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Lista de los distintos Apartados | ||
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Algunos mensajes célebres |
Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías Me conocen, así como el Padre Me conoce, y Yo conzco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?... Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de si mismo.
El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Mis ovejas oyen mi voz y Yo las conozco, y Me siguen, y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
¿Qué es el hombre, para que Te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies.
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, jugaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendísteis y recibísteis y oísteis y vísteis en Mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
Carta que Pilatos escribió al Emperador Tiberio en el año 32 d.C. sobre Jesús |
El original se encuentra en la Biblioteca del Vaticano. Es posible adquirir una copia en la Librería del Congreso de Washington, D.C. Pilatos escribió:
“Al César Tiberio. Un joven apareció en Galilea, y, en el nombre de Dios, que lo envió, predicó una ley nueva, la humildad. Al principio pensé que su intención era la de organizar una revuelta contra los romanos. Mis sospechas se desvanecieron al poco tiempo. Jesús de Nazareth hablaba más como un amigo de los romanos que de los judíos.
Un día observé a un hombre joven que estaba con un grupo de gente, apoyado en el tronco de un árbol y les hablaba con dulzura. Me dijeron que ese hombre era Jesús. Era muy distinto a los que lo rodeaban. Su rubio cabello y su barba le daban una apariencia divina. Tendría unos treinta años y yo no había visto hasta entonces un rostro tan bello y apacible. ¡Qué diferente era, con su blanca tez, de los que lo escuchaban, de negras barbas! Como no quería molestarle, seguí mi camino, diciendo a mi secretario, sin embargo, que se uniera al grupo y escuchara.
Más tarde, mi secretario me dijo que nunca había leído en los libros de los filósofos nada que pudiera ser comparado a las enseñanzas de Jesús, y que no era un agitador, ni llevaba a las gentes por mal camino. Por esa razón decidimos protegerlo. El era libre para actuar, hablar y reunir a la gente a su alrededor. Esta libertad provocó la ira de los judíos, que estaban indignados; Jesús no irritaba a los pobres, pero si a los ricos y poderosos.
Más tarde, le escribí una carta a Jesús, pidiéndole que acudiera a una entrevista en el Foro. Vino. Cuando el Nazareno apareció, yo estaba dando mi paseo matinal y, cuando lo vi, quedé paralizado. Mis pies estaban como atados al suelo de mármol con cadenas de hierro; temblaba ante él como lo haría un culpable, aunque él estaba en calma.
Sin moverme, observé a este hombre excepcional durante algún tiempo. No había nada desagradable en su aspecto ni en su actitud. Sentí por él un profundo respeto. Le dije que había un aura, a su alrededor y que su sencilla personalidad lo elevaba por encima de los filósofos y maestros de su tiempo. Produjo una profunda impresión en todos nosotros, debido a sus agradables maneras, a su sencillez, humildad y amor.
Estos, noble y soberano, son los hechos que conciernen
a Jesús de Nazareth, y me he tomado mi tiempo para informaros con
detalles sobre él. Mi opinión es que un hombre que es capaz
de tornar el agua en vino, de curar a los enfermos, que resucita a los
muertos y calma el mar embravecido no es culpable de acto criminal alguno.
Como otros han dicho, hemos de admitir que realmente se trata del hijo
de Dios. Tu obediente servidor, Poncio Pilatos."