La unión
de Sean Booth y Rob Brown a comienzos de los ´90,
en Manchester, ha dado origen a uno de los
núcleos creativos más interesantes del
techno británico. Autechre crean en sus
discos perfectas arquitecturas sonoras en contínua evolución.
Su primer álbum, "Incunabula" (´93), constituyó
un tratado de emociones sintéticas, plácidos paisajes
electrónicos y cyberdelia ensoñadora. "Amber"
(´94), optó por la estética ambient.
"Tri Repetae" (´95) supone un recorrido por los free electrónicos.
En directo su música se endurece y adopta nuevos ritmos (dub,
jungle, hip-hop). Fieles al espíritu Warp, Autechre anticipan
la Inteligencia Artificial, Techno Lógica.
Sus vídeos musican la vida de imposibles insectos mecánicos. Sus sonidos evocan trenes, fábricas o fotocopiadoras: Autechre.
Han transcurrido
ya nueve años desde que uno conoció
al otro. Nueve años de evolución contínua
que les ha llevado de sus primeras incursiones
en el hardcore y el electro, plasmadas en irrecuperables
maxis, al tapiz de sonidos industriales y atmosféricos del
excelente Tri Repetae (Warp, 95). Una evolución en la que
Rob Brown y Sean Booth han sabido eludir inteligentemente la
obtusa pluma de la prensa. Porque los de Manchester han
pasado de abanderados del techno inteligente a continuadores
del post-rock, de hippies remezclados a piedra
angular de la abstracción vanguardista. "Autechre es la música
que yo hago, la música que yo quiero escuchar - reflexiona
Sean. No me importa como me etiqueten mientras se disfrute.
Pienso que todo es relativo: para nosotros Zoviet France
son abstractos y hay gente a la que Phil Collins le puede parecer abstracto.
Yo no me describiría como nada: es algo personal. Llámanos
como quieras, para nosotros no hay diferencia".
Con el recopilatorio
Artificial Intelligence (Warp, 93) y el disperso
pero atractivo Incunabula (Warp, 93) cerraron una primera época
ténuemente influenciada por el electro, el acid y Detroit.
"Empecé robándole discos a mi padre. Y lo primero que me
entusiasmó fueron probablemente los Beatles o los Beach Boys.
Pero cuando conocí a Rob en el 87, los dos empezamos a meternos
en el electro. No conocíamos a nadie más que le interesase.
Fue cuando Meat Beat Manifesto sacaron su gran álbum y todo lo demás
era mainstream".
Aunque para ellos
"desde aquella etapa sólo han cambiado la fecha
y algunos hábitos" , su propuesta se verá
reformulada en un Amber (Warp, 94) de frágiles y oscuros
ambientes, muy lejano ya de aquel boceto inicial de lo que iba a ser el
sonido Autechre. Un sonido que se irá puliendo en sus
posteriores Anti (94), Garbage (95) y Anvil Vapre
(95) y en numerosas remezclas, hasta llegar
a su magistral Tri Repetae, el álbum que
definitivamente traza su preciosa organicidad industrial.
"La verdad es que no intentamos hacer música industrial,
pero lo cierto es que la palabra industrial es
perfecta para definir lo que hacemos. Muchos
de nuestros sonidos son producidos por el hombre. En
general intentamos fijarnos en los ruidos que escuchamos cotidianamente,
como la vibración de las vías al rozar con las ruedas
del tren cuando estás en una estación,
o la fricción de una piedra contra una superfície
helada: sonidos orgánicos sobre materiales hechos por el hombre".
Sean Booth y Rob Brown
se conocieron gracias a su pasión común por sonidos
como el electro y el acid house, en un colegio de Rochdale, cerca
de Manchester. Pronto comenzaron a elaborar sus primeros temas,
construidos con precisión casi matemática, dos
de los cuales aparecerían en la recopilación
Artificial Intelligence de Warp, en 1992, un vehículo
ideal para sus sugestivas exploraciones del espacio sonoro.
