Revista del Instituto Peruano de Polemología
 Enero de 1998

AMÉRICA LATINA Y LA OTAN


Por Ernesto Velit Granda


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La política expansionista de la OTAN, demostrada con la reciente incorporación de Hungría, Polonia y República Checa parece no tener límites. Ante las declaraciones del Presidente Clinton, en el sentido de no extender por el momento el área de los nuevos socios, con la consiguiente protesta de la Unión Europea, los dirigentes de la OTAN - esta vez sí con el beneplácito norteamericano- han incursionado en América Latina, y utilizando la influencia de los Estados Unidos en nuestro Hemisferio han comenzado a aplicar un proyecto expansionista que permite, con la incorporación de algunos miembros, crear una Alianza Defensiva como "elemento fundamental de estabilidad en la Región".

Ya el cambio de política en la venta de armas a la América Latina, levantando una prohibición que impuso el Presidente Carter en 1977, muestra a Clinton dispuesto a defender los intereses de la industria de armas norteamericana, a riesgo de perturbar la paz, el equilibrio y el desarrollo económico, principalmente de los países del sur del continente americano, por la vía de una carrera armamentista de magnitud impredecible.

Esta política de "libre mercado" en la venta de armas se anunciaba desde hace algún tiempo. La venta por Israel de aviones K-fir a Ecuador, el ofrecimiento de F-16 a Chile, la venta de helicópteros a Colombia y la renovación de 100 a 120 aviones de caza de la Fuerza Aérea brasileña por parte de la estadounidense Lockheed, son pruebas innegables de la enérgica política armamentista que propicia y estimula el gobierno de Clinton en la región. Y no podemos ignorar que la compra de armas, repuestos y mantenimiento, permitirá al gobierno norteamericano ejercer una influencia incontrolable en cualquier situación de conflicto hemisférico o regional latinoamericano. 

Expresar, como lo ha hecho Washington, que el levantamiento de las restricciones a la venta de armas es consecuencia de que las democracias hemisféricas se han consolidado, es simplemente mostrar ignorancia o cinismo frente a las realidades sociales latinoamericanas, a las exigencias de los millones de marginados empobrecidos, a las difíciles relaciones cívico-militares de muchos países del continente y a los desequilibrios geopolíticos que envenenan las relaciones de fronteras en América Latina.

    Expresar como lo ha hecho Washington, que el levantamiento de las restricciones a la venta de armas es consecuencia de que las democracias hemisféricas se han consolidado, es simplemente mostrar ignorancia o cinismo frente a las realidades sociales latinoamericanas.

Ante la amenaza armamentista que se anuncia, el Presidente Samper de Colombia propuso recientemente una moratoria en la compra de armamento de alta tecnología en el continente, aduciendo entre otros que existe el riesgo de "acabar con las posibilidades de inversión social", coincidiendo con lo expresado por el Nobel Oscar Arias y el ex-Presidente Jimmy Carter.

Esta oferta de armas hecha por el gobierno de Clinton a los países de América Latina, se articula sospechosamente con la alianza militar entre Argentina y los EE.UU., propuesta y aceptada por ambas partes, orientada a convertir a Argentina en "aliado principal" de Estados Unidos en la periferia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el más poderoso pacto militar sobre el planeta.

Este tratamiento privilegiado permitiría al gobierno del Presidente Menem de Argentina, recibir material de guerra a precio barato, incluso regalado, con el consiguiente rompimiento del equilibrio militar sudamericano y la lógica activación de los programas de compra de armas de los restantes países de la región.

No fue casual la reciente visita oficial del general norteamericano Shalikashvili a la capital argentina y sus entrevistas con el Presidente Menem, con el Ministro de Defensa y con el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Argentina. Ella representó el apoyo de la Casa Blanca a los esfuerzos argentinos por activar la cooperación militar con la OTAN, principalmente con los EE.UU. y la voluntad del gobierno de Clinton de convencer a otros países de la región como aliados "extra OTAN", en el proyecto de obtener una relación de "socios especiales", que ya Argentina habría aceptado en forma reservada, no obstante las denuncias hechas por los partidos de oposición a Menem.

