LA
CABALA DEL RENACIMIENTO
NUEVAS APERTURAS FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS |
||
PRECURSORES DE LA CABALA HERMETICA EN EL RENACIMIENTO (1) |
||
Ramón
Llull y Arnau de Vilanova
Hay dos personajes de finales del medioevo que tendrán una importancia fundamental en el desarrollo de la Cábala hermético-alquímica del Renacimiento, de los que Manuel de Montoliu nos dice en la obra que les dedica y que justamente titula Ramón Llull i Arnau de Vilanova:42
Sobre el sabio
de Mallorca son innumerables los estudios43 que
le han dedicado investigadores de las más
diversas disciplinas, dadas las sorprendentes experiencias de su dilatada vida
(c.1232-c.1316) y la amplitud de temas por los que se interesó y sobre
los que escribió. Por eso, en una obra como ésta que ahonda en
las formas de vehiculación del pensamiento universal y primigenio y en
cómo dicho pensamiento se transmitió a través de la
Cábala hermético-alquímica y cristiana durante el
Renacimiento, no podemos dejar de poner la atención en un hombre que
nació y vivió en las tierras de Sefarad, viajando también
por todo el Mediterráneo, justo en aquel periodo en el que aún
convivían en España las tres civilizaciones del Libro. Y donde
por cierto la Cábala estaba alumbrando sus más jugosos frutos
en los escritos de Moisés de León, Chiquitilla o Abulafia. En
el hacer de Ramón Llull y en su obra poliédrica se esconden
señales de la Sabiduría perenne que subyace tanto en el
cristianismo como en el judaísmo y el Islam, Sabiduría que Lulio
sintetizó en su "Arte", presentándolo como un "método"
aconfesional que enseñaba a pensar y que daba a cualquier ser humano
las herramientas intelectuales para reconocer en su conciencia la compleja trama
del
universo. Él mismo explica que dicho Arte le fue revelado en lo alto
del monte Randa, y que era una emanación directa de los principios inmutables
y universales, lo que tradujo en el empleo de unos soportes de
intelección igualmente arquetípicos: los del número y la
letra. Esto explica la enorme influencia que tendrá su legado en la
mágica atmósfera del Renacimiento, y no tanto en su época
agonizante, en la que su propuesta fue más bien incomprendida y
rechazada, y él tachado de excéntrico, abstruso e incluso
loco.
Este complejo pensador de noble estirpe fue en su juventud senescal del rey Jaime I y se dedicó a la práctica de la poesía amorosa y cortesana, llevando una vida lisonjera y de placeres. Pero tras cinco visiones del Cristo en la cruz, abandona su familia, posesiones y prestigio social, y reorienta toda su existencia, encaminándola al estudio, la escritura y más adelante a la conversión de "infieles". Se lo ha visto como un gran místico, con largos períodos de vida eremítica, pero en otros momentos deviene un intrépido viajero, escritor incansable y diplomático que presenta su Arte ante doctores de las universidades de París y Montpellier, reyes y papas, con el firme propósito de promover una renovación de la civilización occidental desde sus cimientos, lo que implica comenzar por enderezar lo que pertenece al orden espiritual-intelectual. Empezamos citando de Frances Yates dos fragmentos de su obra Ensayos reunidos I. Lulio y Bruno44 porque nos ofrece una visión amplia de la ubicación de Llull dentro de la historia de las ideas de Occidente, así como de las fuentes de las que se alimentó:
Y ya hacia el
final del artículo matiza:
Lo que no contradice
el hecho de que el mismo Llull reconozca haber tenido tratos con algunos sufis del
Islam, y en lo que se refiere a la Cábala son bien significativos
los datos apuntados por José Mª Millás Vallicrosa
en su artículo "La doctrina
luliana y la Cábala":46
Pero la cuestión no es tanto el detalle de si conoció a tal o cual personaje, sino descubrir que de los constantes contactos mantenidos con sabios y pensadores de otras tradiciones, así como del fruto de sus investigaciones y meditaciones, Llull identificó en las distintas vías iniciáticas (la Cábala, el esoterismo islámico e incluso el del cristianismo que aún vivía en la Orden del Temple)47 una unidad doctrinal entroncada con la Tradición Primordial, que él reformularía en ese destilado o extracto lógico-matemático que denominó el "Arte".
