Jenna

La Dulce Embustera de Shadizar

    Algunos meses después de dejar su tierra natal de Cimmeria, Conan llegó por primera vez a la ciudad de Shadizar, en el reino de Zamora, donde se ganaba la vida como ladrón, al igual que muchos visitantes. Una noche, poco después de robar unas piezas de oro a dos ladrones (uno de los cuales era el que acabó siendo su entrañable amugo Fafnir de Vanaheim), entró a una taberna donde conoció a la atractiva y sensual Jenna, una joven que se ganaba la vida como prostituta. Mientras hablaba con la muchacha, se vio envuelto en una disputa con un ebrio que alegaba ser el príncipe Nubio de Zembabwe, y decidió abandonar la taberna con Jenna, que lo condujo hasta la tienda de su supuesto tío, el herrero Maldiz, para que fundiera las piezas de oro en forma de un hermoso corazón dorado.
 
    Los dos jóvenes se dirigieron a los oscuros y solitarios bosques de la ciudad para amarse, pero al cabo de un rato fueron atacados por unos guardias vestidos con túnicas y capuchas rojas. Tras dejar a Conan inconsciente, se llevaron a Jenna. Más tarde, Maldoz explicó al cimmerio que eran los acólitos del macabro Dios Alado de la Noche de Shadizar, y Jenna sería sacrificada en el local de su culto, en una cúpula abierta en una de las altas torres de la ciudad. El cimmerio se lanzó al rescate, pese a las advertencias del herrero. Llegó a la torre a tiempo para presenciar cómo la sacerdotisa iba a sacrficar a Jenna a su Dios, que resultó ser un enorme murciélago que aferró a la muchacha con sus garras y levantó el vuelo. Pero Conan saltó sobre él, llevando consigo a la sacerdotisa, y le golpeó los ojos con un brasero, forzándolo a aterrizar en un pequeño bosque de arbustos en medio del desierto que rodea la ciudad, antes de morir. Al ver al dios muerto, la sacerdotisa se arrojó sobre el cimmerio con un puñal, pero Jenna le partió la cabeza con el brasero aún llameante, atacándola por la espalda.

    Jenna comenzó a acariciar a Conan hasta que se quedó dormido, y cuando despertó, estaba solo en el desierto. Jenna lo había abandonado, llevándose su oro.

 
 
    Después de esta siniestra aventura, Jenna se dirigió a una pequeña aldea del reino de Corinthia y compró una taberna con el oro de Conan. Algunos meses más tarde, Conan llegó a la misma aldea, huyendo de la ciudad perdida de Lanjau, donde él y Burgun, un hombre de Gunderland que sobrevivió a la Batalla de Venarium habían sido atacados por momias vivientes. Por pura coincidencia, entró a la taberna de Jenna. Mientras le mostraba el botín que había obtenido en las oscuras criptas de la ciudad perdida, entraron los guardias con un magistrado de la ciudad, buscando al cimmerio para apresarlo y extraditarlo a Nemedia, donde había sido acusado injustamente de asesinar a la sobrina del gobernador de Numalia. El magistrado metió la mano en la bolsa de Conan, donde había guardado una joya en forma de serpiente, que cobró vida y le dio una mordedura letal. Nuevamente el cimmerio se vio forzado a huir, esta vez acompañado por Jenna a lomos de un caballo.
 
    Juntos, Conan y Jenna atravesaron las montañas, llegando hasta una ciudad oculta en la jungla, donde fueron atacados por unos seres infrahumanos, y Jenna fue capturada luego por un misterioso hombre alado, alto y esbelto como un dios. Nuevamente el cimmerio se lanzó al rescate de su compañera, para lo cual debía llegar a una alta torre que se erguía en medio de un jardín de plantas carnívoras. Para atravesarlo, Conan causó una estampida de los mamuts que habitaban esa parte de la selva. Finalmente acabó con el ser alado y rescató a Jenna, y juntos se dirigieron a otra ciudad corinthia.
 
