1- LA AUTOESTIMA.
2- CARTA DE UNA MADRE ANTE UN PROBLEMA DE ENURESIS
4- PRÁCTICA EDUCATIVA: PERIODO DE ADAPTACIÓN.
El Siguiente artículo trata de la autoestima: qué es, qué papel juega en la adolescencia y cómo trabajarla en el aula.
La revista "Aula" en su libro del mes de Abril (nº 128), nos habla de cómo dar respuesta a los conflictos en la escuela, y en el siguiente artículo sobre la autoestima dice:
En muchas ocasiones se utiliza autoconcepto como sinónimo de autoestima (de hecho hay autores que utilizan el mismo término) situación que provoca confusiones no solamente de concepto sino también metodológicas de cara al trabajo pedagógico.
La autoestima implica una valoración de los conceptos que se tienen sobre sí mismo - el grado en que una persona se gusta como es -y que se consigue comparando lo que se hace o cómo se es con algún criterio estándar propuesto por uno mismo o por otras personas. Así, por ejemplo, alguien se puede gustar a sí mismo físicamente porque cree que cumple unos requisitos estéticos determinados que considera validos. La valoración de las cualidades personales lleva a quererse y autocomportarse de manera positiva o negativa. La autoestima es la actitud hacia si mismo que más se relaciona con la afectividad personal.
En una definición ya clásica, James (1890) decía que la autoestima era el éxito de una persona dividido por sus aspiraciones. Si se tiene éxito la autoestima es alta. El éxito se puede conseguir más fácilmente si las aspiraciones que se tienen y aquello que se intenta conseguir es bajo. Por tanto, para autoquererse es necesario no poner aspiraciones que estén alejadas de la realidad o hacer que los éxitos se incrementen.
Nosotros, aprovechando la definición, preferimos poner en relación la percepción que una persona tiene de lo que consigue hacer o ser y las finalidades que se establece hacia si misma. Hablar de éxito lleva a complicadas definiciones sobre lo que se considera éxito o no (personalmente, socialmente) y a restablecer baremos que dependen de demasiados elementos, muchos de ellos aleatorios y basados en los propios valores personales.
Poniendo un ejemplo de lo que se acaba de indicar sobre esta relación entre lo que se hace y las finalidades establecidas, podríamos decir que una adolescente que tiene como finalidad llegar a conseguir un sobresaliente en matemáticas y sólo saca un notable, tienen una autoestima menor que aquella que llega al bien pero sólo aspiraba a un suficiente.
La autoestima es una parte tan importante en la personalidad de la adolescente y del adolescente que influye claramente en su comportamiento general: adolescentes con autoestima baja son propensos a ser indecisos, excesivamente sensible a las críticas, o pesimistas delante de cualquier implicación personal; si la autoestima es alta, la tendencia de comportamiento es la contraria. Aspectos como el desarrollo emocional, la manera de implicarse con lo que le rodea o las relaciones con los demás están mediatizadas por la autoestima. Así, por ejemplo, los y las adolescentes tienen tendencia a interactuar con personas que los valoran para no deteriorar su autoestima.
La influencia de la autoestima llega a los aprendizajes escolares, tanto a la idea general que tienen sobre su aprendizaje general (soy buen estudiante...) como a autoestimas centradas en materias o tareas escolares determinadas (matemáticas, educación física...). Esta influencia produce que un o una adolescente con una autoestima baja en relación a un aprendizaje escolar acceda a él con menor dedicación, entusiasmo y esfuerzo que si su autoestima en ese aprendizaje es elevada. En esta situación entra en juego el no ponerse en evidencia hacia si mismo con contendios que no domina y en cambio, buscar contenidos de trabajo que le hagan sentirse a gusto consigo mismo. Si la situación es de interacción con los compañeros y compañeras, una autoestima baja puede llevar a provocar conflictos determinados con la intención de que no aparezcan situaciones en donde se evidencian pocas habilidades del o de la adolescente en cuestión (por ejemplo, no querer aceptar la propuesta de las demás personas porque en ella queda en evidencia una equivocación personal que la persona vive como una agresión a su autoestima).
EL "YO" IDEAL
En la autoestima juegan, por un lado, el autoconcepto que es la base de la cual se parte, y por el otro, lo que a cada cual le gustaría llegar a ser. Para conseguir una buena autoestima es necesario que las pretensiones que cada cual tiene estén adecuadas al propio concepto. Estas pretensiones tienen relación directa con lo que diversos autores llaman el "yo ideal" (o, para otros, el yo posible, la representación del yo en el futuro). Este concepto define lo que cada cual querría ser. Pero es un concepto que tiene diferentes aspectos y según predomina uno u otro, puede propiciar más o menos problemas al alumnado. Incluye (Gonzales, 1994):
- Imágenes fantásticas, imágenes imposibles de conseguir.