En esta compleja y extraordinaria arquitectura del pensamiento, Lulio asocia un número determinado de letras del alfabeto con nombres de Dios, a los que llama dignidades, y de cuyas relaciones y combinaciones deriva todo el orden del cosmos, constituyendo simultáneamente un soporte para la elevación del entendimiento por la escala de la conciencia. Tal como señala de nuevo Manuel de Montoliu en su libro citado anteriormente:
No es pues extraño identificar en el Arte que Llull va modelando a lo largo de sucesivas obras –Ars compendiosa inveniendi veritatem (1274), Ars demostrativa (1283), Ars inventiva veritatis (1290), Ars generalis ultima (1305) y finalmente Ars brevis (1308)–, muchas analogías con las especulaciones que los cabalistas49 medioevales expresaron a través de la simbólica del Arbol de la Vida, estructura viva del cosmos que se iba revelando en sus conciencias y que se sustenta igualmente en numeraciones (las 10 sefiroth) y en las 22 letras del alfabeto sagrado, de cuyas combinaciones se generan los Nombres divinos, además de ser un modelo en el que, como el de Lulio, subyace la geometría divina como una simbólica muy destacada (recordemos las divisiones del árbol en tres tríadas, tres columnas, cuatro mundos, la circularidad de las sefiroth, etc.).50 Después de la revelación en 1274, Ramón Llull se entrega a un periodo de vida eremítica y contemplativa en el que no cesa de escribir, y que se prolongará hasta 1287, momento en el que decide viajar a Roma para presentar su "descubrimiento" ante el Papa, pero éste y la curia hacen oídos sordos a su propuesta. Se dirige entonces a la universidad de la Sorbona de París, donde igualmente es despreciado por los doctores, y entonces opta por lanzarse a la predicación solitaria por tierras tunecinas, donde ensaya la idea de reunir a varios sabios musulmanes para exponerles sus saberes, con el fin de que se operara una conversión y ulterior concordia. Pero allí de nuevo es menospreciado y tiene que huir a toda prisa, pasando de nuevo por Roma, París y también Barcelona, donde presenta al rey Jaime II no sólo la idea de utilizar el Arte con fines apologéticos sino la posibilidad de emprender la reconquista de Tierra Santa. Una y otra vez sus propuestas no coagulan, y embargado por el desconsuelo y la soledad, viaja a la ciudad de Bugía, donde no sólo será rechazado sino perseguido, encarcelado y lapidado, escapándose en un barco que naufraga y del que se salva de milagro. Al alcanzar Italia prosigue con sus intentos de difusión durante un tiempo más, y al final de sus días parece que retorna a su Mallorca natal, vilipendiado e incomprendido por casi todo el mundo. Mas los constantes desprecios y acosos no menguan un ápice las certezas espirituales que ha vivido y de las que ha ido dejando testimonio una y otra vez en sus centenares de escritos de naturaleza filosófica, teológica, científica, religiosa, apologética, enciclopédica, etc. Llull no sólo emplea la simbólica universal del número y la letra sino que la conjuga con el símbolo del árbol, lo que de nuevo señala la profunda compenetración de su pensamiento con la exposición doctrinal cabalística. Así, en otro libro titulado El Arbol de la Ciencia, la escala cósmica se eleva desde la realidad concreta y material hasta la espiritual a modo de una sucesión ascendente de árboles que empiezan por el elemental, al que sigue el vegetal, el sensual, el imaginal, el humanal, el moral, el apostolical, el celestial, el angelical hasta culminar en el eviternal. Igualmente en el Libro de Filosofía de Amor se apoya en esa simbólica, y aún en su novela Libro del Gentil y los tres sabios,51 que citaremos enseguida, donde recrea un ámbito idílico en el que coinciden un sabio judío con otro musulmán y uno cristiano, reunión de representantes de distintas formas tradicionales que abrevan por igual en la fuente de la Sapiencia y que reciben la visita de dama Inteligencia, la cual los instruirá, a ellos y a un gentil que anda por esos parajes buscando respuestas a preguntas trascendentales, transportándonos de este modo a una atmósfera siempre real y actual; un paisaje del alma que todos los iniciados conocen y transitan:
Por cierto que toda la obra de este arquitecto y constructor, o también jardinero del ánima, es la expresión de su experiencia intelectual-espiritual, o sea, el reflejo de sus viajes interiores por ese mundo intermediario del alma y su naturaleza trina, que como sabemos los cabalistas también describen como ternario y que dividen en nefesh, ruah y neshamah. Ramón Llull en su Libro de la contemplación en Dios,52 que más bien es un tratado enciclopédico, asegura:
Además,
Lulio sabe que es en este plano intermediario del Ser (Beriyah y Yetsirah para
el modelo del Arbol sefirótico) donde acontece toda
la revelación y la labor de
conocimiento, o sea, donde el Arte es operativo para ordenar y alzar el gran
