CAPITULO II
El SEFER YETSIRAH Y EL BAHIR

Sefer Yetsirah (Libro de las Formaciones)
En el libro cuarto del Pentateuco llamado precisamente Números21 donde se narra cómo a partir de un censo militar entre las doce tribus de Israel, que desemboca posteriormente en las numeraciones precisas requeridas por los ritos de sacrificios, los números se destacan en la Torah, amén de en otros varios libros del Antiguo Testamento y documentos de magia, astronomía-astrología, pantáculos y talismanes que necesitaban complicados cálculos para su elaboración y donde se consignan numeraciones precisas que igualmente fueron una y otra vez estudiadas por generaciones de cabalistas, pues esos números son letras que luego conforman palabras.

Pero es el Sefer Yetsirah (El Libro de las Formaciones) el primer libro propiamente cabalístico donde se fijan con precisión las diez numeraciones, las sefiroth del Arbol de la Vida.

Este texto de apenas unas hojas de extensión es antiguo ya que los primeros comentarios aparecen en el siglo X; en su versión corta tiene 1.800 palabras, en la larga 2.500.

Gershom Scholem dice de esta obra:


En el texto se percibe claramente una mezcla de misticismo numerológico, correspondiente al helenismo tardío e incluso al neoplatónico posterior, con formas de pensamiento típicamente judías que giran en torno al misterio de las letras y del lenguaje.


Y posteriormente:


Por otro lado, no podemos pasar por alto la relación entre el "Libro de la Creación"22 y la teoría de la magia y la teúrgia que, como hemos visto, tiene su importancia en el misticismo de la Merkabá.


Por ello Scholem insiste en que este libro pese a su influencia hermética, prosigue la tradición hebrea de la Merkabá, es decir la del carro, tan cercana al profeta Ezequiel 1, donde se describe el carro de Yahvé, o sea al universo y su cosmogonía de modo esotérico.23

Aryeh Kaplan confirma lo de Scholem en su estudio sobre el Sefer Yetsirah24:


Un estudio cuidadoso revela que el Sefer Yetsirah es un texto meditativo con fuertes armónicos mágicos. Esta posición viene apoyada por las tradiciones talmúdicas más antiguas que indican que podía usarse para crear seres vivos. Son especialmente significativos los muchos testimonios y leyendas en los que el Sefer Yetsirah es empleado para crear un Golem, un tipo de androide mítico.


No podemos aquí tratar el tema del Golem25, pero sí debemos destacar su paralelismo con el Asclepio26:


En efecto, Asclepio, el hombre es verdaderamente digno de admiración y más eminente que cualquier otro ser. Porque si nos referimos al género de los dioses, es evidente y reconocido por todos, que están constituidos de la parte más pura de la materia y que casi sólo se manifiestan en forma de cabeza pero no con los otros miembros; sin embargo, las figuras de los dioses producidas por el hombre, están modeladas de ambas naturalezas, de la divina, más pura y enteramente digna de un dios, y de aquélla de la que el hombre dispone, a saber, la materia con la que han sido modeladas; además estas figuras no se reducen sólo a la cabeza sino que están modeladas con el cuerpo entero con todos sus miembros. Por tanto, la humanidad, en el recuerdo de su naturaleza y origen, persevera en su ser imitando a la divinidad, pues del mismo modo que el padre y señor creó a los dioses eternos para que fuesen similares a él, así el hombre modela a sus dioses a semejanza de sus propios rasgos faciales.

– ¿Te refieres a las estatuas, oh Trimegisto?

– A las estatuas, Asclepio. ¿Te das cuenta hasta qué punto te cuesta creer a ti también? Porque éstas son estatuas animadas, dotadas de pensamiento y llenas de aliento vital y capaces de hacer gran cantidad de cosas de todo tipo; unas estatuas que conocen de antemano el porvenir y nos lo predicen por la suerte, la adivinación, los sueños y muchos otros métodos, que producen las enfermedades a los hombres y las curan y que nos inspiran alegría o tristeza de acuerdo con nuestros méritos.


Esto fue duramente criticado por Agustín27 que sin embargo estimaba, según parece, el resto del Asclepio. En todo caso, y así lo han interpretado otros cristianos, se trata del fenómeno teúrgico y transmutatorio que se va produciendo en aquellos que a través de cualquier medio se van empapando de la Doctrina, al nivel que sea. Es decir, análogo al Hombre Nuevo del que habla San Pablo. En medios eclesiásticos se han interpretado en relación al apostolado y a la conversión de infieles.