- Imágenes que, aunque ideales, tienen en cuenta cómo es cada cual.
- Imágenes morales, aquello que se cree que cada cual ha de ser.
-Imágenes de cada cual en el futuro que incluye aquello que se quiere conseguir en la vida o la clase de persona que se quiere ser y aquella que no se quiere llegar a ser.
Como se ve, aquí se mezclan imágenes de lo que se gustaría ser (un yo fantasioso), de lo que se quiere ser (un yo querido), de lo que se cree que tendría que ser (un yo moral), de lo que se cree que cada cual será (un yo esperado) y de lo que no se quiere llegar a ser (un yo temido). Por ejemplo, una adolescente al acabar la ESO puede gustarle ser campeona de natación (lo que le gustaría ser) pero ver que no tiene ninguna cualidad para serlo, querer ser socióloga (lo que quiere ser) ya que cree que está dentro de sus posibilidades y le gusta, creer que lo mejor sería dedicarse a la arquitectura como le indican su familia (lo que tendría que hacer), al mismo tiempo que piensa que acabará de cajera en un supermercado (lo que cree que será) ya que no hay trabajo en el campo al cual se quiere dedicar, y tener miedo de no conseguir ningún trabajo y depender económicamente de su familia durante mucho tiempo (lo que tiene miedo de ser). Los diferentes yos pueden interartuar al mismo tiempo, prodominar unos sobre otros o no manifestarse algunos de ellos.
El yo posible parece tener dos funciones: Actuar como incentivo para orientar y guiar el futuro comportamiento del y de la adolescente -ya que funciona como representación de las aspiraciones, motivos y miedos personales y de los estados afectivos asociados a él- y proporcionar un contexto evaluativo e interpretativo adicional al autoconcepto y a la conducta de la persona en el presente. La y el adolescente no sólo emiten una evaluación a partir del presente sino que también tienen en consideración lo que esperan ser en un futuro ya que eso condiciona su situación actual.
En la interacción del yo real con el yo futuro pueden surgir diversos problemas. Uno de ellos lo encontramos en el y en la adolescente que tiene un conceptos del yo futuro muy alejado de su autoconcepto porque predominan imágenes fantásticas. En esta situación se ve volcado a una valoración personal negativa delante la imposibilidad de llegar al ideal establecido (aunque sólo sea a una parte de él) con lo que aparecen desequilibrios y frustaciones de todo tipo (incluidos los relacionados con el aprendizaje y las relaciones sociales) al estar en la creencia de que no son capaces de conseguir lo que tenían como finalidad. Ideales más próximos al autoconcepto pueden ser estimulantes y servir de finalidad a conseguir ya que su adquisición se ve viable debido a que se encuentra dentro de sus posibilidades.
Los problemas también pueden surgir si lo que se cree que se ha de ser no corresponde con lo que se quiere ser (el eterno problema de escoger entre la devoción y la obligación). Así un o una adolescente puede tener problemas porque quiere dedicarle más tiempo a los deportes que al estudio y en cambio cree que tiene la obligación de decantarse por los primeros ya que la escuela y su familia así se lo piden. Si las cualidades deportivas del chico o de la chica son altas pueden reforzarles su yo deseado mientras que si son bajas pueden serle más fácil cumplir con lo que cree que es correcto.
Generalizando, podríamos decir que la interacción entre el autoconcepto y el yo ideal o futuro da pie a actitudes hacia si mismo que son más o menos positivas según la concordancia que existe entre ellos. Se tiene una autoestima alta cuanto más cerca esté el autoconcepto del yo ideal y una autoestima baja cuando la distancia es grande. No obstante, el predominio en el yo ideal de una representación u otra de ese yo futuro predispone a un mayor acercamiento entre ellos.
LOS VALORES Y LA AUTOESTIMA.
En la relación establecida entre autoconcepto y yo ideal hay que considerar también un elemento que la mediatiza. Nos referimos a los valores que el y la adolescente tiene y que están presentes en todas las caracterizaciones que se han especificado en el yo ideal. Los valores que sustenta una persona son los responsables de las finalidades que una persona se marca y, en el caso que nos ocupa, de los baremos que se utilizan para dar importancia a aquello que se quiere conseguir. Si recuperamos el ejemplo anterior del objetivo de la adolescente que quería conseguir un sobresaliente, apreciarfemos que este no es casual sino que responde a valoraciones personales de aquello que representa el sobresaliente (gratificaciones, elogios, éxitos...) y sus consecuencias.