edificio cósmico; ámbito en el que el Espíritu (simbolizado
por el mundo de Atsiluth) proyecta indefinidos juegos especulares de
sí mismo, y que los cabalistas experimentaron con idéntica
vehemencia, revelándolo en esos textos testimoniales tan bellos e
inspirados como el Zohar, Puertas de Luz, etc. Lulio expresa al
respecto:
El gran proyecto
civilizador de Llull contemplaba la apertura de escuelas de lenguas
a lo largo y ancho del Mediterráneo, como
soporte para conseguir esa unidad en el Pensamiento. O sea, que para Lulio la
Palabra tiene un gran poder por su naturaleza suprahumana, el Verbo divino
nombra todo lo creado y el Soplo emanado del Silencio convierte a cada cosa
en un símbolo de lo Innombrable, ideas éstas que repite
de mil maneras, especialmente en su libro Cent Noms de Déu o
en el enciclopédico Proverbios,54 en
el que dice, tan en consonancia con la Cábala:
Por lo que el tema de la deificación del ser humano empapa toda la obra y vida de este personaje casi mítico, hercúleo por sus trabajos y esfuerzos. Pero dicha divinización no sería posible sin la irrupción permanente de esa energía llamada Amor, fuerza que Llull invoca en sus poemas o meditaciones, y que en realidad impregna todos sus escritos –despojada siempre del sentimentalismo pues su naturaleza es más alta–, como sucede con muchos de los textos de iniciados, desde los de esos trovadores de las Cortes de Amor que él mismo pudo haber conocido, pasando por los de los cabalistas contemporáneos como Chiquitilla o Moisés de León, hasta llegar a los inspirados filósofos y magos del Renacimiento, que arrebatados por el furor presidido por la Venus Urania, pudieron penetrar las más altas esferas de la conciencia; pues ya se sabe que ésta es una energía eterna, la argamasa de la edificación, la que cohesiona el organismo cósmico al templar y armonizar todas las oposiciones y reunirlas en su unidad esencial. Lulio, en su Amigo y Amado55 así lo manifiesta:
Y siempre, aquí y
allí, los destellos de un
Cosmos permanentemente recreado y de la realidad metafísica que lo
incluye y excede:
Sólo
hemos podido ofrecer unas breves pinceladas de la vasta producción
de este sabio del fin del medioevo –puente
entre un mundo obsoleto y otro virgen que está a punto de nacer– y
de los muchos géneros57 que
cultivó, pero con lo
expresado, algo se vislumbra del gran proyecto civilizador de ese
revolucionario, que acreditó en el poder de la Palabra fecundadora y
creadora (y de su fijación en la escritura), así como en el del
Número y su proyección espacial como sendos vehículos de
construcción y conocimiento y como símbolos por los que se revela
no sólo el orden del cosmos, sino lo que es más importante, la
realidad supracósmica o metafísica.
En su Vida Coetánea reconoce haber escrito más de 123 libros, y la catalogación actual los cifra ya en 265, muchos de los cuales también discurren sobre la ciencia médica, la astrología y la alquimia.58 Llull asegura no haber practicado este arte, pero lo cierto es que son numerosísimos los tratados alquímicos que se le atribuyen y que aún actualmente se siguen rescatando de fondos bibliotecarios, siendo el promotor de toda una revitalización del Arte Real que se prolongará hasta finales del siglo XVII.59 Durante el Renacimiento circularán, se editarán y reeditarán cientos de esos opúsculos lulianos o pseudo-lulianos (que se cifran en cerca de 500 títulos), ocupando lugares bien destacados en las bibliotecas de los protagonistas de ese nuevo período. El hecho de ponerlos bajo el patrocinio de Llull –lejos de la connotación peyorativa que tiene hoy en día todo lo que lleva el prefijo "pseudo" que lo hace equivalente a falso o engañoso–, significa la adscripción o filiación intelectual a un personaje entroncado con la verdadera tradición de Occidente, así como la certeza de que su modelo especulativo universal es aplicable a la ciencia de las transmutaciones. Además, cómo no reconocer en toda la producción intelectual de Lulio la permanente exhortación a la transmutación interna, es decir, a la práctica de una alquimia espiritual como medio de realización metafísica, a la par que como modelo ejemplar de la cosmogonía. Este fragmento de su Testamento60 así lo demuestra:
Es bien sabido
que desde muchos ámbitos con
mentalidades estrechas y parciales –como es el caso del catolicismo
dogmático, del experimentalismo y la fenomenología de la ciencia
moderna o también de la especialización que se ha impuesto e
irradiado desde las universidades, por citar sólo algunos ejemplos–
una ciencia tan antigua y principial desde el punto de vista simbólico
como es la Alquimia ha sido cada vez más atacada y desprestigiada, y
sus adeptos tachados de nigromantes, embaucadores o ilusos, cuando en realidad
muchos fueron, y son, iniciados que se apoyan en la simbólica del Arte
Regia para conocer y conquistar las más altas realidades espirituales.