"Incunabula" (Warp, 93), su primer álbum, era un viaje a los soundscapes
más evocadores, una revelación inmediata. Después
llegarían "Amber" (Warp, 94), una aproximación al ambient
y el onirismo electrónico, y "Tri Repetae" (Warp, 95), una
apuesta por ritmos más duros y sonidos abstractos, que muestra
la contínua evolución de uno de los proyectos
a los que mejor le cuadra la etiqueta de "techno inteligente", como
corroboraba ese "Flutter" polirrítmico, sin repetir un solo
beat, que se incluía en "Anti EP" (94), su maxi anti-Criminal
Justice Bill.
Autechre son Rob Brown y Sean
Booth, dos ingleses que irrumpieron en el campo del Intelligent Techno
de forma inevitable, debido a su originalidad y buen gusto.
Su obra maestra, el LP "Incunabula", todavía insuperada
por ellos mismos te deja pasmado desde el primer al último
tema, una mezcla entre el Ambient más puro al estilo Namlook,
melodías techno de toda la vida, Techno Detroit, y su inconfundible
programación de percusiones que roza los límites de la perfección
(Para más información escuchar su último LP
"Tri Repetae"). Como ellos mismos declaran: "En un panorama
en la música electrónica en
el que unos se copian a otros,
emerge un tipo de música donde
la creatividad y la originalidad son lo más importante".
¿Qué pasaría si convirtiéramos un cuadro abstracto en una partitura? Pues tendríamos un disco de Autechre. El grupo abandera el "techno" de vanguardia, la gran aventura del sonido.
Cuando el prestigioso sello de música techno Warp inauguró, en 1992, su serie Artificial Intelligence, con el subtítulo de Música electrónica para escuchar, nadie se podía imaginar el alcance que tal etiqueta iba a tener en el futuro. Desde entonces, exploradores sonoros e impostores se han apropiado por igual del término techno inteligente para crear todo un caudal de emociones sintéticas, listas para ser degustadas en el sofá de casa. Melancolía y rabia, introspección y viaje. Todo ello expresado a través del fascinante lenguaje de las máquinas, con nostalgia del futuro y pasión innovadora.
Warp, que fue creado en 1989 por Rob Mitchell y Steve Beckett en la ciudad británica de Sheffield, ha sabido convertir el techno en un excitante campo de pruebas, atrayendo hacia sí a los grandes experimentadores de la música electrónica, de Aphex Twin a Sabres Of Paradise, pasando por LFO, Autechre, Nightmares On Wax o Kenny Larkin. Warp es sinónimo de calidad, y son muchos los technoheads que compran sus discos nada más avistar su nombre mágico en la portada. Pero, a pesar de que posee uno de los catálogos más sólidos del panorama techno internacional, Warp ha tenido que esperar ocho años para poder hacer la presentación oficial en nuestro país. esta noche tiene lugar su puesta de largo en una fiesta que se celebra en Barcelona, aprovechando que Cosmos Records ha iniciado la distribución de sus discos en España. Una fiesta que tiene en Autechre a sus indudables cabezas de cartel.
Seductores. Sean Booth y Rob Brown, sus dos componentes, se conocieron en un colegio de Rochdale, cerca de Manchester, en 1987. Desde entonces, Autechre (pronúnciese aotéker) han desarrolado uno de los universos más extraños y seductores de la electrónica moderna. "La palabra Autechre no tiene ningún significado oculto, como tampoco los títulos de algunos de nuestros temas. Teníamos que ponernos un nombre, porque la gente lo necesita para identificarte. Y esa palabra, que no significa nada, nos gustó", señala el propio Sean Booth al otro lado del hilo telefónico. Y así, con un guiño involuntario al movimiento Pánico de Fernando Arrabal, comenzaba la historia de un proyecto que siempre ha sentido una pasión especial por la investigación sonora.
