II. La Liturgia monástica

CAPITULO VIII
LOS OFICIOS DIVINOS POR LA NOCHE
1 En invierno, es decir, desde el primero de noviembre hasta Pascua, siguiendo un criterio razonable, levántense a la octava hora de la noche, 2 a fin de que descansen hasta un poco más de media noche, y se levanten ya reparados. 3 Lo que queda después de las Vigilias, empléenlo los hermanos que lo necesiten en el estudio del salterio y de las lecturas.

4 Pero desde Pascua hasta el mencionado primero de noviembre, el horario se regulará de este modo: Después del oficio de Vigilias, tras un brevísimo intervalo para que los hermanos salgan a las necesidades naturales, sigan los Laudes, que se dirán con las primeras luces del día.

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CAPITULO IX

CUANTOS SALMOS SE HAN DE DECIR
 EN LAS HORAS NOCTURNAS

1 En el mencionado tiempo de invierno, debe decirse en primer lugar y por tres veces el verso: "Señor, ábreme los labios, y mi boca anunciará tus alabanzas", 2 al que se añadirá el salmo 3 y el "Gloria"; 3 tras éste, el salmo 94 con antífona, o por lo menos, cantado. 4 Siga luego el himno, después seis salmos con antífonas. 5 Dichos éstos y el verso, dé el abad la bendición. Siéntense todos en bancos, y los hermanos lean por turno en el libro del atril, tres lecturas, entre las cuales cántense tres responsorios. 6 Dos responsorios díganse sin "Gloria", pero después de la tercera lectura, el que canta diga "Gloria". 7 Cuando el cantor comienza a entonarlo, levántense todos inmediatamente de sus asientos en honor y reverencia de la Santa Trinidad.

8 Léanse en las Vigilias los libros de autoridad divina, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, así como los comentarios que hayan hecho sobre ellos los Padres católicos conocidos y ortodoxos.

9 Después de estas tres lecturas con sus responsorios, sigan otros seis salmos que se han de cantar con "Alleluia". 10 Tras éstos, una lectura del Apóstol que se ha de recitar de memoria, el verso y la súplica de la letanía, esto es el "Kyrie eleison". 11 Así se concluirán las "Vigilias" nocturnas.

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CAPITULO X

COMO SE HA DE CELEBRAR EN VERANO
 LA ALABANZA NOCTURNA

1 Desde Pascua hasta el primero de noviembre manténgase, en cuanto al número de salmos, todo lo que se dijo arriba, 2 pero, a causa de la brevedad de las noches, no se leerán las lecturas en el libro, sino que, en lugar de esas tres lecturas, se dirá una de memoria, tomada del Antiguo Testamento y seguida de un responsorio breve. 3 Todo lo demás cúmplase como se dijo, es decir, que nunca se digan en las Vigilias menos de doce salmos, sin contar en este número el salmo 3 y el 94.

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CAPITULO XI

COMO HAN DE CELEBRARSE
 LAS VIGILIAS DE LOS DOMINGOS

1 El domingo levántense para las Vigilias más temprano. 2 Guárdese en tales Vigilias esta disposición: Reciten, como arriba dispusimos, seis salmos y el verso. Siéntense todos por orden en los bancos, y léase en el libro, como arriba dijimos, cuatro lecciones con sus responsorios. 3 Sólo en el cuarto responsorio diga "Gloria" el cantor, y al entonarlo, levántense todos en seguida con reverencia.

4 Después de estas lecturas, síganse por orden otros seis salmos con antífonas, como los anteriores, y el verso. 5 Luego léanse de nuevo otras cuatro lecturas con sus responsorios en el orden indicado.

6 Después de éstas, díganse tres cánticos de los Profetas, los que determine el abad, los cuales se salmodiarán con " Alleluia ". 7 Dígase el verso, dé el abad la bendición, y léanse otras cuatro lecturas del Nuevo Testamento en el orden indicado. 8 Después del cuarto responsorio empiece el abad el himno "Te Deum laudamus". 9 Una vez dicho, lea el abad una lectura de los Evangelios, estando todos de pie con respeto y temor. 10 Al terminar, todos respondan "Amén", y prosiga en seguida el abad con el himno "Te decet laus", y dada la bendición, empiecen los Laudes.

11 Manténgase este orden de las Vigilias del domingo en todo tiempo, tanto en verano como en invierno, 12 a no ser que se levanten más tarde - lo que no suceda - y haya que abreviar un poco las lecturas o los responsorios. 13 Cuídese mucho de que esto no ocurra, pero si aconteciere, el responsable de esta negligencia dé conveniente satisfacción a Dios en el oratorio.