Decimos esto porque al otro personaje que nos visita en este acápite,
Arnau de Vilanova, se lo ha valorizado mucho en el campo de la medicina, pero
cuando se trata de abordar su postura ante la religión y la
teología ya son muchas las voces que se alzan en su contra, y no digamos
en lo referente a sus inclinaciones y prácticas como alquimista, que,
o bien se han pasado por alto como excusando ese "desliz", o bien se han
ridiculizado y hasta atacado sin miramientos. En realidad, nos encontramos
frente a otro de esos hombres que como su coetáneo Llull tuvo una
visión lúcida y sintetizadora de la realidad y unos intereses
que lo llevaron a profundizar en muchas de las disciplinas depositarias del
saber
cosmogónico. Queremos empezar por destacar la dedicación de Arnau
al arte transmutatorio, –presente igualmente en la Cábala, como
veremos un poco más adelante– motivo por el que Menéndez
Pelayo lo incluyó en su Historia de los heterodoxos
españoles,61 donde
quiere alejar a toda costa la mala influencia de Vilanova sobre el "ortodoxo" Ramón
Llull:
Y en cambio,
no muestra ningún tipo de reparo a la
hora de tildar a Vilanova de desequilibrado63 y
de practicante de esta ciencia nefasta:
Pero lo cierto
es que Vilanova exploró y
penetró a fondo esta simbólica tan arraigada en la
Tradición Hermética –y por supuesto también en la
hebrea–, lo cual merece todo nuestro respeto y gratitud, ya que a estos
seres libres de prejuicios y abiertos a las distintas vías de la
enseñanza cosmogónica debemos la pervivencia de la
tradición, aunque esto les haya generado más de un conflicto,
y muchas incomprensiones por parte de los pretendidos dinamiteros de la Verdad.
Las siguientes anotaciones son un testimonio de la entrega de Vilanova al Arte
Real:
Este hombre
enérgico e impetuoso nacido en las
tierras del Levante español hacia el 1238, estudió medicina en
la universidad de Montpellier, y además de ser profesor en la misma por
unos años, alcanzó gran fama en el ejercicio de su oficio. Fue
el médico particular de los Papas Bonifacio VIII, Benito XI y Clemente
V; del rey Jaime II y de su hermano Federico de Sicilia, y también del
ya referido Roberto de Nápoles. Escribió unos 70 tratados sobre
medicina, fisiología, farmacia y dietética, y en cuanto a la
alquimia se le atribuyen muchos opúsculos, entre los que destacamos: Liber
vitae o Liber de vita philosophorum; Curae breves; De vinis; Rosarius Philosophorum;
Perfectum magisterium et gaudium, transmissum ad inclytum regem
Aragonum o Flos Florum,68 Epistola
super Alchimia ad regem neapolitanum; Practica missa Bonifacio papae; Semita
semitae. Y
también referimos algunos de los tratados de magia natural,
astrología y oniromancia, ciencias herméticas que igualmente
cultivó: De parte operativa, Capitula astrologiae de iudiciis
infirmitatum secundum motum planetarum, De sigillis, Prognosticationes visionum
quae fiunt in somniis. Muchas de estas obras vieron reediciones durante
el Renacimiento, y tuvieron una repercusión extraordinaria entre
médicos, alquimistas y filósofos renombrados de ese
período. Tal es el caso de las colecciones alquímicas compiladas
por Guillermo Gratarol (Basilea 1561) que incluían muchas de las obras
de Vilanova, al igual que la de Lázaro Zetzner (Estrasburgo 1613), o
la de Frankurt de 1602-1603, así como una Opera de Arnau editada
por Nikolaus Oschle en Basilea, en 1585, por citar sólo
algunas.