"Cuando empezamos a crear música", comenta Sean, "lo hicimos sencillamente como una forma de divertirnos. En general, nos gustaba todo aquello que sonaba diferente, todo lo que nos parecía futurista y original". Con una mentalidad de arquitectos de sonidos, Autechre iniciaron su actividad discográfica en 1992, al incluir dos de sus temas en la seminal recopilación Artificial Intelligence. Pero este dúo británico rehuye las etiquetas como un gato el agua. "¿Techno inteligente?", se pregunta asombrado Sean. "No creo que ninguna música se pueda definir como inteligente. Nosotros llamamos a lo que hacemos música electrónica, y nos gusta pensar que hacemos pop de los noventa".
En 1993 Autechre publicó su primer álbum, Incunabula, un hermoso tratado de ciberdelia ensoñadora y plácidos paisajes electrónicos, al que seguirían Amber (1994) y Tri Repetae (1995), un viaje a los ritmos abstractos y a la electrónica más libre. Como si se tratara de una traslación de la pintura de Paul Klee a una imaginaria partitura musical. O como si Ornette Coleman, el gran maestro del free jazz, hubiera descubierto el techno. "Hemos terminado de grabar nuestro nuevo disco, que probablemente se editará en enero o febrero de 1997", añade Sean, "y sólo puedo decir que suena más natural que lo que hemos hecho hasta ahora, más soulful, más emocional, lo que no debe traducirse por cálido, ya que las emociones también pueden ser frías".
Pero la actividad de Autechre no se detiene en sus álbumes. Han publicado varios maxis, entre ellos Anti EP, un polirrítmico alegato contra la Criminal Justice Bill británica, que intentó criminalizar e ilegalizar los raves. Lo cual no deja de ser chocante, dada la conocida aversión de Autechre por las pistas de baile. Y también han desarrollado ampliamente su faceta de remezcladores, contando entre sus clientes con Saint Étienne, Palmskin Productions o los peruanos afincados en Madrid Silvania. "Nos encantó remezclar a Silvania", afirma Sean. "Es una gente muy espiritual, que me recuerda mucho la música indie de principios de los noventa, como los Cocteau Twins, que a nosotros también nos ha influido a pesar de que no sea obvio en nustra música. Estamos abiertos a todo, ya sea Coil, My Bloody Valentine, Kraftwerk, Aphex Twin o Zoviet France".
Tras su paso por el festival Sónar de este año, Autechre prometen una actuación similar en intensidad experimentadora, pero con nuevos y excitantes elementos. Junto a ellos, actuará en la fiesta Plaid, un proyecto formado por Ed Handley y Andy Turner, dos disidentes de los ciberdélicos Black Dog. Y como pinchadiscos, además del residente Sideral, estarán Chantal (compañera sentimental de Sean Booth, de Autechre) y Mark Broom, uno de los personajes más prolíficos del techno inglés. Warp te ofrece una entrada para un viaje exploratorio al planeta sonido.
CALIFICACIÓN: 5 (de 5).
La envidiable
capacidad de asimilación de su propio
discurso les ha llevado - un año
y medio después de la publicación de su último largo
- a la concepción de su cuarto y más brillante trabajo hasta
la fecha.
Madurados los
contenidos del celebrado Tri Repetae (Warp
95), Booth y Brown reorientan su organicidad
industrial con el fin de dar forma a nueve
piezas de electrónica cruda y de aspecto
desolado, que tan sólo la sonoridad de sus
títulos o el cromatismo gélido de
la portada logran sintetizar acertadamente.
Chiastic Slide reinventa estructuras
(Hub), se aproxima sin miedo
al ruido (Rettic Ac), recupera
la nostalgia de paisajes amberianos (Calbruc)
y desnuda la fragilidad de sus melodías rotas (Pule) para
revestirlas de nuevo con tejidos más ásperos (Nuane).
Cada vez menos disimulado, el background de chicos del barrio
y el pasado breakdancer de los de Manchester, se descubre más
activo que nunca, dando lugar a composiciones
que rozan la ortodoxia hip-hop (Recury),
aunque al otro lado de la balanza, continúan construyendo
como nadie estructuras de rítmica imposible y
desconcertante (Cipater, Tewe o Cichli), martirio de todo
buen clubber.
