Algunas fotos de la marcha del año 2002
Adrián Palma. Reflexiones instantáneas o apuntes para el debate permanente. Desconfío de los liderazgos, de los liderazgos que se piensan para sí mismos, que se hacen chaquetas mentales y que realmente se creen eso de que las cosas se hacen solamente por uno y que las cosas dejan de aparecer por la voluntad de uno. Demasiado ego como para vomitarlo. Huirle al ego, al narcisismo. Los liderazgos no existen sin todo un equipo atrás, sin todo un trabajo colectivo que lo sustente, pero tampoco sin el reconocimiento de ese colectivo al o la líder (esa). El carisma ha sido una parte fundamental, importate y aveces ciega del reconocimiento de ese liderazgo. Un sociólogo de nombre Max Weber hace más de un siglo escribió brillantemente sobre este fenómeno de la obediencia a las fíguras centrales que podemos llamar líderes. En su tipología de la Dominación -Tipos de Dominación (ver Economía y Sociedad)- nos dice que la dominación "es la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para toda clase de mandatos)" (Economía y Sociedad. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 170) Dominado es aquel que acepta esa obediencia, Weber no señala necesariamente que sea esto una dictadura "perfecta" al estilo de cómo Vargas Llosa llamó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México y con, por eso Weber habla de dominación legítima, y de tipos puros (teoría) de dominación legítima. En esto que Weber llama "Tipos Puros de Dominación Legítima" aparece a uno bastante interesante, y nos puede ayudar a entender este asunto del liderazgo, y que es ni mas ni menos que es la Dominación Carismática, dominación donde más tiene enclaves la liderazga -ya me aburrio llamarlo el-. La dominación carismática descansa "en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona ya las ordenaciones por ella creadas (Economía y Sociedad, p. 172). En este tipo de dominación podemos ver a todas las madres Teresas que se erigen en un papel estoico, tratando de demostra su sacrificio, "su capacidad" de trabajo, de entrega , de dedicación, ya saben todo eso que lo hace extraordinario, extracotidiano -cómo dice Weber-. El carisma es fundamental para los liderazgos, y éstos para nuestra cultura, más aun son específicamente culturales. En una cultura política vertical como la de México, siempre se necesitó una masa anónima y una "cabeza visible"de los movimientos sociales. El 68 no solo fue Luis González de Alba, Alvarez Garín, Guevara Niebla, El Pino, El Buho, Ana Ignacia Rodríguez "La Nacha", Roberta Avendaño "La Tita". Fueron un chingo de gente inconforme con el sistema, fue pues un movimiento: intelectuales (José Revueltas -homófoba ella pero bueno-), poetas, literatos, cineastas (Leobardo López Aretche). Me parece que l problema de los liderazgo debe explorase mucho más, indagar sus modalidades en México, reconstruirlos, desconstruirlos, crear otros perfiles éticos de ellos. No perdamos nuestra memoria colectiva chingá, por eso tenemos conflictos cuando queremos referirnos al Movimiento LGBT, porque nuestros referentes se pierden en un puñado de "cabezas visibles", caemos en la acusación fácil y visceral y dejamos de lado una cultura política que cuestione la sexualidad. ¿Cuáles son nuestros referentes? ¿El GUDS?, je je ¿Las sociedades de convivencia?, ¿qué manifestaciones culturales tenemos? ¿la marcha? El movimiento está careciendo de discursos sociales, de agenda también le llaman. La atención que se le pone a un evento como la marcha es un reflejo de ello, la marcha está quedando como el último resquicio de la articulación entre los colectivos lésbicos, gays, sin definición, de lucha contra el SIDA, bisexuales, colectivos que Gobernación seguro tiene bien clasificados. A los colectivos y ciudadanos interesados o posiblemente politizados se les están olvidando las prioridades para articular una lucha. O más que olvido tendríamos que ver el ejercicio del poder en estos espacios, y que se acuerdan solamente de los crímenes de odio por homofobia, de la violencia cotidiana que significa silenciar tu sexualidad, del VIH en