Por lo que las experiencias e investigaciones de Vilanova están profundamente arraigadas a la tradición patrocinada por Hermes, e igualmente se compenetran en muchos puntos con las de los iniciados de la tradición hebrea. Como hemos apuntado anteriormente, la Alquimia está presente desde antiquísimo en el seno de la cultura judía y en sus textos sagrados, como en éste en el que ya se manifiesta el alto rango que ocupa el Arte Real en tanto que depositario de saberes revelados por la divinidad, y que por intermedio de su rica simbólica se van transmitiendo de generación en generación:
Y no olvidemos
a Tubalcaín, forjador de metales, y a
la mítica María la hebrea, hermana de Moisés y primera
mujer alquimista, o a Cálid el judío, hijo de Gazichus, y a una
saga innumerable de sabios de esta tradición70 que
tomaron como soporte para sus labores de divinización las claves, instrumentos
y lenguaje de la alquimia, transmitiéndola ininterrumpidamente a sus
descendientes, y cuya enseñanza se prolongó en el tiempo hasta
la Alejandría helenística de los primeros siglos de nuestra era,
enclave en el que coincidieron alquimistas, teúrgos, filósofos
y sabios llegados de todo el mundo y de cuya labor de síntesis esta
ciencia, como muchas otras, salió revivificada, expandiéndose
luego por todo el Mediterráneo, ahora de la mano de los árabes,
que la introducen en España en la Edad Media, y de ahí en
adelante, gracias a muchas traducciones al latín de opúsculos
alquímicos llevadas a cabo por judíos, la Alquimia se difunde
por toda Europa irradiando sus brillos por doquier.
El mismo discurso cabalístico que germina y florece en Sefarad en los siglos en que vivió nuestro autor puede ser leído en clave alquímica. El modelo del Arbol de la Vida es el athanor en el que se concentran todos los poderes cósmicos (simbolizados por las sefiroth), que poco a poco serán activados por el cabalista gracias a las constantes operaciones de transmutación, que lo irán universalizando. O sea, que el Arbol es el gran laboratorio universal (válido tanto para el macrocosmos como para el microcosmos) con una puerta de acceso en Malkhuth y otra de salida en la sumidad, en Kether, que se abre a lo Infinito. Y en el intermedio, el "horno" en el que merced a las dos operaciones fundamentales de disolución y coagulación se cuecen las energías, y en el que se extrae el oro de cada una de las sefiroth, en un recorrido siempre ascendente, que atravesará los mundos de Asiyah, Yetsirah y Beriyah, hasta alcanzar el de Atsiluth. La obra se completa con la obtención del Elixir de Inmortalidad o de la Piedra Filosofal, dos símbolos del estado de conciencia de unidad que igualmente expresa Kether. Además, en este Arbol-athanor-hombre, cada columna se corresponde con un principio alquímico: el Azufre con la de la Fuerza, el Mercurio con la de la Forma y la Sal con la del Equilibrio; y cada mundo o plano con los cuatro elementos: el Fuego con Atsiluth, el Aire con Beriyah, el Agua con Yetsirah y la Tierra con Asiyah, y la quinta esencia en el corazón del Arbol, Tifereth, análogo al corazón del ser humano y del mundo. Este proceso interno, Arnau de Vilanova lo expresa así en su El Rosario de los Filósofos:71
Para concluir
certificando esa herencia ancestral de la que
él también se siente depositario, y que protege como un preciado
tesoro:
Pero no es sólo
a través de la alquimia como
se evidencia su cercanía a la tradición hebrea, sino que incluso
se habla del interés de Vilanova por la fabricación del Golem,
aunque lo más destacado es el conocimiento que adquirió de la
lengua santa en la escuela de lenguas orientales que dirigía Ramón
Martí73 en
Barcelona, donde también siguió
estudios bíblicos, rabínicos y talmúdicos. Vilanova
escribió un importante tratado sobre el nombre de Dios que citaremos
ampliamente a continuación,74 lo
que de nuevo es señalado con desdén por Menéndez
Pelayo:75
Por nuestra
parte, reconocemos en este discurso de Vilanova, que también
figura con el título de Allocutio super
Tetragramaton, grandes muestras de su conocimiento simbólico de
la lengua hebrea, además de ponerla en correspondencia con la latina,
de tal manera que en pocas páginas trata y conjuga temas importantes