Es probable que las grabaciones
del dúo insignia de la cocina de Sheffield estén todavía
muy lejos del concepto de pop que Sean predicaba en su última
visita a Barcelona y, de hecho, es muy posible que nunca lleguen a alcanzarlo,
pero ¿y?. Uno de los grandes del 97.
La historia de Autechre, me refiero a la que más o menos todos conocemos, empieza con su participación en la popular serie "A(e)rtificial Intelligence", que el sello Warp editaba hace ya unos años. Allí se presentaban con una música atrayente por unos factores muy definidos: la melodía, las estructuras rítmicas, los sonidos que escogían. Todo ello hacía de Autechre un grupo aparte en todo el festival de grupos electrónicos, y más concretamente, entre los etiquetados con la coletilla "intelligent techno". Siguieron dos álbumes y unos cuantos Ep´s que continuaban en el mismo cauce de aquello con lo que empezaron. Se convirtieron en poco tiempo en el grupo bandera del sello Warp. Pero cuanto más conocidos se hacían, cuanto más respetada e influyente se volvía su música, ellos se encerraban más y más en su propia personalidad. No parecía afectarles nada. Barcelona los acogió por vez primera en el conocido internacionalmente (felicidades) festival Sónar. La gente acudió expectante, esperaban reconocer las frases musicales que habían escuchado en sus discos, pero se encontaron a unos Autechre desconocidos. "No son Autechre, son Gescom" aseguraban algunos. ¿Y no es lo mismo?. Ése fue el inicio, por lo menos en España (y es que parece que nosotros estemos de vuelta de todo, cuando...), de la relación amor-odio que mantienen con todos aquellos que escuchamos sus discos. A los trabajos que editaban les acompañaban comentarios antagónicos de los más puestos en la materia, unas críticas los ensalzaban y otras parecían querer desterrar al dúo de Rochdale del mercado musical. Pero Autechre (Gescom) continuaba en el camino que había emprendido. Estaban cada vez más cerca de lo que ellos querían, conseguían conocer mejor qué era aquello que andaban buscando, trabajando metódicamente cada uno de sus movimientos. Hasta hoy, Sean y Rob nos han mostrado el fruto de su investigación, han dejado las puertas de su imaginación abiertas a todo aquél que desee entrar y saborear el anhelo de la música electrónica. Sí señores, sí, música electrónica. Montones de grupos practicándola y Autechre se encuentra entre aquellos pocos que hacen lo que realmente les da la gana, apartándose una vez más de las modas, de las etiquetas, de la presión (prisión) que un músico se autoimpone tras haber conseguido algo de éxito. Fuera leyes, fuera dogmas. Tenemos ya su quinto trabajo largo (cuando escribo esto todavía se desconoce el título del disco). Y me gustaría acertar cuando me imagino a los dos componentes de Ae, mientras componían las nuevas secuencias, diciendo "al que no le guste, ajo y agua...". Autechre es música hecha para ellos mismos, ellos se lo guisan y ellos se lo comen, y el que quiera participar, bienvenido sea.