La influencia de los valores tiene consecuencias cuando se pone en relación la autoestima y el autoconcepto. Encontraremos que, aunque normalmente van al unisono, no siempre se mantiene la concordancia entre ellos. Se pueden tener autoconceptos altos de ámbitos personales que comporten autoestimas bajas: por ejemplo, hay adolescentes que no valoran las capacidades elevadas que tienen en algún aspecto, en este sentido su autoconcepto puede ser elevado pero no lo le importa mucho que sea así (pueden saber, por ejemplo, que saben modelar muy bien pero no darle importancia, por lo tanto pueden tener un autoconcepto alto en este aspecto pero una autoestima baja). Como se ve es tan importante tener un buen autoconcepto como valorar las capacidades, ideas, conductas...que conforman este autoconcepto. De aquí surge la importancia que tienen los valores que sustenta una persona para tener una autoestima positiva o no.
LA FORMACIÓN DE LAS ACTITUDES HACIA UNO MISMO.
En cuanto a este aspecto en el apartado "El grupo en la adolescencia" dice el artículo:
Las relaciones entre los y las estudiantes pueden llegar a incidir de forma decisiva en la consecución de determinadas metas educativas y determinados aspectos del desarrollo cognitivo, afectivo y de socialización de cada alumno y alumna. La adquisición de competencias sociales, la relativización de los puntos de vista propios, el control de los impulsos agresivos, el incremento de las aspiraciones y del rendimiento académico o de las representaciones y significados que construyen los alumnos y alumnas, su autoconcepto académico, interrelacional... , son algunos de los aspectos influenciables. De los grupos en los que se incluye el y la estudiante en la escuela nos centraremos en el grupo reducido de alumnos y alumnas creado a partir de vínculos de amistad.
El grupo reducido de adolescentes es un pequeño núcleo social que socializa al y a la adolescente y hace de puente entre cada elemento integrado en él o ella y la sociedad adulta. Sirve, por este motivo, como contexto de aprendizaje de integración social, integración no obstante que, dadas las características de la adolescencia, se realiza cuestionando las estructuras sociales que les rodean (familia, escuela, sociadad...). Es bien conocido cómo el grupo sirve para cuestionar las normas sociales, familiares, sus valores, sus estructuras... y se utiliza para probar formas alternativas que ayudan en la búsqueda de la identidad propia del grupo y de sus miembros.
Es también un contexto que posibilita aprendizajes de aspectos personales, comportamentales, intelectuales o afectivos. El grupo, por ejemplo, es un contexto ideal para establecer relaciones entre iguales y estas, como se sabe, posibilitan el desarrollo de capacidades coginitivas, afectivas o morales.
El grupo, además, da estabilidad afectiva si el o la adolescente se sienten aceptados por él, al mismo tiempo que proporciona seguridad y motivación a sus miembros para participar en las tareas que se acepten como grupo.
Por la proximidad física y las semejenzas de edades, necesidades o intereses, en el grupo se produce imitación e identificación entre sus miembros. La imitación no sólo se realiza en el ámbito comportamental sino que también se lleva a término en aspectos cognitivos, afectivos o morales. Esto provoca que el grupo sea un elemento influyente como patrón de conducta tanto grupal como individual (en el comportamiento delante de las demás personas, en cómo se reacciona afectivamente, cómo se solucionan los problemas, cómo se afrontan los nuevos retos, cómo se viven los fracasos...). El grupo, para ser coherente consigo mismo, tiende a unificar actitudes, conductas, pensamientos, expectativas y maneras de actuar entre sus miembros. Crea, además, entre todos un deseo de pertenecer al grupo.
Como núcleo en el que se relacionan diferentes personas, el grupo influye en las expectativas, percepciones, representaciones, predisposiciones o clasificaciones de la realidad que construyen sus miembros de ellos mismos, del propio grupo, de cualquier persona o colectivo relacionado con el grupo, o de la sociedad en la que se vive.