subyacentes en ambas tradiciones como son el de la unidad, la trinidad, e
incluso las
adaptaciones que se producen en el devenir cíclico para que la Verdad,
que es siempre una e idéntica a sí misma, pueda ser conocida a
cada instante sin ser desvirtuada. El siguiente hilado de citas revela los
descubrimientos siempre espectaculares del itinerario secreto de este autor,
que difícilmente podrán ser compartidos por mentalidades
fundamentalistas, sistemáticas o dogmáticas:
Y no podemos
olvidar el interés de Arnau por los
signos de los tiempos, que él vivió de forma dramática,
pues tras varias visiones de la inminente llegada del Anticristo,76 proclamó la
necesidad de un enderezamiento espiritual ante los papas que ya hemos citado,
no recibiendo de ellos ningún apoyo, sino más
bien silencio, e incluso punzantes ataques por parte de muchos dominicos. Tal
fue la gravedad del asunto que poco después de su muerte (se cree que
en un naufragio alrededor de 1312), se abre un proceso inquisitorial contra
él, y de resultas, sus libros teológicos y religiosos77 así como
muchos alquímicos, son condenados y enviados a la
hoguera; pero era tan grande el número de copias que circulaban por toda
Europa, que por fortuna muchos se salvaron de las llamas. Empero, tras su
fracaso con el papado, Vilanova siguió buscando el respaldo de los reyes,
siendo Federico de Sicilia el que lo secundó hasta el final, pero sin
materializar ninguno de sus proyectos, que abogaban por dar un gran protagonismo
a las órdenes terciarias y al movimiento beguinal como cabeceras de ese
enderezamiento.
Vilanova fundamenta sus visiones milenaristas en su propia experiencia y también en los textos más importantes de la Tradición de Occidente, tanto judíos como greco-latinos y cristianos como Daniel 12, 11; Mateo 24; las profecías de las sibilas de Eritrea y de Cumas, de San Agustín, San Pablo y del Apocalipsis; también en los de los visionarios como Cirilo, Eusebio, Hildegarda y Joaquín de Fiore, lo que demuestra su visión sintética y esotérica. Para Arnau la regeneración tiene una expresión horizontal en la que el cristianismo toma el relevo del judaísmo, pero sin negar todo el valor y enseñanzas atesoradas en este último, tema que más adelante será retomado por muchos cabalistas del Renacimiento; Vilanova ya esboza que los misterios más profundos del cristianismo se explican y están contenidos en el Nombre impronunciable de Dios:
Pero lo cierto
es que el fin del mundo es a cada instante, como su renacimiento,
por eso en cada tramo histórico aparecen
señales que anuncian tal realidad, lo que simultáneamente se puede
experimentar al recorrer el viaje iniciático, donde se conocen los
misterios de la vida y de la muerte, y también la conquista de una esfera
o mundo otro en el que brilla un paraíso siempre presente, atemporal
o eterno, que es visualizado en cada tradición con distintos nombres
pero idéntica significación, ya se le llame Jerusalén Celeste, Luz, Agartha, Cristianópolis, etc.,
y que es el símbolo del estado de conciencia de unidad. El discurso de
Vilanova se suma a esta voz única:
Finalmente,
destacaremos que la influencia de este sabio se extendió de
tal forma que incluso muchas de sus obras médicas y
alquímicas se tradujeron al hebreo, como sucedió con otras tantas
de Llull al árabe, de tal manera que las múltiples puertas que
abrieron las enseñanzas de estos dos grandes pensadores del fin del
medioevo, fueron "traspasadas" por sus sucesores en el Renacimiento, haciendo
brillar con gran esplendor muchas de las simbólicas universales que tanto
Vilanova como Llull habían explorado y defendido, y de las que en este
acápite apenas si hemos ofrecido unos trazos. |
NOTAS | |
42 | Manuel de Montoliu, Ramón Lull i Arnau de Vilanova. Ed. Alpha, Barcelona, 1958, pág. 127. |
43 | Destacamos: Ramón Llull i el lul.lisme. Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona, 1985, edición a cargo de Jordi Rubió i Balaguer; Armand Llinarés, Ramón Llull. Edicions 62, Barcelona, 1968, prólogo de Joaquín Carreras i Artau; Miguel Cruz Hernández, El Pensamiento de Ramón Llull. Ed. Castalia, Valencia, 1977; Robert D. F. Pring Mill, Estudis sobre Ramón Llull. Curial Edicions Catalanes, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona, 1991; J. N. Hillgarth, Ramón Llull i el naixement del lul.lisme. Id., Barcelona, 1998; Miquel Colom, Glossari General lul.lià. Ed. Moll. Mallorca, 1982; Michela Pereira, Barbara Spaggiari, Il "Testamentum" alchemico attribuito a Raimondo Lullo. Sismel, Edizioni del Galluzzo, Florencia, 1999; y muchas más. |