los foros y los reflectores o en su defecto en las financiadoras. Predecible ya es el fervor que se presenta en la organización de la marcha, las pasiones y demonios que desatan. La organización de la marcha es un espacio donde se visibilizan las fuerzas y los juegos de poder que compondría un posible movimiento o un extinto movimiento. En tanto la marcha solo pasa ser un carnaval más, como el de Veracruz o el de Brasil, que sale un día del año reservado para transgredir los limites que cuestionan una sexualidad dominante. Metáfora sugerente la de los carnavales que siempre anteceden a Semana Santa, al estoicismo, y la cultura judeo - cristiana. Todo el resto del año queda guardado en los baños mina, en todos los cabareTITOS, en el metraware, en el autocunsumo, y la seguridad de las fiestas privadas, en las aisladas y recriminadas muestras de amor públicas -de putos o lesbianas no pasamos-. Quedan en el circulo que permite la dominación masculina, que permiten las grandes estructuras que detentan el privilegio de definir, dicotomizar el género y la sexualidad (hombre-mujer, masculino-femenino, heterosexual-homosexual). En este contexto de objetivos, de dirección de los colectivos, de los ciudadanos, de la sociedad civil -en su sentido de participación social, digo porque Sociedad Civil puede ser cualquier empresa lucrativa- la dicotomía marcha "empresarial-comercial", "marcha política" carece de sustento, es falsa. Ninguna de las dos plantea un discurso ampliamente incluyente y ampliamente político, la que más se acercaría a esto sería lo de las sociedades de convivencia, pero los que gozamos, sentimos un erotismo con otro cabrón, con una vestida, con una una lesbiana o con todos los que podamos combinar sexualidad y género, sabemos que nuestra diferencia y nuestro lucha por una equidad no acaba en los códigos civiles o penales. Que es una avance, claro que lo es. El que el Estado lo reconozca sienta las bases jurídicas para exigir más, sin embargo sería iluso pensar que las sociedades de convivencia, será la plataforma para un reflujo en el Movimiento. Habría que analizar su estructura política para darse cuenta de ello. No estoy descartando el proyecto de Sociedades de Convivencia, me parece completamente plausible el trabajo de la Diputada Enoé Uranga, en términos de poner a debate público las sexualidades. No hace mucho pude verla por televisión defendiendo vehemente las sociedades de convivenvia, en medio de una asamblea, , misógina y homófoba. Para volver al punto de partida con eso de la liderazga, yo mas bien apelo a una construcción ética de los liderazgos, ¡ay viejo debate entre la política y la ética!. Weber concretamente no se mete con el liderazgo, pero sí anota esta cuestión del carisma como una parte fundamental de la obediencia (dominación le llama él), en el cual el carsma juega un papel muy importante. Sobre este suelta algo que llamo mi atención, y que se refiere a que el carisma pues si bien no es innato -porque hay una serie de cuestiones sociales que lo posibilitan, no sé pensemos en el cuerpo, en términos foucaultianos- tampoco se aprende en un curso de oratoria y superación personal, óiganlo bien reinas protolíderesas. Weber refirienose al carsisma: "solo puede ser despertado" o "probado", no "aprendido" o inculcado" (Economía y Sociedad, p. 199) Apelo a la transitoriedad de los liderazgos, a la funcionalidad temporal (cumple un papel durante determinado tiempo y punto), a prescindir de ellos, porque lo que debe hacer es si bien no clonar, invitar a la subversión, a la continuidad de una lucha. El hecho de que halla "replicas", nos puede empezar a indicar un cambio sustancia en nuestra cultura política, en nuestra participación ciudadana, en nuestra politización, en agarrar el bolso camp para aventárselo a la peladita que se quiera pasar de lista con una. [Nota: La dominación en Weber no tiene un carácter negativo como si la tiene en los análisis de Foucault o de Bourdieu -La dominación masculina-, es decir donde no hay un resquicio para la resistencia; las dictaduras más feroces que en América Latina conocemos de sobra.] |