En este mismo sentido habría que recordar a Proclo que en su Teología Platónica I, 13 va desarrollando lo que se suele entender por una teosofía de los Nombres Divinos en más de un sentido relacionada con el Sefer Yetsirah y sus comentaristas posteriores. Una referencia a estas "estatuas" puede encontrarse en el Prefacio de su tratado: "se pueden comparar a estatuas", nos dice de modo enigmático al referirse a los recipiendarios de la cadena iniciática.28

Pero volvamos a Ezequiel 1 y 2 donde se hallan temas fundamentales para el cabalista pues tratan de la Creación y la forma cósmica. Así en el capítulo 1 manifiesta:


Miré entonces a los seres y vi que había una rueda en el suelo, al lado de los seres de cuatro caras. El aspecto de las ruedas y su estructura era como el destello del crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una rueda estuviese dentro de la otra. En su marcha avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha. Su circunferencia tenía gran altura, era imponente, y la circunferencia de las cuatro estaba llena de destellos todo alrededor. Cuando los seres avanzaban, avanzaban las ruedas junto a ellos, y cuando los seres se elevaban del suelo, se elevaban las ruedas. Donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. Cuando avanzaban ellos, avanzaban ellas, cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas.
29


En el capítulo 2, y continuando en el 3, se trata de la visión del libro en la que se visualiza al Libro como la totalidad escrita por la mano divina, o sea la creación, la cosmogonía como un discurso sacro que debe digerirse, produciéndose así en esta comunión, el hecho del Conocimiento:


Y tú, hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte, no seas rebelde como esa casa de rebeldía. Abre la boca y come lo que te voy a dar. Yo miré: vi una mano que estaba tendida hacia mí, y tenía dentro un libro enrollado. Lo desenrolló ante mi vista: estaba escrito por el anverso y por el reverso; había escrito: "Lamentaciones, gemidos y ayes".

Y me dijo: "Hijo de hombre, come lo que se te ofrece; come este rollo y ve luego a hablar a la casa de Israel." Yo abrí mi boca y él me hizo comer el rollo, y me dijo: "Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy." Lo comí y fue en mi boca dulce como la miel.


Abonando esto en la introducción a Le Sicle du Sanctuaire, (Chéquel Ha-Qodech) de Moisés de León –seguramente el escriba del Zohar– Charles Mopsik30 cita a R. Bahya ben Acher de Zaragoza quien expresa:


La Sabiduría es llamada "libro"; ya que las generaciones se suceden y que la Sabiduría no se mantiene más que gracias al libro, es por eso que la Sabiduría de lo alto es llamada "libro".


No obstante luego Mopsik otorga una explicación literal a este hecho solemne de la importancia sagrada del libro en Israel, aunque no deje de tener razón en un sentido secundario, en lo que manifiesta en referencia a la preservación de la doctrina de ese pueblo, siempre en el exilio, por este medio, mas restándole importancia así a lo que ha sido la veneración de los hebreos por el libro manifestación de la Sabiduría (Hokhmah) disminuyendo de este modo la imagen de la Creación del Cosmos reescrito perennemente, que da gracias y pronuncia alabanzas al Señor, bendito sea.

Ya que estos textos no solo son alimento espiritual sino el mismo Espíritu del que hemos de comer y beber lo cual es ejemplificado constantemente por los hebreos a través de su veneración a la Toráh y a otros libros bíblicos.31

Miriam Eisenfeld en su Sefer Yetsirah32 aclara:


La primera versión publicada de nuestro tratado, llamada de Mantua, remonta a 1562. Se divide en seis capítulos subdivididos a su vez en mishnayoth. El primer capítulo trata de la primera manifestación de la voluntad creadora a través de los 32 senderos de Sabiduría –Jokhmah–, que son las diez sefyroth y las veintidós letras del alfabeto hebreo, desarrollando sobre todo lo que se refiere a dichas sefyroth y a la primera manifestación de la Alianza; el segundo capítulo trata de las veintidós letras hebreas en general; el tercero, de las tres letras madres; el cuarto, de las siete letras dobles; el quinto, de las doce letras simples; el sexto, contiene una síntesis de los principales temas sumada a la culminación del concepto de Alianza centrado en la persona del patriarca Abraham.


