Iglesia de la Comunidad Metropolitana
Una Iglesia para tod@s
Iglesia de la Comunidad Metropolitana
La Iglesia de la Comunidad Metropolitana es una iglesia ecuménica, es decir, nuestra fe es la fe sustentada en Jesús, hijo de Dios Madre y Padre, que vino al mundo a dejarnos un mensaje de amor, la redención de nuestros actos al margen del amor, libertad, fraternidad y unidad con Dios a través de nuestra fe en la Trinidad que es un solo Dios que se manifiesta en Dios, Madre y Padre de bondad, Jesús su hijo, redentor nuestro y en el Espíritu Santo protector. Nuestra Iglesia retoma, por su ecumenismo, la tradición cristiana primitiva común a todas las expresiones actuales de la cristiandad, con las que pretende establecer un diálogo respetuoso y, en la medida de lo posible, un trabajo conjunto; al igual que con cada una de las diferentes religiones del mundo, con las que converja en esa fuente primigenia y meta final de amor y colaboración.
Dios es uno y es de tod@s
En esta frase podemos sintetizar nuestra teología, cuyo punto de partida es: "Dios te ama tal y como eres". Desde donde comenzamos nuestro acercamiento a Dios, quien genera en hombres y mujeres múltiples formas de expresión de la fe a través de una diversidad de cultos, iglesias y expresiones, pero que no deja de ser Uno y para tod@s, de acuerdo con la forma en que cada quien le entienda, viva o se le acerque, ya sea de manera individual o comunitaria.
Dios es amor que no excluye, que no margina; misericordia, esencia de la pluralidad y la diversidad. Amor y misericordia que abre sus brazos a quien desee estar en su regazo; que llama amorosamente y que no amenaza ni condiciona se presencia y compañía, pues todo lo da incondicionalmente: vida, razón, libertad, cuerpo, voluntad y un mundo, nuestro mundo, éste mundo para vivir plenamente.
Dios nada nos pide, se complace en que amemos a nuestr@s semejantes con la misma incondicionalidad con que nos ama, en que seamos responsables y libres. Para facilitar nuestro andar por este sendero no acompaña y nos guía, nos ilumina con la luz de su presencia y nos alienta con el calor de su espíritu de amor.
Con la guía de esa fe se ha formado, establecido y dirigido la Iglesia de la Comunidad Metropolitana desde y para las llamadas "comunidades de la diversidad sexual", en las que estamos integrad@s homosexuales, lesbianas, heterosexuales, trasvestis, transexuales, célibes, bisexuales... hombres y mujeres todos y todas ellas que saben que vivir su sexualidad, como expresión de amor en el respeto y con responsabilidad no se contrapone, de modo alguno con el desarrollo y fortalecimiento de su espiritualidad y la vivencia cotidiana de su fe en Dios.
Mas no solamente se dirige a los hombres y mujeres desde la perspectiva de su orientación y/o preferencia sexual, sino que se dirige e integra a todo hombre y a toda mujer independientemente de cualquier "diferencia" que los convencionalismos sociales, políticos, raciales, económicos, e inclusive religiosos y de estado de salud, se han formulado para dividir al género humano.
Por ello, la ICM no comulga con la marginación, exclusión o los intentos de violencia física, psicológica o moral para justificar cualquier intento de dominación, exclusión o desaparición de lo "diferente"; muy por el contrario, está a favor del diálogo respetuoso y la convivencia fraterna, así como de la crítica de todos los hombres todas las mujeres que compartimos este mundo en que vivimos conjuntamente y que es nuestra responsabilidad, responsabilidad de tod@s nosotr@s.
Ciertamente hay quienes afirman que Dios no acepta las prácticas sexuales de la comunidad lésbico-gay y utiliza diversos textos "sagrados" o que son base para la fe en Dios, para sustentar sus "argumentos" en contra de nuestras comunidades. A Ell@s respondemos no con ataques o provocaciones, sino con un llamado respetuoso a revisar los textos bíblicos y/o sagrados de las diferentes religiones para entender que Dios no discrimina, no margina, y mucho menos abomina a ningún ser humano que ama con integridad, respeto y responsabilidad, independientemente de su orientación sexual.
Por ello es que afirmamos que la ICM no es un espacio de tolerancia, sino de respeto, no de exclusión, sino de inclusión en convivencia fraterna; no de una fe ciega, sino crítica y de continuo aprendizaje; en fin, no es una iglesia dogmática, sino más bien una comunidad que se construye día con día en el amor, la libertad, la responsabilidad y el respeto.
Dios te ama tal y como eres
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