VII
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El
número siete fue considerado por los antiguos como sacratísimo, único e
inmóvil, pues "no
es engendrado ni puede engendrar". El 1, genera a todos los siguientes; el 2,
engendra al 4 y al 8;
el 3, al 6 y al 9; el 5 al 10; pero el 7 es el único número del denario que no
engendra ninguno, y
que a su vez sólo es engendrado por la unidad. Es la suma de la tríada y el cuaternario.
Las
múltiples "escalas" a que da lugar, hacen de él un número singular y particularmente
significativo.
La séptima sefirah es llamada en la Cábala Netsah, la Victoria,
a la que relacionamos con Venus, diosa del Amor, y con el Cobre en Alquimia,
los que, junto con Júpiter y el Estaño, han sido considerados como portadores
de energías especialmente "benéficas", que expanden la gracia, la misericordia
y el amor en el Universo. |
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El Siete de Bastos corresponde a Netsah en Atsiluth, esfera del mundo invisible de la que emana el Poder divino, gracias a lo cual la Belleza trascendente inunda a la creación entera. Netsah en Beriyah es la Venus Urania, modelo celestial de Afrodita y la Venus Pandemos. Los pitagóricos relacionaron al arquetipo del número siete, con la diosa Minerva, nacida sin madre y siempre virgen. El Siete de Espadas resume estos conceptos, además de simbolizar a la acción y el poder positivo y activo del creador. El Siete de Copas, Netsah en Yetsirah, se refiere a las influencias astrales o psíquicas de Venus, inspiradoras del arte y del amor, del triunfo en las empresas y de las ideas creadoras. La copa central se encuentra rodeada de ramas cubiertas de hojas, en el centro de la carta, produciendo el equilibrio. El Siete de Oros, Netsah en Asiyah, simboliza las energías de Venus actuando en el mundo material. Se relaciona con el amor físico y la atracción sexual y el pandemonium en general. |
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