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En
las discusiones de teología fundamental y dogmática siempre
reaparece, incluso hoy, este argumento de que es precisamente la confesión
de Cristo, hijo de Dios, la nota distintiva entre el cristianismo y todas
las otras religiones.
Precisamente es todo lo contrario: con la doctrina de la filiación divina del Salvador, el cristianismo sigue atado a representaciones "paganas" muy extendidas, y la cuestión se pone de manera totalmente nueva, incluso para el cristianismo:
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Jesús
no es el primer
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Toda la concepción
de hijo de Dios, nacido de una virgen, cubierta por el Espíritu
y la luz, estaba ya perfectamente elaborada unos cuantos miles de años
antes que el cristianismo en el Antiguo Egipto, y era una realidad viva
en los actos cultuales.
Hemos de admitir, reconociéndolo, que la teología de la filiación divina no es un concepto específicamente cristiano:
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Eso
ya lo decía
aquel viejo escéptico del Eclesiastés Coh 1, 9-10
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Es importante
constatar que en el mundo de la simbólica también está
en vigor este texto del Cohelet:
lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice: «Mira, eso es nuevo!», ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. |
Inventar,
repitiendo los mismos símbolos |
La dinámica
constitutiva de la historia de las religiones no consiste en "inventar"
nuevas formas de expressión.
Toda religión, cunado piensa y plasma lo "divino", lo hace desde la luz de unas formas (arquetipos o modelos originales) siempre las mismas. La verdadera riqueza, lo que es nuevo en la historia de las religiones, no son los símbolos, sino la interpretación de estos símbolos.
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¿Qué
queremos decir
cuando designamos a Jesucristo como el "hijo de Dios"? Cuando decimos: |
Sólo
si en su encuentro con la figura de Jesús se experimenta como "nacido
de nuevo",
podrá creer em este hombre de Nazaret como "nacido(de nuevo) de la Virgen". Y sólo a partir del momento en
que descubra la figura de Jesús como una nueva oportunidad de recomenzar
todo desde el principio y de poner fin a una vida que tiene todas las apariencias
de una muerte prolongada,
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Pero, entonces,
qué es aquello que distingue la fe cristiana de la religión de los antiguos egipcios? Una cosa es clara:
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En el
nivel del simbolismo de la fe,
i ha una identitat perfecta entre la religió dels cristians i la dels antics egipcis.
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Seguir las huellas dejadas por el pueblo de los antiguos egipcios, el primero que en la historia de las grandes culturas, creyó en la filiación divina de un hombre | Para poder comprender
toda la fuerza y toda la riqueza de la simbólica de la filiación
divina, del nacimiento virginal, del anuncio angélico...
es inevitable para la fe cristiana, si se quiere comprender a sí misma, meditar y repensar las imágenes religiosas correspondientes del antiguo Egipto,
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El
faraón,
una persona corporativa |
Para un egipcio,
el rey tenía más bien la función de persona corporativa, esto es: en él estaba encarnada de manera ideal la imagen del hombre, del hombre tal y como estaba llamado, por su naturaleza, a llegar a ser a los ojos de los antiguos egipcios. En la figura del rey se hacía presente aquello a lo que cada uno, en virtud de su destino humano, tenía parte, con su único título de miembro de una misma religión y de un mismo pueblo.
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En
un solo y único...
La libertat
del hombre,
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En la medida
en que el ser verdadero del hombre, su dignidad y su grandeza se afirman
y son representadas en uno solo, el contenido de aquello que quiere
significar el símbolo no puede, formalmente, llegar a ser la verdad
de todos.
Con otras palabras, en la medida en que la forma de expresión simbólica en su exterioridad arcaica se mantiene como lo esencial, obstaculiza la apropiación de su propia verdad espiritual... |
¿De
qué manera podemos apropiarnos
de la inagotable riqueza de las imágenes e ideas del antiguo Egipto? |
Si nos quedamos
en la exterioridad de su expresión, desde estos faraones egipcios
del Nuevo Imperio, iríamos a parar -en línea recta y desde
el punto de vista histórico- a los Asirios y Babilonios, con su
adoración sin límites del poder guerrero, y a la corte persa
de Persépolis y a las temerarias expediciones de conquista de Alejandro
el Grande, para acabar en la realeza divina de los Césares romanos.
Pero si queremos partir de la significación interior del símbolo religioso de la figura del hijo de Dios, estas imágenes del antiguo Egipto nos conducen en línea recta a los dogmas de la Iglesia primitiva. Y es ahora, a partir de aquí cuando el cristianismo puede gloriarse de haber recogido, con toda su fuerza espiritual, el simbolismo central del Egipto antiguo y de haberlo elevado, en su pura interioridad, a la categoria de expresión central de su propia fe. |
¿Quién
es
el "Rey de reyes", el "Rey de la gloria", el "Rey eternal"? Ap 17, 14, Ps 24,
10, Ps 29, 10
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El verdadero
"Rey" para Jesús es quien vive la idea de la filiación divina
como si fuera una verdad válida para todos y quien se esfuerza por
captar la dignidad real de todo hombre, incluso la que yace escondida en
el rostro más desfigurado.
Loque
se estableció en el antiguo Egipto como filiación divina
del "hijo del sol",
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