas temperaturas meteorológicas, las otras las soporto con alegría). Cuando llegó la noche corría una suave brisa, abrí la puerta del balcón y me acosté con bombacha y un camisón de algodón con un yabó en el cuello y tres botoncitos que cerraban el cuello. El fresco que entraba por la puerta del balcón hacía cosquillas en mis pies y movía los bordes de mi camisón.


Pasada la medianoche y entre sueños vi una figura que estaba parada al pie de mi cama; solo atiné a preguntar quién era (pensando que mi pareja había vuelto), pero una voz melodiosa me respondió solamente un nombre: Waldtraut. Luego comenzó a hablarme sobre las cosas que nos habíamos escrito, su voz me arrullaba y no quería que parase de hablar.


Suavemente me tomó por mis pies y comenzó a doblarme hasta que mis piernas quedaron en forma perpendicular con mi tronco y la cama. Las tenía apoyadas sobre su cuerpo, que si bien estaba un poco frío, el contacto me producía un gran placer.


Sentía como mi esfínter se iba dilatando y en él se introducía una suave piel rígida. Comencé a gemir de placer y Waldtraut me movía rítmicamente, hasta que sentí cómo me inundaba por dentro y cuando se retiraba sus chorros me mojaron todo el borde del ano.


Mis piernas cayeron pesadamente y sentí como me tomaba de mi hinchado clítoris y me comenzaba a succionar; estaba excitadísima y adormilada y pronto eyaculé. Cuando lo hacía sentía cómo Waldtraut chupaba con más y más fuerza mi miembro, para beber hasta la última gota, fue una sensación única.


Quedé exhausta; no podía más, estaba completamente relajada tendida a lo largo de la cama. Waldtraut se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme todo el cuerpo y en especial los testículos, como si quisiera llevarme al orgasmo nuevamente.


Solo atiné a preguntarle quién era en realidad y cómo había llegado hasta mi. Y esto es lo que recuerdo haber escuchado entre mi somnolencia, mi incredulidad y mi cansancio:


"Hace más de quinientos años era un recio soldado germano y luchaba en las cercanías de lo que hoy es el Río Rin. Desgraciadamente no pude morir en el campo de batalla con mi espada en la mano y fui tomado prisionero por un malvado rey.


Esclavizado me vendieron por unas míseras monedas de oro. Fui llevado cargado de grillos al sótano de un lúgubre castillo. Allí conocí a quienes realmente me habían comprado, dos mujeres, que me ataron con gruesas cadenas que me sujetaban a las paredes.


De noche me visitaban. Solamente veía sus figuras moverse como sombras iluminadas por las escasas antorchas del sótano. Realizaban extraños rituales, hoy creo que las llamarían lesbianas, se amaban frente a mí con juegos que me llevaban a la locura, e invariablemente cuando ellas percibían que mi cuerpo estaba rígido, se acercaban y bebían toda mi masculinidad, así toda la noche hasta que los primeros rayos del sol entraban por el pequeño tragaluz del sótano, en ese momento se retiraban.


De día los sirvientes me alimentaban con comidas extrañas, mi sed y hambre siempre eran grandes. Lo único que pude reconocer de las viandas que me daban, eran las ostras que había comido cuando había batallado cerca del mar.


Una noche y aparentemente sin querer, en el fragor de sus juegos amorosos, una de ellas me mordió en la ingle, fue solo un raspón y un pequeño hilo de sangre. Las dos se miraron como si estuviesen espantadas y se fueron rápidamente.


Durante doce días con sus largas noches, nadie vino a verme, ni siquiera me alimentaron los sirvientes. Pero, por alguna razón que en ese momento no pude comprender, no tenía ni sed, ni hambre, ni frío, ni calor, tan solo estaba tranquilo con mi espíritu.


La noche número trece ellas entraron y al verme tan sano y rozagante, rompieron el silencio y me contaron la más cruda verdad. Me hablaron de vampiros y sus diferentes tipos y razas.


Me confesaron que ellas eran parte de un grupo donde absolutamente todas eran mujeres y su único alimento era el semen de los hombres. Normalmente, cuando un hombre era mordido por una de ellas, este moría indefectiblemente al otro día. No se podían explicar cómo aún estaba vivo, pero al sobrevivir durante ya doce días, indudablemente me había convertido en una de su clan; seguramente a partir de ese momento, mis sentimientos y mis deseos cambiarían radicalmente.