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CAPITULO XII

COMO SE HA DE CELEBRAR
EL OFICIO DE LAUDES

1 En los Laudes del domingo, dígase en primer lugar el salmo 66 sin antífona, todo seguido. 2 Luego dígase el 50 con "Alleluia"; 3 tras él, el 117 y el 62; 4 después el "Benedicite" y los "Laudate", una lectura del Apocalipsis dicha de memoria, el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y así se concluye.

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CAPITULO XIII

COMO HAN DE CELEBRARSE LOS LAUDES
 EN LOS DIAS ORDINARIOS

1 En los días ordinarios, en cambio, celébrese la solemnidad de Laudes de este modo: 2 Dígase el salmo 66 sin antífona, demorándolo un poco, como el domingo, para que todos lleguen al 50 que se dirá con antífona. 3 Luego díganse otros dos salmos, como es de costumbre, esto es: 4 el lunes, el 5 y el 35; 5 el martes, el 42 y el 56; 6 el miércoles, el 63 y el 64; 7 el jueves, el 87 y el 89; 8 el viernes, el 75 y el 91; 9 y el sábado, el 142 y el cántico del Deuteronomio que se dividirá en dos "Glorias". 10 Pero en los demás días se dirá un cántico de los Profetas, cada uno en su día, como salmodia la Iglesia Romana. 11 Sigan después los "Laudate", luego una lectura del Apóstol que se ha de recitar de memoria, el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y así se concluye.

12 Los oficios de Laudes y Vísperas no deben terminar nunca sin que el superior diga íntegramente la oración del Señor, de modo que todos la oigan. Esto se hará, porque como suelen aparecer las espinas de los escándalos, 13 amonestados por la promesa de la misma oración que dice: "Perdónanos así como nosotros perdonamos", se purifiquen de este vicio. 14 En las otras Horas, en cambio, se dirá la última parte de esta oración, para que todos respondan: "Mas líbranos del mal."

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CAPITULO XIV

COMO HAN DE CELEBRARSE LAS VIGILIAS
 EN LAS FIESTAS DE LOS SANTOS

1 En las festividades de los santos y en todas las solemnidades celébrese el oficio como dispusimos para el domingo, 2 excepto que se dirán los salmos, las antífonas y las lecturas que correspondan al mismo día. Pero guárdese la disposición prescrita.

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CAPITULO XV 

EN QUE TIEMPOS SE DIRA ALELUYA

 1 Desde la santa Pascua hasta Pentecostés, se dirá "Aleluya" sin interrupción, tanto en los salmos como en los responsorios. 2 Pero desde Pentecostés hasta el principio de Cuaresma se dirá únicamente todas las noches a los Nocturnos, con los seis últimos salmos. 3 Pero todos los domingos, salvo en Cuaresma, se dirán con "Aleluya" los cánticos, Laudes, Prima, Tercia, Sexta y Nona; mas las Vísperas con antífona. 4 En cambio, los responsorios no se digan nunca con "Aleluya", sino desde Pascua hasta Pentecostés.

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CAPITULO XVI

COMO SE HAN DE CELEBRAR
LOS OFICIOS DIVINOS DURANTE EL DIA

1 Dice el Profeta: "Siete veces al día te alabé". 2 Nosotros observaremos este sagrado número septenario, si cumplimos los oficios de nuestro servicio en Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, 3 porque de estas horas del día se dijo: "Siete veces al día te alabé". 4 Pues de las Vigilias nocturnas dijo el mismo Profeta: "A media noche me levantaba para darte gracias".

5 Ofrezcamos, entonces, alabanzas a nuestro Creador "por los juicios de su justicia", en estos tiempos, esto es, en Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, y levantémonos por la noche para darle gracias.

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Notas
1. Sal 118,164
3. Sal 118,164
4. Sal 118,62
5. Sal 118,62.164

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CAPITULO XVII
CUANTOS SALMOS SE HAN DE CANTAR
EN ESAS MISMAS HORAS

1 Ya hemos dispuesto el orden de la salmodia en los Nocturnos y en Laudes; veamos ahora en las Horas siguientes.

2 En la Hora de Prima díganse tres salmos separadamente, y no bajo un solo "Gloria"; 3 el himno de esta Hora se dirá después del verso: "Oh Dios, ven en mi ayuda", antes de empezar los salmos. 4 Cuando se terminen los tres salmos recítese una lectura, el verso, el "Kyrie eleison" y la conclusión.

5 A Tercia, Sexta y Nona celébrese la oración con el mismo orden, esto es: el himno de esas Horas, tres salmos, la lectura y el verso, el "Kyrie eleison" y la conclusión. 6 Si la comunidad fuere numerosa, los salmos se cantarán con antífonas, pero si es reducida, seguidos.

7 El oficio de Vísperas constará, en cambio, de cuatro salmos con antífona; 8 después de éstos ha de recitarse la lectura, luego el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y termínese con la Oración del Señor.

