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José Humberto Inardi, "Cepillo" para todos, vino de Rafaela hace 22 años para estudiar Medicina: después no pudo recibirse, pero tampoco alejarse del barrio que lo cautivó. "Me fui quedando, y ahora, a los 50 años, vivo en esta que fue mi casa de estudiante. Este viejo refugio de Haedo Norte 223 sigue teniendo las puertas abiertas.
La pieza de adelante tiene varias camas que usa el que quiere. Auí todo el mundo entra como Pancho por su casa. A veces he vuelto tarde y me he encontrado sin cama. Por estas piezuchas han pasado personalidades increíbles, en sus épocas de estudiante: Horacio Domingorena, Esteban Gorriti, Juan Raúl López, Américo García, Miguel Carballo, Arturo Za-nichelli, Juan Bruno, Atahualpa Yupanqui.
Los muchachos, venidos de todas las provincias y también de Perú, Bolivia, Paraguay, Venezuela y hasta Brasil, se encontraban muy solos y necesitaban toneladas de afecto. El barrio se convertía en familia de todos. A veces se hacían boquetes de una casa a otra, o se saltaba por las azoteas huyendo de la policía. Claro, uno después se recibe de médico, gana mucho dinero y olvida o posterga sus ideales revolucionarios. Pero aquí deja lo mejor de su vida. Sus años mozos, sus años puros, la noviecita romántica, el salto de la tapia para darle un beso, la compañera bohemia, la amistades entrañable de los veinte años. Y así ocurre que profesionales de cincuenta años, con toda una posición, vienen de vez en cuando a esta vieja casa a derramar algunas lagrimitas mientras comen un asado.
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