Caldix

El Mago-Bestia

    Caldix era un hechicero que llegó, desde algún lugar lejano y desconocido, a una aldea cercana a la ciudad shemita de Akkharia, acompañado de su feroz y enorme perro, que nunca se alejaba de su lado. Construyó su fortaleza en las afueras de la ciudad, con su propio trabajo y a base de encantamientos. Nunca salía de su morada, pero hacía que le llevaran alimentos hasta su puerta, y pagaba con monedas de oro cuyo origen nadie conocía.

    En la torre más alta de su fortaleza, el majo realizaba extraños ritos sin nombre, y por las noches un siniestro resplandor surgía de la torre e iluminaba el cielo, haciendo que el castillo pudiera verse desde la ciudad, que distaba unas pocas millas. Los aldeanos se mantenían alejados, por su miedo supersticioso.

 
    Una noche, los guardias de la cuydad vieron un brillo especialmente intenso en la mansión de Caldix. El extraño fuego se encendió, se extendió en un círculo alrededor de la fortaleza, y luego se extinguió tan fácilmente como se había iniciado. Desde esa noche, no creció ninguna hierba en el círculo que había sido tocado por el resplandor.

    Varios meses después, una noche, una caravana pasó cerca de la ciudad, y un hombre fue enviado a investigar si el castillo estaba habitado, para ver si podían pasar la noche en él. Pero el enviado no regresó con vida: más bien, fue arrojado desde lo alto de la torre, por alguna fuerza extraña.

    Conan el Cimmerio llegó a la aldea después de dejar a su acompañante Erfu en un bosque con la curandera Moraga. El bárbaro entró a una taberna, donde pasó la mayor parte de la noche jugando a los dados y perdiendo casi todo su oro. Pero también conoció a Tamris, una khitana que trabajaba en la taberna. Conan decidió retirarse del juego y salir con la joven, pero ésta era acosada por un enorme kothiano llamado Kagal. Conan la defendió de él, pero fue derribado inconsciente cuando el kothiano le dio un fuerte golpe en la cabeza con un banco de madera. Luego, Kagal mató al hyrkaniano Shallam y se alejó con la khitana.

 
    Los hombres de la taberna despertaron a Conan, y juntos salieron en busca del kothiano, para vengar a Shallam. Llegaron hasta el castillo de Caldix, pero los aldeanos se rehusaron a entrar, y relataron a Conan lo que sabían del hechicero. El cimmerio entró solo a la morada del mago, y apenas lo hizo, escuchó el espantodo aullido de un perro, y fuera del castillo, el galope de su caballo que se alejaba aterrorizado.

    Conan se internó en el castillo, y encontró el cuerpo de Kagal muerto. Siguiendo las huellas que habían sobre el polvo, llegó a una cámara que debía ser el Sanctum Sanctorum de Caldix, y encontró el esqueleto del mismo, tendido en el suelo y carcomido. Escuchó el gemido de una mujer, y atravesó la puerta al final de la cámara... y contempló a Tamris aterrorizada, al lado del enorme perro del mago. Al acercarse, se llevó una espantosa sorpresa al ver que el animal se erguía sobre sus patas traseras, caminaba como un hombre, y además, hablaba con una voz inhumana.

 
    La bestia dijo ser Caldix. Diez años antes, había realizado su máximo encantamiento, que le daría vida eterna. Pero al recitar las extrañas palabras, el frágil y anciano cuerpo del mago había sufrido un ataque al corazón que le causó la muerte. Sólo su fiel perro permaneció a su lado; pero al pasar los días, el animal, dominado por el hambre, devoró la carne de su amo, y así, el espíritu de éste pasó a su nuevo cuerpo.

    Sin embargo, el hechizo no permitía a Caldix atravesar el círculo de tierra árida alrededor de su fortaleza. Y ahora, al ver a Tamriz, se había despertado su lujuria y la deseaba como compañera. El cimmerio le arrojó su espada, que le atrevesó el pecho, pero el hecho no tuvo ningún efecto. El perro la sacó de su cuerpo y comenzó a perseguir a Conan, que lo llevó fuera de la fortaleza.

 
     Al saltar por una ventana de la torre, el bárbaro se torció un pie, pero aún así, siguió corriendo hasta casi llegar al límite del círculo árido. Allí, el perro lo alcanzó, y de no ser por el brazalete metálico que llevaba en el brazo, la bestia se lo hubiera despedazado. En un último esfuerzo, Conan arrojó al perro con sus piernas, fuera del círculo de tierra árida, y al atravesar su límite, surgió un fuerte resplandor mientras el perro aullaba.

    Cuando Conan se incorporó, vio al perro lamiéndose las heridas, y notó el fuego demoníaco que encendía sus ojos había desaparecido. Pero tras de sí escuchó la voz del mago, que lo insultaba y amenazaba. Vio el espíritu de Caldix, que lo atacó salvajemente... pero su mano atravesó el cuerpo del cimmerio, pues no tenía sustancia. La voz del mago se fue desvaneciendo, y al mismo tiempo, el castillo comenzó a retumbar y desmoronarse, al extinguirse la magia con la que había sido construido.

    Conan apenas tuvo tiempo de entrar por Tamris y rescatarla, a pesar del dolor de su pie torcido. Cuando salieron del castillo, vieron cómo se desmoronaba y caía la torre más alta que había servido de prisión para la khitana. Encontraron al perro, muerto por las heridas que le había infringido el bárbaro.

    Después de separarse de Tamris, Conan siguió su camino a Akkharia.

 
 
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