     Conan y Jenna entraron a la nueva ciudad donde residirían, haciéndose pasar por un comerciante de pieles y su compañera. Pero apenas lo hicieron, el cimmerio ayudó a dos ladrones a escapar de los guardias, y una vez más se vieron envueltos en líos con las autoridades de la ciudad. Conan y los dos ladrones lograron escapar y se refugiaron en el Templo del dios Anu, después de entregar el botón al regordete sacerdote. Dentro del templo había una alta e impresionante espiral de plata decorada con estatuas de formas humanas, en cuya parte superior, ante un conjuro del sacerdote, se materializó la forma de un enorme minotauro de color carmesí, el Toro de Anu, guardián del templo. Con este encantamiento, el sacerdote se aseguraba de que los ladrones no intentarían robarle. Jenna se reunió con el trío en la parte posterior del templo, como habían acordado.

    Los ladrones que Conan ayudó a escapar resultaron ser Burgun, el aquilonio de Gunderland con que había escapado de las ruinas de la cuidad perdida de Lanjau, y el apuesto joven Igon, un aprendiz y discípulo del Gunderman. Jenna e Igon se enamoraron a primera vista.

 
    De ahí en adelante, Conan y Burgun se dedicaron a robar las residencias más lujosas de la ciudad, mientras Jenna e Igon se divertían en las tabernas de la ciudad. Los ladrones llegaron incluso a asaltar el templo del sumo sacerdote Nabonidus, que montó en cólera e hizo llamar al Capitán Aron para amenazarlo si no lograba recuperar sus riquezas y capturar a los ladrones que habían profanado su templo.
 
    El Capitán Aron compró al gordo sacerdote de Anu, que traicionó a Conan y Burgun. El cimmerio logró escapar, pero el Gunderman fue apresado para ser ejecutado al día siguiente. Conan se enfureció cuando Jenna le sugirió abandonarlo a su suerte.
 
    Conan descubrió la complicidad del sacerdote de Anu con el capitán de la guardia, y al enfrentarlo, el sacerdote invocó al Toro de Anu, que se materializó y enseguida atacó al cimmerio.  Éste se defendió arrojando al sacerdote a manos del enorme minotauro, que cobró venganza por todos los años de esclavitud. Una vez libre, el toro se elevó por sobre las torres del templo y desapareció camino a las estrellas. El sacerdote no murió en sus manos, sino que qquedó agonizante, y Conan le dio una muerte rápida, apiadándose de él, que tenía los huesos triturados. Pero pese a todos sus esfuerzos, el cimmerio no logró rescatar a Burgun, que fue colgado en la horca. Conan mató al guardia que vigilaba al ejecutado, y luego se apoderó del cuerpo para sepultarlo.
 
    Por la noche, Conan ofreció a Conan una copa de vino para tranquilizarlo, y luego, por la ventana hizo señas a los guardias que esperaban en otro edificio para que vinieran por el cimmerio. Éste se defendió con todas sus fuerzas, pero el vino de Jenna estaba drogado y finalmente sucumbió y fue capturado y encerrado en las mazmorras. Pero antes descubrió la traición de Jenna e Igon, ahora amantes a sus espaldas.
 
    En la prisión, Conan recubió la visita del cortesano Murilo, un noble corinthio que le ofreció ayudarlo a huir con la condición de que acabara con Nabonidus, su enemigo mortal. Pero el guardia al que el noble había sobornado fue apresado por evasión de impuestos, y la fuga se vio frustrada. Sin embargo, el nuevo carcelero de Conan desafió a su prisionero, error que pagó con su vida. Conan logró escapar, y se dirigió a la hostería donde se alojaba Jenna. En las escaleras, mató al traicionero Igon, y luego arrojó a Jenna desde la azotea, al fango. La joven estalló en furia, insultos y maldiciones, cosa que hizo que Conan soltara una carcajada. Luego, el bárbaro se dirigió al templo, y junto con Murilo mató a Nabonidos para luego abandonar la ciudad con rumbo a Argos.
 