Pero dejemos hablar al "Libro de Las Formaciones" que nos dice de la creación por el libro; para tener una idea de su contenido y estilo, dada la importancia de este texto cabalístico.33


Con 32 senderos místicos de Sabiduría grabó Yah
el Señor de los Ejércitos
el Dios de Israel
el Dios viviente
Rey del Universo
El Shaddai
Clemente y Misericordioso
Elevado y Exaltado
que mora en la Eternidad
cuyo nombre es Santo
–El es sublime y Santo–
Y creó Su Universo
con tres libros34 (Sepharim)
con texto (Sepher)
con número (Sephar)
y con comunicación (Sippur).


Como se aprecia desde el comienzo hay 32 sendas en que el Inmanifestado se manifiesta y en forma invertida éstas también conforman las vías para llegar a Él. Estos senderos se articulan en el Arbol sefirótico y sirven para que las sefiroth se vinculen entre sí, comunicándose, como la sangre y su sistema dan vida al cuerpo por el que circulan.

Según los cabalistas al discurso decimal en que se desarrolla la Creación (Arbol de la Vida), se han de agregar los 22 senderos que los unen en un diagrama tradicional (aunque levemente cambiante en el tiempo y en cada escuela o grupo particular) los que conjuntamente suman los 32 senderos que menciona el libro.

Al final de esta cita se destaca algo tan grande como la creación por el libro, o mejor tres. Uno con letras, otro con "numeraciones"35 y un tercero que es el aliento que une a ambos36. Pues si bien con los diez primeros dígitos puede numerarse todo lo posible, la conjunción de números y letras revela la misteriosa relación que los une, no sólo porque las letras conforman palabras, sino porque igualmente esas palabras a su vez se corresponden con números concretos, y con ellos se organizan diversas transposiciones y nuevas palabras derivadas de la propia magia del lenguaje y las cifras exactas. Su objeto, –idéntico al sistema pitagórico–, los "cálculos" que iluminan, e incluso generan permanentemente mundos que el cabalista modela –aún sin pretenderlo– en su meditación.

Aryeh Kaplan en su traducción expresa:


El número 32 es la quinta potencia de dos (25). Tal como el Sefer Yetzirah explica, las Diez Sefirot definen un espacio de cinco dimensiones: los 32 senderos corresponden al número de vértices de un hipercubo pentadimensional.

Esto no es tan difícil de ver como pudiera parecer. Un segmento, que tiene una dimensión, tiene dos (21) vértices o terminaciones. Un cuadrado, que tiene dos dimensiones, tiene cuatro (22) vértices o esquinas. Un cubo, que tiene tres dimensiones, tiene ocho (23) esquinas. Vemos así que con la adición de cada dimensión el número de vértices se dobla. Un hipercubo tetradimensional tiene 16 o 24 vértices, mientras que un hipercubo pentadimensional tiene 32 o 25 vértices"37.


Y más adelante agrega:


En un hiperespacio pentadimensional se definen 32 hipercuadrantes. Corresponden a los 32 vértices de un hipercubo de cinco dimensiones, como se discutió antes. Estos, a su vez, están relacionados con los 32 senderos de Sabiduría.

En general, puede decirse que un cuchillo u hoja de cortar tiene una dimensión menor que el continuo al que corta. En nuestro continuo tridimensional, una hoja es esencialmente un plano bidimensional. Se espera, por tanto, que en un continuo de cinco dimensiones una hoja de cuchillo tenga cuatro. Una hoja tal sería un hipercubo tetradimensional con 16 filos, indicando que se trata en realidad de un hipercubo de cuatro dimensiones.


Como se podrá apreciar las posibilidades numéricas y geométricas se han ampliado con treinta y dos variantes que a su vez se relacionan entre sí permanentemente.

Esto sin mencionar que el Arbol es sexuado, es decir que cada Sefirah es también dual y aún poseyendo una identidad hermafrodita, ésta se encuentra condicionada por el sexo correspondiente que es el que prima.

