Vulgar Prefacio
Al leer el artículo que publicamos a continuación, vino a mi mente la ocasión cuando confundí la intención de las groserías que se decían mis hermanos menores -que, dicho sea de paso, no son cristianos-, cuando utilizaban palabras que yo interpretaba como fuertes ofensas. Pero, al poner más atención, no era ése el mensaje que se transmitían, sino todo lo contrario: se decían 'alabanzas' de felicitaciones. Durante esa situación sentí cuestionados mis religiosos moldes y juicios o pre-juicios respecto del uso del lenguaje. Me di cuenta de que las groserías maledicentes también se utilizaban para bendecir o alabar. Sí, como lo leen: ALABAR. Al respecto podemos decir, por ejemplo, que nadie interpretaría como una ofensa la exclamación que haría un chileno amante del fútbol al celebrar alguno de los escasos goles de nuestra fatídica selección con un gozoso chilenismo o la coloquial expresión de felicitaciones que daría cualquier persona a su amigo agregando algún no muy decente adjetivo o verbo a sus felicitaciones.
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Groserías y lenguaje bíblico
por Felipe Elgueta Frontier Preámbulo: La palabra corrompida Ninguna palabra corrompida
salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar gracia a los
oyentes. Efesios 4:29 [1] De vez en cuando surgen discusiones al interior de las iglesias evangélicas acerca de la legitimidad del uso de lenguaje obsceno o soez (palabrotas, garabatos, groserías). Ante esto, hay quienes sacan a relucir este pasaje que exhorta a no usar “palabras corrompidas”, dando por sentado que tales palabras son precisamente groserías, como lo hacen los traductores de la Nueva Versión Internacional: Eviten toda conversación
obscena. Por el contrario, que sus
palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para
quienes escuchan. Efesios 4:29 (NVI) La expresión griega usada por Pablo es “logos sapros”, literalmente “palabra mala”. El vocablo “sapros” es usado varias veces en los evangelios cuando Jesús habla del “árbol malo” que da “frutos malos”[2]. En ninguno de estos pasajes hay indicios que sugieran la traducción de “sapros” como “obsceno” o “grosero”. Más útil para esclarecer el sentido que tiene la expresión de Pablo, es examinar la segunda parte del mismo versículo de Efesios, que nos describe la antítesis de una “palabra mala”: “la [palabra] que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”. Lo que se está edificando es el cuerpo de Cristo, motivo recurrente en las cartas paulinas[3]. El fragmento “para la necesaria edificación” también puede traducirse como “para edificar según la necesidad” o “según lo requiera la ocasión”. Esta “palabra buena” es oportuna y responde a las necesidades de los oyentes (la Biblia Latinoamericana traduce “la palabra que hacía falta”). Esta palabra no surge tanto del hablar, sino del escuchar al otro y la otra. Por eso, ellos la reciben como “gracia”, esto es, como un obsequio que da bendición y refleja la presencia de Dios. Es una manifestación del amor que edifica el Cuerpo de Cristo[4]. La “palabra mala” es lo contrario. No toma en cuenta la necesidad de quien la escucha, no da gracia, sino “des-gracia” al oyente y, por ello, daña los lazos de amor que mantienen unido el edificio del Cuerpo de Cristo. La Biblia de Jerusalén lo expresa con claridad: No salga de vuestra boca palabra
dañosa, sino la que sea conveniente
para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. Efesios 4:29 (BJ) Por eso, la “palabra corrompida” de la traducción Reina-Valera no es una grosería. Es algo muchísimo más peligroso... y bastante más frecuente en nuestras iglesias, así como estaba presente también en la iglesia de Éfeso. Por eso la advertencia de Pablo. Son corrompidas aquellas palabras que destruyen el amor y la misericordia entre los hermanos y hermanas. Son las palabras que desunen. Son las que siembran amargura y enojo, y pueden terminar en discusiones iracundas (la "gritería y maledicencia” de Efesios 4:31). Frente a esto, Pablo nos invita a tomar un camino distinto: Antes sed benignos
