Colaboraciones


Esta página está exclusivamente dedicada a mis amigas, son ellas quienes la hacen posible y aquí pondré los dibujos, retratos y fotos que ellas me envíen.


La dedico especialmente a Vania, quien la ha comenzado enviándome algunas fotos suyas y dándome la idea.


Vania


Silvia, una nueva colaboradora se ha sumado a estas páginas, con ver sus fotos ya no es necesario que te diga que es hermosa y que tiene unas piernas espectaculares.


Espero si dentro de poco poder contarte como se transformó en mi esclava y lo mucho que disfruté azotándola.



Mientras tanto, Silvia me ha enviado una fantasía que no es necesario decirte, espero dentro de poco se convierta en realidad:


"Hoy me desperté soñando que tú y yo estábamos en una fiesta en la que había muchos travestis y lesbianas hermosas.


Había en la fiesta muchas parejas de amos y esclavos, pero cuando entramos tú y yo todos nos miraban por lo hermosas que estábamos y por la cadenita dorada que pendía de mi collar de cuero negro, cuyo otro extremo llevabas en tu mano.


Llevándome de ese modo, todos sabían que eras mi ama y yo la esclava. Nos hicieron sentar junto a otras parejas similares y charlamos todas mucho rato. De pronto, una de ellas comenzó a franelear en público y eso te excitó mucho.


Delante de todos me ordenaste que me pusiera de pie y me desnudara. Todos quedaron atentos para ver qué hacía yo. Me puse de pie y, lentamente, me quité el vestido y el corpiño. Me quedé inmóvil, esperando no sé que, con las manos tapando mis tetitas. Me ordenaste entonces que también me quite la tanguita.


Algunos hicieron cierto gesto de sorpresa ante tu orden. Pero yo, obediente, lentamente y con mucha elegancia, me la quité y cubrí con mis manos las partes ahora desnudas. Mientras, tú me mantenías sujeta de la cadenita.


Cuando estuviste satisfecha de mí, les dijiste a todos que nos disculparan ya que nos retiraríamos un momento a una de las habitaciones preparadas para tener un momento íntimo. Una de las mujeres te propuso que lo hagamos delante de ella y su pareja travesti.


Me miraste para ver si yo estaba de acuerdo y asentí con la cabeza. Pero, les aclaraste que sólo podrían presenciar el momento en que debía yo excitarte y cuando me domaras. No lo posterior.


Aceptaron de buen grado y se sumó otra pareja. Subimos todos por la escalera. Yo era la única que recorría el salón desnuda ante la vista de todos. Sólo tenía puestas mis sandalias de taco aguja y medias negras, además de las alhajas. Entramos todos en una lujosa habitación. Había un gran sillón, la cama de matrimonio y un caballito del amor o "potro".


Los "voyeurs" se sentaron todos en el sillón, espectantes. Tú entonces cerraste la puerta y me ordenaste arrodillarme en el suelo a la vista de ellos. Te levantaste la falda escocesa, bajaste tu bombachita blanca y pusiste tu clítoris en mi boca.


Todos se maravillaron de como yo lo chupaba. Te pedían que me prestaras a ellos, te decían toda clase de chistes alusivos a mis succiones. Yo debía seguir chupando sin reparar en lo que nos decían y así lo hice.


Tu clítoris estaba cada vez más grande dentro de mi boca. De pronto, me lo retiraste y me ordenaste ponerme en el potro. Me levanté, giré, y con pasitos muy cortitos y femeninos me dirigí al caballito.


Allí me coloqué de rodillas y me recliné dejando bien parada y receptiva mi cola desnuda. Sacaste de tu cartera el látigo y unas soguitas rojas y me ataste fuertemente los pies y las manos. No podía ya moverme.


Luego comenzaste a azotarme y yo a gemir como una desgraciada. No los conté, pero eran muchos y hacían mucho ruido. Cuando ya la cola se me puso muy roja, paraste y me la besabas como si con ello estuviéras queriendo resarcir tanto dolor.


Te dirigiste a las parejas y les pediste que se retiraran porque lo que me harías ahora no debía verlo nadie, era algo íntimo entre nosotras. Todos se levantaron y sin ganas se retiraron.


Cuando estuvimos solas, yo seguí atada en el potro y tú te pusiste un preservativo. Te ecercaste a mí por detrás y con mucha delicadeza comenzate a lubricarme con una crema muy perfumada. Yo gemía de placer.


Me pedías que no sea tan gritona, me dabas chirlos en la cola con la mano, pero no podía evitarlo. Cuando me penetraste lanzé un grito que debe haberse oido desde el salón de la planta baja, porque al instante se oyeron muchas risas.


Muchos besitos Tu Silvia"


Si quieres, puedes escribirle una carta a Silvia también.


Volver a la Página Principal


Si quieres, puedes enviarme también fotos o dibujos


1