44 | Frances Yates, Ensayos reunidos I. Lulio y Bruno. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pág. 18. |
45 | Ibid., pág. 207. |
46 | Revista Sefarad, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid-Barcelona, año 1958, pág. 251. |
47 | En su obra Vida Coetánea, Llull explica que se alojó durante un tiempo en casa de Jacques de Molay, último gran maestre del Temple que fue quemado vivo en 1314. |
48 | Ramón Llull i Arnau de Vilanova, op. cit., pág. 39-40. |
49 | Dice Ramón en su autobiografía: "Entonces el reverendo maestro redactó un libro denominado 'Arte demostrativa', que leyó en público, y en la 'Lectura' que hizo explicó que la primera forma y la primera materia constituyen un caos elemental y que los diez predicamentos universales provienen y están contenidos en él, según la teológica y católica verdad". Ramón Llull, Vida Coetània. Ed. enSiola, Islas Baleares, 2004, pág. 34. |
50 | Se le ha reprochado a Lulio que en su sistema de ruedas haya números en vez de letras hebreas, teniendo en cuenta la importancia de las letras, y la del lenguaje que tiene tal preeminencia entre los judíos. Dicha descalificación alcanza a todos aquellos que han trabajado con el Arbol de la Vida sin saber hebreo o teniendo un conocimiento deficiente de la lengua. Sin duda esto limita al filósofo que se ocupa de Cábala, pero se ve claramente en el caso de Lulio, que la especulación con las letras no es imprescindible para los fines de la gnosis y se puede alcanzar el Conocimiento por la vía pitagórica hermética, advirtiendo que, por otra parte, esos números son a la vez letras en el alfabeto hebreo. Además muchos textos cabalísticos del período renacentista están escritos en latín, tal la Kabbala Denudata y prácticamente la totalidad de esta literatura fue olvidada por el pueblo de Israel hasta hace menos de un siglo. |
51 | Antología de Ramón Llull. Prólogo y notas de Miguel Batllori. Dirección general de Relaciones Culturales, Madrid, 1961, pág. 380-381. |
52 | Ramón Llull, Libro de la contemplación en Dios. Mallorca, 1274, capítulo 170, 15, citado por Amador Vega en su Ramón Llull y el secreto de la vida. Ed. Siruela, Madrid, 2002, pág. 153-154. |
53 | Ibid., pág. 158-160. |
54 | Ramón Llull, Proverbios de Ramón. Editora Nacional, Madrid, 1978, pág. 63-64. Son alrededor de 6000 los proverbios que escribe, a los que hay que añadir los de su otro libro Mil Proverbios. |
55 | Llibre d’Amic e Amat. Editorial Claret, Barcelona, 1982, pág. 93-95. |
56 | Ibid., pág. 109. |
57 | Destacamos los siguientes títulos de su producción tanto enciclopédica como filosófica, religiosa, teológica, pedagógica, poética y apologética: Libro del gentil y los tres sabios; Félix o Llibre de meravelles que incluía el Llibre de les bèsties; Blanquerna; Disputatio dels cinc savis; Cent noms de Déu; Canto de Ramón; Aplicació de l’Art; Medicina de Pecat; El desconsuelo; Libro del ascenso y descenso del entendimiento; Doctrina pueril; Arbol de filosofía de amor; Llibre de caos; Llibre dels àngels; Llibre dels articles; Llibre de clerecia; Libro del Orden de caballería; Liber de Sancto Spirito; De articulis fidei; Proverbis de Ramón; Llibre de mil proverbis; Llibre d’oració; Retòrica nova; Llibre de Natura; Nova Logica; Liber de disputatione fidei et intellectus; Liber de fine; Liber de erroribus iudaeorum; Liber de acquisitione Terraea Sanctae; Ars mixtiva Theologiae et philosophiae; Lo concili; Disputatio clereci et Raymundi phantastici; De locutione angelorum; De participatione christianorum et sarracenorum; Consolació d’ermità, y un larguísimo etc. |
58 | Citamos sólo algunos a título de ejemplo: Testamento; Clavícula; El libro de los mercurios; Lapidarium; Libro de la quinta esencia; Imago Mundi; Cantinela; Ars conversiones; Ars operativa; Anima artis transmutatorie metallorum; La Magia natural; Secreta secretorum Raymundi Lullii; Illuminati sacre pagine professoris Raymundi Lull ars magna generalis et ultima, etc., etc., etc. |
