Me salpican las truchas!! |
texto: Marcos Juan Czerwinski
Parece un cuento de pescadores, pero el que ha pescado en Tierra del Fuego alguna vez sabe que todo es posible aquí. Tenemos un isla privilegiada en ese sentido que nos ubica entre los primeros lugares del mundo para la práctica de la pesca deportiva de los salmónidos, y, sobre todo, al Río Grande.
Las Truchas y los Salmones son del hemisferio norte y fueron introducidos en nuestros ríos y lagos por primera vez, en el año 1934, por un viejo poblador, el señor John Goodall. Con el tiempo y el esfuerzo de las resiembras se fueron adaptando a la zona, creciendo en número y tamaño. Los primeros pescadores deportivos que se aventuraron a llegar hasta Río Grande hace muchos años, cuando viajar no era fácil como ahora y considerando que estamos a tres mil kilómetros de Buenos Aires, fueron los que se encargaron de hacer famosas a nuestras truchas.
Esta bien ganada fama se debe, fundamentalmente, a los descomunales tamaños de la "Plateada", trucha marrón (Salmo Trutta - Sea run Brown Trout), que cumple con un ciclo de vida parecido al del Salmón del Atlántico, nace en los ríos, vive en el mar y sube a desovar en el lugar donde nació. Esta trucha se pesca en todos los ríos que desaguan en el Oéano Atlántico, destacándose, entre ellos, el Río Grande.En esta especie se han logrado piezas de hasta doce kilos, (y no es cuento de pescadores). Los registros figuran en el Club de Pesca John Goodall en la ciudad de Río Grande y en algunas de las Hosterías que reciben a pescadores de todo el mundo. También se sabe de truchas de catorce y quince kilos que no fueron registradas!
Pero no solo se puede pescar la Plateada ni tampoco el único lugar de pesca es el Río Grande. Distribuídas en todos los ríos y lagos de Tierra del Fuego encontramos las truchas Arcoiris, Marrón y de Arroyo o Fontinalis. Los tamaños varían según las especies y el lugar de pesca, se han logrado Marrones de diez kilos en el Río Menéndez y Fontinalis de más de cuatro kilos en el Lago Yakush, donde, dicen los que saben, en este lago está el récord mundial en Fontinalis. También fue sembrado el Salmón Encerrado por el señor John Goodall en los lagos Yehuín y Fagnano, entre otros lugares. Pero de esta especie es poco lo que se sabe, lo cual no quita de que alguien tenga la posibilidad de sacar "algo-que-no-se-que-es" como ya ha sucedido.
Topográficamente Tierra del Fuego tiene dos zonas bien diferenciadas entre sí: la zona norte es una llanura típicamente patagónica, con algunas mesetas bajas, cubierta en su mayor parte por el pasto coirón y con algunos "manchones" de monte semi talado por los castores, y es donde se encuentran los ríos mas importantes como el Grande, Menéndez, Ewan, Ona (MacLennan), Fuego, Chico, Cuyen. A medida que se avanza hacia el sur van apareciendo los bosques de lengas centenarias y la zona cordillerana, en la cual se encuentran los lagos al norte y la ciudad de Ushuaia y el Canal Beagle al sur, coronados por el Monte Olivia. Como un apartado de esta zona sur debemos considerar el sudeste de la Isla donde hay ríos de buena pesca también. Es la zona donde la Cordillera de los Andes ya es mucho mas baja y se pierde en el Océano, emergiendo de vez en cuando como islas, caso Isla de los Estados. Esta gran área es visitada, sobre todo, por exploradores que van en busca de restos de naufragios del siglo pasado. Pero donde hay también, ríos con buena pesca, como el Irigoyen, Malenguena, Leticia, San Pablo, Láinez.