En el marco de esta misma visita oficial, el general norteamericano abogó por el aumento del presupuesto militar argentino, a fin de incrementar las compras de armas a los EE.UU. y a otros países de la OTAN. Producto de esta comentada visita, es el acuerdo de maniobras conjuntas americano-argentinas, que se realizarán a fin de año en la provincia de Córdoba. El gobierno de Chile ha sido el primero, por razones obvias, en hacer público su malestar y reclamarle explicaciones a la Casa Blanca. Ha exigido se le informe los alcances de lo que significa la calificación de "socio estratégico" de la OTAN que se le otorgaría a Argentina, a tiempo que el Canciller chileno José M. Insulza ratificó la voluntad de Chile de "cuidar plenamente la situación de igualdad en el Cono sur en materia de armamento y tratamiento estratégico".

No escapa al más elemental análisis político, que el Perú sería afectado, sin lugar a dudas, en caso de romperse el equilibrio regional militar.

Una vez más, esta doble moral de la política exterior norteamericana amenaza la paz continental, estimula la carrera armamentista de los países, busca incrementar el endeudamiento y lleva a los gobiernos a desoír las demandas sociales y olvidar que los países en desarrollo tienen el reto de enfrentar y vencer la desigualdad y la pobreza.

En los círculos parlamentarios y gubernamentales de América Latina, está creciendo la preocupación por las tendencias negativas de la política de los EE.UU. en el continente. Esto se hizo más evidente en el Seminario de los Líderes de las Cámaras parlamentarias de los países de la región que tuvo lugar, el pasado setiembre, en la ciudad de Valparaíso.

Los temas principales de la discusión fueron: proteccionismo, hegemonismo, "colaboración estratégica", ésta última predomina en la agenda política norteamericana para el continente.

Las tentativas de EE.UU. por obstaculizar los procesos de integración, provocaron el mayor rechazo de los parlamentarios del Cono Sur.

El co-presidente honorario de la Conferencia Parlamentaria de las Américas, el brasileño José Sarney, destacó en su discurso que "los EE.UU. han tomado el curso hacia la destrucción y desintegración del Mercosur, y ello es considerado por nuestro país como una amenaza a sus intereses comerciales".

El Presidente de la Cámara de Representantes del Congreso de Uruguay, Carlos Bazagler, subrayó que "la desaparición de los países socialistas habría debido conducir a un mundo multipolar, pero hoy día nos tropezamos con la dominación individual de los EE.UU. en la política, en la economía y en los asuntos militares" Según su opinión: "en esta situación la más adecuada política para el Mercosur, debería ser la orientación no a los EE.UU. sino al desarrollo de los contactos multilaterales con todos los centros mundiales, en especial Europa, Japón y Oriente Medio".

Para la mayoría de los participantes al Seminario, la conclusión que logró consenso fue de que "los Estados Unidos, con su nueva iniciativa para la construcción de un sistema de los países "aliados fuera del Bloque", destruye el frágil balance y desestabiliza la actual y oportuna situación en la región".

El Presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales de Chile, don Gabriel Valdez, declaró: "Es muy difícil comprender la razón de las propuestas de la administración Clinton a la Argentina, cuando en ésta zona se mantiene el equilibrio y balance estratégico. Las relaciones entre los gobiernos de los EE.UU. y la Argentina, se parecen más a las relaciones carnales entre la gente, pero son inaceptables para la práctica diplomática y en las relaciones interestatales".

Todos sabemos que el intento de expansión de la OTAN hacia Europa del Este, cuyo desenlace final conocemos, estuvo a punto de provocar la división de Europa. Las tres últimas repúblicas: Hungría, Polonia y República Checa, incorporadas en Madrid en julio último, no fueron mas porque así lo dispuso el Presidente Clinton, frustrando el padrinazgo de algunos gobiernos como el de Francia y Alemania.

Michael MANDELBAUM, de la Universidad de John Hopkins, escribe que la ampliación de la OTAN no es inevitable, no tiene nada que ver con las necesidades militares, estratégicas o políticas de Occidente.

Los franceses quieren ver en la OTAN a Rumania, los italianos a Slovenia, los alemanes a Hungría y Polonia. El veto de EE.UU. trajo por tierra muchas ilusiones, pero no tanto como para evitar que los consorcios aeromilitares norteamericanos empiecen a ofrecer sus armas a los actuales y a los futuros socios.

