La Psiquiatra.


Una vez mas Amanda nos deleita con sus historias, pero ahora parece que además estaba particularmente inspirada, primero lee la historia y luego te haré mis comentarios (no quiero tampoco arruinar el suspenso).


"Esta historia es muy particular; y trata sobre sucesos extraordinarios que me han sido revelados por una persona que mantendré, por su seguridad y la mía, en el más absoluto secreto. Y al igual que el "Informe sobre ciegos" de Sábato, causa en mi una sensación de estar a merced de poderosas fuerzas ocultas que son manejadas por seres humanos que tratan por todos los medios de influir sobre el resto de la humanidad.


Realmente no se si todo lo que me relataron es verdad, lo cierto es que las personas que intervienen las he conocido y justamente por ese conocimiento es que sospecho que efectivamente se trata de sucesos que han ocurrido y están ocurriendo.


He cambiado los nombres y, como en los cuentos de Kafka, solo nombro a las personas por una inicial, que en algunos casos coincide con la verdadera y en otros no.


Lo concreto es que una tarde del caluroso verano de Buenos Aires, me encontré con mi viejo amigo D en un café. Yo veía que estaba algo cambiado, que su aspecto no era el de siempre. Luego de dar muchas vueltas y pidiéndome que mantuviera en el secreto más absoluto lo que me iría a decir me contó lo que le estaba sucediendo.


En la historia que sigue trato de ser lo más fiel posible al relato original, por ello está escrito en primera persona, como si lo hubiese realizado D:


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Mi nombre es D y siempre quise dejar de fumar, era un objetivo desde que vi que muchas personas sufrían calamidades por culpa del tabaco.


Seguí infinidad de tratamientos: láser, digitopuntura, sermones de la iglesia, todo era inútil. Hasta que un día vi un aviso en el diario que decía: "Tratamiento Hipnótico, para dejar de fumar definitivamente; Dra. K, Psiquiatra".


Cual no sería mi sorpresa cuando reconocí en el nombre de la Dra. el de mi profesora de Psicología del secundario. Realmente nunca creí una sola palabra del tema del hipnotismo y jamás se me hubiese ocurrido ir de no tratarse de la Dra. K.


Recordé las clases que ella nos daba en el colegio y aunque a casi todos nos iba bien en su materia, un grupo de chicos nos reuníamos a estudiar y a recibir clases privadas en su casa.


No éramos más de cuatro o cinco, pero todos coincidíamos en que ir allí era algo agradable, además, nos servía un exquisito té acompañado por unos deliciosos bizcochos. Al salir nos sentíamos relajados y libres, aunque la mayoría de las veces no recordábamos que tema habíamos estudiado. Era curioso aunque cobraba bastante caro las clases todos queríamos ir, y dábamos mil y una explicación a nuestros padres para convencerlos de que era estrictamente necesario tomar esas lecciones adicionales.


Ese fue justamente el año en que en la Argentina la dictadura terminaba de ejercer el poder y la democracia asumía en diciembre. Al año siguiente no la volvimos a ver en el colegio y los que normalmente íbamos a sus clases lamentamos mucho eso.


Cuando vi su nombre en el aviso sabía que se trataba de algo serio y decidí probar el tratamiento.


Sentí una alegría inmensa al verla abrir la puerta del consultorio y reconocerla inmediatamente; habían pasado quince años y estaba igual. Ella al reconocerme también se puso muy contenta.


Comenzamos la sesión, ella me sentó en un diván y me dio a tomar un vaso que parecía contener agua, pero su sabor era muy parecido al del té que nos daba en la época de las clases. Sus palabras me envolvieron hasta que quedé adormilado y no recuerdo más nada.


Al cabo de cinco semanas dejé definitivamente de fumar; el olor del cigarrillo ahora me produce náuseas.


Le fui a agradecer a la Dra. K, pero debo confesar que más que por darle el agradecimiento en si, quería verla, sentía una atracción muy particular por estar en su consultorio, al igual que en la época de estudiante por estar en su casa.


Era un viernes a la tarde, ya no iba a atender a ningún paciente cuando entré a su consultorio.


Cuando comenzó a hablarme no entendía absolutamente nada de lo que me decía: Me felicitaba porque había llegado a un nivel superior y estaba en condiciones de ser ascendida dentro de la organización. Permanentemente se dirigía hacia mi en género femenino. La interrumpí pidiéndole explicaciones sobre lo que me estaba contando; fue en ese momento (como dice ella) que me iluminó.


Me contó que estuvo trabajando en un proyecto secreto con el gobierno militar para influir sobre las masas por medio del hipnotismo y realizar lavados de cerebro a los disidentes del régimen; que había tenido acceso a todas las investigaciones que se habían realizado sobre el tema desde la Segunda Guerra hasta nuestros días y, en la época de los militares, ella tenía pleno acceso a las drogas que se utilizaban en los experimentos.


En esa época en particular, ella había utilizado las técnicas y drogas para experimentar con jóvenes y simultáneamente satisfacer su libido en forma privada.


Cuando la democracia retomó el gobierno ella se fue (prácticamente huyó) a EE.UU. a seguir con sus investigaciones en un departamento de la CIA que se ocupa de guerras psicológicas y lavados de cerebro de espías. En la actualidad tenía un pacto con ellos que le permitió regresar al país y conseguir todas las drogas que quisiera a cambio de que fueran informados sobre los progresos que ella lograra con los experimentos a desarrollar en Argentina.


