Gudrun |
La Aldeana |
En los Pasos Montañosos entre Brythunia y
Zamora, Conan, después de su aventura con una hechicera acosada por pequeños demonios, fue
atacado por un leopardo dientes de espada, que lo dejó
malherido y sangrante sobre la nieve, antes de caer víctima de la
espada del cimmerio. Habría muerto, de no ser porque fue rescatado
por una hermosa joven aldeana de cabellos rubios, llamada Gudrun. Gudrun vivía en una humilde choza con sus padres, Ahirm e Hylda. El hijo mayor de la pareja había muerto un año antes, víctima de una penosa enfermedad. La familia vivía con recursos muy limitados, ya que al faltar el joven, no había ayuda suficiente para tareas como cazar y mantener la pequeña granja. Aún así, se mostraron hospitalarios con el joven cimmerio. Hylda era una mujer muy religiosa, y profesaba el culto al dios único Mitra. |
Pasaron los días, y Conan se recuperaba más
y más. Cuando estuvo en condiciones de hacerlo, empezó
a ayudar en los trabajos familiares, como arar la tierra, tarea en la
que no tenía ninguna experiencia, hachar la leña, cazar,
y muchas otras, ganándose así el amor de Gudrun y el afecto
de los ancianos. Tanto así, que Ahirm le ofreció la mano
de su hija, y su granja para cuando él muriera. Conan se encontró
sorprendido y confundido por la propuesta, y en sus sueños recordaba
al anciano ciego que en su visita a Venarium poco antes del saqueo junto
con Rion el sonriente, le había hablado de
su destino, al igual que Welyn, Ixastophanis y otros que había encontrado
desde que abandonó su aldea en Cimmeria. Un día, mientras Gudrun e Hylda recogían hierbas aromáticas en el valle, fueron atacadas por un grupo de tratantes de esclavos al mando del bandolero Turhin. La anciana imploró que dejaran libre a Gudrun, ofreciéndose a sí misma como esclava. Esto provocó las burlas de los asaltantes, que acabaron por asesinarla a sangre fría, al igual que a su esposo. Al ver lo ocurrido, Conan se lanzó al ataque, ciego de furia, y Turhin huyó a todo galope con la joven aldeana como prisionera. Fue fácil para el cimmerio librarse de sus atacantes y correr tras el líder. Pero sus esfuerzos fueron vanos, ya que el tratante de esclavos arrojó brutalmente a la joven al suelo desde el caballo en pleno galope, cortándole la yugular al hacerlo. Cuando el bárbaro la recogió con sus brazos, ya estaba muerta, y sólo pudo arrojar su espada al asaltante, que murió instantáneamente al caer del caballo. Conan sepultó a la familia que le brindó su hospitalidad, reuniéndolos finalmente con el hijo perdido un año atrás. Siguió su camino a la frontera, reflexionando que las cadenas del corazón, la obligación y la lealtad, eran mucho más fuertes y nobles que las que apresaban a los esclavos. |
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