El Ayuno |
"La
Virgen fue quien me propuso ayunar", explicó Gladys al teólogo
René Laurentin. Y fue así que obedientemente comenzó
con sus prolongados ayunos que durante los primeros tiempos mucho preocuparon
a su familia y asombraron a los médicos.
Comenta el Dr. Pellicciotta que "Gladys venía haciendo ayunos prolongados, como de cuarenta días. El esposo se preocupaba. Yo la pesaba todos los días. Solamente tomaba líquidos, creo que algunos zumos de frutas, nada más. En cuarenta días de ayuno tendría que haber bajado mucho de peso, la grasa lógicamente se quema, es lo que está de más en el cuerpo, con eso tiene lo esencial y sigue viviendo". Y, según concluye el Dr. Telechea "en cuarenta días de ayuno, científicamente, una persona normal perdería peso y se sentiría decaída, debilitada (...). Ella no (...). Bajó nada más que un kilo y medio y mantenía una vitalidad normal (...). Los primeros años le hicimos un buen seguimiento de los cuarenta días, (...) la controlábamos en peso, en presión. La hemos seguido muy de cerca". El 11 de enero de 1989, Gladys recibió uno de los pocos mensajes (de los aproximadamente mil ochocientos publicados) donde se menciona el ayuno: "Hija mía: ayer en Lourdes, hoy aquí, siempre la Madre en busca de sus hijos. Oración, ayuno, penitencia, y sobre todo conversión espero de ellos. Las almas se salvarán si se asoman al Señor, si admiten al Señor. Falta la paz en muchas almas; busque el alma Paz y hallará a Dios. Amén, amén. Predica a todos tus hermanos". Informe del Dr. Raúl Héctor Mejía y su equipo El Dr. Raúl Héctor Mejía con su equipo se dedicó a estudiar los ayunos de Gladys. La vidente le confiesa que los ayunos fueron indicados por la Virgen como penitencia. Hizo el primero en la Cuaresma de ese año (1984). Duró 40 días. Dice que la Virgen le indica que lo único que puede comer es pan sin levadura (luego se entera por un seminarista que eso se llama pan ázimo) y líquidos con azúcar. A Gladys el pan sin levadura le parece horrible y no lo come, sino que mordisquea un poquito por día, y toma té, café, mate y jugo de naranja con azúcar. Le interesa al Doctor conocer la fuerza orgánica de su resistencia y le pregunta a Gladys al respecto. Gladys manifiestga que no ha perdido peso en los períodos de ayuno, y en una segunda instancia aclara que en el de ese año perdió "un kilo o un kilo y medio". Durmió bien y no sintió apetito. Una consecuencia del ayuno es la pérdida del olfato: "Puedo estar cocinando para mis hijas o mi marido, hago milanesas, albóndigas, ravioles, ñoquis, tuco -que a ellos les encanta-, y yo no siento nada, no huelo nada. "El último día que termino el ayuno, recupero el olfato, recupero el apetito, como normalmente. El primer día no me cae muy bien la comida, pero como normal, no soy de mucho comer". Y cuando se le observa que en su aspecto exterior "no parece haber pasado por un ayuno prolongado ... se sonríe y dice que ayuna todas las semanas: miércoles, jueves y viernes no como más que esto". Por
otra parte, durante todo el ayuno se le hizo análisis de sangre
semanalmente, según el P. Pérez, bajo control del Dr. Telechea,
sin que se observara variación alguna".
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