    Después de esto, Jenna volvió a Shadizar y se enredó en una relación con un amante celoso que acabó por venderla a un traficante de esclavos shemita, que la llevó a Aghrapur. Allí, Jenna escapó después de asesinar a su amo con una espada, pero se perdió en una tierra desconocida, al sur-oeste de Shem. Tras vagabundear por las montañas, llegó a un valle llamado "de la Noche Eterna" donde fue capturada por hombres afectados por una extraña plaga que corrompía su carne. Jenna también cayó víctima de la enfermedad, pero trató de escapar del valle.
 
    Conan de Cimmeria llegó a las cercanías del Valle de la Noche Eterna, y presenció cómo un shemita atacaba sin piedad a un ser deforme vestido con harapos que suplicaba piedad. Compadecido, salvó al andrajoso ser, y luego el shemita se clavó una daga en el pecho, diciendo al bárbaro que al menos así no caería víctima de la plaga. El ser andrajoso resultó ser Jenna, que pidió ayuda al Cimmerio, que ya estaba contagiado por el contacto físico con ella. Trataron de refugiarse en una aldea pero fueromn apedreados por sus habitantes.
 
    Jenna relató a Conan que los habitantes del Valle de la Noche Eterna habían sido víctimas de un hechicero venido de otros mundos, llamado Myya L'Rrasleff, que pretendía hacer un mundo imagen y semejanza del suyo, a través de la conversión física y mental de los humanos. Para lograr este propósito se valía de una refulgente gema traída de su propio mundo. La conversión de la misma Jenna ya estaba próxima a completarse.

    Conan convenció a Jenna para enfrentarse al mismo hechicero en su propia fortaleza. Para ello, primero tuvo que luchar con los dos guardianes, un ser de piedra animada y un salvaje ente volador. Finalmente llegó a la fortaleza del monstruoso mago, que recordó a Conan la morada del mago Zukala en Ghaza, que había visitado pocos meses atrás. Las barreras mágicas del mago resultaron ser muy poderosas, pero finalmente Conan logró destruir la gema de poder, lanzando Myya L'Rrasleff contra el altar donde la guardaba, ya que él mismo no podía atravesar la barrera que la protegía. Al romperse la joya, el mago murió, la fortaleza se derrumbó y Jenna y Conan se curaron de la plaga.

 
    Conan y Jenna siguieron su camino, hasta que en una carretera polvorienta y vacía, un día contemplaron una aparición demoníaca que era causada por un extraño hombre que tocaba la flauta. Era el hechicero-guerrero Vonndhar, nacido miles de años atrás en Valusia, años antes del reinado del bárbaro Kull. El valiente guerrero se había convertido en siervo y emisrio del oscuro dios de la muerte, Erlik, que le había otorgado el don de la inmortalidad. Ahora venía a juzgar a Jenna, pues su amo deseaba ajustar el desequilibrio causado por la salvación de Jenna al morir Myya L'Rrasleff.
 
    En repetidas ocasiones Jenna trató de huir de su destino, recurriendo a toda clase de trucos: engañó a una banda de asaltantes de caminos, que acabó por adoptar a Conan como su nuevo líder; sedujo al mismo mensajero de Erlik para escapar mientras dormía, agotado después de una noche de intensa pasión... pero al final todas sus estratagemas fueron inútiles. En medio de un asalto a una caravana procedente de Pelishtia, la mujer se alejó de la lucha  pero un fuerte viento causado por Erlik derribó el carro de la caravana, que le cayó encima, matándola instantáneamente.
 
    Esto causó la cólera de Vonndhar, que se había enamorado de Jenna, y se atrevió a desafiar al mismo Erlik. El tenebroso dios se le apareció para exigirle un precio a cambio de la vida de la mujer, que e guerrero estuvo dispuesto a pagar: renunciar a su inmortalidad. Así, la negra mano del dios de las profundidades acabó con su vida que se había extendido por milenios. Jenna despertó confundida, incapaz de comprender el sacrificio del guerrero por amor. En ese instante, Conan entendió la verdadera naturaleza de Jenna, y al hacerlo se alejó de ella, dejándola sola en medio de la polvorienta carretera. Sólo quería poner toda la distancia posible entre él y los seductores ojos azules de Jenna.
 
 
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