Ahora trataba de completar su proyecto privado que consiste en tener un ejército de hombres convertidos a esclavas para su atención personal y satisfacción de su libido.


En ese momento, no le creí absolutamente nada, no podía ser que una persona tan considerada y atenta como ella tuviese una mente tan pervertida.


Ella entonces prendió el televisor y puso un video. Mi piel se erizó, era de la época en que íbamos a su casa, allí estábamos todos desfilando sobre una pasarela con ropas íntimas de mujer; yo con un hermoso conjunto de corpiño y bombacha rosa con un negligé al tono encima; R con una negra peluca de cabellos lacios, corset negro con portaligas que sostenían unas medias de red negra; J con un vestido de novia blanco lleno de moños y una peluca rubia con bucles y E con un vestido rojo de lycra en el que se notaban los portaligas cuando caminaba y maquillado como una prostituta. Todos usábamos zapatos de taco alto.


En un costado se veía a la Dra. K masturbándose con un consolador mientras nosotros pasábamos una y otra vez frente a ella. En un determinado momento comenzó a dar una especie de órdenes a los que estábamos allí, pero no las pude comprender muy bien, eran palabras extrañas, pronunciadas también en forma extraña.


A J le dijo algo como "Fier" y J se levantó la pollera del traje de novia, se arrodilló y luego se puso en cuatro. A E le dijo "Rain con J" y E se puso detrás de J y levantándose su mini comenzó a penetrarlo. Era una prostituta poseyendo a una virginal novia.


A mi me ordenó "Luchs a R" y me vi cómo me arrodillaba frente a R, le sacaba el pene por un costado de la bombacha y se lo comenzaba a succionar hasta que mi boca se llenaba de leche.


Al final todos rodeábamos a la Dra. K que se había desnudado completamente y cada uno de nosotros nos íbamos turnando para lamerle una parte del cuerpo. Parecía que la parte que más nos gustaba era su clítoris y su vulva, porque casi nos peleábamos por ocupar ese lugar. Luego E con su traje de novia arremangado y yo la penetrábamos en sus dos orificios simultáneamente, nuestras caras demostraban una felicidad tremenda y ella se mostraba más que satisfecha.


Cuando terminó el video quedé atónito, la miré como pidiéndole explicaciones pero ella puso otro video.


Este era actual, de las sesiones para dejar de fumar. Me explicó que en el estado avanzado de dominio hipnótico que ella tenía sobre mi, hubiese alcanzado con la primer sesión para lograr el objetivo (dejar el cigarrillo), en las otras mas o menos había pasado lo que iba a ver en el video.


Y allí estaba nuevamente yo, desvistiéndome y poniéndome primero una bombacha cola less, luego unas pantymedias blancas de lycra pero con la entrepierna perforada, un corpiño con mucho encaje y postizo incorporado que me hacía ver como Moria Casán, una peluca de pelo rubio lacio, un uniforme de enfermera blanco con la pollera mini y sobre la peluca una cofia blanca con la cruz roja. Completando el uniforme me ponía unos zapatos blancos de tacón.


Frente al espejo me maquillaba con maestría, luego me explicaría K que había sido su mejor alumna en la época del secundario en esa materia.


Se veía cuando la Dra. K se tiraba sobre el diván y se levantaba la pollera y aparecía un enorme prótesis de cintura con un pene negro; "Luchs" me decía y yo me abalancé sobre la prótesis y lamía con frenesí. "Fier", y me puse en cuatro sobre el diván. K levantó la mini del uniforme blanco y me penetraba por entre medio de la perforación que tenían las pantymedias con el enorme dildo. Veía mi cara y no podía creer que mis labios se relamían y mis ojos se entrecerraban como si gozara de la situación al máximo.


Cuando terminamos de ver el video. La Dra. K me dijo (en realidad me ordenó) que a partir del día siguiente comenzaría a trabajar para ella, necesitaba una enfermera que la ayudara con sus pacientes porque ya no podía atender a todos.


Y aquí estoy con vos A, contándote esta historia que parece increíble pero tan real es que hace un mes dejé mi trabajo anterior y ahora estoy atendiendo junto a la Dra. K y lo peor de todo es que lo estoy disfrutando, nuestro ejército crece día a día. Estoy esperando con ansias la orden que me imparte mi Ama y Señora, y nos turnamos en recibir y dar atenciones de las "chicas" que ella hipnotiza.


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Esta es la historia que me contó D. Ustedes juzgarán cuanto puede haber de cierto o no en el relato; lo concreto es que yo, aunque en mi vida he probado un cigarrillo, comenzaré el tratamiento para dejar de fumar la semana próxima. "


Amanda Wells.


Has visto que maravilla, no puedo decirte otra cosa que debo coincidir con Amanda en que el tratamiento es sensacional y que estoy sumamente interesada en dejar de fumar (aunque sospecho que deberé entrener mi boca con otra cosa).

Y como si fuera poco, Debora, otra amiga que he hecho gracias a esta página ha colaborado con Amanda para ilustrar el cuento, dime que te parecen sus dibujos (a mi por lo menos me excitan y mucho).


 


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