Confusión,
penumbra y sonido spaghetti. El sonido
va paseando por el estudio como los
spaghetti... siempre pasando por otro exprimidor,
procesamiento o mutación. Y los sonidos,
según van haciéndose más complejos,
van cambiando su personalidad. Un bombo puede transformarse en una
línea de bajo; a partir de la caja se puede llegar a
formar una melodía. Gran parte de ese toque extraño
de las pistas de Autechre se debe a que ellos permiten e
incluso aprovechanesta confusión. "Para nosotros hoy en día
todo es como una zona de penumbra. No se trata sólo de un ritmo
o una melodía. Nos gusta empezar haciendo algo más tangible
en lo que se refiere a las partes de una pista, pero
nunca sabemos realmente si estamos haciendo un ritmo
o qué, simplemente todo va seguido. Solemos
hacer un montón de pequeñas cosas, y luego las
encadenamos para lograr el sentimiento o la estructura
de lo que debe ser el ritmo". Lo cual significa que las pistas de
Autechre pueden ser al mismo tiempo extrañas
y familiares. Puede que reconozcas procesos,
patrones y sonidos, pero no te sonará
su combinación. Autechre no se limitan a dejar caer simplemente
unas cuantas cosas extrañas, sino que lo programan todo con una
gran minuciosidad. Una cosa es sustituir un charles por algo que
suena como un pinball analógico, y otra
cosa es procesar y secuenciar la trayectoria de ese pinball en fracciones
de segundo. De acuerdo con esto, la interpretación de Autechre de
la historia de la tecnología reciente es la de un proceso
que permite un mayor o incluso un nuevo control
del sonido. "Las máquinas ordenan el sonido y secuencian
las cosas dentro de unos parámetros limitados", explicotea Sean,
"y luego se van creando máquinas más avanzadas
que pueden obtener mejores resultados, hasta que consigues
secciones musicales de un nivel cada vez mayor, y al final
acabas colocando sonidos muy primarios que se salen de lugar
por muy poco, de modo que suenan como si alguien los estuviera tocando
fuera de tiempo".
En
LP5 hay breaks con un toque humano, pero el punto
fuerte del álbum reside en su alejamiento de lo
que se reconoce como humano u orgánico. Escuchar el álbum
significa entrar en un mundo brillante, plateado, inmaculado
en intensamente artificial, aunque a veces flaquee un poco.
Y de
nuevo no puedes evitar preguntarte cómo lo han hecho:
¿de dónde salen esos tonos tan puros?
"Con un material de tipo analógico", reconoce Sean,
"podríamos llamarlo 'un equipo influido por lo analógico'...
no usamos los viejos aparatos, sino que usamos los nuevos para hacer
las cosas que solían hacer los viejos. Si quieres se
puede hacer cualquier cosa con las ondas senoidales", asevera.
A Sean
le gusta mucho el Clavia Nord Lead: "Es una máquina
muy útil. Me gusta todo de ella. Te permite crear a
partir de elementos muy básicos. Es un instrumento muy fácil
de editar y una de las razones por la que es tan bueno es porque
está lleno de botones. Lo único es que
si sólo usas un método puedes
acabar sonando demasiado unidimensional", advierte
Sean: "A nosotros nos gusta buscar nuevas formas de acercamiento
a nuestro propio material".
Entre
la música y el absurdo. Algunos de estos
sonidos pueden sonar a risa, como por ejemplo el sonido
que consigues cuando dejas caer un micrófono al suelo. Sean: "Es
divertido si consigues un LFO que vaya de un lado a otro y luego
coges dos o tres de ellos, realimentándose entre sí, y creas
todas estas atmósferas unas por encima de las otras; todo
eso puede sugerir un ritmo y es entonces cuando cambias algunas cosas e
intentas optimizarlas". Dadaísmo, fascinación por el objet
trouvé, mística del azar.
De
todos modos, los chicos de Autechre insisten en que
gran parte de LP5 se hizo usando herramientas
de procesado gráfico-sonoro como el MetaSynth de
Arboretum, la aplicación del Mac que transforma
los sonidos en imágenes y viceversa. Esto les permite procesar
los sonidos mediante la manipulación de las imágenes,
como con Photoshop. Y además han comenzado a crear
su propio software. "Queremos hacer algunos programas para crear cosas.
No quiero dar muchos detalles... es como hacer tus propios secuenciadores
o tus propios sintes. Se trata de usar cosas diferentes. No es que
me guste escribir código; es una manera horrible de hacer música,
pero al mismo tiempo es interesante experimentar".
Hay
una lógica fascinante en los músicos que trabajan basándose
en los ordenadores y crean su propio software. Y ya que el ordenador
se está haciendo cada vez más esencial
dentro del estudio (el estudio llega a desvanecerse dentro del ordenador),
el música que pueda escribir el código llegará a ser
un dios dentro de este nuevo mundo. Es la redefinición
de Kraftwerk del músico como editor u operador, que ahora ha evolucionado
no sólo hasta ser autor o constructor, sino al mismo tiempo escritor
y constructor de herramientas.