Para multiplicar las perspectivas mediante el estudio y la meditación sobre el Arbol Arquetípico, Modelo del Universo, éste se divide en cuatro mundos, o planos –que en el Zohar se sintetizan en tres– a los que corresponden cuatro Arboles38 que son las etapas en que se va conformando la manifestación que nos insinúa, por medio de treinta y dos canales misteriosamente, el descenso de la manifestación universal –o del alma en otra terminología– de Kether a Malkhuth (de la primera numeración a la décima) o sea, del plano de Atsiluth al de Asiyah, lo que también puede ser simbolizado por la "caída" del punto a la línea, de ésta a la figura y finalmente de esta primera forma al volumen, o sea al bulto. El que constituye –con agregados sensorios varios– el cuerpo del ser humano que ha venido a ser lo que es gracias a este descenso que tiene por origen la triunidad de la Idea, que por emanación se va transformando y corrompiendo por medio del tiempo y el espacio y los cuatro elementos generados por el éter (o quintaesencia); lo que viene a ser, nada menos, que el drama de la creación con el hombre por protagonista.

Este descenso por el mundo intermediario –que realizan conjuntamente el alma del mundo con la humana– es visto de modo análogo al neopitagórico y al hermético-alquímico, los que constatan una densificación evidente entre los planos más sutiles de la conciencia, equiparados a los gases más refinados, con la concreción de estados cada vez más enrarecidos y groseros, al punto que acaban solidificándose materialmente gracias a la danza de los elementos, y sus intermediarios, al frío y al calor, y al "solve" y "coagula" en Alquimia. Todo esto se observa también con claridad entre los gnósticos, el Pleroma de Plotino como ejemplo; asimismo en la alquimia de origen griego,39 etc., y su desarrollo en la Edad Media y el Renacimiento.

Y continúa:


Diez Sefirot de la Nada
y 22 letras Fundamento
Tres Madres
Siete Dobles
y doce Elementales.


El texto del Sefer Yetsirah es dogmático, sin explicaciones, escueto llegando a lo descarnado, y los aprendices deben ser entrenados para irse acostumbrando con el Arbol comenzando por memorizar sus números y nombres. Las diez sefiroth en su primer nivel, de lo inmanifestado a lo manifestado se expresan mediante una tríada compuesta por las sefiroth Kether, Hokhmah y Binah, conformando el mundo de Atsiluth que se refiere a los Principios Ontológicos, al mundo de lo increado, a las ideas arquetípicas platónicas, y a los tres principios numéricos que solo tienen por encima al Infinito (En Sof) y por debajo a las numeraciones –informales y formales– de la construcción cósmica que a partir de la cuarta comienza a manifestarse, aunque la tríada siguiente –invertida con respecto a la anterior– mundo de Beriyah (Plano de las Creaciones), increado, irá tomando forma en el discurso sefirótico. Por último y por debajo del número siete (Netsah = Victoria) irá perfilándose el mundo de Yetsirah y las primeras manifestaciones de lo psíquico en el ser humano, hasta desembocar finalmente en el Plano de Asiyah, con una única numeración, la decena, esencia de Malkhuth. Llamada la esposa del Rey, Kether (Corona), y recipiendaria del flujo de vibraciones que la conforman y que constituyen el "cuerpo" de las emanaciones; es allí donde se aloja la Shekhinah, la inmanencia divina, que por el camino de retorno a las fuentes (tikún) encontrará a la Primera triunidad sintetizada en Kether con el que se desposará gracias a los oficios de Metatrón, (Tifereth) el heraldo divino, análogo a Henoch y Elías.40

De hecho todas las sefiroth –que a su vez son duales– tienen una íntima relación con su paredro, y esto se suele ejemplificar con dos columnas enfrentadas una masculina y otra femenina (activa-pasiva), imposibles de construir sin otra invisible y central, lo que acostumbra dibujarse de este modo:

En las últimas estrofas de este fragmento se habla de veintidós letras Fundamento que se dividen en tres madres, siete dobles y doce elementales. Las tres madres corresponden a la primera tríada, y son Alef, Mem y Shin (respectivamente Aire, Agua y Fuego) que se difunden por todo el Arbol para "coagular" en la última sefirah, Malkhuth, a la que por lógica se vincula con el cuarto elemento: Tierra, lo más denso y lo único que conocemos en nuestro estado profano, también llamado por algunos, plano de la acción41. Este descenso por las esferas42 y su posible ascenso por las mismas en un recorrido invertido hacia zonas cada vez más transparentes es igualmente conocido por distintas congregaciones gnósticas y ha pasado al cristianismo y al islam, representando el mundo intermediario: grosero (Asiyah), sutil con formas (Yetsirah), sutil sin formas (Beriyah) y finalmente el acceso a la triunidad arquetípica que conjuga el plano de Atsiluth.