Algunos críticos consideran que el ingreso de esas tres ex-repúblicas soviéticas a la OTAN, significa algo así como la segunda rendición de Rusia. Esta expansión, aduciendo razones de seguridad, no convence a muchos, dado que al parecer la seguridad europea no la amenaza nadie.

Lee ASPIN, ex-Secretario de Defensa decía: "nos hemos pasado dos generaciones intentando levantar la cortina de hierro y ya estamos tratando de reemplazarla con otra".

Y volviendo a la intromisión de la OTAN en América Latina, a través de Argentina, haría que este país se convierta en una pieza clave para la seguridad norteamericana en el cono sur de la subregión austral, al precio del recelo y la reserva con que los países vecinos ven el calificativo de socio extra-OTAN que EE.UU. otorga a Argentina. El frente político de oposición a Menem, Frepaso (centro-izquierda), ve en esta alianza Buenos Aires-Washington "una política de alineamiento prioritario con las potencias internacionales y particularmente con la norteamericana" del presidente Menem, facilitando con ella la intervención internacional global.

Podemos afirmar que ese alineamiento argentino con la Casa Blanca, dificultará las relaciones regionales en la medida en que es visto como un obstáculo para la profundización de la cooperación e integración desde el punto de vista de la seguridad regional.

La categoría de aliado extra-OTAN, surge de la sección 517 del Acta de Asistencia al Extranjero, que data de 1961, la cual permite la participación de empresas de aliados extra-OTAN en algunas licitaciones del Dpto. de Estado de Estados Unidos y la transferencia de material de defensa excedente. Además, exime a los países de la OTAN y aliados mayores de la prohibición de venta de munición con carga de uranio empobrecido, facilita la financiación para la compra de armas y promueve la cooperación, investigación y desarrollo.

    Una vez más, esta doble moral de la política norteamericana amenaza paz continental y estimula la carrera armamentista de los países

No debemos olvidar que los países latinoamericanos, destinan en promedio el 5.53 por ciento de sus respectivos presupuestos estatales al sector militar y sólo el 0.94 por ciento a la protección del medio ambiente. Recientemente, y a propósito de la calificación extra-OTAN a Argentina, el Comandante de la Fuerza Aérea de Chile, Brigadier Fernando Rojas, declaró que Chile planea gastar unos 300 millones de dólares en la compra de aviones de guerra. Los favoritos de los chilenos son los suecos Saab Jas 39 Grippen y los estadounidenses F-16 y F-18.

Aunque Chile desarrolla una política de un poder militar disuasivo, los programas de renovación o modernización han contemplado siempre el factor de las hipótesis de tensiones con Argentina, con la cual tiene una frontera de casi 5 mil km. a lo largo de la Cordillera de los Andes. En agosto de 1961, la Televisión Nacional de Chile anunció la compra, por parte del Gobierno, de 1000 millones de dólares en armas en los próximos meses, (Chile compraba entre 200 a 300 millones de dólares anuales en armas). En materia naval se gestiona la adquisición de 2 submarinos, 2 lanchas misileras alemanas, tipo "Tigre", 1 barco franco-español y Mirage 2000 de Francia.

América Latina era la región que más había disminuido su gasto militar, desde el fin de la Guerra Fría. Los países en desarrollo reconocen que tienen un reto que enfrentar y vencer la desigualdad y la pobreza. La democracia latinoamericana recién está emergiendo, aún es frágil y vulnerable y no se podrá consolidar si no vence a la pobreza.

Es cierto que existen disputas fronterizas y potenciales conflictos territoriales en la región, pero siempre han sido resueltos utilizando el derecho internacional, dialogando, usando el instrumento moderno de la diplomacia para superar diferencias. No hay razón para pensar que ahora tengamos que recurrir al lenguaje de las armas.

El Pdte. Clinton al levantar el veto a la venta de armas avanzadas a América Latina y al proponer a Argentina como "socio estratégico de la OTAN" en la región, deja abierta las puertas a una carrera armamentista, con consecuencias impredecibles en el clima político y en las finanzas regionales .

 

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Presidente del Instituto Peruano de Polemología (I.P.P.)
Doctor en Medicina
Profesor en Ciencias Políticas. Analista Internacional
E-mail: velit@protelsa.com.pe


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