El grupo permite al y a la adolescente conocerse unos a otros, entender las situaciones en las cuales se encuentran cada uno de sus miembos y poder aportar las ayudas necesarias. El grupo, además, posibilita conocerse a sí mismo, elemento que nos interesa particularmente para la construcción de la autoestima de cada adolescente. El alumno y la alumna tiene en el grupo un colectivo en el que contrastar lo que piensan, sienten, creen o hacen con las demás personas y conocer, a partir de los procesos de clasificación que establecen, las similiudes y diferencias que tienen con las demás personas y cómo es él o ella misma. Les permite también conocer que dimensión tienen sus características, necesidades o problemas ya que puede relativizar éstos a partir de conocer los que tienen las demás personas. Es, además, un lugar en el que los demás les van a devolver una imagen de si mismos que les ayudará en la conformación de su perceción personal. Así, por ejemplo, adolescentes en los que sus compañeros y compañeras depositan expectativas de ineficacia, inseguridad, insolidaridad...son tratados (y dan respuestas) de forma diferente que aquellas otras personas de las que se espera que sean capaces, responsables o colaboradas. Estambién un lugar en el que habrán unos valores que les harán apreciar más o menos sus características personales, o que les harán sentir sus limitaciones personales más o menos importantes, apreciaciones ambas, como se ha visto, importantes para la autoestima. Si, por ejemplo, un grupo valora la agresividad física o verbal de sus miembros en la relación con otros grupos, una persona adolescente que no tenga dichas cualidades pero que quiera pertenecer al grupo, puede vivir sus característiccas en este terreno como limitaciones no deseadas....
LA AUTOESTIMA Y LOS CONFLICTOS ESCOLARES.
En cuanto a este tema el artículo dice:
Como se deduce de los comentarios efectuados sobre la autoestima y su importancia en la personalidad del alumnado, una autoestima negativa o excesivamente elevada plantea problemas diversos. Algunos de ellos no se abordarán en estos momentos ya que la persona adolescente que los sufre puede no ser conflictivo con sus compañeras y compañeros o el profesorado (pueden ser aquellos estudiantes que no se notan en el aula, invisibles, que nunca plantean problemas) situación, no obstante, que no ha de ocultar la importancia de la problemática que tiene planteada. Sí nos detendremos en algunas situaciones en las que la autoestima puede ser la responsable, conjuntamente con otros elementos, de situaciones escolares conflictivas que se traducen en problemas disciplinarios. Autoestimas negativas pueden provocar conflictos relacionados con el aprendizaje escolar, con el profesorado, con los compañeros y compañeras o consigo mismo y pueden llevar a conductas agresivas o negativas. Así, un adolescente con poca autoestima puede establecerse unos objetivos, unas acciones o aportaciones de las demás personas, a los cuales se adapta para sentirse seguro y equilibrado. Su autoestima pasa por estar en la línea establecida (criticar cualquier cosa con la intención de ser crítico aunque no se base en nada objetivo, negar cualquier aportación a trabajos determinados por considerar que la propuesta es siempre incorrecta...) aunque con ello no se cuestione lo que hace ni analice si las acciones o propuestas de las demás personas aportan ventajas para inorporar a la situación propia.
Otra situación, usual en la adolescencia, consiste en llevar a término acciones que pide el grupo al cual una persona quiere pertenecer o pertenece. Una autoestima baja puede ser la causa de dichas acciones, aunque sean conflictivas de cara a las demás personas, ya que proporcionan seguridad personal al sentirse miembro de dicho grupo. Otro ejemplo claro lo tenemos en el adolescente que quiere ser centro de atención de las demás personas ya que con ello consigue la seguridad personas que le falta en su autoestima baja. Dicha atención la puede querer conseguir de la manera que sea aunque para ello tenga que mostrar conductas agresivas, conflictivas o disonantes de cara a sus compañeras y compañeros o el profesorado...
EL TRABAJO DE LA AUTOESTIMA EN EL AULA.
Se acaba de ver cómo las actitudes hacia uno mismo -y más concretamente la autoestima- y el equilibrio personal que comporta que éstan sean positivas, condicionan las relaciones que el alumnado mantiene consigo mismo, con las demás personas y con el entorno.
Las intenciones educativas a conseguir con unas actitudes positivas hacia uno mismo podemos establecerlas en las siguientes:
. Que cada persona adolescente se sienta contenta y segura consigo mismo, que conozca y crea en sus capacidades, que se sienta protagonista de sus resultados positivos y que consiga una autoestima que le permita establecer unos límites, un campo de actuación donde moverse y unos baremos para actuar que le hagan sentirse segura.
. Posibilitarle una relación correcta con las demás personas que le lleve a un entendimiento, a un interés por los problemas ajenos así como a una disposición de ayuda y colaboración con ellos.