59 | A este respecto nos parece muy significativo lo apuntado por Santiago Jubany en su introducción a la edición del Testamento de Llull, en el sentido de que es justamente un judío converso uno de los primeros seguidores del arte Lu–lia–no aplicado a la Alquimia: "Parece haber cierta unanimidad entre los estudiosos del Llull alquimista en el hecho de considerar a Ramón de Tárrega (1295-1371), judío converso y conocido alquimista, que se hacía llamar maese Raymundo y del que se tienen noticias de sus numerosos viajes por las distintas cortes europeas, entre ellas la inglesa, como el verdadero autor del corpus luliano. Esta es la opinión sostenida por autoridades de la talla de J. R. de Luanco, Raphael Patai o Michela Pereira". Ed. Indigo, Barcelona, 2001, pág. 9. |
60 | Ramón Llull, Testamento. Ed. Indigo, Barcelona, 2001, pág. 70. |
61 | Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles I. BAC, Madrid, 1998. |
62 | Ibid., pág. 486. |
63 | A propósito de algunas de las obras milenaristas del médico medieval, Menéndez Pelayo asegura: "Nuestro Arnaldo se apoderó de esta idea, la repitió cien veces, la enlazó con combinaciones astrológicas y se tornó casi maniático. La introducción al libro De semine scripturarum o De las profecías de los siete durmientes es el primer síntoma de esta enfermedad mental". Ibid., pág. 492. |
64 | Ibid., pág. 484. |
65 | Se trata del Papa Bonifacio VIII, que nunca manifestó abiertamente su aprobación respecto de la alquimia, pero tampoco la censuró, beneficiándose incluso de una curación que le hizo Vilanova empleando un amuleto astrológico. |
66 | También se sabe que le dedicó De vinis, Curae breves, y una versión del Rosarius philosophorum titulado Rosarius abreviatus. |
67 | Ramón Llull i Arnau de Vilanova, op. cit., pág. 136. |
68 | Arnau ofrece este libro al rey Jaime II y en el prefacio incluye una carta en la que le expone cómo fue iniciado en el arte alquímico, según consta en la compilación de obras de Vilanova hecha por Hauréau en París en 1881. |
69 | Exodo 35, 30-35. Biblia de Jerusalén. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1975. |
70 | Ver el capítulo "Cábala y Alquimia" de este volumen. |
71 | Arnau de Vilanova, El Rosario de los Filósofos. Ed. Indigo, Barcelona, 1998, pág. 58-59, 79-80. |
72 | Ibid., pág. 152-153. |
73 | Este dominico fue discípulo de San Alberto Magno y autor del Pugio Fidei (1278), obra apologética que contiene enormes conocimientos de la tradición hebrea y que fue conocida por muchos de los cabalistas del Renacimiento, reeditándose en París en 1651. |
74 | Arnau de Vilanova, Discurso sobre el nombre de Dios. Ed. Obelisco, Barcelona, 2005. |
75 | Historia de los heterodoxos... op. cit., pág. 492. |
76 | Energía universal disolutiva e invertida que en los momentos finales de un ciclo cósmico –como el que la presente humanidad ya está viviendo desde hace siglos–, adquiere mayores dimensiones, encarnándose en seres, grupos o entidades que expanden su poder, por otra parte limitado y perentorio, pues nada hay que se oponga al Espíritu o Verdad. Arnau la visualizó en la situación degenerada y corrupta de muchos representantes eclesiásticos, y principalmente de los dominicos. |
77 | Escribió a lo largo de varios años diversos tratados o epístolas acerca de sus visiones y de sus propuestas de renovación, entre los que destacamos: Expositio super Apocalypsi; Introductio in librum Ioachim de semine scripturarum seu de prophetiis dormientibus; Tractatus de tempore adventus Antichristi et fine mundi; De cymbalis Ecclesiae; Philosophia católica et divina; Allocutio christiani seu de dignitate creature rationalis; Confessio Ilerdensis; Informacions als beguins; Lliçó de Narbona; Allocutio Christiani; Dancia illustris regis Aragonum cum commento; Raonament d’Avinyó; y otros que se pueden consultar en la compilación de Miquel Batllori: Arnau de Vilanova. Obres Catalanes. Vol I, Escrits religiosos; Vol. II, Escrits mèdics. Ed. Barcino, Barcelona, 1947. |
78 | Discurso sobre el nombre de Dios, op. cit., pág. 65-66. |
79 | Ibid., pág. 64. |