Pero,
aunque los chicos de Autechre puedan trabajar
con los procesadores, también comprenden el pasado y
hace mucho tiempo que también se interesan por las cintas. Cuando
se conocieron hace diez años trabajaban con platos
y cintas, haciendo una especie de hip hop mutante.
Insisten en que no son músicos y que
en realidad no saben mucho de música. Pero han logrado
pasar del lo-fi al hi-fi y es posible que su mejor
trabajo sea el que abarca ambas esferas.
Vose
In es posiblemente la pista más fuerte de
LP5. Al principio se nota su trabajo realzado por ordenador, todo
pegajoso, con ritmos elásticos que surgen y pasan por
diferentes tonos y cambios dimensionales. Pero después de esta programación
inmaculada (o sobreprogramación, según los patrones habituales)
la pista pasa a una sección de doble duración y algo más
tradicional. Es puro delayscape, el truco
más viejo de los estudios, aunque explotado al máximo
y aplicado a los sonidos más frescos y procesados de una forma más
extrema.
"Es
como las cintas", argumenta Sean, que habla de
"material de cinta que luego se retoca
en el ordenador; cortamos trozos de cinta, lo pasamos al equipo informático
y luego lo revolvemos todo".
Mutación
sobre mutación. En LP5 hay pistas
y secciones en las que todo lo que oyes es
un procesado arrollador. En lugar de ritmo y armonía
puedes apreciar una colisión múltiple de mutaciones:
algo muy fresco, pero también algo doloroso.
Aun así, representa el enfoque
de Autechre, incluso a expensas de
parecer fríos o impasibles. Su música puede llegar
a pincharte, aunque pistas como Corc equilibran
ese tímido despliegue técnico con cálido sentido de
armonía ambient. Se trata de unos Autechre mucho más
generosos, creadores de un bello y sutil tono sintetizado
que recoge desde lo abstracto hasta pianos y
guitarras. Su método de trabajo, como ellos insisten
en afirmar, es "completamente aleatorio".
Cada
uno tiene su propio estudio y carecen de unas reglas
estrictas sobre quién empieza o termina una pista, o en qué
momento se juntan y funden sus recursos.
No
se limitan a usar un sólo paquete de secuenciación
(aunque Logic Audio es la pieza central),
sino que usan diferentes programas para conseguir distintos
acabados. Y trabajan duro, invirtiendo todo el
tiempo posible en la producción: cada álbum es una
recopilación de unas cinco horas de música. "Puede
que tardemos un año y medio en conseguir esos 300 minutos.
Seleccionamos las mejores pistas y dejamos que el rompecabezas
tome forma. Cogemos cosas de aquí y de allá,
mediante un acercamiento natural e instintivo. Y supongo
que cuando comen- cemos el próximo álbum habremos avanzado
respecto a las ideas que manteníamos con el anterior".
Cada
trabajo representa los últimos resultados del laboratorio
de Autechre... sólo su EP Anti, en colaboración con
Criminal Justice Bill, mostraba a unos músicos haciendo
un enorme esfuerzo por contactar directamente con
el mundo real. Anti logró un buen resultado
con sus ritmos no repetitivos, un ritmo diferente para cada compás
y una respuesta al intento de Bill de condenar las reuniones de gente en
las que la música se basa en ritmos repetitivos.
Al
final del día. Autechre están en el estudio
por ellos mismos. "Pasamos mucho tiempo en el estudio", afirma
Sean. "Lo hacemos por nuestra satisfacción personal, nos aseguramos
de no aburrirnos. Estamos muy centrados en hacer lo que nos
gusta y hacerlo perfecto. Nos pasamos allí casi todo el día
y casi todos los días, haciendo lo que queremos".
Los
resultados son interesantes: podría decirse que
el sonido de Autechre es música en movimiento que busca nuevas posiciones
y nuevos espacios.
