SANTA MARIA DE LA ESTRELLA

La oración

"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder." (Ef 6, 10)
          La oración es fundamento de toda confianza en Dios, es una respuesta personal a un llamado que está en el corazón de todo hombre, y es la centinela e impulsora de toda la misión de la Iglesia. San Pablo nos exhorta a fortalecernos en el Señor, a dejarlo habitar en lo más profundo de nuestro corazón, a buscar en toda acción, en todo pensamiento, en la alegría y el dolor, la comunión con Jesús. Esta es la voluntad del Padre, que seamos todos los hombres Uno en Cristo, que es Uno con el Padre en el Espíritu Santo. Para crecer en unión, en la fe y la caridad, nuestro único camino es la Oración.
           Nos dice Jesús: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado." (Jn 16, 23-24)
Existen muchas formas de rezar:

Otras creencias

Citas

Intercesión
En la oración de intercesión pedimos algo en favor de otro, es expresión suprema de la caridad fraterna. Nuestro ejemplo es el mismo que Jesús, que intercede por nosotros ante el Padre, aun frente a la muerte. A la misión de la Iglesia la sostienen las oraciones de todos los fieles.

Acción de gracias
"En todo dad gracias" (1 Ts 5, 18), en toda alegría y pena, en todo momento debe el hijo de Dios dar gracias al Padre, unido a Cristo. Los dones de Dios se manifiestan especialmente en los caminos de la misión. Que nuestros días se pueblen de acciones de gracias a Dios. "El Señor hizo en mí maravillas, su nombre es Santo" (Lc 1, 49).

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Alabanza
          Esta oración es la que reconoce a Dios como Dios, canta la gloria del Creador. Es la palabra del siervo humilde frente al Dios que es Bien, es Amor, es Belleza, que es Padre de todo y Fin de todas las cosas.
          La eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración: es la "ofrenda pura" del Cuerpo de Cristo, es el "sacrificio de alabanza" del cordero, nos une con su sacrificio.
          Además de la oración vocal para acudir a Dios, la tradición cristiana contiene otras expresiones importantes de la misma: la meditación y la contemplación.

La Meditación
          La meditación se hace habitualmente con la ayuda de la lectura de la Biblia, especialmente el Evangelio, o de otros textos litúrgicos, obras de los Padre espirituales, etc.
           "Es una búsqueda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción, el deseo. Tiene por objeto la apropiación creyente de la realidad que se considera, que es confrontada con la realidad de nuestra vida." En esta reflexión tratamos de introducirnos en el episodio narrado, buscando un contacto claro entre las palabras y obras de Jesús y nuestra propia vida. En sus diversas formas, nos ayuda a profundizar los misterios de la vida de Cristo, siempre que tengamos la mirada interior atenta y el corazón dispuesto y recogido.

La Contemplación
         Esta es la búsqueda más sencilla de Cristo, en el fondo "es un don, una gracia; no puede ser acogida más que en la humildad y en la pobreza." En ella nos dejamos conformar por Dios, nos ponemos por entero en sus manos.
- Es una mirada sencilla de fe, donde nos dejamos traspasar por el rostro de Cristo, nos dejamos inundar por su Espíritu. Decía un campesino muy humilde al cura de Ars: "Yo le miro y él me mira".
- Es escucha atenta y obediente, que acepta con amor la Palabra de Dios y su Voluntad.
- Es silencio interior, porque el misterio profundo del Amor de Dios solo puede habitar un corazón recogido, humilde y libre de tensiones y ataduras. "Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída por el alma."
         El Espíritu Santo nos hace vivir en la contemplación el Misterio de Cristo, haciéndonos velar con Él, tomar parte en su oración, y así entrar en comunión con el Padre.
         Desde su concepción María fue toda de Dios, llena del Espíritu Santo, su vida entera fue un SI a la voluntad del Padre. Que la que siempre escuchó a Dios en su pequeñez sea nuestro ejemplo, nuestra guía y nuestra fuerza en la oración. Unidos a su corazón en el Rosario nos unimos a toda la vida de Cristo. Ella nos enseña quién es Jesús y cómo vivir siempre en diálogo con Él.

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