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:32 Introducción: ¿Lenguaje bíblico? El pasaje que hemos visitado nos da un ejemplo de cómo existen en el pueblo evangélico condicionamientos culturales que le llevan a buscar apresurada y descuidadamente algún argumento para condenar el lenguaje grosero. Tras esta actitud subyace una creencia muy enraizada con respecto al lenguaje bíblico. Existe una tendencia entre los traductores a ocultar ciertas expresiones vulgares de la Sagrada Escritura. Al igual que muchos de sus hermanos en la fe, parecen creer que la Biblia no puede usar lenguaje ofensivo por ser “un libro santo”. Esta creencia se ve reforzada por la costumbre de usar traducciones bíblicas muy antiguas. Muchos evangélicos parecen creer que Isaías y Jeremías hablaban como los españoles del siglo XVI, la época en que Casiodoro de Reina[5] hizo su clásica traducción, tan usada en nuestras iglesias. Comparémosla con una versión más reciente, en un pasaje tomado al azar: Voy a decirles lo que haré con mi viña: Le quitaré su cerco, y será
destruida; derribaré su muro, y será pisoteada. Isaías 5:5 (NVI) Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será
consumida; aportillaré su cerca, y será
hollada. Isaías 5:5 (RV 1960) “Preguntáos” si es posible que, hoy en día, el vecino “os relate” cómo “vuestro” perro saltó el “vallado” y “holló” su jardín. Ésa no es la forma en que hablamos, ni tampoco la forma en que hablaban los profetas. Es, simplemente, el habla propia del contexto cultural en que se desenvolvía don Casiodoro en la España de hace cuatro siglos, pese a las revisiones posteriores que han permitido una relativa actualización. En las iglesias evangélicas no es infrecuente que se imite el estilo de esta traducción al hablar, lo que suena arcaico y eufemístico a los oídos del visitante. Se tiende a creer que este lenguaje es “más santo” y, por lo tanto, surgen temores ante las expresiones más vulgares, que podrían ser “pecaminosas”. Sin embargo, el lenguaje bíblico original no es eufemístico. Es, simplemente, humano: puede ser muy poético o muy vulgar, dependiendo de los narradores y las circunstancias. 1. De úteros y doncellas Un ejemplo del ocultamiento de la vulgaridad en la traducción bíblica, lo encontramos al estudiar la palabra hebrea “rajam”. Ésta se utiliza en numerosas ocasiones en el Antiguo Testamento. Su uso más frecuente es en los pasajes referentes a la primogenitura[6], donde se dice que el primogénito es el que “abre matriz”. La versión Reina-Valera traduce la palabra “rajam” como “matriz” o usa alguna palabra semejante, refiriéndose al aparato reproductor femenino. La única excepción es Jueces 5:30. Aquí se describe el reparto del botín luego de una batalla: ¿No han
hallado botín, y lo están repartiendo? A cada
uno una doncella, o dos; Las
vestiduras de colores para Sísara, Las
vestiduras bordadas de colores; La ropa de color
bordada de ambos lados, para los jefes de los
que tomaron el botín. Jueces 5:30 Al traducir “doncella”, se pierde la brutalidad inherente al pasaje. Como es usual aún en las guerras y dictaduras militares de nuestro tiempo, los dominadores violan a las mujeres de los dominados como muestra de su poder: se reparten sus “úteros”[7]. Algunos podrán escandalizarse. Pero la Biblia sí habla de esto, porque es verdad. Ocurría entonces y ocurre ahora. 2. Un pasado de porquería Éste es Pablo escribiendo a los filipenses acerca de sus méritos como judío: Circuncidado al octavo día,
del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín,
hebreo de hebreos... Pero cuantas cosas eran para
mí ganancia, las he estimado como pérdida
por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo
todas las cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por basura,