De todo ésto se desprende que los pescadores deportivos tenemos innumerables opciones o alternativas para practicar nuestro deporte, en distintos tipos de aguas, distintas especies, rodeados por un medio ambiente impoluto, a veces con un clima hostíl dificultándonos con su viento el correcto lanzamiento de la mosca. Cuando ésto sucede aprovechamos para disfrutar mirando como nada un castor delante nuestro en el lago, jugando con su cría, o como se hace el herido el pato para distraer la atención de nuestro perro, para que su pareja pueda llevarse a los patitos lejos del peligro. A veces, concentrados en nuestra mosca que va derivando por el río en un día calmo, nos sorprende, sobresaltándonos, un guanaco curioso con su relincho a menos de diez metros de nuestra espalda.
En otras oportunidades, mientras caminamos por la orilla del río de un pozón a otro, nos encontramos, cara a cara, con un zorro fueguino, quien corre unos pasos y espera a que lo pasemos para volver a su lugar anterior. A lo largo de la barda de la meseta que está del otro lado del río, hay un Cóndor planeando en la corriente de aire ascendente que se produce por el efecto del viento. Y si estamos pescando en el Río Claro, en la quietud del bosque que lo rodea, escuchamos el golpeteo de los pájaros carpinteros. Y en algunos lagos, mientras estamos metidos en el agua hasta la cintura, buscando con nuestra mosca esa Fontinalis, pasan navegando, muy cerca nuestro, varios cisnes de cuello negro. En otros ríos vemos flamencos. Y, por todos lados, avutardas y kaikenes y truchas que salpican.
Disfruta tanto el pescador como la familia que lo acompaña. Pesca tanto una persona de edad como un chico, un pescador experimentado como el novel. Hay para todos los gustos y capacidades. Se puede parar en algún hotel en la ciudad de Río Grande y hacer desde allí las excursiones o en alguna hostería en la zona de pesca. Para los que quieren hacer algo distinto tienen la opción de los lagos, con empresas que los llevan en sus lanchas a pescar y a acampar en lugares tan solitarios que pueden pasar varios días sin ver a nadie. O, también, para los jóvenes de espíritu y piernas fuertes, existe la posibilidad de la mochila al hombro y la caña en la mano vagando por los bosques de un lago a otro. Es conveniente, para todos los casos, asesorarse y hacerse acompañar por un guía de pesca experimentado, se ahorra tiempo, esfuerzos inútiles y la pesca rinde mas.
Algunas Estancias de la zona ofrecen alojamiento y la posibilidad de pescar en los ríos que pasan por sus tierras. En otras, autorización mediante, se puede acampar junto al río. Hace unos veranos fuimos a pescar con Nelita, mi mujer, al Río Grande acampando en la Estancia San José, pegada al límite con Chile. Armamos la carpa en un manchón de árboles cerca del río, preparamos nuestros equipos de pesca y comenzamos a pescar caminando río arriba. Eran las últimas horas de la tarde, de un día calmo y no muy frío ya que era pleno enero, cuando llegamos a un muy buen pozón después de haber pescado unas cuantas truchas marrones y algunas arcoiris pero ninguna plateada. El pozón estaba formado en una curva del río con su parte mas profunda en el lado de afuera de la misma y contra un barranco de unos cinco metros de altura. Yo me ubiqué del lado de adentro de la curva y Nelita del lado de afuera. Estuve unos minutos lanzando mi mosca Polish Peril de piel de conejo gris sin obtener respuesta de ninguna trucha. Cuando de pronto y sin aviso previo, primero de a una y luego todas juntas, comenzaron a saltar fuera del agua unas truchas plateadas de un tamaño que yo no había visto jamás. En algo menos de una hora pesqué tres plateadas de entre cinco y seis kilos. Pero las que saltaban eran mucho mas grandes, tan grandes que levantaban columnas de agua que salpicaban a Nelita que estaba a menos de dos metros de ellas. En medio de esa fiesta de truchas, piques, saltos, fotos malogradas por la falta de luz adecuada, gritos de alegría y de asombro, escuché a mi mujer gritando: "Me están salpicando!"
No es cuento de pescadores. Venga y compruébelo Ud. Mismo.