. Permitirle integrarse en los diferentes grupos socicales a los cuales pertenece de forma crítica pero constructiva. Esta integración presupone que el alumnado tenga seguridad en si mismo y confíe en sus cualidades y, al mismo tiempo, tenga capacidades para analizar, tomar partido y actuar en consecuencia, que sea capaz de cumplir las responsabilidades adquiridas y los pactos establecidos...
CARTA DE UNA MADRE ANTE UN
PROBLEMA DE ENURESIS
27 de Septiembre de 1.998
Son las 7'50 horas de la mañana,
una mañana de otoño gris porque está lloviendo. Me levanto y
me dirijo a la habitación de mi hijo antes de bajar a la cocina
a desayunar. Con cautela, preocupación y ansiedad levanto las
sábanas y con cuidado para no despertarle, toco la cama. Está
mojada, por cuarto día consecutivo está mojada. Rabia,
desesperación, impotencia, llanto reprimido y un sereno ¡Rubén
levanta te has meado!. Retiro todo hacia atrás enfadada. Rubén
se intenta incorporar, dormido, aturdido, no sabe muy bien lo que
le digo, no quiere creer que otro día más se ha meado, se toca
la tripa, pone cara de tristeza y desconcierto.
Me voy al cuarto de baño y le enchufo el radiador para que no
coja frio y vuelvo a la habitación:
_¿ qué ha pasado? - le pregunto.
- otra vez te has meado, esto no puede seer, estoy harta, cansada
y aburrida.
- Me duele la tripa - dice - habrá sido ppor eso.
Se dirige al baño y comienza a ducharse.
Lo peor de todo es la ansiedad y la impotencia que me produce esta situación, el pensar que este problema lo creía solucionado. Todo el verano sin problemas, sin sobresaltos, sin conjeturas. Hasta le compré el colchón nuevo que le había prometido cuando dejó de mojar la cama, hasta pasé por el enfado suyo cuando, por precaución le coloqué un protector de colchón por si acaso. Él pensaba que eso le restaba confianza pero fue necesario.
Lo peor es la cara que pone cuando acaba de ducharse, cómo se siente; llora, está triste, cree que pienso que es mentira que le duela la tripa, cree que pienso que se queja porque no quiere ir al colegio, porque no quiere relacionarse con los demás, que le regaño, que me enfado y se queda, tiritanto y con los ojos llenos de lágrimas porque le digo que irá al colegio de todas formas.
Cuando entro en el baño me lo encuentro así. Yo, más calmada y comprensiva no se que creer. Ha coincidido justo con el comienzo del curso escolar. Aparentemente no tiene ningún problema en el colegio ni con sus compañeros ni con sus estudios pues es un chico muy respetuoso e inteligente. Este nuevo curso, quinto de primaria, es uno más. Si es cierto que él no quería ir porque es un poco reacio a comenzar de nuevo, preferiría quedarse en casa, me dice, jugando al ordenador o con sus coches.
Todo este panorama me hace pensar que el problema es psicológico y no patológico. Yo no hago otra cosa que animarle a ir al colegio, decirle lo contenta que estoy cuando se relaciona con los demás y lo orgullosa que estoy por lo inteligente y bueno que es. Le demuestro que le quiero y le escucho. Quizás lo que ocurre es que no le dejo madurar. Constantemente le digo que tiene que madurar y hacerse mayor, porque yo le quiero y le querré igual. Quizás mi comportamiento con él, de madre comprensiva y cariñosa tendría que evolucionar. No lo sé. Sólo sé que es desesperante, que hay que modificar conductas por parte de ambos y que es un trabajo cotidiano pero constante.
Lo peor, por último, es que me siento un poco sóla en esta aventura. Me gustaría recibir un apoyo mucho mayor por parte de su padre. El lo ve todo más lógico, más fácil, simplemente hay que tranquilizarse y no darle importancia, ya se pasará con el tiempo, dice. El no se levanta cada día con esta incertidumbre, él no tiene que quitar las sábanas mojadas, lavarlas, tenderlas, plancharlas y volverlas a colocar con el deseo de que al día siguiente no vuelva a ocurrir.
Desgraciadamente aunque será cierto que esto pasará con el tiempo, hay todo un transfondo donde se entremezclan conductas de culpa y desasosiego con sentimientos profundos de desconfianza y esperanza por parte de ambos (madre e hijo), esto no se puede evitar y sí me gustaría que en este largo camino de reconstrucción se encontrase presente la figura paterna mucho más de lo que ahora lo hace porque puede hacerlo y es necesario para que nuestro hijo observe que los dos estamos con él apoyándole y ayudándole.