para ganar a Cristo Filipenses 3:5-8 Pablo describe su radical cambio de perspectiva. Todo lo que antes era valioso para él, ahora es... ¿basura? Aquí, la revisión de 1960 difiere de la anterior. Al igual que en la reciente NVI, en la Reina-Valera de 1909 habían traducido “estiércol”, que es más fiel al original griego “skubala”. Pablo describe gráficamente cómo desecha su pasado para nunca más volver a él. 3. Inmundicias, suciedades y vilezas Los residuos digestivos también son mencionados, aunque con una frecuencia mucho mayor, por la violenta boca de los profetas. Sin embargo, también aquí los traductores se han encargado de disfrazarlos con un lenguaje más “higiénico”. ¡Ay de mí! que soy
muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio
de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al
Rey, Jehová de los ejércitos. Isaías 6:5 Y acontecerá que el que quedare
en Sion... será llamado santo... cuando el Señor lave las inmundicias
de las hijas de Sion, y limpie la sangre de
Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con
espíritu de devastación. Isaías 4:3-4 Cuando Isaías habla de la inmundicia de sus labios y los de su pueblo, usa una palabra que se refiere específicamente a impureza ética o religiosa: “tame”. Sin embargo, cuando el mismo profeta se refiere a “las inmundicias de las hijas de Sion”, usa la palabra “tsovah”, que significa “excremento”. La imagen es elocuente, así como en este pasaje referido a las condiciones a las que estaban expuestos los sitiados en Jerusalén: Y dijo el Rabsaces: ¿Acaso me envió mi señor a que dijese estas palabras a
ti y a tu señor, y no a los hombres que están
sobre el muro, expuestos a comer su estiércol
(tsovah) y beber su orina con vosotros?
Isaías 36:12 En Isaías 28:8, el
profeta habla de una mesa llena de vómito y excremento (tsovah). Sin embargo,
la RV 1960 traduce “vómito y suciedad”. El término reaparece en Proverbios: Hay generación limpia
en su propia opinión, Si bien no se ha
limpiado de su inmundicia. Proverbios 30:12 De “tsovah” (excremento) deriva “tsov” (excrementicio, asqueroso, manchado con excremento), que es la palabra que usa el profeta Zacarías para describir las ropas del sumo sacerdote Josué. El eufemismo de Reina-Valera es evidente: Y Josué estaba vestido de
vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a
los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles.
Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu
pecado, y te he hecho vestir de ropas
de gala. Zacarías 3:3-4 4. Adoradores de excremento Bien conocida es la ira implacable de los profetas cuando se trataba de condenar la idolatría en Israel. Lo que no es tan conocido es qué clase de palabra usaban para referirse a aquellos despreciables ídolos. Reina-Valera traduce el vocablo hebreo “gillul” como “ídolo”. Sin embargo, “gillul” deriva de “galal”, que significa “estiércol”. El teólogo Hans de Wit[8] lo traduce como “montón de mierda”, la Biblia de Jerusalén, más mesurada, traduce “basura”, mientras que la Biblia Latinoamericana alterna varias opciones: Hijo de hombre, esos hombres
tienen a sus ídolos arraigados en su corazón; Están apegados a lo que los
hace pecar ... Si alguien en Israel lleva
consigo sus ídolos y se apega a lo que lo hace
pecar, que vaya no más a ver al
profeta, yo Yavé le daré una respuesta
apropiada a sus sucios ídolos. Porque quiero recuperar el corazón de la casa de
Israel, que se alejó de mí junto a todas sus inmundicias. Ezequiel 14:3-5 (LA) Como puede apreciarse en este ejemplo, el vocablo es usado con frecuencia por Ezequiel. ¡Sólo en este libro profético aparece 38 veces! 5. Canción pacífico-violenta Pero ¿qué es lo que denuncian los profetas con este vocabulario tan ofensivo? Lo que indigna a los profetas es toda forma de infidelidad de Israel a su Dios; no sólo cuando el pueblo y sus líderes van tras dioses falsos, sino -con mayor razón- cuando el culto a Yavé se convierte en una religión de hipócritas, que participan en una linda liturgia pero después no hacen justicia “al extranjero, al huérfano y a la viuda”[9]. Esta infidelidad consiste no sólo en optar por dioses y religiones diferentes, sino también en abandonar el proyecto de Yavé de un sistema social justo e igualitario, de acuerdo al espíritu de la Ley de Moisés. Por eso, hacer justicia y dejar la idolatría van de la mano: Pero si mejorareis
