Esta es la historia de una feliz reunión
en la que tal como podrás ver, dejamos salir a nuestra mujer
interior, pero primero lee el relato de Amanda, no te
arrepentirás:
"Amanda estaba feliz; luego de muchos años de cabildeos,
idas y venidas, había terminado de equipar su sótano. Y para la
inauguración, no tuvo mejor idea que hacer una fiesta de
disfraces a la que invitó a sus amigas del alma: Ana Raquel,
Georgina, Paola y Romina.
Aunque Georgina, por motivos de viaje, no podía venir a Buenos
Aires, decidieron realizar la fiesta inaugural un sábado a la
tarde.
Amanda estaba regia; se había puesto un corset estilo francés
de ballenas, anudado en la espalda de color fucsia todo plagado
de encaje blanco, que le daba una figura de reloj de arena
envidiable. La bombacha blanca, era del tipo que se usaban en la
época de la revolución francesa: de volados, le llegaban hasta
los tobillos, haciendo las veces de medias. Los zapatos negros de
tacón ancho lucían una gran hebilla plateada. A modo de falda
usaba el esqueleto de un miriñaque adornado en el borde inferior
con grandes moños color fucsia. El miriñaque dejaba ver todo el
esplendor de su ropa interior.
Se había maquillado con una base blanca y con grandes líneas
negras hacía resaltar sus ojos celestes, su boca parecía una
apretada mariposa roja sobre un blanco mantel y un gran lunar
negro adornaba una de sus mejillas. La peluca platinada estaba
peinada hacia arriba y un mechón en forma de rulo caía sobre su
cara. Un collar de perlas de tres vueltas completaba su atuendo.
Realmente parecía María Antonieta en paños menores.
Unos sahumerios prendidos llenaban todos los rincones con olor a
lavanda, y el sonido de un saxo melodioso que salía de la
compactera daban a la casa un toque de sensualidad muy especial.
En la medida que las chicas fueron llegando corrían al baño a
cambiarse.
Romina, incontrolable en sus deseos de ser una colegiala
aplicada, se puso una peluca de trenzas, rematada con dos moños
azules en las puntas; medias tres cuarto blancas, zapatitos
guillermina y un delantal blanco tableado que se abrochaba en la
espalda. Las pecas que se había pintado sobre la nariz, le daban
ese aire entre angelical y diabólico de las niñas en edad
escolar.
Paola se puso un vestido entallado (azul oscuro) de la moda de
los 50 que complementaba su ropa interior de esa época, el
detalle sexy lo daban sus medias con costura y sus zapatos negros
de taco aguja. El sombrero con red que cubría gran parte de su
cara, no dejaba apreciar su maquillaje del todo; una plumita
prendida al sombrero, bailoteaba en el aire cuando movía su
cabeza.
Ana Raquel escogió un típico atuendo de prostituta moderna:
altos zapatos, medias caladas, mini de lycra (roja) que al
caminar dejaban ver los broches de sus portaligas, una blusa
escotada por la que escapaban los encajes de su corpiño y parte
de sus senos. Su pelirroja peluca estilo punk, la bijouterí
recargada y su impecable maquillaje la hacían aparecer como si
hubiese luchado con seis hombres y dos tigres y haberles ganado
la batalla.
Las cuatro lamentaron la ausencia de Georgina, que iba a venir
con su nuevo uniforme de mucama francesa a atender la mesa. A
falta de la mucama Amanda se sacó el miriñaque e hizo las veces
de anfitriona sirviendo el te de rosa mosqueta que acompañaron
con unas exquisitas masas de crema chantillí.
Se pusieron a charlar y el tema que surgió fue el de las super -
fantasías no realizadas; se despacharon a gusto describiendo lo
que cada una no había podido realizar aún; la tensión en el
ambiente se fue incrementando a cada relato.
Romina, la colegiala, se moría por estar en el baño de una
escuela, que sus compañeras la manosearan y dentro de un
cubículo donde está el inodoro, la violaran con un consolador
Paola soñaba con viajar en un colectivo repleto de gente que la
aplastara, le tocaran sus senos y cola; y finalmente que un
obrero de la construcción la llevara al último asiento del
colectivo y frente a todos los pasajeros, le levantara la
pollera, sacara el miembro por la bragueta, y le hiciera el amor.
Amanda quería ser una dama en la corte del rey Luis XV y ser la
amante de varios nobles, escondiendo a unos y otros bajo la cama
o en los armarios y haciendo enredos a más no poder con todos
ellos.
Ana Raquel soñaba con ser virtualmente secuestrada por una mujer
dominante, obligada a transformarse en una prostituta particular
para ella, y finalmente ser entregada por su Ama a un grupo de
amigas las que se encargarían de violarla utilizando prótesis.
El ambiente cada vez se hacía más denso, la sensualidad flotaba
en el aire, los detalles que cada una ponía en sus relatos
hacía que las demás se excitaran, se acomodaban en las sillas,
se movieran sus faldas. Amanda pensó que ya era hora que
conociesen su sótano y las guió escaleras abajo.