Quizás
es un trabajo anticomercial, si bien hay algunos adornos y algunos aspectos
de sus sonidos perfectamente estructurados que lo hacen bastante
asequible. Lo único que puede reprochársele
es, ese enfoque atrevido, su interés por
las nuevas tecnologías y su intención de
utilizar el estudio como un instrumento creativo
en lugar de como una fotocopiadora que reproduce cosas ya hechas.
"Tienes
que hacerlo tuyo, eso es todo. Tiene que gustarte. Tienes que hcer algo
que te guste..."
Al
grano.
¿Qué música os gusta?
"Ligeti, Tod Dockstar, A Guy Called Gerald... realmente
no puedo explicar por qué, pero te da la sensación
de que hay personas y no sólo música. También
808 State; sus primeros tres trabajos son ya unos clásicos. Hicieron
unas pistas estupendas; dando un buen uso al equipazo que tenían.
Emplearon todos los aparatos que pudieron, lo cual es raro hoy en día.
También Unique 3: eran muy buenos, aunque ya no se habla ni se escribe
sobre ellos".
¿Cuál
es vuestro equipo favorito?
"En realidad eso es algo difícil de contestar".
De
acuerdo: ¿el menos favorito?
"Fácil: las mesas de mezclas digitales. Suenan a mierda. Horrible.
No suenan bien".
¿Cómo
tocáis en directo?
"En el escenario utilizamos secuenciadores y
aparatos muy básicos, sintes y cajas
de ritmo. Es un montaje bastante techno.
Usamos una R-8 y recientemente también hemos estado usando
un pequeño portátil IBM, pero la mayoría es analógico.
Usamos variaciones de ritmo y cambios de
tempo completamente locos. Es diferente
a trabajar en el estudio, donde no tienes que pensar en tiempo real".
Adiós, K7. Gescom, el mutante proyecto paralelo de Sean Booth y Rob Brown (comunmente conocidos como Autechre) ya tiene álbum de debut. Pero no se te ocurra pedirlo en CD. Ni buscarlo en las cubetas de viniIo. No, en cinta tampoco. Repite conmigo: Minidisc.
Desde que Markus Popp levantara oficialmente la liebre con temas como "The Politics Of Digital Audio" o "Compact Disc" en aquel imperecedero "Systemisch" (Mille Plateaux, 96), la facción más avispada del underground electrónico global no ha escatimado esfuerzos en una cruzada secreta para explotar y dar nuevas lecturas a las virtudes y defectos de gran parte del hardware digital destinado a hacer más llevadero nuestro ocio diario.
Tras
el (ab)uso continuado de DATs y CDs
como fuentes de sonido e inspiración de buena parte de la cosecha
reciente, le llega la hora al MiniDisc (MD para los amigos). Un formato
que desde su comercialización en 1992, ha ido escalando
puestos de privilegio, ganando adeptos día
a día. Tanto para uso en directos, sesiones
de DJ o grabación doméstica, y gracias
a su maniobrabilidad, fidelidad y tamaño reducido,
personajes como Aphex Twin, Omni Trio, Photek o A Guy Called Gerald,
entre una interminable lista de VIPs, se confiesan devotos de este,
el último vástago del audio digital.
Y ha
tenido que ser Gescom (respaldados por el apoyo técnico
de Russell Haswell y la contrastada solvencia de Or) los primeros
en lanzarse de cabeza y publicar "el primer
MD de un sello independiente en la historia
de la música".
"MiniDisc"
(Or-Rotor) marca - y de verdad que no es un tópico -
un antes y un después en la creación musical de nuestro
tiempo. Cuarenta y cinco composiciones divididas
en ochenta y ocho puntos de inicio, con el objetivo
de explorar las posibilidades de reproducción, edición
y el peculiar sonido de un formato llamado a enterrar en lo
más hondo de la memoria (y antes de lo que creemos) nuestras viejas,
imperfectas e incómodas cintas de cassette.