Y efectivamente así fue. Mi cuerpo de hombre se mantuvo igual, además siempre quedó joven e intacto. Mis deseos no, nunca más tuve la necesidad de tomar o comer alimentos como el resto de los mortales. También comencé a sentir una irrefrenable ansiedad de vestir ropas femeninas, sin dejar de sentirme atraído por las mujeres; era una sensación más que confusa que ellas parecían comprender.


Me soltaron, me vistieron con ropas femeninas, me bautizaron como Waldtraut, y me llevaron a otra habitación donde se encontraba otro joven guerrero como antes había sido yo. Lo desencadenaron y con fuerza sobre humana, dándole terribles golpes lo vistieron de doncella y me explicaron que si me seguían gustando las mujeres, esto me lo haría más fácil.


Lo volvieron a sus pesadas cadenas y ellas comenzaron su ritual. Eran irresistibles y con la experiencia que dan los siglos lograron que el joven guerrero travestido se excitase. Así preparado me invitaron a acercarme diciéndome que haga lo que mi cuerpo sintiera.


En ese instante comprendí el significado de lo que era convertirme en una de su clan. Las ropas que me habían puesto ayudaban a mi nueva personalidad. Sentí una terrible y femenina excitación acompañada por un hambre diferente, un hambre de semen. Me abalancé sobre el erecto miembro del guerrero y tomé todo su esperma. Durante toda la noche tomé de sus fluidos hasta que el joven cayó exhausto. Amanecía y la luz del sol comenzó a lastimar mis ojos, tuve que esconderme en un rincón oscuro para protegerme de los rayos fulminantes.


Espantado por lo que me estaba sucediendo, a la noche siguiente huí del castillo. Pero ya había cambiado, era una de ellas: una vampiro del clan de la Sangre Blanca.


Durante años viví miles de historias y aventuras y he aprendido el arte de seducir y de ser mujer. Y ahora con la maravilla de Internet, encontré la forma de ubicar rápidamente a quienes pueden alimentarme.


Soy una eterna mendiga de la noche, como verás hace siglos que la calidez del sol se ha negado para mí. Solo me tengo que contentar con su reflejo en nuestra fría Luna. El único placer que me queda de esta maldición, es beber el néctar de la vida de hermosas doncellas como tu.


Un vampiro es una criatura desdichada, vagando a través de los tiempos, teniéndose que ajustar a la moda de la época y sus caprichos estúpidos. Desgraciadamente la tela no perdura como mi cuerpo. Extraño mis hermosos vestidos de la corte de Luis XV, extraño mis hermosas medias de seda con costura de los años 50, extraño los hermosos corsets de tiras de la era Victoriana. "


Terminado que hubo Waldtraut, tan extraño relato había logrado excitarme nuevamente y volvió a repetir su maravillosa succión.


Ya al borde del delirio y exhausta completamente, me quedé profundamente dormida. Seguí soñando con vampiros de la época medieval y cuando desperté, muy entrada la mañana, mi cola estaba nadando en un charco amarillo.


No se si todo fue un sueño y de noche me masturbé o si todo lo que les he contado es la más absoluta de las verdades. Solo les pido que si alguien tiene un mensaje de Waldtraut,o sabe dónde ubicarla,o conoce algo sobre el tema, me lo hagan saber a la brevedad,
escríbeme a mi mail. Tan solo estoy a un paso de la locura más absoluta, por favor ayúdenme a saber que es lo que me esta sucediendo.


Amanda Wells.


PD: un especial agradecimiento a Debora que ha escrito parte de mi carta y me ha sostenido la pluma un par de veces. Ella es fuente de inspiración y sosiego, además de ilustrar como los dioses mis relatos."


Hace unos años fueron Borges y Casares, hoy estoy segura que podríamos decir que son Amanda y Debora las escritoras de nuestros días, es mas, sospecho que Amanda ha encontrado en su sótano el Aleph famoso que le permite usar su imaginación de esta manera.


Y como no podía ser de otra manera, aquí están los dibujos de Debora:



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