La división de las veintidós letras en grupos de a tres confiere una nueva combinatoria para la meditación del cabalista. Empero, a nuestros efectos solo nos bastan las numeraciones y el plano en que se encuentran, dejando por el momento tanto las letras –y las palabras que conforman– como los senderos, concentrándonos en las numeraciones que a su vez trazan un recorrido consecutivo de 1 a 10, marcando un camino en el diagrama, en zig-zag, al que se llama rayo (barak).

Es importante señalar que en estos versículos se repite una y otra vez "de la Nada" es decir de la Creación ex nihilo, lo que no debe ser visto como la nada tal cual hoy se la entiende, sino como la ausencia completa de aquello que pudiera considerarse algo, aún la emanación más sutil, es decir el estado indiferenciado o del más completo reposo. Aquello que solo puede ser descrito en términos negativos. La palabra hebrea Ayn (Nada) es a menudo aplicada a En Sof, o por extensión a Kether, la Corona, que está sobre la cabeza.

Por otra parte este Arbol tiene validez tanto en lo macrocósmico como en lo microcósmico, es decir para el Universo y el hombre, analogía que se puede encontrar en varias tradiciones esotéricas emparentadas en sus orígenes con la Cábala y su esoterismo.

De esto último puede deducirse que el Arbol de la Vida se relaciona con el cuerpo humano. En efecto, la primera tríada corresponde a la cabeza, las del Plano de Beriyah y Yetsirah, al tronco, en su doble aspecto, superior: brazos, pecho, corazón, e inferior: piernas, caderas, y sexo. Igualmente estas divisiones corporales se corresponden con la psiqué superior y la inferior, divididas por la superficie de las aguas y señalada esta por el omphalos.

Desde fechas tempranas se relacionó al Sefer Yetsirah con la astrología, como era lógico, dada la constante hebrea de un tipo de magia "popular", vinculada con amuletos, talismanes, cuadrados mágicos y astrológicos que desembocó posteriormente en la utilización de dicho texto para la construcción de estas actividades mágicas y sapienciales.43



Manos con inscripciones de símbolos cabalísticos
Shabbetai Horowitz, Shefa Tal, Polonia, 1712


Incluso a las siete letras dobles se las vincula con los siete planetas y a las doce elementales con el zodíaco, dejando a las tres madres en relación con los tres principios, es decir con Kether, Hokhmah, Binah, o sea con la primera tríada del Arbol Sefirótico.

A las numeraciones se les atribuyen correspondencias con los astros y vinculaciones con sus influencias en el mundo y sobre todo con el orden cósmico, bendito sea,44 que la astrología y la magia de esos pantáculos y cálculos numéricos reflejan de una u otra manera.

La asimilación de los planetas a los dioses en la tradición grecorromana –que tanto judíos como cristianos hemos heredado– es de todos conocida, por lo que las sefiroth por carácter transitivo se corresponden con los dioses grecorromanos, lo cual es un gran aporte de la Cábala cristiana-hermética, al fijar ciertas pautas, que aparecían confusas en los distintos sistemas y formas anteriores en que suele manifestarse la Cábala en sus especulaciones. Esta asimilación exacta de los siete planetas a siete sefiroth,45 es una forma de introducción para los aprendices al Arbol mismo, ya que los astros configuran un lenguaje al tener las sefiroth así las características que se les asigna a los planetas. Por otra parte quien ha usado estas analogías sabe de su efectividad. En esta etapa del ciclo las correspondencias –siempre aproximadas– son: Kether, la Unidad, a la Estrella Polar, Hokhmah, sefirah número 2, al firmamento de las estrellas fijas; Binah, número 3 a Saturno; Hesed, número 4 a Júpiter; Gueburah, número 5 a Marte; Tifereth, número 6 al Sol; Netsah, número 7 a Venus; Hod, número 8 a Mercurio; Yesod, número 9 a la Luna, y Malkhuth, número 10 a la Tierra.

Podría parecer improcedente esta equiparación de las sagradas sefiroth con los planetas sólo para aquellos que no supieran de la veneración que siempre despiertan para algunos, sobre todo considerando que éstos son a su vez los dioses que pueblan el plano intermediario.