9 Completas comprenderá la recitación de tres salmos que se han de decir seguidos, sin antífona; 10 después de ellos, el himno de esta Hora, una lectura, el verso, el "Kyrie eleison", y termínese con una bendición.

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Notas
8. Cf. Lc 1,46-55

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CAPITULO XVIII
EN QUE ORDEN
 SE HAN DE DECIR LOS SALMOS

1 Primero dígase el verso: "Oh Dios, ven en mi ayuda; apresúrate, Señor, a socorrerme", y "Gloria"; y después el himno de cada Hora.

2 En Prima del domingo se han de decir cuatro secciones del salmo 118, 3 pero en las demás Horas, esto es, en Tercia, Sexta y Nona, díganse tres secciones de dicho salmo 118. 4 En Prima del lunes díganse tres salmos, el 1, el 2 y el 6. 5 Y así cada día en Prima, hasta el domingo, díganse por orden tres salmos hasta el 19, dividiendo el salmo 9 y el 17 en dos partes. 6 Se hace así, para que las Vigilias del domingo empiecen siempre con el salmo 20.

7 En Tercia, Sexta y Nona del lunes díganse las nueve secciones que quedan del salmo 118, tres en cada Hora. 8 Como el salmo 118 se termina en dos días, esto es entre el domingo y el lunes, 9 el martes en Tercia, Sexta y Nona salmódiense tres salmos desde el 119 hasta el 127, esto es, nueve salmos. 10 Estos salmos se repetirán siempre los mismos en las mismas Horas hasta el domingo, conservando todos los días la misma disposición de himnos, lecturas y versos. 11 Así se comenzará siempre el domingo con el salmo 118.

12 Cántese diariamente Vísperas modulando cuatro salmos, 13 desde el 109 hasta el 147, 14 exceptuando los que se han reservado para otras Horas, esto es, desde el 117 hasta el 127, y el 133 y el 142. 15 Los demás deben decirse en Vísperas. 16 Pero como resultan tres salmos menos, por eso han de dividirse los más largos de dicho número, es a saber, el 138, el 143 y el 144. 17 En cambio el 116, porque es breve, júntese con el 115. 18 Dispuesto, pues, el orden de los salmos vespertinos, lo demás, esto es, lectura, responsorio, himno, verso y cántico, cúmplase como arriba dispusimos.

19 En Completas, en cambio, repítanse diariamente los mismos salmos, es a saber, el 4, el 90 y el 133.

20 Dispuesto el orden de la salmodia diurna, todos los demás salmos que quedan, repártanse por igual en las Vigilias de las siete noches, 21 dividiendo aquellos salmos que son más largos, y asignando doce para cada noche.

22 Advertimos especialmente que si a alguno no le gusta esta distribución de salmos, puede ordenarlos como le parezca mejor, 23 con tal que mantenga siempre la recitación íntegra del salterio de ciento cincuenta salmos en una semana, y que en las Vigilias del domingo se vuelva a comenzar desde el principio, 24 porque muestran un muy flojo servicio de devoción los monjes que, en el espacio de una semana, salmodian menos que un salterio, con los cánticos acostumbrados, 25 cuando leemos que nuestros santos Padres cumplían valerosamente en un día, lo que nosotros, tibios, ojalá realicemos en toda una semana.

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CAPITULO XIX
EL MODO DE SALMODIAR

1 Creemos que Dios está presente en todas partes, y que "los ojos del Señor vigilan en todo lugar a buenos y malos", 2 pero debemos creer esto sobre todo y sin la menor vacilación, cuando asistimos a la Obra de Dios.

3 Por tanto, acordémonos siempre de lo que dice el Profeta: "Sirvan al Señor con temor". 4 Y otra vez: "Canten sabiamente". 5 Y, "En presencia de los ángeles cantaré para ti".

6 Consideremos, pues, cómo conviene estar en la presencia de la Divinidad y de sus ángeles, 7 y asistamos a la salmodia de tal modo que nuestra mente concuerde con nuestra voz.

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Notas
1. Prov 15,3
3. Sal 2,11
4. Sal 46,8
5. Sal 137,1

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CAPITULO XX
LA REVERENCIA EN LA ORACION

1 Si cuando queremos sugerir algo a hombres poderosos, no osamos hacerlo sino con humildad y reverencia, 2 con cuánta mayor razón se ha de suplicar al Señor Dios de todas las cosas con toda humildad y pura devoción.

3 Y sepamos que seremos escuchados, no por hablar mucho, sino por la pureza de corazón y compunción de lágrimas. 4 Por eso la oración debe ser breve y pura, a no ser que se prolongue por un afecto inspirado por la gracia divina. 5 pero en comunidad abréviese la oración en lo posible, y cuando el superior dé la señal, levántense todos juntos.

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Notas
3. Cf. Mt 6,7

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© Fernando Gil - Ricardo Corleto, 1998-2002
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