II
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El
número dos es engendrado por la unidad que al reflejarse a sí misma se polariza,
creando la ley del binario, cuyos dos principios opuestos y complementarios
se encuentran presentes en toda
manifestación. Esta dualidad es sin embargo aparente, pues los contrarios se
unen en un punto invisible y común. Así pues, arriba-abajo, adelante-atrás, derecha-izquierda,
son conceptos relativos que siempre se conjugan en un
centro en el que la oposición desaparece. |
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El Dos de Bastos es llamado Hokhmah en Atsiluth, la Sabiduría perfecta del Espíritu, en la que no hay trazas de dualidad alguna. Es carta de interioridad y fe, en la que observamos los dos bastos colocados en la forma de la cruz de San Andrés, en perfecto equilibrio. De la esfera que esta carta simboliza emana la Sabiduría hacia la creación, siendo todos los seres creados de acuerdo a ella, pues hasta las aparentes imperfecciones forman parte de la perfección del todo. Los dioses, seres mitológicos y arquetípicos, son todos andróginos, pues siempre en ellos ha de reunirse el aspecto masculino-femenino, activo-pasivo, de la esfera creacional a que pertenecen. El Dos de Espadas, Hokhmah en Beriyah, es el símbolo del Andrógino Primordial. En el Mundo de las Formaciones, la polarización es aún más obvia, pues este plano es un reflejo ilusorio del Mundo arquetípico de la Creación. El Dos de Copas significa las contradicciones propias del plano anímico y psicológico de Yetsirah, oposiciones que dejarán de existir cuando se haga presente Hokhmah, la Sabiduría, que disipa las ilusiones de este mundo. Por último, el Dos de Oros, Hokhmah en Asiyah, simboliza la dualidad del plano material. Macho y hembra, protón y electrón, frío-calor, húmedo-seco, son contradicciones propias del mundo físico, que también se ve conformado gracias a la actividad y pasividad de estos dos principios intercambiables. |
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