Abrió la puerta y una exclamación de sorpresa salió de sus
amigas. Allí frente a ellas, se abría un amplio salón, cerca
de una pared se encontraba un hermoso cepo de madera, al fondo
una cama espartana forrada en cuero, de una pared colgaban
mordazas, cadenas, látigos, ropa de cuero, bozales, collares de
cuero; un espejo que cubría otra pared daba la sensación de que
la habitación era más grande de lo que realmente era.
Ana Raquel no resistió la tentación de utilizar los juguetes,
tomó de una oreja a Romina y la puso en el cepo, cerró los
candados que se encontraban a ambos lados y la cabeza de Romina
quedó entre sus dos manos, inmovilizada. Como empezara a chillar
le puso una mordaza de bola roja en la boca.
Amanda tomó a Paola y la tiró, boca abajo, sobre la cama de
cuero. Paola se empezó a excitar cuando le ponían los
brazaletes en muñecas y tobillos que la fijaban en cruz a cada
una de las puntas de la cama. Amanda tomó un almohadón
cilíndrico de unos 30 cm de diámetro y se lo puso en la panza a
Paola, así esta quedó con la colita levantada.
Paola comenzó a mojarse cuando le levantaron la falda y le
sacaron la bombacha. Con los portaligas modelo '50 puestos, dejó
su culo al aire y su clítoris colgando sobre el almohadón.
Amanda se puso una prótesis de cintura sobre sus bombachas
largas y embadurnándola bien en crema se lo introdujo a Paola,
que de gozo empezó a chillar. Molesta por los chillidos, Amanda
se desabrochó la prótesis (dejándosela a medio entrar) y le
sacó la mordaza a Romina, para ponérsela a su víctima.
Mientras tanto, Ana Raquel, viciosa tal como la conocemos, luego
de inmovilizar a Romina, tomó un pote de crema y comenzó a
lubricar su propia cola, al poco tiempo, estaba profundamente
excitada y con una excelente dilatación, situación que
aprovechó para introducirse lentamente otro de los vibradores
que se encontraba sobre una de las mesas para luego subir
nuevamente la bombacha a fin de que este quedara firme en su
lugar.
Profundamente excitada ante la estimulación que estaba
recibiendo y contemplando el paisaje de las nalgas de Romina, se
decide entonces a abrirselas con sus manos y estaba entregarse a
la tarea de penetrarla con su lengua. Romina, imposibilitada de
gemir por la mordaza, no por ello dejó de erguir mas su
deliciosa cola a fin de facilitar la tarea de Ana Raquel.
La visión de la mordaza roja debajo del sombrero de red de
Paola, excitó sobremanera a Amanda, que desabrochándose sus
largas bragas por el frente y el trasero, sacó a relucir su
clítoris y cola. Romina, mientras, se regocijaba con el
tratamiento que le estaba dando Ana Raquel, que ya tenía su
clítoris a medio viaje dentro de su ano y se balanceaba
rítmicamente.
Amanda apoyó su cola sobre la boca de Romina, que, en un acto
instintivo (y porque estaba fija en el cepo), comenzó a lamer
desenfrenadamente. Ana Raquel desde atrás, y deteniendo un
momento su tarea, deslizó un vibrador en el ano de Amanda. Ella,
feliz se dio vuelta y dejó que Romina le comenzara a succionar
su clítoris.
Aunque parezca paradójico, Paola fue la primera en tener su
orgasmo, sola, atada como estaba, amordazada, y con un consolador
a medio poner; viéndose en el espejo se excitó a tal punto que
se hizo encima . La siguió Ana Raquel que con sus embates había
magullado todo el cuello, hombros y muñecas de Romina contra el
cepo.
Amanda tardó apenas un minuto más y manchó toda la cara de
Romina, que parecía llevar la peor parte por un lado y la mejor
por otro (al recibir la atención de Ana Raquel en su cola).
Recibió su compensación, porque después que las amigas
llegaron a su clímax, sin sacarla del cepo, se fueron turnando
para besar, acariciar y succionarle su clítoris hasta que llegó
al orgasmo.
Como Ana Raquel se había quedado con algunas ganas, la dejaron
probar la bicicleta fija, era igual a la que se encuentra en los
gimnasios, pero en lugar de asiento tenía un falo que vibraba de
acuerdo a la velocidad que se pedaleaba. Casi le da un ataque
cardíaco de tanto pedalear; pero en su cara se veía una enorme
sonrisa de placer.
Cuando se despidieron se acordaron de Georgina, que seguramente
hubiese disfrutado de la fiesta inaugural del sótano; así que
acordaron que cuando viniese a Buenos Aires, se volverían a
reunir (todas esperaban que fuese lo antes posible ...). "
Amanda Wells.
Como habrás visto Amanda una vez mas nos ha
sorprendido a todos con su imaginación, pero mas me sorprendió
a mi todavía ya que esta es mi secreta fantasía, reunirme con
un grupo de CD y realizar nuestra pequeña fiesta particular. Tu
te atreverías a participar también?