Modus operandi: Hace un par de años le pregunté a Sean Booth qué había cambiado desde los días de Incunabula hasta su entonces recién prensado Tri Repetae. "La fecha y unos cuantos hábitos", respondió él. Más allá de la anécdota, el despreocupado comentario del mancuniano revelaba en la última instancia la intachable fidelidad a un determinado e intransferible "modus operandi". Un acercamiento a los esquemas compositivos, la construcción de melodías y ritmos, y un tratamiento del sonido tan propio como inimitable. La misma pregunta formulada dos años más tarde desde un enfoque puramente técnico, mecánico, requiere por parte del entrevistado algo más de reflexión.
- ¿Y
después de estos años, hay alguna pieza de vuestro equipo
que consideres especialmente importante?
- Uff...
Eso es francamente difícil de decir. Son demasiadas,
supongo. Hay muchas que utilizamos
muy frecuente- mente y nos encantan, pero escoger una en concreto
me resulta muy complicado.
- Por lo que cuentas, el estudio ha ido evolucionando bastante desde que empezasteis hasta hoy. ¿Cuál ha sido el instrumento que más cambios ha comportado en vuestra forma de componer?
- Supongo que el sampler. Cuando empezamos a utilizarlo todo cambió bastante, se hizo mucho más complejo, porque el tratamiento de los sonidos que te permite el sampler es mil veces más complicado que los teclados analógicos, por muy buenos que sean.
- Así que, aunque alguna gente pudiera creer lo contrario debido al alegato retro en su EP como Gescom en Clear ("The Sounds Of Machines Our Parents Used"), no sois nada puristas en cuanto a la conservación de la tradición analógica.
- ¡No, qué va! Ni tan sólo en ese disco; creo recordar que utilizamos el sampler un par de veces. Nunca hemos sido puristas en ningún sentido, ni en cuanto a los sonidos ni en cuanto a la forma de trabajar en general. Autechre es romper las reglas. Quiero decir que me encantan los 303 pero no los uso. Y mucho menos por una autoimpo- sición, por una regla. La gracia es precisamente dejarte de ese tipo de ataduras. Creo que es la única forma de ser creativo. Cierto grado de improvisación, de elemento sorpresa impredecible. Y cuando estás en el estudio o bien en directo, no puedes coartar eso por el simple hecho de estar atado a reglas inquebrantables.
- A
propósito de directos, ¿qué tipo de sound system utilizáis
en los conciertos? ¿Intentáis
reproducir el estudio de una forma más compacta o lleváis
mucho material pregrabado?
- Al
menos ésa es la idea, pero es complicado. Solemos
llevar varios ordenadores portátiles
con un montón de información y un sampler con teclado.
Ésa es la base, no hay mucho más.
Luego, claro, está la mesa, que usamos mucho para
ecualizar constantemente cada sonido, y algunos
módulos de efectos.
- Y a propósito de efectos: hay algunos (flangers y delays) que habéis venido utilizando en todos los discos desde que empezasteis. ¿Qué nivel de importancia tienen en Autechre?
- Mucho. De hecho, cuando me has preguntado por de mi pieza de equipo preferida he estado a punto de decir el delay, pero es que aun así, utilizamos de muchas clases distintas: analógicos, digitales... Siempre hemos estado interesados en ese tipo de sonidos basados en pequeños bucles. En los primeros tiempos del grupo hacíamos un montón de cosas con loops de cintas manipulados y cosas parecidas. El delay es uno de nuestros favoritos. Pasas cualquier cosa por un delay corto y suena maravilloso (se ríe). Es un recurso relativamente sencillo y bastante antiguo, pero que sigue siendo efectivo.
- ¿Y
cómo ves el futuro en cuanto al desarrollo de ordenadores y sintetizadores
en general?
- No
me veo muy capaz de hacer predicciones de ese tipo,
pero parece bastante obvio que todo va a
evolucionar hacia cosas más fáciles, todo mucho
más gráfico. Es imposible
predecir nada con exactitud porque todo cambia demasiado
deprisa: cada semana aparecen nuevas máquinas,
nuevo software, pero a medida que los ordenadores
vayan progresando y haciéndose más
transparentes para el público, más interesante
será trabajar con ellos y conseguir mejores resultados.