cumplidamente vuestros caminos y vuestras
obras; si con verdad hiciereis
justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimiereis al
extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis
la sangre inocente, ni anduviereis en pos de
dioses ajenos para mal vuestro, os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros
padres para siempre. Jeremías 7:5-7[10] Es la canción pacífico-violenta de los profetas, que busca construir la paz condenando enérgicamente la violencia y sus raíces sociales. Un ejemplo contemporáneo de esta actitud, lo encontramos en una canción de un grupo musical chileno que condena la guerra rastreando sus orígenes hasta la educación de nuestros niños. Los primeros versos se asemejan a la descripción de una liturgia, el culto a un ídolo: Todos los lunes, muy temprano, te harán cantar los himnos
varios, con devoción mirarás la
bandera, con devoción admirarás a todos
esos héroes que, en la historia, dieron la
vida por ti sin que lo pidieras. Sexual Democracia (www.sxd.cl): “Canción Pacífico-Violenta” El texto presenta la guerra como un ídolo que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia y que, como el dios Baal, reclama sangre inocente[11]: Hay alguien en la esquina
vendiendo dulces, regalando esquirlas, presentándote enemigos en las
portadas de los libros ... ¿Qué tienen que ver los libros
que lees con charquear niños con M-16? No me lo expliques a mí, no me lo expliques a mí, explícaselo a los niños, a los niños mutilados. Sexual Democracia: “Canción Pacífico-Violenta” Finalmente, los seguidores del ídolo son condenados con groserías: ¡si les gusta tanto su “gillul”, entonces quédense con él![12]
6. Dios versus groserías Mucho queda por recorrer del vocabulario excrementicio de los profetas y de otras tantas palabras e imágenes francamente desagradables de la Biblia. Sin embargo, y pese a los esfuerzos de los traductores por ocultarlo, ya hemos dejado constancia de que dicho vocabulario está ahí y cumple una función como parte de la Palabra de Dios. Ante esto, se nos hace difícil apoyar el acostumbrado rechazo de los evangélicos latinoamericanos al uso de groserías, actitud que se considera comúnmente como una característica inherente a la identidad cristiana y, por extensión, a toda forma de arte producida por cristianos. Por ejemplo, cuando el cineasta y productor evangélico Paco Del Toro estrenó “Armagedón”, dijo que esperaba “demostrarle a los distribuidores cinematográficos que este tipo de cine, sin tener groserías ni escenas de sexo, es rentable y además satisface la necesidad más profunda del corazón del hombre: Jesucristo”[13]. Otro ejemplo, extraído de una lista de consejos para “jóvenes cristianos”: “¿Cómo se tiene que producir entonces esta necesaria separación entre tú como cristiano y [tus compañeros]? Cuando ellos vean que tú no hablas groserías, que no cuentas chistes obscenos, que te conduces de manera diferente...”[14]. La siguiente frase es parte de un mensaje difundido por Internet para promover una campaña evangélica anti-Halloween[15]. Aquí, el nombre de Dios y las groserías aparecen como entidades opuestas e irreconciliables: “Ahora es anti-constitucional mencionar el nombre de Dios en las escuelas, pero no es prohibido el lenguaje vulgar en las películas de Hollywood”. Tal vez es hora de que revisemos esta enraizada creencia a la luz de aquellas célebres palabras de Jesús acerca de “lo que sale de la boca”. 7. Lo que hace impuro al hombre Y llamando a sí a la multitud,