Pero pese a las muchas asociaciones que se puedan hacer acerca del Arbol de la Vida, sobre este Modelo del Universo, no en vano las sefiroth, como su nombre hebreo lo indica, son numeraciones, o sea interrelaciones, cálculos y sistemas imprescindibles para el trabajo del cabalista si se quiere ir uno adentrando en este sistema de sistemas de pensamiento.

Para terminar señalaremos que este texto providencial ha sido la estructura de la Cábala Judeocristiana. Esto es tan así que sólo del lado hebreo los comentarios de este sagrado libro cósmico, según Scholem, son cerca de ciento cincuenta, escritos muchos de ellos por los más grandes cabalistas, algunos de los cuales en la Edad Media y sus epígonos, que iremos viendo posteriormente.

Y así sigue el Sepher Yetsirah su discurso mágico, combinatorio y poético, desarrollando todo tipo de posibilidades, siempre nuevas, para la meditación del cabalista.

 


NOTAS
21 Recordar aquí nuevamente la identidad entre letras y números. También los griegos tenían equivalencia entre su alfabeto y las numeraciones aunque no la desarrollaron de ninguna manera como los hebreos. Antes del Islam que tomó de la India la notación aritmética de posición en sistema decimal, las numeraciones se señalaban simplemente por el valor cuantitativo de las letras. De hecho en la escuela de Pitágoras –análogamente a ciertas culturas arcaicas– las cuentas y operaciones se realizaban con piedras de distintos colores, la geometría se dibujaba en la arena, ambas sin mayor notación escrita pues los cálculos se hacían de modo mental. Por otra parte, el ábaco ya fue conocido por babilónicos y chinos; lo mismo por los precolombinos bajo otra forma: los quipús.
22 A veces el Sefer Yetsirah es traducido como "Libro de la Creación". Otra corriente de cabalistas cree que lo correcto es traducirlo como "Libro de las Formaciones".
23 Hay también textos llamados de la Merkabá, antiguas tradiciones místicas y mágicas judías: los Hekalot, o Palacios, (que incluyen el III Henoc) y las Visiones de Ezequiel. Ver página 206.
24 Sefer Yetsirah. Mirach, Madrid, 1994.
25 El golem es una entidad espiritual, un cuerpo invisible generado por los esoteristas con el fin de perpetuar su sabiduría en el mundo; una creación espiritual concebida en el plano más alto del alma (neshamá) capaz de ligar con el hilo de oro o cadena áurea, como lo afirman los hermetistas, los neoplatónicos, los neopitagóricos, etc. y al mismo tiempo salir del ghetto mental. Esta tradición talmúdica aparece en el hasidismo muy posteriormente, en Eleazar de Worms, pero coincide con el Sepher Yetsirah en cuanto a generar cosas con los Nombres de Poder inherentes a las sefiroth mediante meditaciones y encantaciones. Para el tema del golem ver también el cap. V del libro de G. Scholem La Cábala y su Simbolismo. Siglo XXI, Madrid, 1978.
26 Textos Herméticos. Asclepio, 23-24. Ed. Gredos, Madrid, 1999. Estos textos que circularon durante el Medioevo y el Renacimiento en versión latina, y por ello despertaron la suspicacia de algunos, fueron encontrados en copto en la famosa biblioteca de Nag Hammadi; han sido fechados en el siglo I antes de nuestra era por Jean-Pierre Mahé, experto en ello. Ver Bibliothèque Copte de Nag Hammadi. Vols. 3 y 7. Les Presses de l'Université Laval, Quebec, 1978-82.
27 San Agustín. La Ciudad de Dios (VIII, 23).
28 Proclus. Théologie Platonicienne. Les Belles Lettres, París, 1968.
29 "La móvil y fulgurante imagen, que se compone del juego de ruedas, los cuatro vientos-querubines y el Trono de Yahvé, presenta una curiosa analogía con una de las más famosas visiones cosmológicas de Platón. Me refiero a la ya mencionada que, al final de la República, se describe en el mito de Er, nombre hebreo, por cierto, que coincide con el de uno de los ascendientes de José, esposo de la Virgen María (Lc. 3, 28). En el relato platónico los cielos forman un juego de ocho torteras hemisféricas encajadas las unas en las otras y movidas rotatoriamente mediante una especie de huso. Cada uno de los círculos o torteras va acompañado de una Sirena (criatura mitológica de la misma familia que los querubines) encargada de efectuar el movimiento de la rueda correspondiente, de la misma manera que los querubines de Ezequiel hacen girar las ruedas que les tocan. Encima del diagrama cósmico –descrito con la precisión y el colorismo típicos de Platón– se alza el Trono de la Necesidad (Ezequiel ve en el espacio correspondiente el Trono de la Gloria de Yahvé), que se desglosa en tres sitiales, según el número de las Tres Parcas." Ignacio Gómez de Liaño, Filósofos Griegos, videntes judíos, Ediciones Siruela, Madrid, 2000. Ver Federico González, El Simbolismo de la Rueda. Kier, Buenos Aires, 2005.
30 Cabalista francés eminente y sabio muerto a los 46 años. En otros de sus cuantiosos trabajos también menciona la importancia del libro en la Tradición Hebrea.
31

