AMARILLO, QUE TE QUIERO AMARILLO

Los dedos temblorosos mantenían dos probetas, una vacía, otra medio llena de un líquido amarillo que despedía insistentemente un olor corrosivo. Los dedos vertieron con lentitud el líquido de un recipiente al otro hasta cubrir tres medidas. El científico puso el tubo frente a sus ojos para asegurar la cantidad exacta. Caminó luego hasta una mesa repleta de tubos de ensayo y tomó uno para observar su contenido.

---Mañana estará todo listo finalmente... --dijo con voz cansada--. ¡Ese pedimento me estaba logrando dequisiar! Pero ahora que he cumplido, puedo descansar, aunque sea un poco.

El científico caminó lentamente hacia la puerta. Parecía que apenas podía sostener su cuerpo encorvado por lo años y el esfuerzo intenso aplicado a su trabajo.

Amaneció pronto. Pocas horas habían pasado desde que el científico había abandonado su proyecto y ya miraba nuevamente el contenido de la probeta. La llevó hasta la orilla opuesta del laboratorio y con una pipeta le robó unas gotas que puso sobre un portaobjetos, luego descubrió un microscopio desde debajo de una franela y le colocó la muestra; miró a través del juego de lentes para reconocer el producto de su trabajo.

--Sabía que tendría éxito --dijo con tono relajado mientras se encaminaba hacia el teléfono.

Marcó y esperó. Un crujido disparó la conversación.

--Hello --saludó el científico utilizando un acento casi perfecto--, may I speak to Mr. Blair?(--Hola, ¿puedo hablar con el Sr. Blair?)

Se escuchó una respuesta distosionada por la pobre fidelidad del receptor. Al terminar la perorata el científico continuó:

--OK. I will hold on. Thank you. (--Está bien. Esperaré en la línea. Gracias.)

Pasó un minuto. Después se escuchó una voz y el científico prosiguió la conversación.

--Mr. Blair? This is Mr. Hernandez. I am done, you can come whenever you want. Now I would like to go back home. It's time! (--¿Señor Blair? Llama el señor Hernández. He terminado, puede venir cuando quiera. Ahora quisiera volver a casa. ¡Llegó la hora!)

Un cuchicheo se oyó desde la bocina. El científico hizo una mueca y respondió:

--OK. I will be waiting for you. Bye! (--Esta bien. Estaré esperándolo. ¡Adios!)

El científico colgó. Se notaba molesto.

--¿Creen que me podrán tener recluído el tiempo que quieran? ¡Están locos si así lo creen! ¡No pienso seguir laborando para sus causas injustas e inmundas! Además, extraño mí patria...

Se escucharon golpeteos en la puerta.

--Go ahead! --gritó el científico.(--¡Adelante!)

Un hombre blanco, corpulento, se apersonó en el laboratorio, seguido de dos soldados que casi no se distinguían uno del otro.

--Good morning, Mr. Hernandez! --saludó el hombre corpulento--.. How is your project going? (--¡Buenos días, señor Hernández! ¿Cómo va su proyecto?)

--I have already finished. Would you like to see the results? (--Ya terminé. ¿Quisiera ver los resultados?)

--OK.. but is this place safe enough for the experiment? (--Sí, me gustaría, ¿pero es éste un lugar suficientemente seguro para el experimento?)

El científico no pudo disimular una leve sonrisa.

--I think it is, sir. So, would you like to start? (Sí, señor, creo que es seguro. Entonces, ¿quisiera que empezáramos?)

--No, I wouldn't. I'd rather wait for Mr. Scott. He knows more about these issues and... (--No, preferiría esperar al señor Scott, él sabe más acerca de éstos asuntos y...)

--Oh, Mr Blair! --interrumpió el científico--. Are you afraid of what I've achieved?... (--¡Oh, señor Blair! ¿Teme a mi obra?...

El oficial miró iracundo al científico: ¡Cómo un humano decrépito de raza lenta se atrevía a retarle con tal sarcasmo!

--I am not afraid!... Let's start! (--¡No tengo miedo!... ¡Empecemos!)

El científico sonrió, si algo fallaba, sería sólo delante de esos militares de poco rango.

OK, Mr Blair. I can see you are a brave man! Please, take this --le tendió una de las probetas-- and, enjoy it! (--Bien, señor Blair, ¡puedo ver que es muy valiente!. Por favor, tome esta probeta y ¡disfrútela!)

El oficial puso el tubo delante de su rostro, tan cerca que casi torció las órbitas de sus ojos. Permaneció así varios segundos. Eternos.

--All right, Mr Blair, now drink. Drink! (--Bien, señor Blair, ahora beba. ¡Beba!)

El oficial abrió la boca y vertió el líquido amarillento entre sus dientes de tinte similar, la boca se le torció y comenzó a toser ruidosamente. Los soldados, confundidos, se aproximaron a su superior.

--Mr. Blair! --por fín abrieron la boca. (--¡Señor Blair!)

El oficial se llevó las manos a la garganta y recorrió desesperadamente el laboratorio. Buscaba ayuda, aunque no sabía de dónde podía venir. Finalmente se acercó al científico y le encaró con ojos implorantes.

--Creo que algo salió mal --dijo el científico con tranquilidad--. ¡Discúlpeme por éso!

En realidad los ojos del científico irradiaban odio, no arrepentimiento.

Los soldados sostuvieron al oficial, procurando brindarle consuelo en sus últimos momentos.

--Yo en su lugar no haría éso --dijo el hombre de ciencia.

Los hombres miraron confundidos al científico, seguramente no eran políglotas. Luego se separaron del oficial como impelidos por un cañón; en su rostro estaba dibujado el terror. Las manos de su superior no eran ya humanas, yacía en un rincón, encogido entre sus rodillas y brazos. El infeliz aún respiraba.

--¿Querían el alimento? ¡Pues ahí lo tienen! --alzó la voz, señalando lo que quedaba del oficial--. En tiempo de guerra el alimento es un ingrediente estratégico, ¿no?, fue lo que me estuvieron diciendo sin cesar todos estos años de reclusión... ¿o debería decir de investigación forzada? ¡Malditos ignorantes!

Uno de los soldados tuvo la iniciativa, preparó su arma y la apuntó a la cara del científico.

--No me infundes miedo, muchacho. He estado muerto desde hace varios años... desde que me trajeron aquí...

¡Blam!

Las armas escupen ira... algunas veces salvación...

Las armas escupen muerte, no importando si el objetivo ya está muerto.

Detrás de los infelices su antiguo superior se levantó imponente y hambriento, convertido en animal. No había comido esa bestia desde hacia mucho tiempo y estaba dispuesta a experimentar los nuevos sabores del mundo que recién comenzaba a conocer.

Sergio Malinto


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