les dijo: Oíd, y entended: No lo que entra en la boca
contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto
contamina al hombre. ¿No entendéis que todo lo que
entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca,
del corazón sale; y esto contamina al hombre. Mateo 15:10-11, 17-18 Al decir que “lo que sale de la boca, del corazón sale”, Jesús desvía nuestra atención desde las palabras hacia la intención que hay tras ellas. Por eso, él había condenado a ciertos escribas y fariseos citando a Isaías. De la boca pueden salir palabras de alabanza a Dios, pero si no son sinceras y, por lo tanto, coherentes con una vida orientada a la justicia, de nada valen: Este pueblo de labios me
honra; Mas su corazón está lejos de
mí. Mateo 15:8 Podemos poner en nuestra boca un vocabulario refinado, sin ninguna palabra vulgar; pero si nuestras intenciones son malas, de nada nos vale. Por ejemplo, si insultamos a alguien diciéndole una palabra vulgar, talvez seamos menos hirientes que al decirle: “eres realmente estúpido”. Y lo verdaderamente grosero ante los ojos de Dios es que hablamos para herir a alguien; no importa tanto qué palabra específica hayamos usado. Otro ejemplo es la idolatría de la guerra, promovida en los libros de historia con narraciones en un lenguaje pulcro y heroico que invita a conquistar gloria y honor con las armas; un discurso mal intencionado que oculta los horrores que se viven en un verdadero campo de batalla. Para terminar nuestra reflexión, revisemos esta lista. Aquí, Jesús enumera las cosas que contaminan al hombre: Porque del corazón salenlos malos pensamientos, los
homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos,
los falsos testimonios, las blasfemias. Mateo 15:19 Las groserías no están en esta lista, ni siquiera entre las “blasfemias” (manchar el nombre de alguien), que la Biblia Latinoamericana traduce didácticamente como “chismes”. Al igual que a Pablo en su carta a los efesios, lo que a Jesús le interesa en este pasaje es que nuestras palabras y acciones no dañen la convivencia entre las personas. Y esto nos obliga, entre muchas otras cosas, a estar atentos para adecuar nuestro lenguaje a los diferentes contextos en que nos relacionemos. Por supuesto que es sano para la convivencia evitar el uso de groserías en ciertos círculos cristianos y no cristianos (de hecho, este artículo fue escrito tratando de escoger un vocabulario que no hiriera la sensibilidad de sus potenciales lectores). Sin embargo, si le decimos a un joven drogadicto que ese falso dios que lo tiene atado “es una mierda”, talvez estemos usando la expresión más efectiva para hacerle entender el abismo en que está sumido. Y quizás ésa sea precisamente la palabra buena y necesaria[16] que lo ayudará a dar su primer paso hacia Jesucristo... Concepción, 26 de octubre de 2002 [1] Las citas bíblicas fueron extraídas de la traducción Reina-Valera, versión 1960 (RV 1960), excepto en los casos indicados de la siguiente manera: NVI = Nueva Versión Internacional BJ = Biblia de Jerusalén LA = Biblia Latinoamericana [2] Mat. 7:17-18; 12:33; Lc. 6:43 [3]
Rom. 15:2; I Co. 14:3,5,12,26;
II Co. 5:1, 10:8, 13:10; Ef. 4:12,16 [4] Efesios 4:16 [6] Éx. 13:2, 13:12, 13:15, 34:19; Nm. 3:12; 8:16; 18:15; Ez. 20:26 [7] En realidad, traducir “útero” ya es eufemístico. La forma del vocablo presente en este pasaje debería traducirse usando una palabra vulgar que aluda a los genitales femeninos. [8] Han de Wit. “Caminando con los profetas”. Ediciones Rehue, Santiago de Chile, 1987, pág. 73. [9]Is. 1:17,23; Jer. 7:6, 22:3; Zac. 7:10; Mal. 3:5. [10] Véase también Jeremías 22:1-12. [11]Por ejemplo, véase Jeremías 19:5. [12] El texto de la canción
dice, en términos vulgares, algo así como “guárdense su porquería de guerra en
una de sus cavidades corporales”. [16] Véase el “Preámbulo” de este mismo artículo. |
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