Los libros están escritos con letras que son anteriores a la creación; de hecho su discurso la constituye. Como se sabe la palabra griega biblion que da lugar a la de Biblia quiere decir libro. Por medio de ellos podemos descender de la unidad esencial al diez plural o a la inversa ascender de lo múltiple a lo único, labor que constantemente es la indagación del esoterismo tradicional, expresada de modo sinóptico por el Arbol Sefirótico y el Sefer Yetsirah.

En la Antigua Tradición judía se solía considerar a la Torah como creada, tal como lo llevamos dicho, antes del origen. Incluso se decía que YHVH, la consultó previamente a la creación del mundo. Y es más, él mismo acude a ella permanentemente.

32 El libro de la Formación. Sefer Yetsirah. A la luz de los escritos de los cabalistas de Gerona. Ed. Obelisco. Barcelona, 1992.
33 Hemos tomado la traducción de Aryeh Kaplan, cabalista norteamericano inspirado en textos hebreos antiguos a los que estudió más allá de la universidad.
34 Esta no es la única versión ni traducción del Sefer Yetsirah, otros comentarios se verán más adelante.
35 La palabra hebrea para número es mispar, mientras que sefirah expresa la majestad de lo que es el número en sí, el concepto sagrado de número.
36 "Adán fue un libro en el Paraíso que perdió su esplendor por la caída. Inversamente en el cristianismo el maestro Jesús por la Redención es un libro viviente". François Secret: Hermétisme et Kabbale. Bibliopolis, Napoli, 1992. "Le Raziel et le livre d'Enoch chez Postel".
37 Mirach, Madrid, 1994.
38 En realidad a cada sefirah corresponde un Arbol completo, como cada una de las numeraciones de ese Arbol contiene su propio Arbol, etc. dándonos así la idea de lo indefinido; incluso se visualizan como polivolumétricos.
39 Textos de magia en papiros griegos. Ed. Gredos, Madrid, 1987. Ver también, A.-J. Festugière, La Révélation d'Hermès Trismégiste. I. L'astrologie et les sciencies occultes. Les Belles Lettres, París, 1989, cap. VII, 5. Donde se establece la relación entre la alquimia y la magia, aunque no parece si ésta fue la intención del autor.
40 Los nombres de las sefiroth son todos bíblicos en el sentido en que figuran en el texto sagrado, al igual que en otras muchas tradiciones, incluso algunos de ellos han sido heredados por el cristianismo.
41 En otras equivalencias Shin (fuego) tiene correspondencia con la primera tríada, Aleph (aire) con la segunda y Mem (agua) con la tercera, quedando Malkhuth (tierra) la última sefirah como la recipiendaria de todos los elementos, donde estos coagulan.
42 También a las sefiroth se las suele denominar esferas, o se las traduce por tales.
43 Hay pantáculos que son representaciones de manos, nombradas en el "Libro de las Formaciones" con los diez dedos de las dos manos, las cuales a su vez se subdividen tripartitamente en los dedos (falanges, falanginas y falangetas), que a su turno se subdividirán, etc. visibles en otras varias representaciones iconográficas.
44 Ver J. Halbronn. Le Monde Juif et L'Astrologie. Histoire d'un vieux couple. Arché, Milano, 1985.
45 Entre los cabalistas judíos modernos que han aceptado esta asimilación debe nombrarse a Z'ev ben Shimon Halevi (Warren Keaton) que la ha difundido en el libro y en distintos medios del esoterismo judeocristiano, con sus valiosas aportaciones.

Continuación

 

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