Sabia

La Novia de Damballah

    Después de salir del Valle Perdido de Iskander, Conan atravesaba a caballo los pantanos de la zona llamada Viper's Head o "Cabeza de Víbora", habitada por stygianos y kushitas. Entre los árboles, escuchó la risa burlona de una muchacha, que apareció por entre las ramas. Era una sensual joven negra, Sabia, que con engaños atrajo al cimmeriano a donde se encontraban sus tres hermanos, tres guerreros asesinos que lo atacaron. Conan mató a dos de ellos,pero el tercero escapó. Durante la lucha, la joven también desapareció.

    Conan prosiguió su camino, y encontró a Neth-At, un stygiano de la colonia que poblaba la región. Este le contó que las colonias stygiana y kushita estaban en conflicto, desde la llegada de un hechicero negro llamado Toroa, que había sido exiliado de Keshatta, la Ciudad de los Magos. Este mago habitaba en una choza en el pantano, y practicaba la magia que los kushitas llamaban Juju. Lo acompañaba una diabólica joven llamada Sabia.

 
    Cuando llegaron a la ciudad stygiana, Conan se enteró de que uno de los seguidores de Toroa había sido capturado y encadenado, y el guardia se preparaba para iniciar las torturas. El cimmeriano pidió que lo dejaran interrogar al prisionero, y bastó con que pronunciara la palabra Amra, para que empezara a hablar. Este era el nombre con el que Conan era conocido en la Costa Negra, cuando navegaba a bordo de la nave Tigress, con la pirata Bêlit. Conan lo había adoptado después de derrotar al primer Amra.

    De pronto se oyó un chillido en el bosque, y Conan se dirigió a la choza de Toroa, siguiendo las instrucciones del prisionero. No había nadie, pero antes de entrar, el cimmerio recordó lo que N'Yaga le había advertido a bordo de la Tigress: que los magos juju cuidan sus moradas dejando como guardián a un espíritu juju que enloquece a los intrusos hasta causarles la muerte. A las puertas de la choza, encontró cráneos humanos, obviamente pertenecientes a los que antes que él habían intentado entrar a la choza. De vuelta a la ciudad, se le apereció nueamente Sabia, que se burló de él y lo hechizó paralizándolo, para que no pudiera atacarla. Dijo a Conan que por la noche, él escucharía la llamada de Damballah, e inevitablemente se dirigiría al pantano, donde ella bailaría la Danza de la Calavera, ante Toroa. Luego lo dejó solo, y el bárbaro recuperó la facultad de moverse.

 
    Antes de llegar a la ciudad, fue alcanzado por Neth-At, que había salido a su encuentro después de que el prisionero recuperaba sus fuerzas al escuchar un grito procedente del pantano atacara al guardia para escapar. El stygiano había salido tras de él, temeroso de que buscara vengarse del cimmerio.

    Juntos llegaron a la aldea de los negros, que estaba completamente desierta. Conan recordó que Sabia le había dicho que irían a una franja de tierra que se extendía en el pantano, y era sagrada para los negros, porque se consideraba la Casa de Damballah, el dios de la muerte. Mientras atravesaban el pantano, el stygiano vio algo que se movía entre las ramas, y sin pensarlo, le arrojó una flecha. Alcanzaron a ver a Sabia que herida caía al suelo.
 
    De pronto Neth-At fue atacado por algo que se movía bajo las aguas. Conan trató de salvarlo, pero se vio forzado a salir del agua. Al pisar tierra firme, encontró el cuerpo inerte del stygiano.

 
    Conan llegó hasta un claro, en el que vio al siniestro Toroa danzando en medio de todos los negros de la aldea. En cierto momento, el mago cantó una extraña invocación, y Conan vio que del agua surgían varias cabezas humanas, para desaparecer al cabo de un momento. Seguidamente, Toroa arrojó al suelo una calavera humana, precisamente en el momento en que Sabia llegaba corriendo e iniciaba su danza. La calavera se movía al ritmo de los tambores, acompañando a la muchacha en sus sensuales movimientos. Conan notó algo extraño en ella, mientras resistía con todas sus fuerzas al llamado de Damballah.
 
    De pronto, Sabia gritó y se desplomó, revelando la flecha de Neth-At que le había atravesado el corazón. Los negros huyeron, dejando solo a Toroa, que arrastró a Sabia hasta su choza. El mago invocó a los seres del pantano, en el momento en que Conan se acercaba a desafiarlo. Se enfrentaron en un duelo de espadas, y finalmente el cimmero venció. Al morir Toroa, Conan fue atacado y arrastrado al agua por los seres del pantano, que eran una extraña mezcla de hombres y reptiles. A duras penas logró vencerlos y salir a flote. El bárbaro entró a la choza, y encontró tendido en un camastro al prisionero que había escapado de los stygianos. Tenía la mirada en blanco, y gemía, pues su transformación ya había comenzado. Conan le dio una muerte piadosa, y luego incendió la choza.
 
    El cimmerio retomó su marcha a la ciudad de Harakht, para reunirse nuevamente con Bêlit.
 
 
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